[*Opino}– El idioma inglés y los españoles. ¿Una luz de esperanza? (2 en 1)

15-09-13

Carlos M. Padrón

Después de todo lo dicho al respecto —parte de lo cual está en los artículos relacionados que listo al final— parece que, por fin, se va tomando conciencia en España del garrafal error que es el doblaje, en TV y cine, de material hablado en inglés, en vez de preservar su versión original y añadir subtítulos en español.

Los argumentos que para justificar esta barbaridad se me han dado son para reír o para llorar. Como ejemplo, aquí van dos:

  • No me da tiempo de leer los subtítulos
  • Si leo los subtítulos no puedo ver la cara de los actores

Por supuesto, ambos son refugio de gente mayor que piensa en sí misma y no en la gente joven; ésta aprendería muy pronto a leer subtítulos a la velocidad que le permitiera ver las caras de los actores.

En mi opinión, y como ya he dicho, el problema es de tipo socio-económico, o sea, alguien está ganando dinero con los doblajes (el económico), y alguien tiene interés en que los españoles no aprendan lenguas extranjeras, en especial el inglés (el social), de ahí que en el artículo que sigue —en el que he resaltado en amarillo la parte para mí más importante— se mencione esto como «resistencia cultural», o sea, aversión a lo inglés, aversión que lleva a medidas tan ridículas como cambiar los nombres de, por ejemplo,

  • Títulos. «The X files» es el título original de una serie de TV useña. Su traducción literal al español es «Los expedientes X», pero en España la titulan como «El expediente X». ¿Por qué, si la serie trata sobre muchos expedientes de ese tipo? Y, si así no fuera, ¿por qué no respetar el título original?
  • Ciudades. Estambul en vez de Istanbul, que es su nombre original y perfectamente pronunciable en español.
  • Deportes. Bungee es en inglés el nombre de lo que en España llaman puenting. Y, animados por el mismo espíritu nacionalista, en España han llegado a la conclusión de que con sólo añadir a una palabra española la desinencia -ing ya tienen la correcta en inglés, como balconing.

Lo de que el aparato fonador de los españoles no está hecho para el inglés, algo que dijo Amando de Miguel, me parece un exabrupto, pues hecho sí que lo está, pero entrenado no. Y escuchando inglés desde la infancia —en películas o series en versión original, por ejemplo— se corregiría este problema.

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15/09/2013

Por qué se nos atraganta el inglés

Josefina G. Stegmann

«A relaxing cup of café con leche», es una frase mal construida que, sin embargo, no ha resultado tan extraña.

Y no por incendiar las redes sociales segundos después de que la pronunciara Ana Botella, sino porque volvió a poner sobre la mesa el ya conocido debate sobre «el mal inglés de los españoles».

Risas y canciones aparte, la cuestión se explica, entre otros motivos, por la resistencia cultural, el miedo al ridículo, y un sistema de enseñanza que se está modificando, pero cuyos errores del pasado aún se arrastran.

«España necesita mejorar el nivel de competencia en lenguas extranjeras de los alumnos, especialmente en inglés»,

concluye el Estudio Europeo de Competencia Lingüística (EECL) del Ministerio de Educación en su edición del año pasado.

De acuerdo con el informe, los resultados en España son mejores que los de Francia e Inglaterra pero distan mucho de los obtenidos por países como Suecia, Malta, Estonia y Eslovenia, que están a la cabeza en competencia lingüística en Europa. Se dice que el problema se observa sobre todo en la comprensión oral.

Paradójicamente, nuestro país es el único en el que la enseñanza de una primera lengua extranjera es obligatoria desde la Educación Infantil, junto con la comunidad alemana de Bélgica. Y, de hecho, si se toma como referencia Suecia, que tiene las «mejores notas» en competencia lingüística, se desprende que nosotros tenemos más horas de clase, más deberes, y empezamos a hablar inglés antes que los suecos.

¿La culpa? Las voces son unánimes respecto a la metodología, que, si bien ha cambiado, necesita años para que consiga quitar el «estigma».

«La enseñanza de lenguas en España es ahora obligatoria, de acuerdo con una directriz europea, que el método sea comunicativo-funcional, es decir, que la lengua se aprenda para poder comunicarse y, sobre todo, para desempeñar funciones, como comprar un ticket de autobús. Antes, con la ley de Educación del 70, el método era de traducción directa y se centraba en la gramática. Se memorizaba una lista de palabras»,

explica Francisco Ballesteros, profesor de Filología Inglesa de la Universidad Complutense e Inspector de Enseñanza de la Comunidad de Madrid, que insiste en la importancia de este nuevo método y del proyecto bilingüe.

