[*Otros}– Palmeros en América / David W. Fernández – Padre José de Arce y Rojas, «Apóstol del Paraguay» (2/4)

Padre José de Arce y Rojas
(1640-1715)

Don José Francisco de Arce y Rojas nació en Santa Cruz de La Palma (Canarias) en el seno de una familia piadosa y de nombre ilustre, que gozaba del aprecio de los palmeros por su trato franco y conciliador, por su caridad siempre dispuesta a favorecer al desvalido, y por la protección eficaz que dispensaban a cuantos, con justa razón, demandaban su ayuda.

Este hogar desahogado fue celoso de la educación de sus hijos. Sabemos que los tres hermanos se educaron en el convento de Santo Domingo, de Santa Cruz de La Palma, donde, como ya vimos, al concluir la enseñanza superior fueron enviados los dos mayores, Juan y José, a la Península a fin de instruirse en derecho en el Colegio de San Hermenegildo de Sevilla, donde fueron persuadidos por los jesuitas para que dejasen dicha carrera y tomasen el hábito de su Compañía.

Parece ser que José cursó también estudios en la Universidad de Salamanca, en el Colegio de cuya ciudad fue recibido el 3 de julio de 1669, pasando luego a tener el noviciado en Villa García. Tenía entonces 18 años, era blanco, de pelo castaño, alto cuerpo, con un lunar en el carrillo derecho, y de naturaleza ardiente y viva que pronto dulcificó. Después de cumplir su noviciado pasó a los estudios mayores. Al igual que su hermano fue destinado a la enseñanza y al púlpito, destacándose ambos por su fácil elocuencia y alcanzando envidiable reputación en Sevilla, Valencia, Valladolid y Salamanca.

Deseoso de pasar a las misiones de las Indias, y aprovechando la llegada a España del Procurador General de la provincia del Paraguay, R. P. Cristóbal Altamirano, S. J., pidió licencia para pasar al Paraguay. El Padre General, R. P. Juan Pablo de Oliva, remitió la licencia correspondiente al Padre Provincial de Castilla, R. P. Pedro Jerónimo de Córdoba.

Llegó a Buenos Aires (Argentina) en 1674, formando parte de una misión de 30 religiosos y 3 hermanos coadjutores de su orden que, a costa de la Real Hacienda, llevaba al Paraguay el padre Altamirano en el navío “Santa Maria Lubeque», a cargo del maestre Mateo Lozano. Durante un trienio fue Rector del Colegio de la Villa de Tarija, actual ciudad universitaria de Bolivia, capita] del Departamento del mismo nombre.

Siendo el padre Arce, en el Paraguay, Padre Superior de las reducciones de indios, estaba señalado por Carlos II para entrar a la tierra de los patagones, pero le fue cambiado el destino y, previa orden del Padre Provincial del Paraguay, R. P. Gregorio de Orozco, fue destinado a reconocer los chiriguanas, en compañía del padre Juan Bautista Zea. Hallándose en los preparativos para esta empresa vino del río Pilcomayo un cacique con seis vasallos pidiéndole que los evangelizase. Le pareció al padre Arce conveniente fundar una reducción de estos indios, por lo que los remitió acompañados de cuatro guaraníes, dándoles órdenes a éstos de explorar la voluntad de aquel pueblo y de recorrer las rancherías situadas en la orilla del Pilcomayo, anunciándoles que pronto los seguiría. Al disponerse a partir quiso el padre Arce hacerse acompañar de don Diego Porcel, caballero de gran estimación entre aquellos infieles, a fin de que tuviese refrenados a los caciques del río Bermejo, pero éste no pudo realizar el viaje, siendo sustituido por el hijo de don Diego.

Se inició la expedición en mayo de 1690. Al llegar el padre Arce a las rancherías halló que los indios lloraban la muerte de los suyos, que habían perecido en las discordias entre los caciques Cambaripa y Tataberiy. Intentó la paz entre ambos contendientes, y lo logró el 26 de septiembre de 1690.

Los jesuitas deseaban conocer el territorio de la provincia antes de asentarse en lugar alguno, y con este objeto recorrían los lugares próximos al río Guapay. Aquí fueron bien recibidos por los indios, y sus caciques les pedían que los evangelizase, ofreciendo hacerles iglesia y casa para su habitación. El padre Arce les ofreció volver para hacer asiento en estas tierras, pero como la hermana del cacique Tarnbacura le pidió que intercediese por su hermano que había sido ordenado prender por el gobernador de Santa Cruz de la Sierra, que lo era entonces don Agustín de Arce de la Concha, partió para este lugar y logró su deseo.

Allí fue disuadido por este gobernador del propósito de evangelizar a los chiriguanás, empresa que estimaba difícil dada la idolatría de estos indios, aconsejándole que en su lugar lo hiciera con los chiquitos, que confinaban con aquéllos y ya habían hecho la paz con los españoles y deseaban ser evangelizados, a lo que no podían acudir los misioneros de la provincia del Peni por estar ocupados en la evangelización de los mojones, muy distantes de los chiquitos y cerca de las misiones de itatines.

