[*Otros}– Palmeros en América / David W. Fernández – Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal (1/4)

David W. Fernández

Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal
(1594-1652)

Glorioso marino palmero cuya vida toda está jalonada de heroicos hechos de armas, algunos de los cuales tienen por escenario las costas americanas que baña el mar Caribe.

Nació don Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal en Tazacorte (La Palma), el 14 de agosto de 1594, y fue bautizado en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Remedios, en los Llanos de Aridane (La Palma), a cuya jurisdicción eclesiástica pertenecía entonces su pueblo natal, siendo hijo natural del ilustre capitán don Francisco Díaz-Pimienta y Franco, y de doña Juana Pérez de Mendiáabal, y nieto por línea patema del capitán don Diego Díaz-Pimienta y de doña Mayor Franco, naturales de Cuba (Portugal).

La familia Díaz-Pimienta era originaria de Vidigueira, en la actual provincia de Beja, en Bajo Alemtejo (Portugal), y se había establecido en la isla de La Palma, en el archipiélago canario, hacia la segunda mitad del siglo XVI.

Su padre, el capitán don Francisco Díaz-Pimienta y Franco, natural de Puntallana (La Palma), era ilustre marino de la Armada española, donde había actuado con heroísmo, participando en gloriosos hechos bélicos, tales como la batalla naval de Lepanto (1571), en la que participó también, cubriéndose de gloria, el inmortal don Miguel de Cervantes Saavedra. Fue luego maestre de campo de la Compañía de Milicias de Puntallana, su pueblo natal, así como de las de San Andrés y Sauces, y Barlovento, en la misma isla de La Palma, y también regidor perpetuo del Cabildo de la dicha isla (1609), por renuncia de su yerno, el alférez mayor don Gabriel González del Valle y Gutiérrez de la Sierra, castellano de la fortaleza de Santa Catalina.

Sus méritos los reconoce Felipe III, en Real Cédula dada en Madrid el 6 de marzo de 1606, por la cual lo faculta para instituir dos Mayorazgos en las personas de sus dos hijas legítimas. De su legítimo matrimonio con doña Beatriz Rodríguez de Acosta, hija de don Miguel Rodríguez, natural de Alcázar Resales (Portugal), y de su mujer doña Ana de Acosta, tuvo el referido capitán don Francisco Díaz-Pimienta y Franco, cinco hijos, de los cuales tres murieron en edad púber, por lo que le quedaron dos hijas:

• Doña Inés, poseedora del primer mayorazgo de su Casa. Fue bautizada en la parroquia matriz del Salvador, de Santa Cruz de La Palma, el 15 de marzo de 1581, y casó dos veces: la primera con el capitán don Garcia de las Muñecas, y la segunda con el capitán don Pablo de Brito y Lugo, en la citada iglesia el 12 de mayo de 1613, y no tuvo sucesión de sus dos matrimonios; y,

• Doña Lucia, poseedora del segundo mayorazgo de Díaz-Pimienta, y una de las llamadas por su hermano natural para suceder en el importante mayorazgo que instituyó de sus bienes en 1652. Fue bautizada en la iglesia matriz del Salvador el 20 de diciembre de 1587, y se casó —en la misma parroquia y el 20 de septiembre de 1602— con don Gabriel González del Valle y Gutiérrez de la Sierra, Señor del Alferazgo Mayor de La Palma, Teniente de Gobernador, Alguacil mayor y Alcalde mayor de dicha isla, con ilustre descendencia en la isla de La Palma que llega a nuestros días.

Parece que desde su niñez don Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal había sentido la misma vocación marinera de su padre, y le había pedido a éste que lo destinara a la Marina de Guerra española, pero su progenitor pretendió disuadirlo y lo envió a Sevilla para que allí siguiera la carrera eclesiástica, sufragando los gastos de sus estudios, los cuales ascendían a mil doscientos ducados anuales, y tuvo él tan buena disposición natural para los estudios que a los sólo catorce años de edad traducía con toda soltura los clásicos latinos.

El 12 de febrero de 1610, al testar su padre, se encontraba en Sevilla consagrado al aprendizaje teológico, y en él se hallaba cuando falleció su padre, en el referido año de 1610. Esta circunstancia le permitió abandonar dichos estudios e ingresar en la Armada en la categoría de Guardia Marina, siendo destinado a Flandes.

En las costas de Flandes realizó su primera campaña.

Durante una tormenta, las tempestuosas olas hicieron caer al mar, desde el alcázar de popa, al comandante de su buque. Díaz-Pimienta se lanzó al mar cuando su jefe estaba a punto de ahogarse, se aferró con él a uno de los toneles que la tripulación arrojaba al mar con este fin, y logró así dar tiempo a la llegada del bote que los auxiliara, salvándolo de una muerte segura. Este gesto de valor y humanidad le valió el ascenso a alférez, que fue el punto de partida de una serie de hechos heroicos en los que puso a prueba sus condiciones.

Luego tomó parte en algunos abordajes contra buques holandeses, después de los cuales le fue dado el mando de uno de los buques de la vanguardia del convoy que, al mando del marqués de Andújar, salió en protección de los galeones cargados de oro que se dirigían desde el Perú a la España peninsular, pudiendo evitar que los poderosos cruceros ingleses se apoderaran de él, en las proximidades de las costas de Galicia, cuando sabiéndose perseguido por dos navíos ingleses que le cortaban el paso, les presentó batalla y los venció, pudiendo así entrar triunfante el convoy a El Ferrol.

Luchó también en aguas de Nápoles, tomando parte activa en la protección que la escuadra de España dio al asalto y rendición de los sublevados que ocupaban las fortalezas de Nápoles, llevada a cabo por el duque de Onate. Alli le tocó comandar a la Armada española, por haber sustituido, a su muerte, a don Jerónimo Gornez de Sandoval en el mando de los navíos de alto borde, viniendo esta armada a las órdenes del generalísimo don Juan José de Austria, hijo natural de Felipe IV, compuesta de 22 galeras, 12 naves gruesas y 14 buques menores, y montando 4.000 hombres.

Esta armada, cuya misión era defender y proteger a las tropas leales a la Corona atacadas por los insurrectos, se avistó frente al golfo de Nápoles, el 1° de octubre de 1617, a la armada del duque de Richelieu, enviado desde Francia con el objeto de oponerse a la de España. La escuadra española le dio el frente y se trabó en combate parcial sin decisión alguna, pero, al pretender reanudar el combate, la escuadra francesa lo rehuyó y se esfumó por completo. En todo este tiempo, Díaz-Pimienta estuvo asesorando en el mar a don Juan Jose de Austria.

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