[*FP}– Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (5/5): Madrid y Cuenca

Carlos M. Padrón

Artículos previos de esta serie de 5:

  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (1/5): Tenerife I y La Palma I.
  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (2/5): Las Palmas y La Palma II
  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (3/5): Tenerife II
  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (4/5): Tenerife III

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Si   en   una   foto   aparece   más   de   una   persona,   las mencionaré de izquierda a derecha, o en el sentido de las agujas del reloj cuando las personas estén en círculo.

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Madrid y Cuenca

En Madrid, otro reencuentro. Esta vez con la Chikitita, una exIBMista a la que llaman María Elena Veronese.

Con ella nos vimos en Puerta del Sol el 20/04, y luego fuimos a un café cercado a comer algo y tomar estas dos fotos.

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Carmen J. (Chepina) Pernía, y María Elena

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20110420=CMP MEVeronese-Kdoc

Carlos M. Padrón, y María Elena Veronese

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Cuenca es una ciudad que me gustó desde que en 1993 la vi por primera vez. Es más, allí hice, en el verano de ese año, algo insólito en mí: compré una pieza de cerámica negra, material que usan mucho en Cuenca, porque me gustó apenas la vi. 

Así que cuando el amigo Manuel Fernández —que es quien siempre nos ha ayudado a conseguir en Madrid alojamiento y auto de alquiler, y nos ha paseado por esa ciudad— me ofreció que, como esta vez no habíamos alquilado auto, escogiera un lugar al que él podría llevarnos en el suyo, y me sugirió algunos, escogí de inmediato Cuenca.

Y para allá salimos con Manuel en la mañana del jueves 21/04.

Apenas salir, Manuel nos preguntó qué nos parecía si antes de ir a Cuenca íbamos a Ciudad Encantada, que queda cerca.

Dijimos que sí, y luego de sufrir los retrasos de la cola formada en la autopista por quienes querían salir de Madrid para el feriado de Semana Santa, pusimos rumbo a Ciudad Encantada.

El lugar impresiona por las enormes formaciones rocosas que adoptan siluetas caprichosas que a veces recuerdan facciones humanas, animales, etc. Manuel ha tenido la cortesía de enviarme el link de una página donde pueden verse esquemas de las diferentes formaciones y sus nombres. 

Salvo que diga lo contrario, las fotos que siguen fueron tomadas por Manuel, ya que su excelente Nikon D7000, una cámara profesional equipada con accesorios también profesionales, es muchísimo mejor que la mía o la de Chepina, aunque aquí no puede reflejarse bien la alta definición de las fotos.

20110421=1-El Barco-MF

El Barco

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20110421=2-El Barco. Comparación tamaño-MF

Carlos M. Padrón, y Chepina junto al El Barco. Así se tiene idea del tamaño de esa formación rocosa

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20110421=3-CMP ChP Trompo-MF

Carlos M. Padrón, y Chepina frente al llamado Tormo Alto

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20110421=4-Ojiva-MF

Atravesando una de esas altas y macizas formaciones rocosas, está este caprichoso paso con forma de perfecta ojiva

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20110421=5-Pelea entre  tortuga y..-MF

A esta formación el dan el nombre de pelea entre tortuga (a la derecha) y otro animal (el de la izquierda) que no recuerdo cuál es

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Carlos M. Padrón, y Chepina frente a otra caprichosa formación que recuerda a un hongo 

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Y terminado el recorrido por Ciudad Encantada nos dirigimos a Cuenca.

A falta de aparcamiento en El Parador, tuvimos que dejar el auto en la parte más baja del lugar y subir a pie hasta el puente de hierro que permite pasar sobre el río para entrar en la vieja ciudad.

20110421=8-ChP desde subida a Cuenca-CMP

Chepina a mitad de la subida desde el aparcamiento hasta el puente que se ve a la derecha. Foto CMP

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En la foto que sigue fue tomada sobre ese puente en el que ya hay muestras de la moda —sabrá Dios iniciada por quién y dónde— de fijar en los hierros de la baranda candados con una fecha y los nombres o iniciales, y a veces algunas palabras románticas, de parejas de enamorados que en la tal fecha pasaron por allí.so ocurrió.

Al fondo, las casas colgadas que han dado fama a Cuenca.

20110421=9-CMP ChP en puente-MF

Carlos M. Padrón, y Chepina.

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La famosas Casas Colgadas de Cuenca.

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20110421=11-C.Colgada-MF

Ésta es la, para mí, más impresionante de las casas colgadas.

Por la pequeña puerta lateral frente a la cual se ve una persona, se baja al comercio donde en 1993 compré la pieza de cerámica ya mencionada.

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Ya dentro de la ciudad vieja.

20110421=11a-Letrero C.Colgadas_ChP

Por si hubiera dudas, una placa identifica por su nombre a las casas colgadas. Tal vez sea para dejar en claro que se llaman así y no «casas colgantes», como algunos les dicen. Foto tomada por Chepina

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Toma desde dentro de la ciudad y hacia la zona por donde subimos hasta ella.

20110421=12-ChP desde dentro de Cuenca-CMP

Chepina desde la muralla de la ciudad. Foto CMP

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20110421=13-El parador y la vieja ciudad-MF

A la izquierda, El Parador donde, sin éxito, quisimos aparcar. A la derecha, la vieja Cuenca

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Pasadizo dentro de Cuenca

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Una de las «amplias» calles de la ciudad. Foto CMP

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20110421=16-Catedral-MF

Catedral de Cuenca, enclavada en la Plaza Mayor

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Plaza Mayor.

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Esta foto, tomada por Chepina, es la única en que, aunque de perfil, aparece Manuel Fernández

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20110421=17-Pza. Mayor-MF

Vista general de la Plaza Mayor

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Cuando estuve trabajando en Europa, con base en IBM de Madrid, una de las dos secretarias que me atendieron se llamaba Dolores (Lola) Rodríguez; la otra, Mariluz Sanz.

Aquí están las dos, una a cada lado de mí, en foto tomada el 20-10-1995 en el despacho que ambas compartían en el piso 10 del Edf. IBM en Santa Hortensia (Madrid), donde también estaba el mío.

19951020=Lola CMP Mariluz

Dolores (Lola) Rodríguez, Carlos M. Padrón, y Mariluz Sanz

Todas las veces que desde 1996 he pasado por Madrid he querido reunirme con ambas, pero sólo he logrado ver a Mariluz, y sólo dos de esas veces, hasta que ésta pude al fin ver de nuevo a Lola.

Unos años atrás, Lola me dijo por e-mail que se había casado, y hace poco tuvo una preciosa niña, que cuando Chepina la vio —sus padres, Lola y Luis Arturo, el marido de Lola, la trajeron a la reunión que con ellos tuvimos el 22-04-2011—, se le exacerbó su «abuelidad», tomó en brazos a María, que así se llama la niña, y aquí está el testimonio gráfico que me envió Luis Arturo.

20110422=19-ChP Hija Lola-Art 2

20110422=20-Chp Hija Lola-Art 1

Chepina con María, hija de Luis Arturo Pérez Bravo y Lola Rodríguez

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Creo que en Madrid fue donde peor me sentí de la «peste» contraída en El Paso. Y tanto, que aumenté la lista de mis olvidos, no tomándonos fotos con Luis Arturo y Lola ni con la prima Consuelo Díaz, ni con Manuel Fernández, ni haciendo la gestión para contactar con Luis Capote, un amigo pasense de mi adolescencia que, según me dijeron, se graduó en Medicina, ejerció de médico en Madrid, y en esa ciudad vive aún como jubilado.

Entiendo que es el que aparece a mi derecha en esta foto que, con mi cámara puesta en automático, fue tomada en mi casa natal de El Paso el 05-07-1959, fecha en que vi a Luis Capote por última vez,… si mal no recuerdo.

19590705=LuisCapote CMP

Luis Capote, y Carlos M. Padrón

Si alguien que lea esto sabe cómo podría yo contactar con Luis Capote —dándome su teléfono (fijo o celular), su dirección e-mail, o dándole a él la mía: madgri@gmail.com—, a ese alguien le anticipo desde ya mi agradecimiento.

Y pongo punto final al reportaje de este muy acontecido viaje, al comienzo del cual contraje un resfrío y una tos que después, de 70 días y varios episodios de resfrío habidos desde entonces, aún no quiere dejarme por completo.

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A los parientes nos los da el azar, pero a los amigos los elegimos nosotros.
Jacques Delille

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COMENTARIOS

CMP
En respuesta a Luis Arturo Pérez Bravo.

Gracias, Luis y Lola.

Luis Arturo Pérez Bravo

Aquí nos tenéis para lo que necesitéis y vuestra casa, si es preciso. María, Lola y Luis

María Elena Veronese
Carlos, Chepina, muchas gracias por llamarme para vernos una vez más en Madrid. Dios permita que podamos volver a encontrarnos.

Me encantan el relato y las fotos. Probablemente ha sido un viaje acontecido, además de llevar para siempre bellos recuerdos familiares y de amistades.

Un fuerte abrazo, hasta siempre.
María Elena

CMP
En respuesta a José María Brito Pérez.

Gracias, José María.

De tu comentario eliminé el número de teléfono de Luis Capote porque no quiero que quede a la vista pública.

Si puedes llamarlo y decirle lo que comentas, será mejor, pues si yo lo llamo sin más tal vez no me recuerde, a menos que pueda entrar en este blog y ver nuestra foto.

José María Brito Pérez
Tu amigo Luis Capote, vecino mío de Tajuya, acaba de jubilarse y vive en Madrid.

Es un excelente médico anatomopatólogo que fue medico militar del Hospital Gómez Ulla de Madrid, y después del Hospital Ramón y Cajal, donde coincidimos unos 25 años.

Es un gran experto en tumores, y durante muchos años tuvo la gran responsabilidad de los diagnósticos de urgencia intraoperatorios. Ha colaborado conmigo en el estudio y tratamiento de mi hijo David. Le llamaré y le hablaré de ti y de tu interés.

Un abrazo
J.M.

CMP
En respuesta a Manuel J. Fernández.

Graias, Manuel, por la corrección y, de nuevo, por tu amabilidad al llevarnos a Cuenca.

Ya puse el nombre de Tormo Alto y, además, el link que me mandaste.

Esperamos que tu mujer esté ya totalmente recuperada.

Un saludo para ambos.

Manuel J. Fernández
Carlos y Chepina: Me alegro de haber compartido ese día con vosotros, y fue una pena que mi mujer no pudiera acompañarnos, pues estaba con la recuperación de una ligera intervención quirúrgica.

Sólo una precisión, el nombre correcto de la formación rocosa que llamas El Trompo, es realmente Tormo Alto. Te adjunto un link donde hay un pequeño mapa con los nombres de varias de las formaciones de La Ciudad Encantada.

Un saludo.

[*FP}– Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (4/5): Tenerife II

Carlos M. Padrón

Artículos previos de esta serie de 5:

  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (1/5): Tenerife I y La Palma I.
  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (2/5): Las Palmas y La Palma II
  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (3/5): Tenerife II

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Si  en  una foto aparece  más de  una  persona,   las mencionaré de izquierda a derecha, o en el sentido de las agujas del reloj cuando las personas estén en círculo.