Convencido el padre Arce por los razonamientos del Gobernador, se decidió a evangelizar a los chiquitos. Para ello, el Gobernador le dio cartas para el Padre Provincial, R. P. Gregorio de Orozco, y para el Padre General, R. P. Tirso González, pidiéndoles que la provincia del Paraguay tomase a su cargo la conversión de los chiquitos. Con estas esperanzas partieron los padres Arce y Zea de Santa Cruz de la Sierra, acabaron de reconocer la tierra de los chiriguanás, que se extiende unos 500 kilómetros y regresaron a Tarija. De regreso, al pasar el rio Guapay los indios le pidieron que fundara en aquellas riberas una reducción. Así lo hizo, levantando un rancho, celebrando misa y consagrándola a la Presentación en el templo de la Virgen, por ser aquel dia 21 de noviembre. Luego siguió rumbo a Tarija.

Entrando ya en el año 1691 partió el P. Arce al valle de las Salinas, donde acudían muchos infieles que intentaron darle muerte, de lo cual fueron disuadidos por los indios de Tariquea, los cuales luego convocaron una asamblea el 31 de julio, día de San Ignacio, en la que resolvieron permitir la predicación del Evangelio, y de lo cual enviaron aviso al padre Arce. Así se fundó la reducción de San Ignacio, en el valle de Tariquea, que media entre Tarija y el río Guapay.

[*Otros}– Luz en el nuevo telescopio de Canarias

13/07/2007

El nuevo gran observatorio de La Palma cumple esta noche la tradición de captar una estrella por primera vez.

Para esta noche, a las 23 horas, está prevista la celebración protocolaria de la primera luz del Gran Telescopio de Canarias (GTC), un acto que realizan los telescopios cuando están casi terminados y que consiste en apuntarlo al cielo y recibir luz de un astro, para comprobar que funciona.

Para el acto de esta noche, se cuenta en el GTC con la presencia del Príncipe de Asturias, quién, en junio de 2000, puso la primera piedra de la gran instalación científica de espejo de 10,4 metros de diámetro, en el observatorio del Roque de los Muchachos, en la isla de La Palma. El astro elegido para tomar la primera luz es Polaris, la Estrella Polar.

Tras la celebración de hoy, los astrónomos tendrán que esperar un año más para que el GTC este listo para iniciar las operaciones científicas, un año en el que se acabará de montar el espejo principal, se ajustarán calibrarán los equipos y sistemas y se colocarán las primeras cámaras astronómicas.

Será un telescopio para ver el cielo en luz visible y parte del infrarrojo. Este tipo de grandes telescopios, una nueva generación de máquinas científicas que han puesto en marcha una revolución en la astronomía, está dando a los astrónomos acceso al universo más lejano, con gran resolución y con tiempos de observación relativamente breves porque sus enormes espejos captan mucha luz. También la detección indirecta de los planetas extrasolares y los detalles de galaxias están a su alcance. El observatorio español y sus futuras cámaras, según sus responsables, es especialmente idóneo para estudiar galaxias activas, discos de materia en los que se están formando planetas y regiones de otras galaxias donde nacen nuevas estrellas.

El GTC es uno de los proyectos científicos más ambiciosos realizado en España. Arrancó hace diez años y el plan era tenerlo listo para 2003.

El espejo del GTC no es de una pieza única sino que estará formado por 36 segmentos hexagonales que actuarán como una superficie de 10,4 metros de diámetro. De momento están instalados 12 de los 36. Un sistema de actuadores mecánicos controlado electrónicamente mantiene en su posición precisa cada uno de los segmentos. Se trata de una tecnología muy innovadora y al principio muchos la consideraban arriesgada. Sin embargo, los dos telescopios Keck estadounidenses, (en Hawai), de diez metros cada uno, para los que se desarrolló la idea de los espejos segmentados, están en pleno funcionamiento científico desde 1993 y 1996 respectivamente.

Otros telescopios del mismo rango, como los cuatro VLT del Observatorio Europeo Austral, en Chile, el Subaru Japonés, también en Hawai, o los dos Gemini (en Chile y en Hawai) han utilizado otra tecnología de espejo avanzado, de una sola pieza, muy delgado y también sostenido por actuadores.

El GTC, construido por la entidad Grantecan con un costo de 104 millones de euros, es un proyecto liderado por el Instituto de Astrofísica de Canarias (GTC), que cuenta con la participación del Instituto de Astronomía y del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica —ambos de México— y de la Universidad de Florida (EE UU). La participación de estos dos socios en el proyecto español es de un 10% en total. A cambio tendrán derecho a utilizan cada uno un 5% del tiempo de observación del telescopio.

Por parte española, el GTC es un programa la Administración Central (70%) a través del Ministerio de Educación y Ciencia, y la comunidad autónoma de Canarias (30%). Ambas instancias tienen que acordar ahora qué institución se responsabilizará de la operación del telescopio, y con qué aportación financiera de cada una.

De la gestión y distribución a la comunidad científica española e internacional se ocupará el Laboratorio de Astrofísica Espacial y Física Fundamental (LAEF), del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA, de Defensa). El LAEF gestiona otros archivos astronómicos, especialmente de la Agencia Europa del Espacio. Las observaciones del GTC (unos cinco gigabytes diarios de información) se enviarán al LAEFF, situado en Madrid, donde estarán a disposición de los científicos (los autores de cada observación tienen un período de exclusividad de los datos).

El País.