«Ahora, los críos hablan inglés de verdad. Serán una promoción que cuando llegue a la universidad evitará las quejas de los profesores»,

añade.

Quejas comprensibles si tenemos en cuenta el bajo nivel de inglés en las aulas.

Los niveles de dominio de una lengua, de acuerdo con el Marco Común Europeo de Referencia de las Lenguas (MCERL) se clasifican entre A1, A2, B1, B2, C1 y C2, siendo A1 el más bajo y C2 el más alto.

En el caso español, y según el citado estudio EECL, el porcentaje de estudiantes en Pre-A1 y A1 es superior al 50%.

«El desafío oral»

Sin embargo, los docentes insisten en que sólo es necesaria una mejora porque el panorama no es tan desolador.

Christina Anastasiadis, profesora de inglés desde hace 15 años y jefe de estudios de la academia Internacional House, reconoce que «ha habido una mejora del nivel».

«Cuando empecé la gente entraba con un nivel elemental y ahora hay más alumnos en los niveles intermedio-alto»,

explica.

«No tenemos el nivel deseado, pero las cosas van mejorando. Es necesario que se evalúen todas las destrezas de la lengua»,

asegura Helena Jiménez, directora de comunicación de Cambridge English.

Es decir, fomentar la comprensión lectora, escrita y, sobre todo, oral, que es donde España «flaquea». Pero este problema alcanza también a los profesores.

«Los docentes de lengua inglesa hacen pruebas de acceso en inglés, cosa que no se hacía antes, pero muchos profesores siguen ahí, no se han jubilado»,

explica el profesor Ballesteros. Sin embargo, no todo se limita al aula, lo que ocurre «fuera» también influye.

El conocimiento del idioma por parte de los padres sirve para una mayor exposición a él. Y los medios de comunicación, que pueden ayudar, no han colaborado.

Los alumnos de países que ven y escuchan productos audiovisuales en versión original (con o sin subtitulado) tienen mejor comprensión oral del inglés. En nuestro país es rara la vez en que se reconoce la voz original de algún actor; los referentes son los actores de doblaje.

Se aprecia por tanto, una «resistencia cultural» a aceptar la versión original frente al doblaje.

Y, por si esto fuera poco, aparecen los problemas «propios», como el hecho de hablar español, una lengua con más de 495 millones de hablantes, y que hace que veamos innecesario aprender otra, como sí podría ocurrirle a un polaco o a un noruego.

Una lengua muy distinta

Pero hay otro motivo «que es el sistema fonético del español, que tiene pocos sonidos y no coinciden casi nunca con los del inglés», explica Antonio Dueñas, profesor de Lengua, que también insiste en la entonación.

«La curva melódica del inglés es muy distinta, y los españoles no tienen buen oído para esto».

Y, aparte de la entonación, cuesta también la pronunciación. «El inglés no es estructuralmente complejo, pero tiene difícil pronunciación»,

añade Ballesteros.

Aun así, esto no supone un impedimento para otros docentes. «¿Queremos el inglés del nativo o el que nos sirva para comunicarnos?», se pregunta Emma Dafouz Milne, profesora de Filología Inglesa de la Universidad Complutense, que niega la existencia de un problema «inherente» al español.

«Hay que desterrar estos mitos porque corremos el riesgo de perpetuarlos. Un español puede hablar perfectamente inglés»,

señaló. Lo que sí es muy nuestro es el miedo al ridículo.

«Hay miedo a cometer errores, y el perfeccionismo impide al alumno comunicarse. Por eso, fomentamos la idea de que el error es una oportunidad para aprender y mejorar»,

explica la docente Anastasiadis.

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Sonados patinazos

Josefina G. Stegmann

Sergio Ramos: «Morry (Merry) Christmas».

El defensa del Madrid grababa en 2012 un vídeo de felicitación para los alumnos de las escuelas de la Fundación del Real Madrid. Su tropiezo fue con la pronunciación: «Morry» en lugar de «Merry».

El sevillano se tomó con humor lo sucedido y escribió en su cuenta de Twitter: «Buenas noches amig@s. Por la sonrisa de un niño: inglés, alemán, ruso… Lo que haga falta señores. ¡¡Hala Madrid!!».