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Tenerife II

Un par de días en familia, bajo la «dirección», las más de las veces, de mi fotógrafa predilecta, Lucy de Armas Padrón (Lucy), quien aparece conmigo en esta foto:

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Lucy de Armas Padrón, y Carlos M. Padrón

A menos que se diga lo contrario, las fotos que siguen o fueron tomadas por Lucy o me llegaron por cortesía de ella.

El domingo 17/04, Lucy nos recogió en el hotel luego recogió a su madre, María Celia Padrón (mi prima), y a su hermana, Fátima de Armas Padrón (hija de María Celia y hermana de Lucy), y en su carro pusimos rumbo, vía Autopista del Norte, hacia La Cuesta de La Villa.

Al salir de Santa Cruz había buen tiempo. Apenas 5 minutos después, y ya en las cercanías de La Laguna, llovía. Y a la altura de Tacoronte, buen tiempo otra vez. Unos cambios muy «buenos» para mi salud.

El almuerzo en un restaurante de La Cuesta de La Villa fue a base de platos típicos. Y, por eso, en el recipiente color marrón hubo. minutos antes, gofio escaldado; y en el que se ven en la esquina inferior derecha, hay todavía cocido.

20110417=Potaje y gofio

Carmen J. (Chepina) Pernía, y Carlos M. Padrón

Luego del almuerzo siguió la sesión de fotos en el mirador del lugar, desde donde, a lo lejos, se ve Puerto de La Cruz.

Las fotos que siguen fueron tomadas desde ese mirador donde, sin querer, me enredé con una dama que andaba vestida de amazona.

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Fátima de Armas Padrón, y Carlos M. Padrón. Foto cortesía de Fátima

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Al mirarla bien noté que tenía algo raro detrás de su oreja izquierda.

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Fátima de Armas Padrón, y Carlos M. Padrón

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Y como no quiso que yo siguiera buscando,…  porsia, me dijo que arriba había un ovni.

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Fátima de Armas Padrón, y Carlos M. Padrón

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20110417=ChP sola -C.Villa

Chepina en el mirador de Cuesta de La Villa. Al fondo, Puerto de La Cruz.

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María Celia Padrón, Lucy, y Chepina

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María Celia Padrón, Carlos M. Padrón, y Chepina

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María Celia Padrón, y Carlos M. Padrón

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Carlos M. Padrón, y Chepina

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20110418=Chp Flores

 Flores

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Para cerrar la sesión desde el mirador, una en sepia.

20110417=CMP Chp -C.Villa sepia

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Para tomar café fuimos a la Orotava, al Liceo de Taoro.

20110417=ChP -Liceo Taoro

Chepina en la escalera de entrada al Liceo de Taoro. Ésta es de mi colección.

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Ahí me sorprendieron mirando al mar con los lentes convencionales (gafas) que mi vi obligado a usar desde que el 10/04 perdí en El Paso los de contacto.

20110417=CMP con gafas

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Y a Chepina la sorprendieron en el espejo de la madrasta de Blanca Nieves. Foto cortesía de Fátima

20110417=CHP espejo

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Ésta es también de mi colección: Chepina delante del templete de la plaza que está frente al Liceo de Taoro, después de salir de éste.

20110417=ChP -Templete Orotava

De regreso del norte, Lucy —sorteando las dificultades en el tráfico porque en La Laguna habían cerrado calles y hecho desvíos provisionales para permitir el paso de las procesiones de Semana Santa— nos dejó en la calle Núñez de La Peña, en La Laguna, y fuimos a visitar a Antonio (Toño) Dorta Martín, a Eli, su mujer —de ellos ya hablé en este post de 2009—, y, por supuesto al muy educado perrito que tienen ambos que a la orden de «¡Vete a dormir!» se mete en su cuarto y lo cierra con un muy audible portazo.

20110417=CHP, CMP casa Toño

Chepina, y Carlos M. Padrón en casa de Toño y Eli. Foto cortesía de Antonio (Toño) Dorta Martín.

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Y desde allí, Toño y Eli nos invitaron a tomar un chocolate en la cafetería del Hotel Aguere, tal vez el más emblemático de La Laguna.

Con la cámara de su celular, Toño le tomó a Chepina esta foto:

20110417=ChP -Aguere

Chepina en la cafetería del Hotel Aguere (La Laguna). Foto cortesía de Antonio (Toño) Dorta Martín

Y terminado el chocolate con churros, regreso con Lucy a nuestro hotel, en Santa Cruz, a preparar equipajes.

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El lunes 18/04, una vez listas las maletas no recogió Lucy en el hotel, nos llevó al aeropuerto de Los Rodeos para facturar de una vez el equipaje, y luego pusimos rumbo a San Andrés, un pueblo costero ubicado al este de Santa Cruz, con toda la intención de almorzar pescado.

20110418=Ly -L.Pinchitos

Aquí está Lucy frente a Los Pinchitos (foto de su archivo), el restaurante donde almorzamos, y luego pusimos tumbo a Las Teresitas, la famosa playa artificial hecha con arena traída del Sahara.

20110418=Las Teresitas 1

20110418=Teresitas S.Andrés -Anaga

Playa Las Teresitas. Al fondo, San Andrés. Foto de mi colección

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Creo que nosotros y Lucy éramos los únicos que no estábamos en trapos de baño.

20110418=CMP ChP -L.Teresitas

Carlos M. Padrón, y Chepina en el malecón de Las Teresitas.

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Al extremo este de Las Teresitas se alza lo que creo que es parte de las montañas de Anaga. Desde allá arriba nos tomó Lucy esta foto:

20110418=CMP ChP Teresitas

Carlos M. Padrón, y Chepina. Al fondo, Las Teresitas y San Andrés

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Y también tomó ésta: vista de Las Teresitas a través de la ventana de una caseta que hay allá arriba

20110418=Las Teresitas by Ly, ventana

Playa Las Teresita y, al fondo, Las Teresitas y San Andrés

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Visita a Mary Carmen Barbuzano, amiga de Lucy y colaboradora de este blog.

20110418=ChP CMP Barbuzano

Chepina, Carlos M. Padrón, y Mary Carmen Barbuzano

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Y luego, al aeropuerto de Los Rodeos. Allí nos despedimos de Lucy (¡muchas gracias por todo, Catira!), y poco después de haber hecho checkin para nuestro vuelo a Madrid llegaron, para despedirnos, los amigos Wifredo Ramos y Loli, Eleuterio Sicilia y Gilberto Cruz, cuyas fotos aparecen en la entrega 2/5 de esta serie.

A las 19:32 salió nuestro vuelo hacia Madrid, y nos despedimos de Canarias.

Ese vuelo era el mismo que usé varias veces cuando viviendo en Madrid vine de visita a Canarias, y, tanto antes como ahora, la tripulación les dice a los pasajeros que el tiempo de vuelo será de tres horas.

Ninguna de las veces que lo usé llegó a las tres horas. Esta vez tardó exactamente 02h22′, incluida una vuelta alrededor de Barajas.

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COMENTARIOS

CMP
En respuesta a Ftima de Armas Padrón.

¿¡Ahora, tres meses después de publicado, es cuando viste el reportaje!? ¡Bendito sea Dios!

¿Será por eso que en el colegio te llamaban Flecha Veloz?

Ftima de Armas Padrón
Al fin entré por aquí. La verdad que el reportaje está precioso. Gracias por incluirme en él.

Ya hablamos. Un abrazo y un beso para ti y Chepina.

CMP
En respuesta a Lucy de Armas Padrón.

Pues, mia cara Lucy, de no ser por tus protestas no habría yo descubierto cómo poner las fotos como al final las puse, así que te corresponde parte del créditoy, además, mis gracias por haberme ayudado.

Por supuesto que lo pasamos bien conigo. ¿Alguien puede desear mejor chofer y mejor guía?

A ver si volvemos….

Un abrazo, gracias por todo, ¡y no te me pierdas!

Lucy de Armas Padrón
Bueno, ahora si estoy satisfecha después del trabajón que te costó que el blog las aceptara con la calidad que tenían. No así de como salí yo, decididamente tengo que ponerme a dieta

Me alegro de vuestra visita y de que lo hayan pasado bien. En la medida de mis posibilidades traté de que así fuera; espero haberlo conseguido. Yo lo pasé de maravilla, ya sabes: yo con un carro y una cámara en las manos soy feliz, y si a eso agregas la buena compañía, ¿qué más se puede pedir?

Pues deseo que vuelvan pronto. Un abrazo para Chepi y otro para ti, con mi cariño y las gracias por el reportaje.

CMP
En respuesta a Antonio Dorta (Toño).

Gracias, Toño, por tu grato comentario.

Para mí, visitar a la familia es, más que un lujo, un placentero deber. Placentero por lo agradable, y deber porque me siento mal si no lo hago,… o no me lo dejan hacer.

Lamentablemente, la foto que no hice no fue sólo la que mencionas sino muchas otras, algunas de las cuales ya enumeré en el blog. La “peste” me tenía ido, pero ya ayer apenas tosí media docena de veces, así que espero que me abandone pronto.

Si volvemos por ahí, pueden ustedes contar con que no les faltará nuestra visita,… y espero que tampoco la foto en que aparezcamos todos,… hasta Lucky

Un fuerte abrazo, extensivo a Eli.

Antonio Dorta (Toño)
Bueno, pues, es un lujo para nosotros poder contar con la presencia de ambos, Chepina y Carlos, que, en honor a la verdad, diré que no pasan los años por ellos.

Aunque el chocolate que tomamos no estaba muy allá, sí el Hotel Aguere y sus instalaciones cara al exterior. Nosotros, Eli y yo, nos congratulamos con vuestra presencia, aunque tía Carmen haga honor a Los Castillo. No nos hicimos la reglamentaria toma fotográfica en la entrañable iglesia de San Agustín , la que marca el paso del tiempo.

Lucky, el perrito, muy descortés él, se cierra su puerta sin dar explicaciones.

En definitiva, para Eli y para Toño, tu primo, una gran alegría el poder contar con vuestra presencia entre nosotros, deseando se haga más a menudo y con mayor disposición temporal. Recordando la regla matemática de la “mala posición”, creo, me despido del comentario actual deseando parabienes a todos.

Desde Tenerife, en las Islas Canarias, en las posesiones del África Occidental de España,

El primo Toño.

CMP
En respuesta a Estela.

Gracias, Estela.

Espero que Lucy vea el piropo a las fotos porque no está satisfecha de cómo se ven en el blog.

Estela
Ya estaba yo esperando esa narración, que con lujos de detalles sabe hacer su autor, y en la cual nos traslada como si estuviéramos en el lugar, luego de, además, conocer sus bellezas.

¡Gracias!

¡Ahh! Se me olvidaba: las fotos quedaron maravillosas.

Estela

CMP
En respuesta a Olga Mazza.

Gracias, Olga. Sean todos ciberbienvenidos a mi familia.

Olga Mazza
ES UN RELATO CON TODA LA MAGIA EN PALABRAS QUE NO SÓLO DESCRIBEN EL LUGAR SINO LAS EXPERIENCIAS VIVIDAS CON FAMILIARES Y AMIGOS, Y RESPALDADAS CON LAS FOTOS DEL LUGAR.

