Julio 27, 2012
Juan Carlos Díaz Lorenzo
La ciudad, al llegar la noche, enciende sus luces y la vida se vuelve más sosegada.
Se relaja del ajetreo cotidiano que, aún siendo intenso, tiene mucho de apacible en la idiosincrasia local y las calles, incluso las principales, se vuelven casi desiertas.
Llega el silencio a los adoquines, se cierran las puertas de madera centenaria, y las celosías de las ventanas altas abren discretamente sus hojas de par en par. La ciudad enciende sus luces tenues, y el espacio urbano por el que transitamos cada día, y que apreciamos con tan legítimo orgullo, adquiere una imagen diferente.
A los ojos de los visitantes y de los propios paisanos, Santa Cruz de La Palma tiene un encanto especial en la noche. Lo tiene plenamente desde el orto, cuando los primeros rayos de luz de un nuevo amanecer dibujan su contorno en la crestería insular.
Llegado el ocaso, la ciudad invita al paseo tranquilo, a la reflexión serena y al reencuentro con el rico patrimonio arquitectónico y artístico que posee. Cada calle, cada esquina, cada casa nos transmite sus vivencias plenas y así sentiremos el latido que nos hará conocer su historia centenaria.
Fernando Rodríguez Sánchez, amigo entrañable de días felices, entusiasta defensor del patrimonio insular, nacido y criado en las raíces de la isla que abriga sus profundos sentimientos, nos obsequia con una colección de imágenes de la ciudad hermosa y singular, testigo renacentista medido en siglos, y con su memoria fotográfica nos hace valorar más y mejor el legado de la historia y de las generaciones que nos precedieron.
De la que han estudiando con tanta profundidad y exquisitez Jaime Pérez García, Luis Ortega Abraham, Manuel de Paz Sánchez y Facundo Daranas Ventura, autores destacados. Todo un regalo para los sentidos.
La ciudad se prepara para el descanso, en la paz y la quietud de la noche
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Llega el ocaso y la noche extiende su manto salpicado de luces tenues
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Las viejas calles y las luces de la noche resaltan la arquitectura
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Rincones de la ciudad con un cierto regusto colonial
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Casa Daranas, ejemplo perfecto de la arquitectura tradicional
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Las Cuatro Esquinas. Caminos de ida y vuelta en silencio
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Se conjugan las luces de la noche y las luces de la ciudad que dormita
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A la sombra de los laureles que dan cobijo a la plaza de la Encarnación
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Los cañones del Diálogo entre el Castillo y la Nave velan la noche palmera
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La fachada del rejuvenecido Teatro Circo de Marte
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La plaza de Santo Domingo, y el viejo convento, un icono de la ciudad
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Desde el Risco de la Concepción, la ciudad enciende sus luces y descansa
Fotos: Fernando Rodríguez Sánchez
Fuente: La Palma, isla adentro
Cortesía de Eleuterio Sicilia