Zapatero: «My English is very bad»

Así se dirigía en 2004 al entonces primer ministro de Irlanda, Bertie Ahern. Pero ésta no fue la única muestra de su pobre inglés. «In the last time of the government, everyday bonsais», fue la frase que usó para intentar explicar por qué había tantos árboles en miniatura en el Palacio de La Moncloa.

Ana Botella: «A relaxing cup of café con leche»

La frase fue «trending topic» en segundos. La alcaldesa de Madrid se dirigía al COI durante la elección de la sede de los JJ.OO. de 2020 y con un poco fluido inglés aseguró que en la capital los visitantes podían disfrutar de «a relaxing cup of café con leche».

El entrenador de la candidatura de Madrid 2020, Terrence Burns, aseguró en la revista Vanity Fair que la frase de Botella fue idea suya. En cualquier caso, la alcaldesa no dudó en reírse de sí misma.

Fuente

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14 Sep 2013

Chapurreo

Ricardo de Querol

Este país es cruel con quien se atreve a usar otra lengua sin un dominio perfecto. No nos dañó tanto el mejorable inglés de Ana Botella como un mensaje cursi y provinciano.

Guardiola quedó como un señor esforzándose en chapurrear alemán nada más llegar a Múnich, y Bruce Springsteen se metió en el bolsillo al público chileno este 11-S versionando a Víctor Jara en un precario español.

Sin embargo, España es cruel con quien se atreve a emplear otra lengua sin un dominio perfecto. Fue ridiculizado Sergio Ramos y su “Morry crisma”, como Aznar por un artificioso acento tejano, y ahora Ana Botella es la mofa nacional con su “relaxing cup of café con leche”.

No fue por el discurso de la alcaldesa que perdimos los Juegos. No hizo más daño su mejorable pronunciación que un mensaje cursi, ñoño, provinciano.

Mucho peor la surrealista rueda de prensa en que las respuestas no casaban con las preguntas. Mucho peor el “no listen the ask” del presidente del COE, al que sí cabe exigir un nivel de idiomas como el de un diplomático (y muchas cosas más).

Quienes criticaron, por ejemplo, el mensaje de Emilio Botín a sus inversores, leído con apuros, quizás no se dan cuenta de cuántos negocios se cierran en las ferias en un inglés básico y simplón que algunos llaman Globish. El mundo económico, siempre más práctico.

Los políticos, sin embargo, quedan en evidencia balbuceando al lado de deportistas muy bilingües. O cuando se les ve fuera de los corrillos en las cumbres internacionales.

Paseando por el jardín de Moncloa con Chirac y Schroeder, Zapatero no sabía decir otra cosa de su antecesor González que “every day bonsais”. A Rajoy se le escapó un sarcástico “It’s very difficult todo esto” delante de Cameron.

Botella dijo con deportividad que ella también se ríe de sí misma. Algunas voces llaman a resistir al inglés como lengua franca de la globalización; no se lo crean, y esmérense con el idioma que manda. Aunque vean que nuestros dirigentes se lían o se quedan mudos, aunque no volvamos a acoger unos Juegos ni ganemos nunca más Eurovisión.

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Artículos relacionados:

[*Opino}– ‘Lost in translation’, o lo perdido al adulterar (doblar) las series y películas

Carlos M. Padrón

En el artículo así titulado, y que copio más abajo, ‘Lost in translation‘ —que es el título original de una película protagonizada por Billy Murray y Scarlett Johansson— viene a significar «Perdido en la traducción», y nunca mejor usado porque el tal artículo se refiere a lo que le ocurre en España a la series de TV o a las películas cuando las doblan al castizo.

Como ya en un artículo previo hablé al respecto, no voy a repetir lo que en él dije, pero sí enfatizar que, en relación a series y películas extranjeras, todavía veo en la prensa digital española reseñas de crítica basadas no en la versión original sino en la versión ADULTERADA, doblada al castizo en España.

Hay que tener guáramo —falta de profesionalismo, o tal vez ignorancia o cara dura— para hacer algo así, o sea, ¡atentar contra la serie o película cargándosela, como se dice más abajo, y estafar al público!

Del artículo ‘Lost in translation’ debo celebrar que ya haya voces que se alzan contra la aberración del doblaje. Una buena prueba está, además de en el texto del artículo, en este comentario hecho a él, comentario que respaldo totalmente.

Comentario a ‘Lost in translation’ por un lector de El País

Con gente de muchos países del mundo he tenido conversaciones sobre el doblaje de películas. Para los que no lo sepáis, el fenómeno de doblaje que sufrimos en España, y que nos parece normal hasta que salimos fuera, existe en poquísimos países del mundo: Alemania, Italia, Francia, y creo que en muy pocos más.

