[*Otros}– Palmeros en América / David W. Fernández – Padre José de Arce y Rojas, «Apóstol del Paraguay» (1/4)

Padre José de Arce y Rojas, “Apóstol del Paraguay”
(1640-1715)

Ancestros

Don José de Arce Rojas y Escobar, natural de la isla Terceira del archipiélago portugués de los Azores, hijo de Baltasar de Arce, oriundo de Zamora, y de Maria de Rojas, se estableció en la isla de La Palma (Canarias) en 1640. En la ciudad de Santa Cruz de La Palma, capita] de dicha isla, contrajo matrimonio, el 17 de mayo de 1644, con doña María González de Lima, dama de distinguida familia, hija de Juan González de Lima y de María González.

Allí protagonizó uno de los frecuentes litigios que por algún cargo público se originaban entre la nobleza y el pueblo. Veamos los hechos.

Don Andrés Lorenzo Salgado, que poseía, por herencia de sus mayores, el oficio de regidor perpetuo del Cabildo de la isla de La Palma, hizo renuncia de él, cediéndolo a don José de Arce Rojas y Escobar, cuya Real Cédula confirmatoria fue expedida por Felipe IV el 15 de mayo de 1657. A pesar de que el beneficiado ocupaba una posición social ventajosa y pertenecía a una familia aristocrática, el Cabildo se negó a darle posesión de su empleo de regidor, alegando que el referido, además de extranjero y comerciante [1], carecía de títulos nobiliarios, circunstancia necesaria para obtener aquel puesto.

Se quejó el perjudicado a la Corte, donde consiguió que el mismo Rey, en otra Real Cédula de 15 de junio de 1659, le confirmase en su cargo “in perpetuum modum», mandando bajo severas penas que se le diera la posesión y que se borraran o tildasen las palabras que contra él habían sido vertidas por los regidores en el acta respectiva

A despecho del Cabildo fue, finalmente, regidor perpetuo de La Palma, y más tarde Sargento Mayor de sus milicias.

Otro pasaje curioso de la vida de don José de Arce Rojas y Escobar es el siguiente:

Siendo devoto de San Francisco Javier, jesuita y apóstol de las Indias, como también lo eran sus dos hijos mayores, acudió a Sevilla por una imagen de este santo —aunque es tradición que ésta fue le regalada a su padre por los hermanos jesuitas—, y decidió levantar una ermita de esta advocación inmediata a la casa de su vivienda, que era de su propiedad. Con este motivo, con fecha 17 de enero de 1672 dirigió una exposición al Obispo de la diócesis, que lo era don Bartolomé García Jiménez, pidiéndole la autorización correspondiente, que le fue concedida, y la ermita de San Francisco Javier edificada.

Bendecida por el licenciado don Juan Pinto de Guisla, visitador general de la isla y comisionado “ad hoc», se dijo en ella la primera misa en 1674. La escritura de dotación de la expresada ermita se hizo ante Andrés Chaves, el 3 de abril de 1674; y el Nuncio de su Santidad, en escrito de 17 de abril de 1677, le autorizó para abrir tribuna y puerta de comunicación entre su casa y el coro de la ermita. El edificio de la ermita de San Francisco Javier de Santa Cruz de La Palma (Calle O’Daly, 36) aún subsiste, aunque no dedicado al culto, y en estado ruinoso.

Del matrimonio de don José de Arce Rojas y Escobar, y doña María González de Lima y Lima nacieron tres hijos:

A.- Don Juan de Arce y Rojas. Nacido el 28 de octubre de 1646 en Santa Cruz de La Palma, y que, una vez concluida la enseñanza superior en dicha ciudad, pasó a la Península, en compañía de su hermano José, a fin de instruirse en derecho en el Colegio de San Hermenegildo de Sevilla, establecimiento que se hallaba a cargo de los Padres de la Compañía de Jesús, quienes persuadieron a ambos hermanos para que dejasen la carrera emprendida y vistiesen el hábito del Jesuita.

Al ingresar éste en dicha Compañía, renunció a favor del Colegio de San Ambrosio de Valladolid —donde parece que hizo su profesión— la legítima paterna que en su día debía corresponderle, según escritura ante el escribano de la ciudad de León, Antonio Rodríguez Losada, de 2 de agosto de 1668 [2]. Sabemos que luego fue destinado a América, y en 1679 se halla de Rector del Colegio de San Juan Bautista, de La Plata, hoy Sucre (Bolivia).

B.- Don José de Arce y Rojas, cuya biografía pretendemos trazar luego.

C.- Don Luis de Arce y Rojas. Nacido el 19 de marzo de 1659, contrajo matrimonio con doña Catalina Montañés y Ponce de León, y ante el escribano Antonio Vázquez otorgó testamento, mancomunado con su esposa, el 30 de mayo de 1706, vinculando, con real licencia —la casa de su habitación, una propiedad de viña en Breña Baja, el patronato de la ermita de San Francisco Javier, el oficio de regidor perpetuo que poseía por herencia de su padre, y un quinto de todos sus demás bienes— a favor de la Compañía de Jesús para que ésta fundara en la isla de La Palma un colegio de su orden, y que, no pudiendo o no queriendo hacerlo, se destinaran los productos de estos bienes a la dotación de un maestro de instrucción primaria que diera educación a la juventud palmera. Los párrocos de El Salvador, albaceas testamentarios de éste, administraron esta vinculación durante muchos años, pagando doscientas veinticinco pesetas anuales a un maestro de escuela, hasta que, en virtud de la ley de desamortización del 11 de octubre de 1820, estos bienes pasaron a ser propiedad del Estado, quien los enajeno en pública subasta.

Del matrimonio de Arce Montañés nacieron dos hijos:

1. Doña Francisca Javiera de Arce y Montañés, que entró de religiosa en el Convento de Santa Catalina de Sena, de Santa Cruz de La Palma; y,

2. Don Francisco Javier de Arce y Montañés, quien, según parece, vistió como sus tíos la sotana del jesuita, siendo enviado a Manila (Filipinas) con otros padres de la Compañía, donde es muy probable une ocurriera su muerte. Circunstancia ésta que explicaría el criterio del testamento de sus padres.

***

[1] «En 1655 lo habíamos hallado exportando una partida de vino palmero para Venezuela», así consta en el “Libro del Sanctuario del Glorioso Apóstol del Oriente San Francisco Xavier”, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, en el que registran la fundación y visitas canónicas de esta ermita.

[2] Como curiosidad, consignamos que la Compañía concesionaria nunca reclamó la parte que legítimamente ie correspondía en los bienes de la testamentaria de Arce y Rojas de Escobar.

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