[*Otros}– Un paraíso submarino en Canarias

24/09/2011

Teresa Guerrero

Un bosque de coral negro, la esponja de cristal, el mero bostezador, la narcomedusa, la morena, el tollo flecha, el cabracho de abanicos,…

Las montañas submarinas del archipiélago Canario albergan asombrosos y desconocidos habitantes que están siendo fotografiados por un vehículo robótico capaz de sumergirse hasta los 1.000 metros de profundidad.

Con esta expedición, que comenzó a principios de mes y que ahora se encuentra en la isla de El Hierro, a la que la UNESCO declaró el martes geoparque, la organización conservacionista Oceana documenta por primera vez la riqueza de estas aguas en las que los cetáceos encuentran abundante alimento.

La isla de El Hierro, que desde el año 2000 es Reserva de la Biosfera, se convierte así en el miembro número 60 de la Red Europea de Geoparques, un sello que reconoce su patrimonio natural y cultural y distingue a estos territorios como áreas en las que se aplican estrategias de gestión basadas en el desarrollo sostenible.

El Hierro contaba ya con seis Áreas Naturales Protegidas (ANP), que abarcan el 60% de su territorio y entre las que figura la Reserva Marina Integral del Mar de Las Calmas. Pero hay otras zonas, apenas exploradas, que son precisamente el objetivo de esta expedición, que se prolongará durante casi un mes y cuenta con un presupuesto de 180.000 euros, financiados parcialmente por la Fundación Biodiversidad.

El barco partió el 03 de septiembre desde Sagunto (Valencia) rumbo a Canarias. Su primer destino era Lanzarote, adonde llegaron una semana después.

Al norte de la isla de la Graciosa se encuentran las dos montañas submarinas que comenzaron a explorar el 14 de septiembre. Se llaman Dacia y Tritón y, según explica en conversación telefónica el biólogo Ricardo Aguilar, líder de la expedición, aunque en ellas se habían realizado algunos estudios geológicos para determinar su edad y su vinculación con las Islas Canarias y con Madeira, su biología no había sido estudiada hasta ahora.

Durante otra expedición de Oceana en 2009, intentaron hacer algunas incursiones en la zona en la que se encuentran Dacia (a 190 millas náuticas de La Graciosa) y Tritón (a unos 110 millas de esa isla), pero la mala mar lo impidió.

Sin embargo, la alta concentración de cetáceos cerca de esas dos montañas submarinas sugería que son zonas con un gran valor biológico: «Normalmente la presencia de cetáceos indica que se trata de un sitio de alimentación. Encontramos muchos cachalotes. Y, si hay cachalotes, hay calamares. Vimos bastantes ballenas, sobre todo rorcuales boreales [Balaenoptera borealis], que suelen ir a bancos de pequeños pelágicos que se concentran en torno a las montañas submarinas. Son, por tanto, sitios interesantes en los que hay gran riqueza», señala Aguilar, director de campañas de Oceana en Europa.

Durante la expedición, en la que también se realizan avistamientos de aves, se alternan las inmersiones de buceadores —que suelen bajar hasta 40 metros de profundidad— con los trabajos con un vehículo robótico (ROV) no tripulado, que les permite filmar y tomar muestras a profundidades de hasta 1.000 metros, que es la distancia a la que ha tenido que trabajar cuando exploraba la ladera de Tritón.

 

Para estudiar Dacia bastaba con que el vehículo se sumergiera a unos 100 metros: «Es la montaña submarina que llega más a la superficie, está a sólo 80 metros de profundidad. Hace millones de años era una isla», señala el biólogo.

Estas dos montañas submarinas tienen más de 2.000 metros de altura y están elevadas sobre un fondo a unos 3.000 metros de profundidad. Tritón consta de dos cimas y se extiende a lo largo de unos 60 kilómetros de longitud, mientras Dacia tienen un diámetro de unos 20 km.