Para el resto, incluida toda Europa y toda América (también Latinoamérica) es unánimemente una aberración. Nunca he encontrado a nadie de un país libre de doblaje que estuviera a favor de cargarse las películas doblándolas.

Gentes de cualquier clase social, edad o nivel cultural siempre afirman que les parece increíble la aberración de doblar películas en España, Alemania, Francia e Italia.

He llegado a la conclusión de que el bajísimo nivel de inglés, y otras lenguas extranjeras, que hay en España, Italia y Francia, está directamente ligado a la burrada de ver desde pequeños series y películas dobladas, y no ver las versiones normales. como se hace en todos los otros países.

Deberíamos cambiar eso cuanto antes. Tras unos pocos años para acostumbrarnos ya nunca querríamos ver películas dobladas. Os lo digo por experiencia; yo ya nunca veo nada doblado, es simplemente una estafa.

En lo que sigue, los resaltes en rojo los puse yo para destacar en qué aspectos se concentran las mayores pérdidas.

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07-12-11

Natalia Marcos

‘Lost in translation’

¿Qué pasos se dan desde que se graba un capítulo de una serie en un idioma que no es el castellano hasta que los espectadores españoles ven el episodio doblado?

Es un proceso en el que intervienen varios profesionales cuya actividad es fundamental para que las series lleguen a nuestra televisión.

Dejamos a un lado el debate entre series dobladas o en versión original, y nos centramos en la complicada labor de los traductores de series, el paso previo al doblaje. Un trabajo que en ocasiones se lleva a cabo contrarreloj y que presenta grandes dificultades.

El traductor, redactor y presentador Xosé Castro describe al traductor audiovisual como «el responsable de adaptar los diálogos al público español, tanto para doblaje como para subtitulación. Crea la versión española a partir de la extranjera».

Una vez traducido, se manda al estudio de doblaje, donde puede sufrir modificaciones por «el ajuste (adaptar el texto al movimiento labial de los actores), preferencias del cliente, pequeñas improvisaciones de los actores…».

Las dificultades de la traducción

Uno de los problemas actuales de la traducción de series es el tiempo de entrega del trabajo.

Xosé Castro explica que, aunque el tiempo que se tarda en traducir un episodio depende mucho del contenido del mismo, «un capítulo de una serie de unos 20 minutos suele traducirse en uno o dos días. Una serie de unos 45-50 minutos, en 2-4 días».

María José Aguirre de Cárcer fue la encargada de traducir «Perdidos».

Esta serie, y en especial su última temporada, es un ejemplo claro del escaso margen de tiempo entre su emisión en Estados Unidos y en España, lo que añade dificultad al proceso de traducción.

«A lo largo de toda la última temporada, para que la emisión de cada episodio coincidiera con su estreno en Estados Unidos, trabajé con versiones preliminares y, a veces, incluso tuve que traducir directamente de imagen, sin un guion escrito».

Esta forma de trabajar le permitió ver la serie desde otro punto de vista: «Como fan de la serie, me divertían mucho las imágenes preliminares sin retoques de 3D, ni efectos especiales de posproducción. Ver a Sawyer sujeto por un arnés, colgando de un acantilado de cartón piedra con una colchoneta en el suelo me resultaba tan emocionante como si fuera un acantilado de verdad».

Otra dificultad con la que se encuentran los traductores de series es mantener la coherencia a lo largo de las temporadas que tiene una serie.

«Para ello, creo glosarios con frases recurrentes, latiguillos, nombres de personajes, etc. También procuro conservar todos los guiones originales, y mis traducciones para posteriores consultas», explica por correo electrónico Aguirre de Cárcer, que en este momento está concentrada en la traducción de «Futurama», «Glee», «El cuerpo del delito», y acaba de terminar la tercera temporada de «Bored to death» y la película de !Los Muppets».

Precisamente «Glee» es una de las series en la que se está encontrando más dificultades.

«Aparte de que contiene mucho diálogo, y algunos de los personajes hablan como metralletas, cada uno de ellos tiene su propia forma de hablar, lo que llamamos idiolecto. Rachel, por ejemplo, es muy refinada y directa, mientras que Santana es mordaz, sarcástica, emplea motes y frases rebuscadas. Por otra parte, hay que traducir las canciones para su subtitulado y, en ocasiones, como en el caso de muchos temas de música rap, presentan una dificultad añadida«.

Diferencias culturales

Sin embargo, a la hora de hablar de los escollos con los que se encuentran los traductores, Xosé Castro no duda en destacar las referencias culturales.

