24-01-2011
Poco o nada se ha escrito sobre esta canción, regalo a los hispanoparlantes que viven después de cruzadas Las Columnas de Hércules, y eso es comprensible pues nadie puede escribir sobre lo que no se entiende, como no sea que por el afán de gloriarnos y hacernos de un nombre hablemos de algo que nadie entiende y sabiamente no nos va a contradecir.
A más de que siendo, como parecen ser, una serie de oraciones que trascienden las edades, es absurdo encontrarle su autoría en estos 2.000 años de la era en que hemos vivido y hemos de ver terminar, y menos aún encontrarle el propósito para el cual fueron destinadas esas oraciones.
Lo que sí podemos hacer —y es mi opinión— es que, sin darle ninguna explicación a priori, tratemos de entender, por el significado de las partes, el sentido del todo, cosa que en lo personal he venido haciendo desde 1997 y les comento a continuación lo que he indagado.
Busqué en todos los himnos hispanos, me fui a otros idiomas, registré entre la liturgia y, ya agotado de buscar, confirmé lo que había percibido desde el principio: aquélla era una pieza única cuyo autor sólo podía ser el supremo autor a quien nadie conoce y que habita en el empíreo.
Al año siguiente, y después de algo excepcionalmente maravilloso que ocurrió en el cielo sobre los Altos Mirandinos, cerca de Caracas, el 18 de noviembre de 1998 comenzaron las gentes de Caracas a cantarlo, y con brío, cosa que yo nunca había escuchado.
Mas, con todo de que ya llevaba un año meditando sobre el asunto, sacando copias del himno con mis meditaciones, y repartiéndolas entre mis allegados y amigos, no me di cuenta de tan extraño fenómeno; más bien lo tomé como algo folklórico y propio del momento que le tocaba vivir a la ciudad.
Luego vino el año 1999 con la alharaca del virus Y2K, porque las computadoras podrían fallar y todo el mundo relacionado trabajaba en esto, mientras algunos “esotéricos” se preparaban para encontrarse con el Hercóbulus —pues recordaron al olvidado Nostradamus que menciona el año 1999 como fecha en que del cielo algo ha de venir—, para tranquilidad de muchos llegó el año nuevo y vimos por televisión la alegría de los animadores porque no había pasado nada, mientras el Sol hacía que todo el mundo se fuera levantando desde Sydney, Jerusalén, Roma, Madrid y, cuatro horas más tarde, nosotros en Venezuela.
¡Feliz Año nuevo. Feliz siglo XXI!
Pero, ¿qué había pasado en verdad?
Siete semanas de años (49 años) después de declarada Jerusalén como sede de la capital del pueblo de Israel, el 23 de enero de 1950, —aniversario de feliz recordación para los caraqueños a sesenta y seis días del fenómeno cósmico ocurrido en los Altos Mirandinos el 18 de Noviembre, y después de haberse puesto a cantar “Gritemos con brío: muera la opresión; compatriotas fieles: la fuerza es la unión”— ocurrió la manifestación energética más grande después del Big-Bang, cosa ocultada por los astrofísicos que conocieron del asunto, hasta el 26 de marzo en que fue publicado en la revista Science por un grupo de personas del Instituto de Astrofísica de Canarias y que fue conocido como el GRB990123.
Según ellos, esto ocurrió a
213.500.000.000.000.000.000.000
kilómetros, pero, para que lo entienda mejor y el sol nos parece familiar y una buena referencia, el chorro de rayos gamma —que así le llamaron— ocurrió a 1.427.000.000.000.000 veces la distancia de aquí al Sol.
En todo caso, y si todavía no percibe con claridad porque no entiende lo que son millardos pero sí está claro en lo que son millones, le comunico que, si sabe donde están las primeras estrellas y multiplica esa distancia por 22.570.000.000 habrá llegado a 1.639 redshift distancia computada por ellos, más allá del punto en el cual el universo deja de expandirse y que los sabios de la edad media llamaban Empíreo.
Así las cosas, medite: ¿Qué mente entre las galaxias podía conocer lo que ahora es público y notorio: que sesenta y seis días después de cantado el «Gritemos con brío ¡muera la opresión!», desde z=1.639 (el Empíreo) el supremo autor le respondiera con este viento raro de rayos gamma? ¿O no dice así la canción:
«Y desde el empíreo el supremo autor, un sublime aliento al pueblo infundió»?
Sobre la autoría de esta canción —para los hispanoparlantes de esta TIERRA DE GRACIA, y dejando de lado al supremo autor, quien se identifica a si mismo dentro del texto— hay algunas teorías que lo hacen revelarse como posterior al 19 de abril de 1810, argumento que queda descalificado ante la evidencia del siguiente testimonio:
Fragmento de un documento de La Fundación Empresas Polar con inserción, en color, de datos sobre la detención y posterior traslado a Cádiz de Vicente Basadre:
«Aunque tradicionalmente se ha escrito que la improvisación de Salias se produjo en el seno de la Sociedad Patriótica de Caracas, esto no parece probable, pues aquel canto patriótico existía ya a fines de abril, o muy a comienzos de mayo, de 1810, en tanto que la Sociedad Patriótica sólo inició sus actividades a partir de diciembre de ese año.
Después de los sucesos del 19 de abril de 1810 el intendente de Ejército y Real Hacienda, Vicente Basadre, fue apresado por las nuevas autoridades y recluido en el castillo de San Carlos de La Guaira, hasta su expulsión el 5 de mayo siguiente.
Durante esos días que iban del 19 de abril al 5 de mayo de 1810 (decía Vicente Basadre en un informe escrito el 4 de julio), El 19 de abril de 1810 fue llevado ante el Cabildo de Caracas, donde renunció a su cargo; fue apresado y se negó a colaborar con los patriotas, por lo que fue mandado a La Guaira y embarcado el 1 de mayo en la corbeta Fortuna, con destino a Cádiz. Tras una breve escala en Puerto Rico arribó a España, siendo el primer funcionario depuesto por la revolución americana. Durante su travesía y a bordo del Fortuna, escribió su Memorial sobre el 19 de abril de 1810, la cual es considerada como una de las fuentes fundamentales para la comprensión del proceso emancipador americano y venezolano».
Al llegar a Cádiz, los «caballeros mantuanos» que por turnos le custodiaban en el castillo día y noche, le dijeron que «…en todos los pueblos se habían compuesto canciones alegóricas alusivas a la libertad, a la independencia…». El funcionario español recuerda con indignación en Cádiz algunas de las canciones que oyó o leyó poco antes en La Guaira: «Pero lo más escandaloso fue en las canciones alegóricas que compusieron e imprimieron acerca de su independencia. Convidaban a toda la América española para hacer causa común, y que tomasen a los caraqueños por modelo para dirigir revoluciones».
Estas palabras de Basadre son una paráfrasis bastante exacta de la tercera estrofa de la canción patriótica de 1810, convertida en 1881 en Himno Nacional:
Unida con lazos que el Cielo formó,
la América toda existe en Nación,
y si el despotismo levanta la voz,
seguid el ejemplo que Caracas dio.
Vicencio Díaz