Forman parte de un conjunto de montañas localizadas entre Canarias, Madeira, la Península Ibérica y Marruecos que, según destaca Oceana, sirven como puntos de conexión para las especies. En el pasado, y en el marco del Proyecto LIFE+Indemares, ya se estudió una de estas montañas, llamada Banco de la Concepción.

Mientras el robot se encuentra bajo el mar, los científicos pueden seguir su ruta y ver, en un monitor instalado en el barco y en tiempo real, las zonas que explora. Cuando se topa con alguna especie particularmente interesante o desconocida, el vehículo coge muestras con su brazo robótico y las saca a la superficie para que sean analizadas posteriormente.

En el barco, en el que trabajan 12 personas, llevan una lupa binocular electrónica, pero no tienen microscopio porque éste es un instrumento que necesita estabilidad, por lo que sólo pueden hacer un examen superficial: «Una campaña en barco supone muchos meses de análisis en tierra cuando termina», dice Aguilar.

Además de las muestras que recoge el vehículo robótico a gran profundidad, emplean un tipo de draga denominada Van Veen con la que toman muestras de sedimento y pequeños organismos. Y, como ya resulta habitual, también se han topado con residuos: «Es muy difícil hacer una inmersión donde no encuentres basura o aparejos de pesca. Hemos visto sedales abandonados, botellas, latas, embalajes…».

Entre los hallazgos filmados por el vehículo en las montañas submarinas de Dacia y Tritón destaca una gran variedad de esponjas y extensos bosques de coral negro. Su nombre se debe al esqueleto, que es de ese color. Sin embargo, por fuera los corales negros tienen vivos colores y su aspecto recuerda al de una cuerda. «Los corales negros están muy distribuidos por todo el planeta y pueden llegar a habitar a profundidades de 5.000 o 6.000 metros. Hay especies tremendamente longevas, que pueden tener más de 4.000 años de antigüedad. Ahora estamos empezando a saberlo. Son también especies muy sensibles».

También han visto narcomedusas, uno de los tipos de medusamás desconocidos porque se encuentran a profundidades de entre 300 y 800 metros, donde su picadura no supone un peligro para el hombre.

Otra criatura que se deja ver a los 400 metros de profundidad es el cabracho de abanicos, denominado así por los curiosos movimientos que realiza con sus largas aletas. Los colores vivos, como el naranja o rojo, se vuelven casi invisibles en la profundidad del océano, por lo que muchas especies son de esos colores para camuflarse.

Ricardo Aguilar atiende al teléfono desde el puerto de la Restinga, al sur de la isla de la Hierro. Tras hacer algunas reparaciones el pasado lunes en el barco, ayer volvieron a la mar para seguir explorando las aguas que rodean esa isla, en las que ya realizaron inmersiones en 2009.

«Vamos a ir a Bimbache y Echo, dos montañas submarinas situadas a entre 120 y 180 millas al sur de El Hierro. Se conocen como montañas del Sáhara y son las más meridionales de la Unión Europea. Dacia y Echo son redondas, como si fueran un volcán, mientras que Bimbache y Tritón son más alargadas, como una cordillera», explica.

El mero (Epinephelus marginatus) y la manta mobula (Mobula mobular) son algunas de las especies que los científicos de Oceana documentaron durante la expedición de 2009 cerca de El Hierro: «Hicimos algunas inmersiones en Echo, pero es una montaña gigante. Tiene un diámetro de 40 kilómetros y se necesita mucho tiempo para explorarla. Nos sorprendió encontrar animales de gran tamaño, como meros, tiburones, congrios, etc. que demuestran que son lugares que no están muy explotados. Llegamos hasta los 700 metros de profundidad, y ahora queremos descender más abajo porque estamos seguros de que podemos encontrar especies diferentes y arrecifes de corales», añade el biólogo.

