[El Paso}– Ismael González, Hijo Predilecto de El Paso / Wifredo Ramos

Ismael González es el autor de tres escritos publicados en este blog, a saber:
«Valores humanos de mi pueblo: Don Pedro Martín Hernández y Castillo», «Valores humanos de mi pueblo: Doña Petronila González Guélmez», y
«La eficacia del «Colegio El Paso«»

Entre los recortes de prensa que guardo encontré el artículo que sigue, escrito por Wifredo Ramos con motivo de la muerte de Ismael González. Ese recorte de prensa trae la foto de don Ismael, pero se ve tan mal que no intento siquiera escanearla. Es una lástima, porque me gustaría presentar aquí una foto suya.

También entre los papeles que guardo encontré copia de un soneto de don Ismael en el que, en el tono jocoso muy común en su poesía, hace alusión a su muerte. Dice así:

Finiquitatis, mea culpa est

Estoy tan deteriorado
que no consigo un remiendo,
y creo que voy muriendo
de frente, de atrás y lado.

Mi futuro está morado.
Un tono que ya estoy viendo
turbio, y que me está oliendo
un poco a cuerno quemado.

Tal sintomatología
por la ley de biología
indica que, la partida

será hacia un mundo ignoto,
a caballo, a pie o en moto,…
o en caja en tabla podrida..

El soneto tiene fecha de 1986.

Carlos M. Padrón

***

Wifredo Ramos
(Artículo publicado en el diario El Día, de Tenerife, el 10/12/1988)

Llegó la hora y la noticia de su adiós. Cuando acontece el óbito, es ocasión para la meditación y el recuerdo. Quienes tuvimos la oportunidad de conversar con él amistosamente, recibiendo además palabras elogiosas, nos sentimos impulsados a manifestar algún sentimiento de afecto y gratitud.

Mis primeros recuerdos están envueltos en una aureola popular, a través de algunos relatos de mi padre y de otros paisanos. Rasgos de originalidad destacada para su época y entorno, observador profundo, inconformista con afán constante de superación, tuvo el mérito de haber sido un entusiasta autodidacta, cursando sus “estudios” en la denominada «Universidad de la vida».

Más tarde conocimos sus inquietudes literarias en prosa o verso, su cariño al terruño pasense y canario, y a la tierra venezolana que le acogió durante varios años; sus etapas de residencia en Caracas, Las Palmas, Santa Cruz de La Palma, Los Llanos de Aridane, y El Paso, fueron acumulando pensamientos en manuscritos, o deletreado en la máquina de escribir.

Dotado de gran sensibilidad, captó, con su retina ávida, panorámicas, personajes, costumbrismos, reseñas históricas, impresiones, etc., del variado escenario cultural, descubriendo, apreciando y difundiendo valores y aspectos en un trabajo generoso de cronista voluntario.

¡Cuántas páginas escribió de nuestro pueblo natal desde cualquier lugar en que se encontrara! Y cuántas habrá dejado encarpetadas. Fue colaborador de varios periódicos, con diversas publicaciones. «El Paso (de los almendros floridos)», en el Diario de Avisos; «En la Cumbre», desde Las Palmas:… “Quiero sentir la caricia / del aire en resina ahumado / de orégano embalsamado / y del tomillo en albricia; «Valores humanos de mi pueblo»: Don Pedro Martín Hernández y Castillo, en la revista Canarias Gráfica; «El Cojo de las Lirias», en El Día. «Tanausú», etc.

Otros escritos —desde Santa Mónica, en Venezuela—, su recuerdo a «El Paso, en su trayectoria municipal» —anticipo al 150 aniversario—, sus deseos de noticias, sus coplas con música de Cumbre Nueva, sus muestras de humor, y sus asiduas visitas a exposiciones, que analizaba haciendo comentarios de reflexión y mensaje, patentizan su talante.

Poco tiempo después de recibir el pergamino de su nombramiento de Hijo Predilecto de El Paso, nos lo mostró complacido prodigándose en expresiones de gratitud y modestia. Y aquí hemos de comunicar que albergó la ilusión de ver publicado algún libro con escritos suyos. Ojalá alguien haga el esfuerzo, la selección y la publicación, porque con ello se contribuye a la difusión de la cultura popular de nuestra tierra, y a que se cumpla un deseo noble y soñado que la muerte postergó.

La última vez que estuvimos cerca de él fue en el festival para la elección de la romera mayor de las fiestas de la Virgen del Pino, donde escuchamos con atención sus poemas, recitados por Antonio Abdo, en el espectáculo “Arte, Folklore y Belleza”, a cielo abierto y en feliz apoteosis.

Él no pudo subir al escenario porque un hado misterioso ya le estaba elevando a otros horizontes y acercándole a las estrellas,… que titilaban en el espacio cósmico, en sus ojos y en su corazón.