YA SOMOS PARTE DE ESA MARAVILLOSA FAMILIA PADRÓN. GRACIAS POR PERMITIRNOS INTRODUCIRNOS EN VUESTRAS VIDAS Y CONOCERLOS MEDIANTE LA MAGIA DEL RELATO.

UN ABRAZO,
OLGA

[*FP}– Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (3/5): Tenerife II

Carlos M. Padrón

Los otros artículos de esta serie de 5:

  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (1/5): Tenerife I y La Palma I.
  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (2/5): Las Palmas y La Palma II
  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (4/5): Tenerife III
  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (5/5): Madrid y Cuenca

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Si en una  foto aparece  más de una persona,  las mencionaré de izquierda a derecha, o en el sentido de las agujas del reloj cuando las personas estén en círculo.

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TENERIFE II

El lunes 11/04 volamos de La Palma a Tenerife, y, luego de acomodarnos en el hotel y descansar del ajetreo palmero, un breve paseo por Santa Cruz y una foto en la plaza más cercana a nuestro hotel:

20110411=ChP Pza. Patos

Carmen J. (Chepina) Pernía en la Plaza de Los Patos

El martes 12/04 fuimos a Guamasa a visitar al amigo José (Pepe) Quirantes. Pepe e Ildefonsa Sánchez (Lita), su señora, vinieron a recogernos en el hotel.

Reencuentro, en casa de José (Pepe) Quirantes, de los miembros titulares, y aún vivos, de la Palmera de la Psicología.

20110412=01-Eleu, CMP, Quirantes 

 Eleuterio Sicilia, Carlos M. Padrón, Pepe Quirantes

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Y digo «vivos» porque originalmente éramos los cuatro que aparecemos en esta foto tomada el 07/05/1959 durante una excursión que hicimos, a pie, desde Santa Cruz hasta Candelaria, para ver a «nuestras chicas»:

19590507=Miembros Palmera

Pepe Quirantes, Alberto Herrera (q.e.p.d.), Carlos M. Padrón, y Eleuterio Sicilia

Si mal no recuerdo, Alberto no nos acompañó en la caminata. Él fue el chofer del microbús de las Dominicas en que viajaron las muchachas y las monjas chaperonas.

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20110412=02-Quirantes, Lita 2 

 Pepe Quirantes, y Lita, su mujer, nuestros anfitriones el 12/04/2011

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Como en el almuerzo que con las parejas (marido y mujer) de amigos tuvimos en La Palma faltaron Juan Enrique Brito, Gilberto Cruz y Wifredo Ramos, los dos primeros organizaron uno, a celebrarse en La Victoria el miércoles 13/04, al que tampoco pudo asistir Wifredo.

Las dos fotos que siguen fueron tomadas durante ese almuerzo.

Nótese que todos están en ropa veraniega excepto yo, pues por mi afección de tos y resfrío no era prudente que me diera esos lujos.

20110413=03-María Jn.Enrique, La Victoria 

 Juan Enrique Brito, y María, su mujer.

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20110413=04-CMP, Yaya, Bero, La Victoria 2 

Carlos M. Padrón, María Candelaria González (Yaya), y su marido, Gilberto Cruz

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20110413=05-ChP, Yaya, Bero, La Victoria 1

Chepina, Yaya y Gilberto Cruz

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Al igual que en el viaje anterior, en éste hubo encuentros con excompañeros de trabajo.

El primero con Ignacio (Nacho) Salazar, y su mujer, Eugenia Navarro, ambos exIBMistas.

Foto tomada el 13/04 durante una sesión de tapas en un restaurante de La Laguna.

20110413=06-ChP, Nacho, Eugenia, La Laguna 2 

Chepina, Ignacio (Nacho) Salazar, y Eugenia Navarro

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20110413=7-CMP, Eugenia, ChP, Nacho, La Laguna 2 

 Carlos M. Padrón, Eugenia Navarro, Chepina), y Nacho Salazar

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En el ejercicio de mi hobby predilecto, me di de nuevo a reencontrarme con amistades de antaño, de cuando yo viví en Tenerife.

Y, lamentablemente, no hice todo lo que a este respecto quería y debí hacer, pues como la «peste» me tenía aturdido y medio sordo, olvidé tomar fotos de al menos dos de esos reencuentros con dos parejas amigas, marido y mujer:

  1. El del almuerzo con Juan Antonio Pino y Begoña, en un restaurante cerca de Los Rodeos, y posterior café en El Sauzal; y,
  2. El de la visita a Guillermo Dorta y Julia (en La Laguna).

Previa llamada telefónica fuimos a visitar a Charo Triana, la misma que en Mi primer amor 47 años después aparece así en una foto junto a Carmensa.

19590000=08-Charo Triana    Rosario (Charo) Triana, en 1959 

Charo y su marido, Pepe Jiménez, nos dieron una grata bienvenida, y juntos desenterramos recuerdos de finales de los años ’50s y comienzos de los ’60s, además de «arreglar» este loco mundo actual.

20110414=09-Pepe, ChP, Charo 

 José (Pepe) Jiménez, Chepina, y Rosario (Charo) Triana

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20110414=10-Pepe, CMP, Charo 

Pepe Jiménez, Carlos M. Padrón, y Charo Triana

Conste que yo no estaba durmiendo sino que la «peste» que tenía aumentó mi sensibilidad a la luz, y con el disparo del flash cerré mis «bellos» ojos.

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Y otro reencuentro más.

El año pasado me contactó por e-mail Claudia Herrera Fernaud.

20110415=11-Claudia Herrera Fernaud 

Claudia Herrera Fernaud

En Padronel había ella encontrado, en el ya citado artículo Mi primer amor 47 años después, la foto que sigue, que es de sus padres, Elena y Alberto, además de mi mención a cómo comenzó entre ellos la relación que les llevó al matrimonio.

19590000=12-EFernaud AlbHerrera 

Elena Fernaud y Alberto Herrera cuando ya eran novios

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Tal vez ésta no la ha visto; es anterior a la de arriba, aunque también de 1959.

19590000=13-EFernaud CMP Carmensa 

Al fondo, Carlos M. Padrón y María del Carmen Hernández (Carmensa). En primer plano, Elena Fernaud cuando comenzó su relación con Alberto Herrera

Ese contacto iniciado por Claudia me alegró mucho porque me brindaba la oportunidad de reencontrarme con Elena a quien no había yo visto desde 1984 cuando junto a su marido Alberto Herrera, quien murió ese año, estuvieron en mi casa en Caracas.

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 Carlos M. Padrón, y Alberto Herrera (q.e.p.d.), en enero de 1984 

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19840000=15-CMP EFernaud en Ccs 

Carlos M. Padrón, y Elena Fernaud, 1984 

Ya en Tenerife contacté a Claudia por teléfono y acordamos que nos veríamos en la tarde del viernes 15/04 en una cervecería del Parque Bulevar, en Santa Cruz. Y allí nos vimos.

20110415=16-EFernaud CHerrera, ChP 

 Elena Fernaud, Claudia Herrera Fernaud, y Chepina

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20110415=17-CMP EFernaud CHerrera ChP 

Carlos M. Padrón, Elena Fernaud, Claudia Herrera Fernaud, y Chepina

Recordamos momentos de hace más de medio siglo, caímos en cuenta de cuán rápido pasa el tiempo (¡gran descubrimiento!) y, por mi lado, más fuerte fue esa «caída» porque descubrí que yo había olvidado algunos hechos de aquel entonces.

Estos encuentros justifican con creces las incomodidades de los viajes de hoy y hasta las afecciones gripales. Mil gracias a Claudia y a Elena.

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El sábado 16/04 fuimos a La Laguna a visitar a mi prima Rosario (Rosarito) Martín González, hija menor de mi tío Pedro Castillo.

Esa visita ha sido para mí algo obligado siempre que, luego de dejar Canarias, he vuelto a Tenerife, por cuanto Rosarito, viuda desde hace muchos años, adora el contacto con gente de El Paso, su pueblo natal, en especial si se trata de familiares.

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 Rosarito, y Chepina

Tendría yo unos 6 u 8 años cuando Rosarito, que para entonces vivía en la casa más cercana a la mía natal, me enseñaba solfeo, y luego comenzó a darme clases de piano, hasta que mi padre dijo que con dos músicos en la familia —mis dos hermanos ya lo eran— había suficientes.

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 Rosarito, y Carlos M. Padrón

En su casa de La laguna (Tenerife) tiene un piano —cosa nada extraña por cuanto su hermano, sus dos hermanas y su padre fueron músicos—, y ahora, a sus 88 años y sin haber practicado mucho porque, además, tiene problemas de artritis en sus manos, me arrancó lágrimas cuando, sorpresivamente, se sentó a ese piano y de memoria interpretó el pasodoble Islas Canarias.

Aturdido por algo que yo no esperaba, tardé un rato en reaccionar, y para cuando caí en cuenta de que yo podía filmar aquél para mí entrañable acto, ya la interpretación del pasodoble había comenzado.

Para ver/escuchar/bajar el vídeo resultante, clicar AQUÍ.

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De regreso a Santa Cruz, un almuerzo al que fuimos invitados por Fabiola García, una despampanante mujer hija del paisano y viejo amigo Ricardo García.

20110416=20-Fabiola-Alm  Fabiola García

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Fotos tomadas durante el almuerzo.

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Carlos M. Padrón, Ricardo García, y Fabiola García. Foto cortesía de Ricardo García.

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 Carlos M. Padrón, Chepina, Ricardo García, y Fabiola García.

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Aarón Mena , Lionel Mena (ambos hijos de Fabiola), y María Alejandra Fernández, novia de Lionel.  Foto cortesía de Ricardo García

Desde aquí, muchas gracias a Fabiola por regalarnos este lindo momento, además de excelente almuerzo, en compañía de su padre e hijos, a quienes también hago extensivo este agradecimiento.

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Y como Wifredo Ramos no había podido acompañarnos en el almuerzo habido en La Victoria, «convocó», a Gilberto Cruz y a mí, con nuestras respectivas mujeres —repito: María Candelaria González (Yaya) la de Gilberto, María Dolores Jerónimo (Loli) la de Wifredo, y Carmen Josefina Pernía (Chepina) la mía—, a una reunión en El Chicharro, emblemático lugar cerca de la Plaza de El Príncipe, en Santa Cruz.

De las deis (6) fotos que siguen, sólo la primera fue tomada por mí. Las otras cinco las recibí por cortesía de Wifredo Ramos quien es —ya es hora de decirlo— cronista oficial de la ciudad de El Paso, además de paisano.

Y, principalmente, es un buen amigo desde hace de más de 50 años, al igual que lo son Gilberto Cruz y Juan Enrique Brito, algo que he dicho antes, pero me gusta repetirlo.

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En los extremos, Wifredo Ramos, y Gilberto Cruz. Al centro Chepina, y luego Loli y Yaya

Lo que se ve detrás es el monumento al chicharro, un pez muy popular en Canarias de cuyo nombre deriva el apelativo de «chicharreros» que se da a los tinerfeños.

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Wifredo Ramos, Chepina, Loli y Yaya.

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20110416=26-Bero ChP CMP Loli Yaya, EChicharro 

Mismas personas de la foto anterior, excepto que en ésta falta Wifredo porque él la tomó.

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Luego de la foto frente al monumento, un aperitivo en la cafetería que está justo al lado.

