En las páginas de los periódicos de La Habana, Centroamérica y España, figura, bastante repetido, el nombre del Dr. Ferraz, pero nunca con todos los elogios que merece, porque sería larga tarea seguir su vida a través de sus méritos.
La modestia de nuestro eminente compatriota fue tan sincera que vivió la vida del sabio, y huyó de la publicidad y del aplauso, con tan decidido empeño que en vano hemos buscado datos concretos para bosquejar su historia político-científica.
Tarea hasta cierto punto innecesaria, siendo como es cierto que entre nosotros, tras evocar el nombre de Ferraz vemos destacarse en la mente, definida y arrogante, la figura de un patriota que inspira respetuosa admiración.
Con motivo de tratarse en cierta ocasión de la elección de decano para la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, el periódico El Radical, inspirándose en lo más acertado y lo más justo, propuso como candidato para tal puesto al Dr. Ferraz, y de una brillante exposición que publica de los méritos contraídos por el ilustre Canario en la carrera del Profesorado, tomamos los párrafos siguientes:
«Trátase de elegir decano para la Facultad de Filosofía y Letras de esta Universidad, y es indudable que la elección debe recaer en la personalidad más saliente de las que constituyen el claustro de dicha facultad».
«Hay que dilucidar, entre otras cosas, cuál de los profesores en actual servicio en la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad es el más antiguo. Afirmamos que lo es el Dr. Fernández Ferraz, cuyo primer nombramiento, con sueldo del Estado, data del 2 de abril de 1862, como catedrático auxiliar de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid.
En el año 1858 había ganado ya por oposición la cátedra de latín y griego del Instituto de Jerez de la Frontera, cargo al que renunció para formar parte del claustro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, según queda dicho.
El 2 de febrero del año 1866 fue nombrado catedrático supernumerario (combatiócon el célebre arabista D. Francisco Codera Zaidin), con adscripció a «Estudios críticos sobre los prosistas y poetas griegos, lengua hebrea y lengua árabe».
Por Real Orden de 8 de abril de 1868 fue nombrado el Dr. Ferraz catedrático numerario de la asignatura de lengua griega de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla. Y contrincando de nuevo con el Sr. Codera y Zaidin, ganó por oposición la cátedra de lengua árabe de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid; y después marchó con licencia a organizar y dirigir la enseñanza en la República de Costa Rica.
El gobierno de la nació llamó dos o tres veces al Dr. Fernandez Ferraz para que fuera a Madrid a ocupar su puesto de catedrático de lengua árabe, pero el profesor propagandista, verdaderamente enamorado de la obra que en la esfera plácida y tranquila de la enseñanza estaba realizando en Centroamérica, donde trabajaba con verdadero amor por difundir y arraigar en aquellas jóvenes el espíritu generoso de la España contemporánea, no acudió al llamamiento, dejando en su virtud de pertenecer al profesorado español el 22 de julio de 1872.
Estaba sembrando la semilla de la cultura intelectual en terreno virgen, y abandonando sus propios intereses, se dedicó al servicio de los intereses mayores de la Humanidad».
«Por eso, y sólo por eso, un hombre de la talla del doctor Fernández Ferraz fue declarado fuera del profesorado español, como después lo fueron un Salmerón, un Azcárate, los Giner de los Ríos, y tantos otros, que han «salido y entrado» en el profesorado español.
Por eso, y sólo por eso, ocupa la cátedra de lengua árabe de la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Madrid —dignísimamente, por cierto— el arabista Francisco Codera y Zaidin.
Por eso, y solo por eso, dejó el Dr. Fernández Ferraz de ocupar la cátedra de termino de la Universidad de Madrid y aún el decanato.
En 1882, ocurriole a nuestro amigo la idea de volver a entrar en el profesorado español, para lo cual hizo ese mismo año un viaje desde Costa Rica a La Habana, donde había de verificarse oposición a una cátedra de lengua hebrea. Mas la oposición anunciada desde Madrid con seis meses de plazo para presentarse, según reglamento, se verificó en La Habana a los tres meses de anunciada.
Con tal circunstancia, el Dr. Fernández Ferraz continuó su viaje hasta Madrid, donde ganó por oposición la cátedra de lengua árabe de la Universidad de La Habana, para la que fue nombrado el 22 de diciembre de 1882. Y aún después, en virtud de otra oposición, pasó a desempeñar la cátedra de Historia de la Filosofía.
En los cinco años que el Dr. Fernández Ferraz desempeñó la cátedra en la Universidad de La Habana, prestó grandes y útiles servicios a la enseñanza, encargándose de varias cátedras vacantes, y en ausencias de sus profesores, como son las de griego, hebreo, árabe, sánscrito, y ambos curso de metafísica, mostrando así su amor a la enseñanza de la juventud, y la rica variedad de sus conocimientos.
Hay que decirlo francamente: profesores como el Dr. Ferraz no abundan en todas partes.
En cuanto a la consideración de este catedrático como hombre de letras, hay mucho, muchísimo que decir, pero esto nos llevaría demasiado lejos.
Siendo todavía estudiante, el Sr. Ferraz, fundó, con otros compañeros, la Revista Universitaria, que después se llamó Revista de Instrucción Pública, periódico en que colaboraron hombres que ya en aquella época habían alcanzado alto renombre en la república de las Letras, y que, en su mayor parte, llegaron a ser verdaderas eminencias: filólogos como García Blanco Barcón
Críticos y eruditos como Menéndez de Luarca, y Gumersindo Laverde Ruiz
Filósofos como Sanz del Río y Martín Mateos
Polígrafos como Ramón Zambrana
Polemistas como el Dr. Mata, y su famoso colega Montels Nadals
Anticuarios como Rada y Delgado, director de la Escuela Diplomática de Madrid
Y otros.
La mencionada revista coleccionó tan importantes trabajos sobre la historia literaria de España, que ha merecido el alto honor de ser frecuentemente citada por Menéndez Pelayo en su libro titulado La Ciencia Española.
En su misión en Costa Rica, el Dr. Fernández Ferraz tuvo especial cuidado en consignar los resultados de sus trabajos educacionales en dos revistas, «La Enseñanza» y «El Instituto Nacional», en relación de correspondencia continua con el distinguido educacionista cubano Felipe Mantilla, catedrático de la Universidad de Nueva York, desde donde veía con placer los trabajos de su antiguo condiscípulo de Sevilla en la educación de las repúblicas hispanoamericanas.
El Dr. Ferraz dirigió también el Instituto Nacional de Costa Rica, centro de enseñanza que contaba con veintidós profesores, y del cual han salido hombres eminentísimos y que llegaron a ocupar los primeros puestos en la administración de ese país.
Se ha distinguido, pues, este ilustrado hijo de las Hespérides, dentro y fuera de España, en la esfera de la enseñanza, probando en la práctica, como el que más, que no sólo sabe enseñar sino educar para la vida, y organizar centros de educación que podrían servir de ejemplo en muchas partes donde tales establecimientos dejan mucho que desear, y donde apenas parece haberse formado clara idea de lo que es la educación pública y nacional.
Él fue uno de los vocales de la Junta Directiva del Centro Canario que más trabajó por llevar ese instituto hacia un brillante porvenir.
El Dr. Ferraz se quedó en Costa Rica.