Antonio Fernández Rojas
(1671-1729)
El regreso de este viaje concluyó en 1701, tocando primero en el puerto de Calomotan, provincia de Leyte, de donde, por orden del gobernador, se dirigía a Bagatao, pero por averías sufridas hubo de refugiarse en la isla de Canaguayo, donde dirigió las maniobras de reparación por enfermedad del titular. Concluidas estas reparaciones, sacó el barco y lo condujo hasta Bagatao, donde entró el 12 de noviembre de 1701, a tiempo de ser carenado y aprestado para los nuevos viajes que posteriormente realizó.
Por los méritos y servicios prestados, el 11 de marzo de 1702 fue Fernández Rojas nombrado piloto mayor del mismo galeón, para el viaje de dicho año, en cuya ida descubrió una isla situada a 27″ 20′ de latitud norte, a la que bautizó con el nombre de Nuestra Señora del Rosario, en memoria de su barco, y después de un año y ciento tres días de duración, regresó a Cavite el 24 de octubre de 1703, y allí quedó como piloto mayor entretenido desde el I de febrero de 1704 hasta su nuevo nombramiento.
Durante el tiempo que permanece en tierra se recurre a su pericia y conocimientos técnicos, y se le encarga el examen de la ensenada de Maraiomo a fin de que señale el emplazamiento más ventajoso para establecer en él un astillero, indicado como tal el puerto de Subic, donde se inicia la fabricación de navíos. El 14 de junio de 1704 fue nombrado cabo superior y piloto mayor del navío “Nuestra Señora del Rosario, Santo Domingo y Las Ánimas», que debía acompañar al galeón “Nuestra Señora del Rosario” hasta el cabo del Espíritu Santo prosiguiendo luego su viaje a las islas Marianas.
Con este nombramiento le fue despachado, en igual fecha, el título y grado de almirante. AI término del referido viaje, Fernández Rojas dejó su buque en !a isla de Guam, archipiélago de las Marianas, y llevó a cabo el rescate de la artillería del galeón “Nuestra Señora de la Concepción», que se había perdido en la isla Seypan, de dicho archipiélago, en 1638, y cuyo rescate había sido intentado infructuosamente por otros. Dirigió con tanto acierto la operación de rescate que logró recuperar diecisiete de las veinte piezas que portaba el navío, y de las cuales llevó cuatro a Manila, dejando preparadas las demás para envíos posteriores.
No sólo ejecutó este servicio a su propia cuenta, sino que también hizo donación al rey de la mayor parte de su sueldo de almirante devengado durante el viaje, pues habiendo servido dicha plaza ciento ochenta días, contados desde el 27 de junio de 1704 hasta el 23 de diciembre del mismo año, a razón de dos mil quinientos cincuenta pesos anuales, ello representa mil trescientos cincuenta y seis pesos, un tomín y tres granos, de todo lo cual sólo se le habían pagado trescientos un peso y cuatro tomines, por lo cual se le adeudaban mil cincuenta y cuatro pesos, cinco tomines y tres granos, lo cual cedió gratuitamente a la Corona.
Concluida la gestión anterior volvió a quedar Fernández Rojas en Cavite como piloto entretenido, desde el 2 de febrero de 1705 hasta el 9 de abril del mismo año, cuando fue nombrado teniente de gobernador y capitán general, así como piloto mayor y cabo superior de la armada de las galeras enviadas al estrecho de San Bernardino, entre las islas Luzón y Samar, para esperar y dar escolta al galeón “Nuestra Señora del Rosario», que regresaba de Nueva España, y dejarlo asegurado en Cavite, lo cual concluyó exitosamente el 7 de julio de 1705, siendo a su regreso cuando le fueron expedidos, con fecha 5 de septiembre de dicho año, los títulos antes mencionados, que la premura de tiempo había impedido se le entregasen antes del viaje.
Nuevamente queda Fernández Rojas en calidad de piloto entretenido, lo que aprovecha para solicitar la encomienda de los pueblos de Cuyo y Lalutaya, en la provincia de Calamianes, la cual se componía de 377 tributes y había quedado vacante a la muerte de su poseedora, quien la gozaba ya en segunda vida, y cuya oposición, a la que se presentaron veinticuatro pretendientes, fue convocada por edicto del 29 de octubre de 1705, quedando resuelto el concurso a favor de Fernández Rojas por auto de merced del 17 de diciembre de dicho año y título de encomendero expedido el 12 de febrero de 1706.
Pronto recibió Fernández Rojas el nombramiento de piloto mayor del galeón “Nuestra Señora del Rosario», que en 1706 emprendió viaje a Nueva España sin contratiempo alguno. En 1708 pasó a desempeñar igual plaza en el navío “Nuestra Señora del Rosario y San Vicente Ferrer», cuando iba como almirante en conserva del galeón capitana “Nuestra Señora del Rosario», y en una época en que ya no le correspondía el cargo de piloto por haber sido nombrado almirante de dicho navío, pero la escasez de marineros expertos lo había hecho decidirse a ocuparse de la derrota de su
buque.
En este viaje, desviado de la ruta ordinaria por los vientos, descubrió un archipiélago que se extiende entre los 26° 30′ y los 28° de latitud norte, formado por un rosario de islas y farallones con arrecifes, al que llamó Islas Arzobispales, hallando asimismo un arrecife a los 28° 30′ de latitud norte, todo lo cual, peligroso para los barcos por la gran extensión que cubre, situó sobre la carta náutica.
AI término de este viaje permaneció algunos años en tierra, pero en 1710, a la vez que posee el titulo de teniente gobernador y capitán general de las provincias de Tayabas, Camarines, Albay y Leyte, se encuentra también desempeñando el cargo de cabo superior del Real Astillero de Bagatao y superintendente de las fábricas reales, dirigiendo como tal la carena del galeón “Nuestra Señora de Begoña” y la construcción del galeón “Santo Cristo de Burgos», cuyos trabajos se hallaban ya bastante adelantados cuando solicitó y obtuvo licencia para pasar a Manila, por asuntos particulares, y hallándose muy quebrantado de salud, según manifestó.