20110416=27-CMP Bero Loli ChP Yaya 

Carlos M. Padrón, Gilberto Cruz, Loli, Chepina, y Yaya.

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Desde allí fuimos a comer algo en un restaurante del Callejón del Combate, callejón de cuya existencia nunca supe mientras viví en Santa Cruz, y ahora, por un comentario hecho a este, post, he sabido que el nombre le viene por el combate que en ese callejón se libró cuando en 1797 el almirante inglés Horatio Nelson quiso conquistar Tenerife  y, lamentablemente, no pudo.

20110416=28-Bero CMP ChP Loli Yaya 

Gilberto Cruz, Carlos M. Padrón, Chepina, Loli, y Yaya

… y luego al hotel, ¡sin haber comido ni bebido ese día!

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COMENTARIOS

ozótik
Hola Carlos, un saludo, por fin me meti en tu blog a echarle un vistaso, esta interesante. Un fuerte abrazo a ti y a tu mujer!

Aarón.

CMP
En respuesta a JOSÉ ANTONIO.

Creo que tenía mucha razón ese tu profesor, aunque por lógica sólo le corresponda el 50% porque de no haberse cometido el error de no dejar entrar a los ingleses en 1797, no habría tenido lugar el otro error, el de 1936.

Y sí, a Juan el Bobo no le gustaba trabajar con los ingleses ni con los canarios,…. a menos que la recompensa fuera una buena comidad.

JOSÉ ANTONIO
Tuve un profesor de Historia (cuando en España se estudiaba Historia y Geografía de verdad) que nos decía que Canarias había cometido dos graves errores históricos: uno, el haber dejado salir a alguien en Julio 36; y otro, el no haber dejado entrar a los ingleses en 1797.

Aunque aquello de “trabajar con los ingleses” no le gustaba a nuestro paisano Juan el Bobo.

CMP
En respuesta a JOSÉ ANTONIO.

Gracias, José Antonio.

Eso del DNI ya me lo dijeron los amigos con quienes etaba yo esa noche, pero no, “no se me prende el bombillo”. Tal vez sea porque en esa época el tal callejón tenía un adpecto muy diferente al que tiene ahora.

Imaginarme a la Canarias como inglesas no me cuesta mucho, ni tampoco me digusta mucho. ¿Será porque cuando yo era niño en El Paso me llamaban “El inlesito”?

JOSÉ ANTONIO
Carlos, cuando tú vivías en Tenerife, el Callejón del Combate tenía su importancia, pues como allí estaba la oficina para la obtención del Documento Nacional de Identidad, por allí pasamos todos los que vivíamos en S/C Tenerife. Y, además, estaban también los talleres y redacción del periódico “La Tarde”.

El nombre de Callejón del Combate le viene, según tengo entendido, porque los marineros de Nelson llegaron hasta allí en su intento de ocupar Tenerife en 1797.

¿Te imaginas si esa ocupación hubiera tenido éxito?

CMP
En respuesta a Lily Taboada.

Pues no, Lily, los efectos de esa ingesta no fueron tan graves, ni lo han sido en los viajes previos, porque allá caminamos mucho.

Un abrazo.

Lily Taboada
Me imagino que llegaron poniéndose a dieta,… pero lo importante es que disfrutaron mucho su viaje.

Aprovecho para enviar un saludo afectuoso a Ignacio Salazar.

CMP
En respuesta a Albertina.

Por eso, Albertina, te repito lo dicho: TIENES QUE VER PADRONEL TODOS LOS DÍAS

Albertina
No esperábamos ver a Fabiola y a su papá aquí. Nos dio mucho gusto verlos tan bien.
Albertina.

CMP
En respuesta a Lucy de Armas Padrón.

Gracias, Lucy. Tendrás que esperar un par de lunes más, que me quedan dos capítulos.

Pues sí, estaba “malito”, pero, ¿cómo no voy a comer y libar cuando si no lo hago defraudaría a mis queridos amigos y avergonzaría a Chepina? Hay que sacrificarse de vez en cuando

También me emociono ver a Rosarito tocando el piano, ¡¡que bríos!! Es cómo montar en bici: no se olvida aunque no se practique; ella lo hace divinamente. Muy acertado por tu parte grabarla; veo que vas tomando nota, ¡ya te estás pareciendo a mí!  ¿Lo ves? Así queda para la posteridad. ¡Un hurra! por ella.

Si voy camino de parecerme a ti con lo de las imágenes (fotos y vídeos) mejor reconsidero la situación y le pongo un “parao”, pues sólo de cargar esta en el blog lo de esta entrega tengo un bonito dolor de cabeza.

No te preocupes que a tu “tierna” edad todavía hay tiempo para parecerse a cualquiera.

Lucy de Armas Padrón
Bueno, pues me quedé con ganas de más. Con lo bien explicaditas que están tus rutas se va uno animando a seguir a ver adonde fueron.

La verdad, mijo, que estarías malito,… pero lo que es comer y beber. Bastante que me alegro. No sabía yo que habías visitado tantos “altares”.

También me emociono ver a Rosarito tocando el piano, ¡¡que bríos!! Es cómo montar en bici: no se olvida aunque no se practique; ella lo hace divinamente. Muy acertado por tu parte grabarla; veo que vas tomando nota, ¡ya te estás pareciendo a mí!  ¿Lo ves? Así queda para la posteridad. ¡Un hurra! por ella.

Me alegro que hayas disfrutado del reencuentro y compañía de viejos amigos. Cuando sea grande quiero ser como tú  Me encanta revivir recuerdos de viejos tiempos en compañía de mis amig@s.

Todas las imágenes están excelentes, y de esta vez, Chepi sí que quedó bien retratada. Ella bien guapa y al pie del cañón.

Bueno, pues el viaje se va animando, y yo esperando con entusiasmo las próximas entregas.
Un abrazo.

[*FP}– Origen y evolución de mi «patología»

11-05-2011

Carlos M. Padrón

Desde que en abril de 1949, y en el estanque de la plaza de la catedral de La Laguna (Tenerife), vi por primera vez un pato, quedé fascinado por este animal al que, como niño que entonces era yo, califiqué de “gallina que nada”.

Y prácticamente me acerqué a ese estanque casi todas las veces que desde entonces fui a La Laguna, que fueron muchas.

Ya en Venezuela, en mis viajes por el interior del país y en los varios que hice a otros países, dondequiera que encontré patos me detuve a contemplarlos.

En febrero de 1976, con mi entonces mujer y nuestras dos hijas, me mudé a la casa en que aún vivo, en La Trinidad (Caracas), y sorpresivamente un tío materno de mis hijas, que vivía con nosotros, les trajo de regalo dos patos pequeños, totalmente blancos, que me crearon un problema de logística, pues si bien podía ponerlos en el pequeño cerro de la parte posterior y montañosa del jardín de la casa, no veía yo forma de facilitarles el agua para ellos tan necesaria.

Poco a poco, y a medida que crecían los que para entonces supe que posiblemente eran patos de raza Pekín, fui acondicionándoles el lugar siguiendo los consejos que encontré en los manuales guía que compraba yo en mis frecuentes viajes a EEUU.

Por estos manuales supe acerca de las características de los huevos de pato y de sus ventajas sobre los de gallina, en especial si éstos eran comprados en un mercado o a los buhoneros que solían venderlos en Caracas en la calle, a veces a pleno sol, y sin refrigeración alguna.

Y el día que en el cerro de la casa apareció uno de esos huevos y me lo comí frito, decidí que traería a mi casa más patas.

Pero antes de que ese huevo apareciera noté repetidas veces que uno de los dos patos fungía como macho y cubría al otro, que en realidad resultó ser «otra», y que fue la que puso el huevo al que siguieron muchos más.

Una detallada observación me hizo notar que el supuesto pato macho no tenía pene, o sea, que era también hembra, y que los hechos daban la razón a lo que acerca de estos casos decían los mencionados manuales: si se tienen sólo patas, una de ellas terminará fungiendo como macho, cubrirá a las patas como tal, y no pondrá huevos.

Ante esto recorrí los puestos que en el mercado de Quinta Crespo o de Coche, ambos en Caracas, vendían aves para matar, y en uno de ellos compré tres patos Pekín adultos y los puse en casa junto con la hembra que fungía como tal y con la otra que lo hacía como macho y que, si bien a la llegada de un verdadero macho dejó de hacerlo, nunca recuperó las funciones de su sexo, no al menos en lo de postura de huevos.

Me hice cliente asiduo de estos puestos y de los que vendían polluelos de pato, también en el mercado de Quinta Crespo o de Coche y, aplicando las guías para tratar de averiguar el sexo de esos polluelos, analicé docenas de ellos y me traje a casa los que creí hembras.

Con el tiempo, mi acierto en la escogencia llegó casi al 80% y así me hice con una docena de patas.

En uno de mis viajes al mercado de Coche descubrí que tenían a la venta una pequeña incubadora para un solo huevo.

La compré, leí bien las instrucciones de uso, la monté en una mesa de lo que entonces era la biblioteca que yo tenía en mi casa, metí en la incubadora un huevo que, dada la activa presencia del pato macho, supuse fertilizado y, cuando ya sentí que el polluelo iba a nacer, corrí emocionado hasta el colegio en que estaban mis hijas y, luego de pedir permiso, me las traje a la casa para que presenciaran el fausto acontecimiento que, además, filmé con una de aquellas cámaras que usaban película Súper-8.

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Un patito a punto de nacer. Si se le ayuda, será un inútil que seguramente morirá pronto.

Y ese nacimiento fue lo que me decidió a profundizar en la cría de patos, animales que los chinos consideran cósmicos.

Estos animales son muy voraces y, por supuesto, defecan mucho. Y, tal vez por lo mucho que comen, las hembras son auténticas máquinas de poner huevos, por lo que en casa dejamos casi de comprar huevos de gallina, y todos consumíamos los de pato porque, aunque de sabor ligeramente diferente, eran mayores, más nutritivos y, sobre todo, indudablemente frescos.

Con el tiempo, y por los mismo motivos de escapismo que ya conté antes, en el mencionado cerro —que originalmente era un talud con un declive de 45° en el que muy poco podía hacerse— hice construir tres terrazas, cada una con superficie plana y completadas con tierra fértil, y acondicioné sólo para los patos la más baja de ellas, en la que, con la ayuda de un cuñado —el esposo de mi hermana mayor— que era maestro de obras, construí un estanque con facilidad para verter en la cloaca pública el agua sucia y llenarlo con limpia, y al lado una caseta acondicionada con un largo nido con capacidad para acomodar simultáneamente a varias patas.

Como los llamados “Patos de Padrón” se hicieron populares en IBM, a uno de los muchos compañeros que me preguntó por ellos le conté de las andanzas patunas y de que a algunos les había puesto nombre, como Langaruto.

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El famoso Langaruto frente a la caseta principal adosado a la cual estaba el estanque.

Al escuchar esto, María Elena Veronese, quien había trabajado conmigo en la sucursal de la que fui gerente, preparó y me entregó esta lista de nombres sugeridos, que enseguida puse en práctica, y a la que luego contribuyeron con más nombres (los escritos a mano) familiares y amigos.

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Lista de nombres sugeridos para mis patos. Los tachados o con asterisco fueron asignados.

Y por esto de mi «patología», no fue de extrañar que en el kickoff de 1977 se me obsequiara un pato como parte chistosa del premio al que me había hecho acreedor.

