MANUEL FIERRO SOTOMAYOR
(1752-1828)
El teniente coronel Izquierdo fue derrotado por Bolívar en la Sabana de Los Pegones, cerca de Tinaquillo.
Todo fue deshecho: el mismo Izquierdo quedó muerto en el campo de batalla, y fusilados todos los oficiales prisioneros. La noticia llegó a Valencia con la celeridad del rayo. Monteverde se decidió a esperar a Bolívar en aquel punto con las fuerzas reunidas, pero muy pronto conoció la imposibilidad de hacerlo, ya que casi todos habían desaparecido, pues tos vecinos realistas de aquellos pueblos, reunidos allí, no pensaron sino en salvarse en la plaza de Puerto Cabello, y en la misma noche llevaron esto a cabo, por lo que Monteverde se vio obligado a volar igualmente a Puerto Cabello no sin antes habérselo comunicado a Fierro.
El 1° de agosto los realistas de Caracas ignoraban los sucesos dichos, pero un rumor sordo que corría de boca en boca, y la alegría de los patriotas, puso en agitación la ciudad durante todo el día y toda la noche.
El día 2, a las siete de la mañana aparecieron fijados en !as esquinas carteles por medio de los cuales Fierro manifestaba haber recibido aviso de Valencia en el que se le manifestaba que Monteverde estaba en marcha con tres mil hombres para batir a Bolívar. Con estas noticias desapareció el sobresalto de los realistas, pero este mismo día recibió Fierro, enviado por el Comandante Militar de La Victoria, teniente coronel don Juan Budía, un oficio dándole parte de la derrota de Los Pegones.
El día 3 por la mañana se le presentó a Fierro el capitán don Sebastián Alvarado dándole cuenta de la pérdida de Valencia, de la retirada de Monteverde a Puerto Cabello, y de que la independencia estaba declarada hasta Maracaibo.
En la tarde del mismo día recibió el parte oficial que decía así: “Consecuente a que mis Jefes de División las han perdido, he quedado en el más deplorable estado, y mis cortas o ningunas fuerzas ni recursos me obligan a retirarlas a Puerto Cabello con el objeto de conservar tan interesante plaza. Lo que participo a V. S. para que tome las medidas que le permitan la situación de las cosas».
Con este oficio recibió Fierro la siguiente carta confidencial de Monteverde:
“Sr. D. Manuel Fierro. Valencia, 1° de agosto de 1813. Mi estimado paisano: Después de la derrota de Izquierdo me he quedado sin tropas y con la ciudad en confusión; por lo que me he visto en la precisión de irme a Puerto Cabello, que se halla abandonado, dejando esta plaza con el mayor dolor, y tal vez toda la provincia. Usted puede, si le parece, ponerse en el mejor estado de defensa porque los enemigos irán inmediatamente sobre esa ciudad. Yo estoy como Vd., se puede figurar, y sabe Dios si sobreviviré a tanta desgracia. De Vd. desgraciado amigo, q. b. s. m.- Domingo Monteverde».
Cuando Fierro recibía estas comunicaciones todo el pueblo estaba conmovido, pues Caracas tenía las tres cuartas partes de patriotas y sólo una tercera parte de realistas. En estos momentos de consternación y de apuro, Fierro convocó una junta, en su casa, formada por el Arzobispo, el Intendente, el Fiscal don José Costa y Gali, el Oidor Benito y Vidal, el Cabildo, los Oficiales Militares, y algunos vecinos respetables.
Esta junta, que examinó los recursos militares con que se contaba para la defensa de la ciudad, halló que no pasaban de trescientos cincuenta hombres de tropa reglada, muchos de los cuales eran criollos que no merecían la confianza de los realistas, y sólo sesenta eran españoles europeos.
Tampoco inspiraba seguridad un batallón de voluntarios de Femando VII que eran españoles y canarios, mercaderes y pulperos, cuyo numero llegó a subir hasta mil doscientos hombres, pero que, habiéndose difundido las noticias de aquel día, desertaron en su mayor parte, ocupándose en salvar sus intereses, sus familias y sus personas.
Con tales noticias, la Junta, por mayoría de votos, acordó que se capitulara. Se publicó una proclama para aplazar el temor de los realistas, conmovidos por la notoriedad de los sucesos del día, y habiéndose ofrecido en la misma Junta don Francisco de Paula Pareja, que había sido Oficial de la Marina y ahora era empleado de Hacienda, a disponer embarcaciones en La Guaira para hacer una retirada ordenada, se le autorizó completamente para todo y se le dieron las órdenes oportunas para el comandante de aquella plaza.
Pareja, lejos de cumplir con el encargo de la Junta, lo que hizo fue proporcionarse, por encargo de la misma comisión que se le diera, el escape con su familia, dejando a todos en el mayor abandono.
Este mismo día, también, Fierro dio las disposiciones para la retirada y nombró Comandante Político y Militar de Caracas al doctor don Francisco Antonio Paul, más conocido por Coto Paul, y que era uno de los más notables patriotas, quien presentó sus excusas aconsejando a Fierro que esperara a que fuera ratificada la capitulación. Pero Fierro, temiendo la rápida entrada de Bolívar en Caracas, y recordando el Decreto de Guerra a Muerte dado por éste hacía muy poco tiempo, obligó al doctor Paul a aceptar el cargo, y anunció por bando que dejaba a los venezolanos libres y mandados por un compatriota suyo.
En la noche de este día 3, dispuso Fierro que la división que estaba en Capuchinos se situase con toda la artillería en la Alcabala de La Pastora, y que en el Castillo de la Cumbre, en el trayecto del viejo camino de Caracas a La Guaira, se destacase una compañía para contener cualquier posible ataque de los patriotas por la retaguardia.
Cual no sería la sorpresa de Fierro al presentársele los capitanes don Manuel Tapia y don Salvador Gorrín, dándole parte de la deserción de las tropas, incluso de la misma guardia de Fierro de la cual sólo quedaron tres de los sesenta que la componían. Para colmo, aquella misma noche recibió parte de la pérdida de Cumaná, y ya entonces vio que todo estaba en el último peligro.