Oceana espera que los trabajos de documentación que están llevando a cabo en el valioso entorno submarino de El Hierro resulten útiles para el proyecto del Gobierno, en fase inicial, de crear en esta isla el primer parque marino español. Fuentes del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente señalaron ayer que están trabajando «en estos momentos en este proyecto, con el objetivo de conseguir el apoyo de todos los directamente afectados», aunque no precisaron la extensión que abarcaría el futuro parque marino ni un posible calendario para su creación.

La protección de los mares ha comenzado muy recientemente. Según recuerda Ricardo Aguilar, hasta hace poco, sólo estaba protegida el 0,5% de la superficie marina total en el mundo, y en la actualidad se estima que está en entre un 2% y un 4%. En nuestro país el porcentaje era similar. El Ministerio de Medio Ambiente explica que «antes sólo estaba protegido el 0,5% del millón de kilómetros cuadrados de áreas marinas que tiene España, pero tras la reciente declaración de nuevas ZEPAs y LICs marinos, y cuando se aprueben las zonas señaladas por el programa LIFE +Indemares, se alcanzará en España el 8% del total de nuestras áreas marinas».

El objetivo fijado por el Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU (prorrogado hasta 2020 porque no se logró cumplir en 2012), es proteger el 10% de la superficie marina. «Teniendo en cuenta que partíamos de prácticamente la nada, sí que ha habido un avance considerable», admite Aguilar.

Los habitantes de las montañas submarinas

  • ESPONJA CARNÍVORA. Suelen medir 3 o 4 cm., aunque éstas son de 30 cm. Capturan pequeños crustáceos y luego tiran la cáscara. Hasta hace poco no se sabía que eran carnívoras.
  • MORENA Y CORAL NEGRO. Esta variedad de morena mediterránea vive a poca profundidad en Madeira y el norte de Canarias, en zonas rocosas y dentro de grietas que a veces comparte con el congrio.
  • MERO BOSTEZADOR. Se llama así porque al soplar con las agallas emite un sonido que recuerda a un bostezo. Al igual que otras especies de profundidad, sus colores vivos le ayudan a camuflarse.
  • ESPONJAS CRISTAL. Están hechas de silicio, que les da un color transparente. También las llaman jarrón o encaje de venus. Éstas miden de 20 a 40 cm. pero algunas llegan a superar el metro de longitud.

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[*Otros}– Descubren en Canarias once nuevas especies de moluscos marinos

03/01/2014

Entre ellas destaca por su singularidad la «Notodiaphana atlantica», la primera y única especie de este género en aguas del Atlántico, y de la que sólo se conoce otro congénere en el Indo-Pacífico.

La descripción de estas nuevas especies ha sido realizada dentro del inventario malacológico que ha emprendido un grupo de investigación que dirigen desde hace tres décadas Jesús Ortea, profesor jubilado de la Universidad de Oviedo, y Juan José Bacallado, del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife.

Además forman parte del grupo Leopoldo Moro, biólogo del Servicio de Biodiversidad del Gobierno de Canarias, y José Espinosa, del Instituto de Oceanología de La Habana (Cuba).

Leopoldo Moro explica que, hasta la actualidad, la familia de moluscos marinos «Notodiaphanidae» tenía una sola especie distribuida por el sur del océano Índico, pero los muestreos regulares realizados por este grupo de investigadores en el mar Caribe y en las islas Canarias han aportado «en distintas fechas y lugares ejemplares vivos» de esta especie.

Este molusco marino tiene un característico punto rojo en el cuerpo, visible a través de la concha, y se recogieron varios ejemplares en octubre de 2012 entre algas a unos 2 metros de profundidad en aguas de Arrecife de Lanzarote.

«Chivatas» del ecosistema

Los investigadores subrayan también el interés del resto de especies descritas porque carecen de larvas planctónicas, lo que les confiere una capacidad de dispersión muy limitada.

Esta característica de su biología reproductiva conduce a la aparición de endemismos locales, que pueden ser utilizados como especies indicadoras del estado de los ecosistemas marinos que han sufrido algún tipo de alteración.