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Milagro Micó, el pato «criollo», y Carlos M. Padrón.

Milagro Micó fue la encargada de entregarme el pato, y creo que también quien «parió» (aunque estaba encinta) la idea de dármelo.

Lo que Milagro no sabía es que el pato que escogió era de la raza que en Venezuela llaman «criolla», que se caracterizan por ser muy grandes, feotes, que escapan volando si no se les cortan a tiempo las plumas guía, y cuyas hembras son poco ponedoras y no muy buenas madres.

De hecho, ese pato escapó de casa, volando, algo así como un mes después de que me lo dieron.

Allá por comienzos de los ’80s mi hija Alicia, que es amante de los animales, gustaba de jugar con los perros y dar de comer a los patos,

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Alicia Padrón llama a los patos para darles comida, mientras Sam (el Labrador amarillo) y Mencey (el Kuvasz blanco) juegan en el jardín.

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Varios de los patos descansan bajo los árboles en el lado izquierdo del área reservada para ellos.

Con el tiempo, además de la faceta práctica de los huevos descubrí que la contemplación de la forma en que los patos usaban a veces el estanque era para mí fuente de tranquilidad y sosiego.

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Los Pekín en el estanque; los de otra raza, aparte o fuera. ¿Discriminación racial?

Sobre todo al atardecer gustaban de dejarse flotar sobre el agua manteniendo escondida la cabeza bajo una de las alas, como si durmieran, mientras la brisa que rizaba la superficie del estanque y de su plumaje mecía lentamente sus cuerpos.

Y también descubrí que la manada era para el macho un harén en el que una de las patas era su favorita y las otras eran meros objetos sexuales.

La diferencia de trato era también fuente de relax, pues cuando el macho quería cubrir a una que no fuera su favorita se le echaba encima sin previo aviso —a veces en el estanque, pero las más de las veces fuera de él— y la cubría si miramientos, mientras la pata “agraciada” y las demás gritaban asustadas.

Pero el relax no estaba en el cubrimiento de esas patas sino en el de la favorita.

Cuando ésta estaba sola en el estanque, flotando a la deriva, el macho entraba, y entre ambos comenzaba una especie de danza que los ponía a nadar lentamente en círculos por un rato.

Luego, llegado un momento que nunca pude anticipar, el círculo descrito por el nado del macho comenzaba a estrecharse, y ambos, macho y hembra, movían sus cabezas de arriba hacia abajo como si asintieran.

Y cuando al fin el estrechamiento de su círculo ponía al macho en contacto con su favorita, la montaba con delicadeza —aunque sujetándose fuertemente con su pico al cuello de ella—, no había aspaviento alguno de parte de la manada y, una vez que terminaba el apareamiento, se daban ambos unos tremendos chapuzones graznando de jolgorio.

Animado por lo que acerca de patos leía yo, y lo que me contaban los criadores de estos animales con los que hablé en diferentes lugares de EEUU, compré en ese país un par de incubadoras electrónicas con capacidad para 36 huevos cada una —una la traje yo, y la otra me la trajo el amigo exIBMista Reinaldo Perdomo—, y con la producción sacada de ellas hubo un momento en que, entre polluelos, adolescentes y adultos, tuve en mi casa 42 patos, cada grupo en su lugar individual. Para esa fecha ya había ganado yo fama de “patólogo”. 🙂

Luego de colocar en la pata derecha de cada pata (parece redundancia, ¿no?) una anilla con un número, puse en práctica un sistema de control que me permitía saber cuántos huevos podía yo esperar encontrar cada mañana, pues las patas ponen preferiblemente en la madrugada.

Como eran entre 20 a 30 huevos cada día y, por supuesto, no podía usarlos todos en casa, opté por vender en IBM el excedente, casi siempre a Daulah López, una compañera de trabajo cuya entonces pequeña hija se crió, según lo que su madre me contaba, con una dieta en la que abundaron los huevos de pato.

Un día noté que la cantidad de huevos encontrados en la mañana en los nidos de la caseta junto al estanque era menor que el resultado de la palpación hecha a las patas la noche anterior, y disminuía cada día.

Fue mi cuñado, el maestro de obras, quien descubrió el motivo cuando al quitar de los nidos la viruta que los cubría encontró un túnel que desembocaba bajo ellos.

Siguiéndole la ruta descubrimos que el túnel nacía en el cerro de la casa vecina a la mía.

Echamos dentro del túnel algunos huevos inyectados con veneno para ratas, y tapamos su boca con cemento mezclado con trozos de vidrio de botellas a fin de que si el intruso quería abrir de nuevo la salida del túnel se cortara las patas con esos vidrios.

La producción de huevos volvió a coincidir con el forecast, y, días después, mi vecino, a quien yo había alertado al respecto, me llamó para mostrarme el cuerpo sin vida de un enorme rabí-pelao —especie de rata gigante, astuto y repulsivo, que abunda en Venezuela— que yacía muerto en su cerro, cerca de donde nacía el túnel.

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Rabí-pelao

Cuando los nidos de la caseta junto al estanque resultaron insuficientes, mi cuñado construyó, bajo la escalera de subida de la primera a la segunda terraza, una casita de dos pisos con nidos en cada uno y con una rampa que permitía a las patas el acceso al piso de arriba.

La producción de huevos llegó a ser una prioridad para con mis patos, y cuando descubrí que la raza más ponedora es la llamada Khaki Campbell, me puse a averiguar dónde en EEUU podía yo conseguir huevos Khaki Campbell fertilizados, y logré ubicar una granja que, a petición del comprador, los enviaba por courier a cualquier parte de EEUU.

Para asistir en febrero de 1985 a un curso en Chicago me llevé, por supuesto, un buen abrigo. A mitad de la semana que duró el curso me comuniqué por teléfono con el dueño de la granja mencionada y le pedí que a casa de Fernando Lacoste, exIBMista y buen amigo que vivía en Miami, me enviara, bien protegidos, 36 huevos de Khaki Campbell.

Por supuesto, antes de esa llamada ya contaba yo con la conformidad de Fernando.

Terminado el curso volé a Tampa, y allí, donde para entonces vivían varios amigos exIBMistas, Patricia Palacios, esposa de Javier Palacios (uno de tales amigos) tuvo la amabilidad de coser, cerrándolas, las bocas de las mangas de mi abrigo, pues ya en Tampa y Miami no iba yo a necesitarlo.

Al llegar a Miami recogí en casa de Fernando Lacoste la caja con los 36 huevos de Khaki Campbell, me fui a un supermercado y compré tres docenas de huevos de gallina de los más grandes que encontré, cada docena en su respectivo cartón, en los cuales reemplacé con huevos Khaki Campbell los comprados en el supermercado.

Metí en una manga de mi abrigo dos de los cartones, y en la otra uno (total, 36 huevos) para traerlos a Caracas camuflados de esta forma.

Pero como en mi manera de ser no tiene lugar el desperdicio, sentí que sería casi un crimen echar a la basura los 36 huevos de gallina comprados en el supermercado, así que no se me ocurrió mejor cosa que ponerlos todos en una de las bolsas plásticas de ese supermercado y colocarme a la puerta de salida de éste en espera de que apareciera algún cliente empujando un carrito que indicara que había hecho una compra de viandas.

El primer cliente que con tales características salió fue una señora cubana que venía acompañada por quien parecía ser una amiga. Las detuve, y mostrándole a la cubana la bolsa con los huevos, le dije:

—Señora, ¿usted querría estos huevos?

Para mi consternación, la señora se sonrojó, miró a su compañera y luego a mí, y con acento airado exclamó:

—¡Ay, Dios mío! ¡¡Las cosas que una tiene que oír!!

Y, sin más, reinició la marcha con su carrito, de forma tan violenta que me habría atropellado si no me aparto.

El asombro me dejó clavado en el sitio, boquiabierto y con la bolsa de los huevos aún alzada, mientras, sin entender qué había hecho yo de malo, miraba incrédulo a la señora que se alejaba taconeando de una forma que denotaba que todavía estaba molesta.

Aún mantenía yo tan ridícula posición cuando se me acercó un señor, también cubano y que, según deduje, había observado lo que me había ocurrido con la señora. Conteniendo la risa a duras penas, el señor me preguntó qué había pasado.

Para que entendiera bien mi consternación le eché completo el cuento de los huevos fertilizados, los recién comprados en el mercado, y el cambio que yo había hecho. Y, como prueba de esto último, le enseñé el ticket de compra y los cartones llenos con unos huevos que, por su color, no podían haber sido comprados en aquel supermercado.

Cuando terminé mi relato y presentación de pruebas, el señor, riendo ya abiertamente, me dijo

—Amigo, ¡es que a las mujeres no hay quien las entienda! Deme usted los huevos que yo los acepto con muchos gusto.

Se los di, además de darle también las gracias, y puse tumbo al aeropuerto.

El vuelo salió a tiempo, y, mientras duró, mantuve sobre mí el abrigo con el precioso y frágil cargamento.

En la aduana de Caracas no tuve problema alguno pues, tal y como yo había supuesto, regresando de EEUU en pleno invierno a nadie le extrañaría que un viajero trajera en su brazo un abrigo bien doblado.

Apenas llegar a mi casa dejé en reposo por 24 horas los 36 huevos, que es lo indicado para ellos después de un viaje, y al día siguiente los puse en una de las incubadoras electrónicas.

El resultado, también dentro de las previsiones, fue que, durante los días 13 y 14 de marzo de 1985, de los 36 huevos salieron sólo 5 patitos, pues era de esperar que la mayor parte de los huevos sufrieran daños por el ajetreo de los viajes, sobre todo del que los trajo hasta Miami, y por los cambios de temperatura.

Esos cinco Khaki Campbell crecieron, y oficialmente fueron bautizados con los nombres de quienes ayudaron a que fuera posible que nacieran en Venezuela.

Aquí, en la participación oficial que del bautizo preparé para los interesados, están los nombres de los patos y de sus padrinos/madrinas:

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Dos de las Khaki Campbell hicieron historia, pues Ibémita batió el record de mis patas ponedoras porque llegó a poner 340 huevos en un año, y Trapicia fue adoptada como mascota por mi hija Alicia, a quien seguía a todos lados, como un perrito, o se echaba a sus pies cuando mi hija se sentaba a estudiar.

Tal vez por eso, Trapicia perdió algunas de sus habilidades patunas y murió al no poder poner un huevo que resultó demasiado grande para ella.

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Patos Pekin y Khaki Campbell.

La gente del Departamento de Comunicaciones de IBM de Venezuela que, entre otras actividades, editaba Dimensión, la revista interna de la compañía, supo de mi hobby patuno y en el número del primer trimestre de 1985 publicó al respecto este reportaje que he partido en trozos para, escaneando cada uno por separado, facilitar su lectura.

Las fotos son parte del reportaje y venían intercaladas entre los textos. Las explicaciones bajo todas ellas, excepto una, las añadí yo a efectos de este post.

(Comienzo del reportaje)

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La segunda incubadora que tuve. La traje de USA

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Patos adultos, de varias razas, en el patio frente a la caseta de postura.

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Con mi hija menor, Elena Padrón, y varios polluelos de Khaki Campbell.

