[*Otros}– Palmeros en América / David W. Fernández – Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal (2/4)

David W. Fernández

Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal
(1594-1652)

En el puerto de La Habana (Cuba), ya había construido, en 1622 —o tal vez antes— un navío de 200 toneladas, al que puso por nombre «Nuestra Señora de las Aguas Santas», cuando el 12 de febrero de 1625 celebró contrato en Madrid para construir y equipar dos galeones en el mismo puerto. Con este fin se traslado al año siguiente a La Habana y, en 1627, ya había concluido los dos galeones cuya construcción le había sido ordenada por el Rey.

Siendo ya un consumado constructor de galeones, y con el fin de que los buques construidos en La Habana se ajustasen a las ordenanzas vigentes y fueran fabricados con la perfección y con la calidad que se requería, el 18 de diciembre de 1629 fue nombrado superintendente de las fábricas de navíos del referido puerto y de los demás de Barlovento.

Sus méritos hicieron que el gobierno le confiara el encargo de perseguir a los filibusteros que asolaban las costas de América, cuya orden recibió hallándose en La Habana, donde aprestó tres naves y zarpó hacia la isla de Santo Domingo con la intención de destruir el establecimiento de los bucaneros o filibusteros en la isla de la Tortuga, como lo comunicó al gobernador de Santo Domingo. Ppero la debilidad de dicho funcionario dificultó el proyecto y permitió a los piratas ponerse sobre aviso y colocar a buen recaudo su botín.

Hallándose invadida la población de Maracaibo por un gran número de filibusteros, y habiendo abandonado el reducto la escasa guarnición que formaba la avanzada de la rada, prestó muy valioso auxilio al gobernador de la Provincia de Maracaibo, pues al llegar con su buque embarcó parte de su tripulación en los botes y se apoderó del fortín que las tropas españolas habían abandonado. y con cuatro piezas de artillería que la guarnecían abrió fuego contra el poderoso enemigo que, creyéndose atacado por la retaguardia, huyó precipitadamente, dejando abandonado parte del botín.

En 1633 fue nombrado Almirante de la Flota de Nueva España, la cual se hallaba entonces a cargo del general don Lope de Hoces y Córdoba.

En 1634 regresó a la España peninsular, donde una enfermedad del pecho lo obligó a permanecer en tierra durante algunos años, en los cuales contrajo matrimonio con doña Alfonsa Jacinta de Vallecillo Ojeda y Velazco, natural de Portugalete (Provincia de Vizcaya).

Durante este tiempo sabemos que, en 1639, se le concedió licencia para fabricar navíos de quinientas a setecientas toneladas.

En 1640, hallándose en Sevilla, recibió el despacho de “General y Almirante de las Flotas y Armada Real de la Guarda de las Indias, Mar Océano y de las Costas de Andalucía”, las más altas graduaciones de la Marina de Guerra española de los tiempos de Felipe IV, lo cual lo obligó a lanzarse nuevamente al mar para traer el dinero a la metrópoli y enfrentarse a los piratas ingleses que, con sus constantes amenazas, inquietaban la navegación por las costas y los mares de América.

Con su escuadra arribó a la isla de Santo Domingo, en 1641, y habiendo recibido la orden de ocupar el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, en el ínterin llegaba el tiempo de volver a España metropolitana con el dicho dinero.

El archipiélago formado por las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, y por el cayo El Cangrejo, constituye hoy en día una de las intendencias de la República de Colombia, con el nombre oficial de San Andrés y Providencia, una extensión superficial de 44 Km2 y una población de 27.000 habitantes, situada a 480 millas de Cartagena (Colombia) y a 180 millas de Puerto Cabezas (Nicaragua). Fue descubierto por los navegantes españoles el 30 de noviembre de 1527, día de San Andrés, lo que hizo que se le diera este nombre a la mayor de las islas.

En 1629, presbiterianos ingleses y esclavos jamaicanos se instalaron en él y albergó a piratas y corsarios ingleses, franceses y holandeses, que abordaban las naves españolas que conducían el oro de América a la península española, y sirvió de cuartel general, establecido por los ingleses, para dirigir desde allí los ataques contra Cartagena, puerto donde se almacenaban el oro y otras grandes riquezas de las colonias para ser enviadas a la metrópoli.

Desde allí, el inglés Morgan (1635-1686) preparó el ataque a Panamá y se apoderó de la plaza, partiendo con su inmenso tesoro hacia Jamaica. Pero, abordado en alta mar por los piratas del Caribe, logró salvar parte del tesoro y refugiarse en San Andrés, al sur de cuya isla se abre una cueva bañada por el mar, llamada de Morgan, por creerse que fue el lugar donde él escondió aquel tesoro. Desde su ocupación por los extranjeros, intentaron los españoles desalojarlos por el Sargento Mayor don Antonio Maldonado, en 1640, pero lo impidieron lo bien defendidas que se hallaban y las dificultades que presentó un desembarco en ellas. Después de haber Díaz-Pimienta desalojado de allí a los ocupantes, volvieron a poder de los españoles.

E n 1822 se incorporaron a la República de Colombia como cantón dependiente de Cartagena. San Andrés tiene 27 Km2 de superficie, 13 Km. de largo y 3.5 Km. de ancho; Providencia, 17 Km2. Santa Catalina es apenas una muy pequeña isla próxima a Providencia; y El Cangrejo es sólo un cayo próximo a dichas islas.

Nicaragua pretendió incluir estas islas, situadas a unas cien millas de su costa oriental, en su departamento de Zelaya, pero por el tratado Esguerra-Bárcenas de 1982, que aspiró a solucionar todos los diferendos territoriales entre ambos países, le fueron concedidas a perpetuidad a Colombia.

El 6 de marzo de 1641 salió de Cartagena de Indias (Colombia) la expedición de Díaz-Pimienta para la toma de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. La componían unos 1.000 hombres montados en 12 barcos: los galeones «San Juan», de 400 toneladas, y «Jesus Maria de Castilla», del mismo porte; el «Santa Ana», de 350 toneladas; el «Convoy» y la «Teatina», de 300 toneladas; las urcas «Sanson» de 800, y «San Marcos», de 400; el «Jesús María de Agreda», barco portugués de 230, mandado por el conde de Castelmelhor; la charrúa «San Pedro», y tres pataches de 70 y 80 toneladas. lba el almirante en el «San Juan», y su segundo, Jerónimo de Ojeda, en el «Sansón».

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