En un recorte de la revista Canarias Gráfica, no sé de qué fecha, que encontré entre mis papeles, aparece este escrito de don Antero Simón en homenaje a la memoria de Don Pedro Martín Hernández y Castillo. No es raro que conservara yo tal escrito porque don Pedro fue mi tío-abuelo, y don Antero primo tercero mío.
Según información dada por, o validada con, Roberto Pérez Simón —primo hermano de Antero y también primo tercero mío— desde muy joven, Antero asombró al pueblo de El Paso con su avanzada inteligencia.

Antero Simón. Julio/1955
Terminada la primaria en la escuela de don Pedro, hizo el bachillerato con la ayuda y guía de doña Carmenchu, dama varios años mayor que él, nacida en Valcarlos, en el Pirineo Navarro (España), que vino a El Paso como maestra nacional, y aunque su especialidad no era impartir clases de bachillerato, ayudó a Antero en esos estudios, y terminó siendo su esposa y madre de sus hijos.

Carmenchu. Julio/1955
Concluido el bachillerato, Antero pasó luego a la universidad donde estudió Filosofía y Letras, obtuvo el doctorado en esta materia y dictó clases de ella en la misma universidad donde la estudió, en la de San Fernando (La Laguna, Tenerife, Canarias).
Mientras ejercía como profesor de Filosofía y Letras estudió, en la misma universidad, la carrera de Derecho, que pasó luego a ejercer. Por la honestidad y rectitud que siempre mostró en ese ejercicio se ganó en Canarias el epíteto de “El abogado de la honradez”, lo cual es mucho decir para un abogado.
Durante cinco años fue director del Instituto de Cultura Hispánica de la Universidad de Río (Brasil), de la que recibió la distinción de Doctor Honoris Causa.
Hablaba español (su lengua materna), francés, inglés, alemán, italiano y portugués, y fue nombrado Hijo Predilecto de la Ciudad de El Paso.
Al final del mencionado recorte, y bajo el título “Una petición al Ayuntamiento de El Paso”, leo un fragmento en que Canarias Gráfica, basándose en el siguiente escrito de don Antero Simón, solicita que el Ayuntamiento de El Paso dé el nombre de Pedro Martín Hernández a una de las calles del pueblo. No si por ésta u otras peticiones similares, hay en El Paso una calle que recibió, desde hace años, el citado nombre.
Carlos M. Padrón
***
A la memoria de mi maestro, don Pedro Martín Hernández y Castillo
Antero Simón

Foto publicada en este artículo de Canarias Gráfica.
No todos los pueblos cuentan, en la galería de sus hijos, con figuras venerables, con nombres casi simbólicos; pero El Paso sí. Los que fuimos niños hace ya cierto tiempo tuvimos la suerte, no ya de tratar sino de salir de las manos de una de esas figuras: Don Pero, cuyo nombre evoco con la emoción y la ternura de quien, bajo su guía, entró a los caminos del conocimiento y de la vida.
Maestro
Cuando aprender era heroico, don Pedro se formó a sí mismo; cuando enseñar no era fácil, don Pedro enseñó y educó a los demás. Su labor tuvo dimensiones excepcionales porque no se ocupó sólo de la formación elemental de sus alumnos sino que fue muchísimo más lejos: a lo artístico, a lo literario, a lo moral.
El Paso tuvo entonces grupos artísticos, actividades literarias, vocaciones y realizaciones que, en época posterior, y con más medios, decayeron o acabaron perdiéndose. Y la preocupación constante de don Pedro fue la formación integral de sus alumnos, el modelado de sus carreras. Por eso, sin duda, nos sentimos con respecto a él discípulos y no alumnos.
Su acción educativa se salió del recinto de la Escuela. Para los demás fue siempre el consejero fiel y honrado, el padre espiritual que jamás dejó de buscar y encontrar, en beneficio de los otros, la solución adecuada para el problema con que la vida nos sorprende cada día.
Todo los de El Paso le estamos en deuda, según pienso. Yo, por lo menos, me reconozco uno de sus deudores.
Patriota
Eminentemente familiar, enamorado de una esposa y de unos hijos no menos ejemplares, don Pedro amó entrañablemente a su patria grande y a su patria chica, a las que cantó, sin regateos, en todo momento y en todo lugar. España y El Paso estuvieron en el centro de sus devociones más íntimas, y siempre presentes en sus clases, en sus charlas, en sus poemas.
Creyente
No es el rasgo menos importante, pues se nos antoja el fundamento y la explicación de los demás. Hombre de fe meridiana y luminosa, su vida fue, en todos los aspectos, la realización viviente de esa fe. Lo cristiano fue carne y sangre de su comportamiento, móvil permanente de su conducta, clave de sus actos y suprema esperanza de su vida. El título (“Todo por Dios”) de su última obra, inédita, es el resumen de una vida que fue, en efecto, toda por Dios y para Dios.
Valgan estas líneas como recuerdo agradecido de quien se honra en proclamarse su discípulo.
***
En el mismo mencionado recorte, y a la derecha de este artículo de don Antero Simón, Canarias Gráfica escribió:
“Reproducimos con gran satisfacción este bello poema, inédito, del ilustre palmero don Pedro Martín Hernández y Castillo, de gran aprecio y valía”.
El Paso
Es centro de La Palma la ubérrima ciudad
de nítidos paisajes, de histórica grandeza,
do encuentran los artistas sublime amenidad,
encantos que difunde la acción de la Belleza.En él está el vetusto, famoso y milenario,
acaso el más gigante que tienen las Canarias,
que da sombra a los seres que llegan al santuario
a honrar a la Princesa con férvidas plegarias.“El Pino de la Virgen” lo llaman los mortales
porque él guardó en su trono la imagen de María,
a aquélla a quien los fieles en cánticos triunfales
le dieron nuevo templo, tributo a su valía.Es pueblo en que se encuentra la célebre Caldera
que admiran los turistas que buscan lo grandioso.
Después de contemplarla pregonan por doquiera
que tienen los pasenses el cráter más famoso.Es pueblo en que está el monte, lugar de la campaña
en que el Adelantado su empresa consumó
logrando en el combate que fuera para España
la perla del Atlántico que entonces conquistó.Y desde aquella fecha, La Palma, ya española,
levanta en todas partes el signo de la Cruz,
izando la bandera, de ibérica aureola,
orlada de trofeos, de glorias y de luz.Mansión de los almendros, ubérrima ciudad
de prados y vergeles, de histórica grandeza:
en ti halla el artista sublime amenidad,
encantos que difunde la acción de la Belleza.