«En las series se hace referencia a cuestiones culturales, humorísticas, de actualidad, a modas, personas y tendencias que son conocidas en el país de origen, pero puede que no lo sean aquí».

Para hacer frente a esta dificultad, Castro recuerda que «el objetivo de un traductor de series no es traducir diálogos, sino emociones. Si en una escena, los espectadores estadounidenses se ríen a carcajadas o lloran, los espectadores españoles también deben reír o llorar. Esto implica reinventar chistes o hacer referencia a personajes más conocidos para el público español«.

Los giros verbales y las frases hechas son muchas veces imposibles de traducir. Imaginemos por un momento que la serie española Aida se exportara tal cual a un país de habla no española.

La dificultad es extrema a la hora de traducir guiones en los que buena parte de la comicidad viene por confusiones con el lenguaje, dobles sentidos o por las expresiones propias de un personaje. ¿Cómo afronta un traductor estos problemas?

Xosé Castro explica estas dificultades poniendo algunos ejemplos de expresiones propias de la cultura estadounidense.

Traducir literalmente I am in a Spring Break mood (‘Estoy con humor de Spring Break’) no tiene sentido si se desconoce que esas vacaciones escolares de primavera eran sinónimo, en este caso, de playa, sexo y alcohol.

O la frase Beaches in Europe are a non-stop Mardi Gras, but without the necklaces (literalmente, ‘Las playas en Europa son como un Mardi Gras constante, pero sin los collares’) carece de lógica si no se sabe que una de las tradiciones del carnaval del Mardi Gras es que las mujeres enseñan el pecho a los desconocidos que les regalan collares.

En este sentido, Castro destaca a la versión estadounidense de «The Office» como uno de sus trabajos más complicados.

«Prácticamente todas las escenas tienen algún juego de palabras o referencia a la cultura, el deporte o el mundo del espectáculo en los Estados Unidos».

El uso cada vez mayor del español en las series estadounidenses está produciendo también muchas dificultades a la hora de traducir y adaptar los guiones a la emisión doblada.

¿Cómo traducir momentos en los que un personaje no entiende lo que dice el otro porque utiliza el español? Inevitablemente, en el proceso se pierden detalles y rasgos esenciales de los personajes.

El caso de Los Simpson

Una de las series más veteranas, más traducidas y que más dificultades ofrece es Los Simpson.

Cada traducción de Los Simpson es un mundo. Y al comparar las versiones dobladas con la versión original siempre se encuentran detalles que cambian ligeramente.

En el blog Simpsonitos sus autores y los comentaristas del blog se dedican a señalar las diferencias entre la versión estadounidense de la serie y su traducción al español neutro*.

En España, también es María José Aguirre de Cárcer la encargada de traducir la serie de la familia más famosa de Springfield.

Muchos de sus chistes se apoyan en la imagen, «lo cual te limita mucho. Se puede decir que, en algunos casos, más que traductores somos adaptadores porque, al no poder traducir literalmente un chiste, un juego de palabras o una frase hecha, tenemos que basarnos en el gag original para crear uno nuevo».

Sin embargo, procura siempre ser lo más fiel posible y, «al mismo tiempo, acercar los diálogos al espectador español sin recurrir a referentes exclusivos de nuestra cultura. Creo que el espectador debe sentir que está viendo una obra extranjera. Por ejemplo, si aparece el nombre de un personaje público desconocido en España, lo sustituyo por otro, también estadounidense, pero conocido por el espectador español».

Traductores ‘amateur’

¿Y su opinión sobre la proliferación de subtítulos elaborados por aficionados a las series en Internet?

Xosé Castro destaca la generalizada baja calidad de estas traducciones, aunque «he visto traducciones que son bastante decentes».

Le sorprende que haya quien dedica a esta labor «mucho tiempo personal, sin reparar en que hay personas o empresas que se lucran cómodamente gracias a su trabajo regalado».

«De todos modos, como predecía Nicholas Negroponte en 1995, ‘la gente no quiere ver mejor la televisión; quiere ver mejor televisión’, y eso significa ver lo que uno quiere cuando uno quiere. Las productoras, distribuidoras y emisoras están tardando en adaptarse a este cambio, que ya hace tiempo que está en marcha», concluye.

Fuente: El País

(*) NotaCMP.- ¿¡Neutro!? Espero que no este adjetivo no se refieran al español de la series traducidas en España, porque ése de neutro no tiene nada: es castizo puro.