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(Fin del reportaje publicado en Dimensión)

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Carlos M. Padrón poniendo algunos polluelos de Khaki Campbell en la estación de crecimiento.

Cuando en junio de 1993 IBM me mandó a España en asignación de trabajo por dos años, llevé a un zoo todos los patos que entonces tenía excepto el casal de esta foto:

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El último casal

Al regresar de España decidí remodelar mi casa, y eso implicaba salir de todos los patos.

Vendí las incubadoras y demás implementos patunos, llevé a un zoo aquel último casal que había dejado en casa cuando me fui a España, y así puse fin a un hobby que me entretuvo durante 17 años, y que hoy, 14 años después de haberlo dejado, aún lo añoro.

COMENTARIOS

 

CMP
En respuesta a Herbert.

Hola, Herbert. No creo que en Venezuela consigas esos patos; al menos no los había originales cuando yo me dedicaba a eso como hobby. Por tanto, la solución que se me ocurre es traer de USA, a mano y con mucho cuidado, huevos fertilizados como ofrecen en esta página.

El vendedor de esta otra está en Florida, así que habría que ir en carro desde Miami hasta allá.

Herbert
Buen día, Sr. Carlos.

Soy un principiante en esto de la cría de aves, y en especial estoy interesado en los patos Campbell, por su capacidad de producción. Si está en su posibilidad quisiera que me orientara sobre dónde puedo adquirirlos y qué clase de cuidados son más oportunos.

Soy venezolano y vivo en Anzoátegui.

CMP
En respuesta a Alicia Padrón.

Gracias, hija; también yo los echo de menos.

Esos animalitos tan especiales me traían paz de espíritu cuando me pasaba largos ratos viéndolos abandonarse en el agua con la cabeza oculta bajo un ala.

Alicia Padrón
Me encantó leer esto, papi.

Unos de los recuerdos más lindos que tengo de mi infancia es el de cuidar y ayudarte a criar patos. Me encantaba llegar del colegio directo a tu oficina a chequear las incubadoras, poner anillos en las patas de los patos pequeños, y cuidar a los más chiquiticos que estaban en la jaula con un bombillo para darles calor.

“Pati” fue muy especial para mí, y el bond de un pato con uno es fuerte, muy parecido al de un perro.

Les he contado todos estos cuentos a mis hijos muchas veces, y Alexandra dice que soy una “suertuda” por haber tenido 40 patos en la casa.

xo

CMP
En respuesta a Eugenia.

Gracias, Eugenia.

Eugenia
Me encantó su relato, Sr. Padron. Lo felicito.

CMP
En respuesta a Elena Quesada.

Gracias, Elena. Y saludos a tus hijos.

Elena Quesada
¡¡¡Excelente Carlos!!! Soy testigo de esos huevos. Mis hijos lo comían a diario. Disfrute mucho tu articulo. Un abrazote

CMP
En respuesta a Gustavo Cabezas.

Muchas gracias, Sr. Cabezas. Espero que lea Padronel más a menudo.

Gustavo Cabezas
Le felicito. Vengo siguiendo su blog hace poco tiempo, soy (investigador social) y me han interesado sus publicaciones antiguas. Lo leo más o menos a prisa, pero este artículo lo he leído dos veces. Gracias por compartirlo.

[*FP}– Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (2/5): Las Palmas y La Palma II

Carlos M. Padrón

Los otros artículos de esta serie de 5:

  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (1/5): Tenerife I y La Palma I
  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (3/5): Tenerife II
  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (4/5): Tenerife III
  • Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido: (5/5)  Madrid y Cuenca

***oOo***

 

Si en una foto aparece más de una persona, las mencionaré de izquierda a derecha, o en el sentido de las agujas del reloj cuando las personas estén en círculo.

 

LAS PALMAS

El sábado 02 de abril (02/04) volé de La Palma a Las Palmas para recibir a Chepina que llegaría desde Caracas.

En Gando, aeropuerto de Las Palmas, me esperaba el amigo Francisco Lorenzo, un pasense residente en esa ciudad.

Y mientras hacíamos tiempo hasta la llegada del vuelo en el que Chepina vendría, Francisco me llevó desde Gando —que está a nivel del mar, y donde al momento había una temperatura de unos 20°C—, hasta un lugar llamado Ingenio en el que, por su enclave más elevado, había unos cuantos grados menos y, para colmo, soplaban ocasionales ráfagas de aire frío.

Con el brusco cambio de calor a frío, mi dolencia gripal, con fuerte impacto en la garganta, se agravó, e hizo crisis cuando esa tarde, por llamada telefónica desde Caracas, me informaron de que mi hija menor, Elena, había sido hospitalizada de emergencia en San Francisco (California, USA).

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A la hora de llegada prevista para Chepina, regresamos a Gando, y mientras esperábamos el vuelo desde Madrid, que se anunciaba con retraso, caí en cuenta de que la última vez que yo había estado antes en ese aeropuerto fue el 09-01-1969, lo cual recuerdo porque fue ahí cuando, esperando por la llegada del vuelo que nos llevaría a Caracas, mi hija mayor, Alicia, caminó por primera vez.

Cuando llegó Chepina —con casi dos horas de retraso y sin maleta (Iberia no la transfirió del vuelo Caracas-Madrid al Madrid-Las Palmas, pero prometió que llegaría esa noche en el vuelo de las 20:00)—, Francisco nos paseó por varios lugares de la ciudad de Las Palmas, en los que, dado ya mi creciente malestar, no tomé foto alguna.

Y cuando al fin nos dejó esa tarde en el hotel, Chepina sacó de su equipaje de mano, y me entregó, dos pendrives que contenían, grabada también en Caracas por mi yerno, casi la totalidad de la información perdida con la rotura del disco duro externo de la Mierdaptop, percance que ya mencioné en la primera entrega de esta serie.

Y digo ‘casi’ porque la información generada durante la semana inmediata anterior al 20 de marzo, fecha en que volé hacia el otro lado del charco, se perdió del todo, pues es mi costumbre pasar a Mierdaptop lo que tenga yo en Obama (así llamo a mi desktop, o computadora de escritorio) y quiera llevar conmigo al viaje, y trabajar con Mierdaptop durante esa semana a fin de poder corregir, estando aún cerca de Obama, cualquier falla de operación que se presente, pues, según acertadamente asegura Murphy, siempre se presenta alguna.

Pero, como ya dije en la entrega anterior, pasados diez (10) días desde que Chepina despachó por MRW, hacia El Paso y desde Caracas, los DVDs que contenían esa misma información, éstos no habían llegado a El Paso.

Llegaron el día 7 de abril (07/04) luego de reiteradas llamadas a las oficinas de MRW en Caracas, Madrid y Barcelona, y a las de sus corresponsales en Canarias.

La excusa dada por MRW para tan inaceptable retraso fue que el paquete estaba retenido en la aduana.

Cuento todo esto por si algún lector que esté en Venezuela quisiera enviar algo a Canarias por medio de MRW.

Pasadas las 20:00 nos fuimos al aeropuerto a buscar la maleta que, según Iberia dijo, llegaría a esa hora, pero nada de nada; nos la entregaron pasadas las 23:00. ¿Serán parientes Iberia y MRW? Bueno, al menos son de la misma nacionalidad.

El martes 03/04 nos sacó Francisco fuera de la capital y hacia lugares donde los paisajes me recordaron, más que en la ciudad de Las Palmas, a la Canarias que conozco.

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Francisco Lorenzo y Carmen J. (Chepina) Pernía frente a un balcón de flores, en Teror

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Francisco Lorenzo y Carmen J. (Chepina) Pernía frente a balcones canarios, en Teror

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20110403=CMP ChP fuente Teror

Carlos M. Padrón y Carmen J. (Chepina) Pernía frente a una fuente pública, en Teror

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Arucas vista desde el mirador.

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Toma un tanto de lejos

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20110403=Arucas

Toma de más cerca

Por su arquitectura, el edificio de la catedral me parece algo fuera de lugar, o, mejor aún, traído al lugar por una máquina del tiempo.

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Otras vistas desde el mismo mirador.

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Parte de Arucas. Autopista a Las Palmas

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Carmen J. (Chepina) Pernía en primer plano. La Isleta a lo lejos

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La Isleta un tanto más cerca

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Francisco Lorenzo y Carmen J. (Chepina) Pernía frente a la catedral de Arucas.

El miércoles 04/04 anduvimos, a pie y en guagua-tour, por nuestra cuenta, y el jueves 05/04, muy temprano, volamos desde Las Palmas a La Palma.

La foto que sigue fue tomada al 04/04 en el Centro Comercial El Muelle, en Las Palmas.

20110404=Chp CC El Muelle

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LA PALMA II

El 08/04, ya de vuelta en El Paso con Chepina, en las afueras del bar en que acostumbramos a reunirnos los amigos para celebrar nuestros debates «filosóficos» y rememorativos de tiempos pasados,  —bar que está en la calle a la que jocosamente apodan «Corredor de la Muerte» (porque en uno de los bancos que hay en ella se sientan muchos hombres de avanzada edad), o también «Wall Street» (porque es la calle en que están todos los Bancos que hay en El Paso)—, que nos encontramos con doña Amanción, una nonagenaria pasense por quien, por lo visto, no pasan los años.

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Carmen J. (Chepina) Pernía, y Amanción López

 

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Ese mismo 08/04, almuerzo de familia en el restaurante La Abuela, en Las Dos Palmas (El Paso).

20110408=MCelia Ey Víctor ChP-LAbuela

María Celia Padrón, María del Carmen Padrón, Víctor Hernández, y Carmen J. (Chepina) Pernía

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El 09/04 tuvo lugar un almuerzo con los mismos amigos del almuerzo anterior, pero esta vez acompañados de sus medias naranjas y en el restaurante El Secadero,.. donde no saben lo que son papas fritas molancas. ¡Qué vergüenza!

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Érika (de Luis Herrera), Carmen J. (Chepina) Pernía (de Carlos M. Padrón), Edita (de Álvaro Taño), Isabel (de Javier Simón), Marianela (de Fidel González)

Y como Rigoberto (Berto) Rodríguez no pudo asistir porque Eyilda, su mujer, tuvo que trabajar ese día, nos invitaron luego a almorzar, el 10/04 y en su casa, lo que el propio Berto, buen sibarita y mejor cocinero, preparó para ese almuerzo.

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Rigoberto (Berto) Rodríguez ejerciendo de cocinero en su garaje

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Las dos fotos que siguen fueron tomadas durante ese almuerzo. Ésta, como testimonio de que hubo vino, y del bueno.

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Rigoberto (Berto) Rodríguez, Eyilda Infante, su mujer

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Y ésta frente a lo que quedaba de una bandeja que escasos minutos antes estuvo llena de papas arrugadas.

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Rigoberto (Berto) Rodríguez, Eyilda Infante, su mujer, y Marta Rodríguez Infante, hija de ambos

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En el Recinto Ferial de El Paso durante el festival del domingo 10/04, día antes de nuestra salida del pueblo rumbo a Tenerife, también olvidé —y por los motivos que explicaré en otras entregas— tomarnos una foto con Rosa María (Rosita) Rodríguez, que amablemente vino hasta ese lugar para vernos. ¡Mis disculpas, Rosita! Pero sí le tomé a mis hermanas esta foto cuando estaban en el Recinto Ferial:

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Mis dos hermanas, María del Carmen, y María Celia

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COMENTARIOS

Vicencio Díaz
¡Na’ tan GÜENA!