Como ejemplo, se señala que la diminuta babosa marina «Runcina akaimui» sólo se conoce en la costa de La Restinga, una zona afectada por el volcán submarino de El Hierro que entró en erupción en 2011, y la evaluación del estado actual de su población puede aportar información relevante.

Esta diminuta babosa ha sido nombrada en homenaje a la asociación Volcanes de Canarias «por la encomiable labor divulgadora ejercida desde el principio de la crisis volcanológica de la isla de El Hierro», y que bautizaron «Akaymu» al volcán submarino que comenzó su actividad frente al litoral de La Restinga.

De igual manera, el descubrimiento de dos especies en la Marina de Arrecife, «Volvarina arrecifensis» y «Volvarina saramagoi», pone en evidencia la importancia de este enclave de la isla de Lanzarote para la biodiversidad marina.

En honor a Saramago

La última especie citada ha recibido su nombre en honor de José Saramago, el escritor y poeta portugués, Premio Nobel de Literatura, que eligió Lanzarote «como refugio y residencia en la recta final de su vida», recuerdan los investigadores.

Los ejemplares de estos moluscos del género Volvarina y otro del género Prunum fueron hallados en Lanzarote, Fuerteventura, Tenerife y Las Palmas.

Cuatro ejemplares fueron recolectados vivos mediante buceo con escafandra autónoma, y otro se encontró al revisar los descartes de las nasas de pesca.

El biólogo Canario comenta que con este descubrimiento ya son 63 las especies nuevas (10 caracoles y 53 babosas) que han sido descritas por el equipo en Canarias, por lo han proyectado para el próximo año realizar un catálogo ilustrado y una exposición itinerante por el archipiélago con fines divulgativos.

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[*Otros}– Sebastián, un chucho negro (raya) que come de la mano de pescadores de La Gomera

26/ago/13

Sebastián es el nombre de un chucho negro, especie de raya, que desde hace unos cinco años come de la mano de pescadores del puerto de Valle Gran Rey (La Gomera), como Fernando Barroso, patrón de la embarcación Miss Gomera y conocido como Ito.

Sebastián con Joel y otros niños

 

Con una envergadura superior al metro y medio, y unos 150 kilos de peso, Sebastián, como ha explicado Fernando Barroso, desde hace unos cinco años se acerca a su embarcación en cuanto la «oye» llegar al puerto de Vueltas.

«Un día estaba arreglando caballas, me saltó a las manos y me asusté, pero ahora, mientras arreglo las caballas, Sebastián se queda quieto a mis pies, se deja acariciar y parece que entiende»,

señala el patrón de Miss Gomera.

Fernando Barroso comenta que en la actualidad en el muelle de Vueltas se reúnen unos cinco chuchos negros, aunque Sebastián es el «más mansito; doy un palmetazo en el agua, sube y espera medio varado en la escalinata».

Afirma que otros peces empiezan a seguir el ejemplo del chucho negro Sebastián, como la mantelina (otra especie de raya) Pablito «que es más recatado, sube, come, y sale corriendo».

Sebastián se ha convertido en la atracción de visitantes y turistas, y, como explica Fernando Barroso, «Ahora hay tanta gente que desde que sale empiezan a sacarle fotos y se asusta».

Sin embargo, cuando Joel, hijo de Fernando Barroso, está sólo, el chucho negro se deja acariciar, e incluso Joel le abre la boca para darle la comida.

Fernando Barroso destaca que es en verano cuando estos peces se acercan más al muelle al registrar el recinto un aumento en la actividad pesquera, y porque van a tierra a desovar.

Afirma que él ha llegado a contar en el puerto de Vueltas más de veinte ejemplares juntos entre chuchos negros, chuchos ratón y mantelinas.

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Cortesía de Roberto González Rodríguez, quien da constancia de haber presenciado personalmente lo aquí narrado.