Tenían que darte algo para equilibrar tan maravilloso regalo. Te quisieron dar más tiempo, y tú pendiente de tu blog.

Todos sanos, felices de verte, acompañado y bien acompañado, vino, quesos, lajas, durcitos, risas y sonrisas, no pocas carcajadas. Viento de barlovento, olor a huerta, brisa tempranera y, al atardecer, esas fotos….

Eso se llama un niño consentido.

CMP
En respuesta a Germán Álvarez.

Es que los viajes son como las tecnologías: ni buenos ni malos. Todo depende de cómo se usen (las tecnologías) y de cómo le vaya a uno (si los viajes).

Germán Álvarez
Ah, pero el acontecido eres tú, no el viaje.

[*FP}– Primavera de 2011. Un viaje muy acontecido (1/5): Tenerife I y La Palma I

Carlos M. Padrón

Como cumplir 80 años es ya de por sí un logro respetable, desde el año pasado decidí que, de poder hacerlo, iría yo con Chepina a El Paso para estar presentes, en marzo/2011, en el 80° cumpleaños de María Celia, mi hermana mayor.

La intención fue buena, pero los acontecimientos que en su realización como viaje tuvieron lugar hicieron de éste el más calamitoso de los viajes que he realizado en mi vida.

Y para que no me llamen, como ya lo han hecho, quejica y pesimista, mencionaré como muestra solamente,

  • La rotura del disco duro externo de mi Mierdaptop, y que me dejó solamente con el sistema operativo.
  • El hecho de que los respaldos de lo perdido con la rotura del disco hizo en Caracas mi yerno, en varios DVDs, y Chepina me envío por MRW el día 24 de marzo, llegaron a El Paso….. ¡el 7 de abril! y en un paquete roto en el que los estuches de los DVDs estaban también rotos, con visibles muestras  de que los habían revisado a placer y al trancazo. En la parte 2 de esta serie de 4 contaré cómo recuperé la información perdida.
  • La pérdida de mis lentes de contacto; y,
  • La «adquisición para pago en cómodos y largos plazos» de un estado gripal, con afonía y tos perruna, que aún no me deja.

Suficiente como para aplicar el calificativo de calamitoso, ¿no?

Como de este viaje hay muchas fotos, siguiendo un orden cronológico dividiré en cinco (5) el reportaje, a saber

  • 1/5: Tenerife I y La Palma I
  • 2/5: Las Palmas y La Palma II
  • 3/5: Tenerife II
  • 4/5: Tenerife III
  • 5/5: Madrid y Cuenca

Aquí va la primera parte.

Lo de tal «adquisición» arriba mencionada se entiende porque el tiempo ha perdido la vergüenza, y aunque llegué a El Paso el 21 de marzo, fecha oficial de inicio de la primavera, en mi querido pueblo natal había temperaturas de entre 8 y 18°C, o sea, un frío propio del invierno, pero con cambios súbitos a episodios cálidos y viceversa,… y es precisamente a esa viceversa a la que le tengo alergia desde hace más de un cuarto de siglo.

20110406=Palma Arturo   downtown apaisado

Toma reciente del paisaje, ampliado, que sirve de tema pictórico en este blog. Ese día el tiempo en El Paso estaba espléndido; era realmente primaveral.

Así que no es extraño que me enfermara en El Paso, cuando el disgusto de la rotura del disco tumbó mis defensas (no es la primera vez que me enfermo después de un disgusto o de una seria situación de estrés), que llegara a quedar totalmente afónico, y que luego revalidara mi afección en Las Palmas, Tenerife, Cuenca y Madrid,… trayéndola a Caracas sin permiso de importación.

La “peste” que contraje fue tan dura que el calor del afecto que, una vez más, me brindaron los familiares y los incondicionales amigos de siempre, sólo logró paliar, mas no curar, los síntomas que ya mencioné.

Pero dejo atrás esta parte negativa que me acompañó durante todo el viaje —dejo constancia reiterada de que deliberadamente omito la mención de muchas desventuras más—, y voy con la positiva.

A las personas que aparecen en las fotos las nombraré de izquierda a derecha o, cuando estén en círculo —como sentadas en una mesa—, en el sentido de las agujas del reloj.

TENERIFE I

En el aeropuerto de Los Rodeos (Tenerife) me esperaba un pequeño comité compuesto por tres amigos y mi prima Lucy. Foto cortesía de Armas Padrón.

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Gilberto Cruz, Wifredo Ramos, Carlos M. Padrón, Roberto González Rodríguez.

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Foto cortesía de Lucy de Armas Padrón.

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Wifredo Ramos, Lucy de Armas Padrón, Carlos M. Padrón, Roberto González Rodríguez.

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LA PALMA I

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El día 24 de marzo, fecha del mencionado 80° cumpleaños, mi hermana María Celia presidió la mesa preparada para los parientes y amigos que asistieron a la celebración. Como puede verse, no faltaron las truchas, los almendrados y los rosquetes, los higos pasados y el queso de cabra y, por supuesto, tampoco el vino de la tierra.

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Mi hermana María Celia (en pie) y, sentados, Álvaro Padrón, Pino Montañez (esposa de Álvaro) y Carmelina Padrón, hermana de Álvaro, y ambos primos hermanos nuestros, o sea, de mis hermanos y míos.

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También se lució la cumpleañera bailando con Luis Herrera, más pariente que vecino, y amigo de toda la vida.

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Y con Javier Simón, nuestro primo.

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O departiendo con amigas o parientes.

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María Celia Padrón y Érika, esposa de Luis Herrera.

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María del Pilar (Pili) Simón, y Ana Isabel Rodríguez, hermana la una y esposa la otra de Javier Simón.

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Llegado el momento, tuvo lugar el canto del obligado «Cumpleaños feliz», entonado por todos los de la fotos y todos los que no aparecen en ella.

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Víctor (hijo de mi hermana menor), María Celia (la cumpleañera), María del Carmen (mi hermana menor), y Carlos M. Padrón.

Desde el cuadro colgado en la pared fue mudo testigo nuestro difunto padre, como también lo fue del subsiguiente abrazo entre hermanos.

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Siempre en La Palma, y antes de que llegara Chepina, tuvieron lugar algunas entrañables reuniones, en cafés y restaurantes, con más amigos.

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Javier Simón, Fidel González, Luis Herrera, Rigoberto (Berto) Rodríguez, Juan Enrique Brito.

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Juan Enrique Brito, Rigoberto (Berto) Rodríguez.

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Javier Simón, Gilberto Cruz, Adolfo (Álvaro) Taño.

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20110330=Huerta VP-1

La luz amarillenta del atardecer enmarca las tareas agrícolas en la huerta principal de mi casa natal. Al fondo, el pico Bejenao.

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COMENTARIOS

CMP
En respuesta a Vicencio Díaz.

Gracias, Vicencio, y lamento tu pérdida.

Si yo no valorara como valoro los aspectos positivos de esos viajes a Canarias, seguramente no habría vuelto desde hace muchos años, a menos que fuera para algo lúgubre, como lo fue llevar, en 2007, las cenizas de mi hermano mayor.

Estos viajes son la recarga de mi batería de gusto por la vida, pues no en otro sitio puedo encontrar las manifestaciones afectivas que allá recibo, entre otras personas, de amigos que lo son desde hace más de medio siglo. Si me quejo, es porque los malos acontecimientos mermaron mi salud e inhabilitándome por momentos, y robando mi tiempo, me robaron también un poquito del disfrute de algo tan valioso.

Vicencio Díaz
«¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre, pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad, porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica; porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía, y el fruto de justicia se siembra en paz para aquéllos que hacen la paz».

Yo no calificaría el viaje a las islas de ninguna manera. Simplemente ha sido un viaje y que en lo personal, desde mi punto de vista, fuiste muy consentido por la realidad que se te ha prolongado a través del tiempo y que se ha conservado prácticamente sin cambios desde tu infancia.

Me llamó poderosamente la atención la vista de tu casa natal. Es un milagro que puedas haber grabado con tu cámara algo que se conserva como lo acabo de ver. Tan sólo eso hubiese sido para mí suficiente compensación de lo que dices fueron calamitosos momentos.

Te cuento que de mi familia acabo de perder, hace menos de un año, a dos de sus pilares, y ahora la mesa a quedado coja. Ya no quedan cabras y, por supuesto, del queso ni hablar. Ya no hay quien sepa hacer dulces, ni cuadros, ni recuerdos. No te digo que te envidio, pues éstos son mis días más felices que jamás haya soñado, pero sí te digo que no eres justo contigo mismo al no alegrarte de la posibilidad de gozarte con tu gripe, y disfrutar de la presencia del pasado, que te ha esperado hasta el día de hoy para hacerte lo que para ti ha debido ser el mejor de los presentes.

Sin querer estoy leyendo algo que acabo de poner en Facebook y se me ocurre adosarlo al comentario que hago de tu maravilloso periplo. Yo sé que no todo lo de las lamentaciones es cierto, y sé que eres algo sabio y algo entendido, y por eso me atrevo a hacer de este consomé un sancocho de huesito.

Gracias amigo, por el regalo de un atardecer en El Paso. Que dios te recompense de alguna manera por el regalo que me has dado.

[*FP}– Una «plácida» noche en Monte Carlo

Carlos M. Padrón

16 de mayo de 1995. El viaje de ese día, desde Madrid a Monte Carlo, comenzó mal, pues al llegar a Niza en el vuelo IB-5456 me dijeron que para ir a Monte Carlo tenía que abordar un helicóptero, aparato que siempre había yo evitado porque vuela muy bajo y se mueve demasiado. Pero siempre hay una primera vez.

Por suerte, la duración del viaje de Niza a Monte Carlo fue de sólo 6 minutos, y los bajones y subidas del helicóptero muy pocos, así que llegamos pronto, y yo sin dolor de cabeza.

En el hotel Loews Monte Carlo, al que entré a las 14:30, me asignaron la habitación 3234. Una vez instalado en ella fui a la reunión de trabajo que me había llevado a esa ciudad, y que se prolongó hasta bastante tarde.

De regreso al hotel luego de la cena inaugural del grupo de gerentes de IBM de diferentes países, cena que terminó muy tarde, deshice mi equipaje, me puse el pijama y me metí en la cama.

Cuando apenas comenzaba a conciliar el sueño me sobresaltó el ruido que en la habitación que estaba encima de la mía hacía el movimiento de un mueble que alguien estaba cambiando de lugar,… a la 01:30 de la madrugada.

Pensé que ese alguien tuvo alguna necesidad que le obligó a proceder así una sola vez, pero los ruidos de sillas que caían al suelo y de muebles, algunos más pesados que otros, siendo arrastrados por sobre el piso continuaron a intervalos como de 5 minutos, impidiéndome dormir.

Ante la necesidad de madrugar para asistir a la reunión de las 08:00 de la mañana, llamé a la recepción y presenté mi queja.

Para mi sorpresa, el empleado que me atendió me dijo que la habitación ubicada encima de la mía estaba desocupada, y que los ruidos, cuyo origen él desconocía, no deberían molestarme más por cuanto en ese hotel se respetaba mucho el descanso de los huéspedes.

No habían pasado 10 minutos de terminaba esta conversación cuando los ruidos volvieron a sonar, una y otra vez, y hasta me pareció que con menor espacio de tiempo entre ellos.

Unos veinte minutos después, cansado ya de aquel extraño concierto llamé de nuevo a la recepción.

Creo que deliberadamente dejaron que el teléfono repicara sin atenderlo, pero insistí y al fin contestó el mismo empleado de la vez anterior, y al recitarle de nuevo mi queja no tuvo mejor ocurrencia que decirme que el hotel estaba lleno y no tenían otra habitación que darme.

Molesto argumenté que eso no era consistente con lo que me había dicho antes, o sea, con que la habitación encima de la mía estaba vacía. Entonces, a falta de mejor explicación el tipo, como queriendo convencerme, me dijo, con cierto toque jocoso, que no eran horas para entrar en paranoia. Ahí exploté y le dije:

—Escúcheme bien, por favor. Soy uno de los gerentes de IBM que asisten a la reunión internacional que tiene aquí nuestra compañía, una que es muy buen cliente de esta cadena de hoteles. Si usted no quiere que mi queja, por su falta de atención y su respuesta ofensiva, vaya a niveles mayores, páseme con el gerente de turno.

Silencio al otro lado de la línea, tal vez porque el tipo estaba revisando mi ficha, y a los pocos segundos me atendió otra persona que se identificó como «manager on duty«. A éste le dije:

—Señor, mi nombre es Carlos M. Padrón y soy gerente de IBM. Durante la última hora he llamado dos veces a su empleado para pedir que me cambien de habitación porque sobre la mía hay unos ruidos que me impiden dormir, pero él no sólo no me ha hecho caso sino que me ha sugerido que lo mío es paranoia, así que le ruego a usted que suba para que compruebe la validez de mi queja y, si no puede hacer que los ruidos cesen, me cambie de habitación. Pero suba pronto porque a las 08:00 de mañana debo estar en una reunión.

El hombre dudó por un segundo y luego dijo,

—Como a esta hora no hay mucho trabajo, voy a subir. Deme unos minutos.

Durante los 6 ó 7 minutos que tardó en llegar, los ruidos se repitieron dos veces más.

Por fin tocaron a la puerta de mi habitación, abrí, vestido con el pijama con que yo estaba desde hacía una hora, y un individuo con cara de francés y acento de ídem se paró en el dintel y después de darme las buenas noches me preguntó en qué podía ayudarme.

—Pase, por favor, y sea usted ahora quien me conceda unos minutos de su tiempo.

Dudó, pero al final entró aunque dejando abierta la puerta.

Le pedí que, por favor, se sentara en la silla del pequeño escritorio que allí había. Mientras, yo fui a sentarme en la cama.

En cuanto me senté y quedé mirando hacia él, el supuesto gerente comenzó a decirme algo, pero apenas abrió su boca el ruido de un pesado mueble que se desplazaba, ahora más rápido que nunca antes, por el piso de la habitación de arriba lo cortó en seco, y no bien el hombre miró hacia el techo, el mueble se estrelló con tal violencia contra la pared justo encima de su cabeza que la vibración hizo temblar hasta la cama en que yo estaba sentado, y casi derriba el pequeño florero que había sobre la mesita junto a la cual se había sentado el francés, que tenía un brazo apoyado en ella.

Como empujado por un resorte se levantó aquel hombre de su asiento sin dejar de mirar hacia el techo, y cuando por fin bajó la vista sus ojos estaban desorbitados y su rostro muy pálido.

Sin decir palabra, a toda prisa se encaminó a la salida, y cuando estaba a punto de cerrar la puerta tras de sí, la entreabrió un poco, metió la cabeza y me dijo:

Monsieur, prepare su equipaje que ya le envío a alguien que lo llevará a otra habitación.

Cerró dando un portazo y se fue.

Encima del pijama me puse pantalón y camisa, recogí los enseres del baño y demás, y al rato llegó un mozo con uno de esos carros altos que usan para transportar maletas, carro que en este caso era totalmente innecesario porque yo tenía sólo un portatrajes.

Cuando el mozo entró en la habitación noté que estaba nervioso, y mientras se dirigía a recoger el portatrajes, que ya listo había puesto yo sobre la cama, de nuevo sonó el bendito mueble que ahora se desplazaba en dirección contraria.

Lejos de alterarse y mirar hacia el techo, como habría sido lo lógico ante algo tan anormal, aquel hombre cogió el portatrajes, lo puso sobre el carro, al darse vuelta bajó la cabeza en un claro gesto de evitar mirarme, y, sin perder la compostura, como si nada hubiera pasado, se mantuvo en silencio y comenzó a empujar su carro fuera de la habitación.

Intrigado ante tal actitud, me planté ante el carro, obligando a que se detuviera, y pregunté:

—¿Quiere usted decirme qué fue eso?

Sin alzar la vista del piso se limitó a contestar:

—Yo no sé nada; a mí no me pregunte.

Respuesta que traduje como «No estoy autorizado a hablar del asunto».

Me hice a un lado. El mozo, empujando el carro con mi portatrajes a bordo, salió de la habitación y me guió hasta la 3055, ubicada en el mismo piso pero a bastante distancia de la de los ruidos.

Al llegar a ella, la abrió y, sin decir palabra ni esperar por propina alguna, puso sobre la cama el portatrajes, me entregó la llave, salió con su carro y cerró la puerta. Y en esa nueva habitación pude dormir esa noche unas tres horas.

En la reunión de la mañana siguiente conté a mis compañeros el incidente. Algunos rieron de buena gana, pero tuve la impresión de que otros creyeron que yo me había de tragos después de la cena de la noche anterior y me había emborrado.

Todas las veces que a partir de esa noche pasé frente a la recepción del hotel, los empleados de turno me miraban raro. Yo no dejaba de preguntarme el origen de los extraños ruidos, el por qué de las explicaciones contradictorias («la habitación de arriba está vacía» vs «el hotel está lleno»), por qué los huéspedes de las habitaciones a ambos lados de la mía no se quejaron (tal vez estaban vacías), y, sobre todo, por qué el supuesto gerente se asustó tanto al escuchar los ruidos y reaccionó como quien cae en cuenta de que está de regreso algo malo que se consideraba desaparecido, o algo de lo que no está permitido hablar a los huéspedes, aunque parece que los empleados del hotel, al menos los de la recepción y uno de los maleteros, sí sabían lo de los ruidos pero tal vez no conocían su origen.

Encima de un apartamento de playa que tuve una vez en Caraballeda (Venezuela) estaba el pent-house del edificio, y una noche tuve que llamar a los de ese pent-house y pedirles que dejaran de rodar las sillas de su terraza porque el ruido que hacían no me dejaba dormir. Me pidieron disculpas y el ruido cesó.

Al día siguiente, cuando todos o varios de ellos bajaron a la piscina, vi que un miembro del grupo era, a todas vistas, retrasado mental, y supuse que tal vez se dedicaba a rodar sillas cuando no podía dormir.

Así que mi conclusión en el caso del hotel Loews Monte Carlo fue que en la habitación encima de la mía había alguien importante que o bien era anormal, o se había emborrachado o drogado, y le dio por botar sillas, rodar muebles y estrellarlos contra las paredes de su habitación. Pero era alguien «intocable» a quien no convenía, o no se podía, llamarle la atención.

Cuando poco antes de las 13:00 del viernes 19-05-1995 fui a hacer el check-out, al llegar frente al mostrador vi que dos mujeres que estaban en una oficina al fondo comenzaron a mirarme y a cuchichear entre ellas.

Al notar mi presencia, el único empleado que al momento había en el mostrador de la recepción y que estaba atendiendo a otro huésped, le dijo a éste algo en francés, lo dejó esperando y vino a atenderme a mí. Me pareció que los del hotel querían que yo me fuera de allí lo antes posible.

Pagué, recogí la factura y me fui sin que nadie me pidiera disculpas ni mencionara más el incidente para el cual sigo sin encontrar una explicación lógica y cabal.

[*FP}– El rey y yo. Mi «tropiezo» con la realeza

05-01-11

Carlos M. Padrón

Creo que fue en 1960, y tal vez en verano, pero por más que he gugleado no encuentro la fecha exacta. Si sé que fue un día domingo.

Para entonces yo vivía y trabajaba en Santa Cruz de Tenerife y, como tenía novia en La Laguna, todos los domingos subía a buscarla para salir con ella, pero ese domingo llegué a La Laguna bastante antes de la hora en que nos habíamos citado y, para hacer tiempo, me puse a dar vueltas por la ciudad.

A poco de comenzar a bajar por la calle San Agustín, en dirección a la Plaza del Adelantado, noté con extrañeza que frente a un caserón palaciego —que creo que era el llamado Palacio Episcopal, el de la foto— había una pequeña multitud.

Y, a medida que me acercaba al lugar, más me extrañó comprobar que la multitud estaba conformada por sólo mujeres jóvenes que tenían la vista clavada en el balcón del caserón.

Como aquello no me incumbía, pero era un obstáculo que yo debía salvar para continuar mi marcha, tomé la acera de enfrente al caserón, y me pegué bien a la pared con intención de pasar por detrás del grupo de mujeres. Éstas eran tantas que no me resultaba fácil pasar, pues ellas no querían moverse de su sitio.

Poco a poco fui avanzando, caminando de lado, y cuando estaba justo detrás de lo que era el grueso del grupo, todas las mujeres comenzaron a gritar como locas agitando sus brazos hacia el balcón principal del palacete, en el que había aparecido, acompañado de no sé quien, un joven que tampoco supe quién era.

Ante la locura general opté por quedarme quieto y esperar la oportunidad de seguir mi marcha, lo cual no podía hacer mientras aquellas casi histéricas mujeres se negaran a moverse, o dejaran de aprisionarme, como ahora lo hacían, contra la pared.

De pronto, alguien que estaba en la habitación a la que pertenecía el balcón le entregó al joven un ramo de flores que éste levantó como ofreciéndolo a todas las fans del grupo, gesto que bastó para aumentar al máximo la histeria y los decibeles del ya ensordecedor griterío.

Luego, en una elegante y displicente maniobra, el joven lanzó el ramo hacia el grupo de las fans,… pero con tan buena puntería que el bendito ramo vino a dar a mis manos.

No pude atraparlo por completo, sino apenas tocarlo, pues, de inmediato, mil manos amenazantes, provistas de largas uñas, cayeron sobre mí, y en un nanosegundo, y movidas por la desesperación de hacerse con el bendito ramo, lo destrozaron por completo.

En su deseo de, peleando entre ellas, conseguir al menos uno de los pétalos que volaban por los aires hacia el centro de la calle, las mujeres se separaron de la pared, y aproveché la coyuntura para salir corriendo y, con arañazos en mi cara y manos, los lentes (gafas, que entonces usaba yo) torcidos, y manchas en mi camisa, alejarme del lugar de aquel incidente que fue mi primero y único «contacto» con la realeza,… pues el tal joven resultó ser (y esto lo supe después) el entonces príncipe Juan Carlos, hoy Rey de España.

P.D.: Si alguien sabe la fecha exacta de esta visita que el entonces príncipe Juan Carlos hiciera a La Laguna, agradeceré que me la diga.