[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Don Santiago Hernández

Primer conde de Bellamar, vizconde de Casa Hernández, de Camagüey, y padre político de D. Mauricio de Montojo.

Vino a Cuba este dignísimo Canario casi a mediados del siglo XVIII, y dedicándose al foro, fue escribano de Cámara de la Audiencia Pretorial.

Era nuestro compatriota natural de la isla de Tenerife y poseía una vasta erudición.

Falleció a una edad avanzada, dejando a buena altura el nombre de su patria en la famosa región de Gaspar de Bethencourt Cisnero, conocido por el lugareño.

Así como los Hernández, Fumero, Cartayas, Bethencourt, etc., de la floreciente ciudad de Matanzas son otras tantas y tantas familias que honran el glorioso nombre de Los Canarios en América.

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: José de Jesús Márquez

Oriundo de Canarias, nació en la ciudad de La Habana el 15 de enero de 1837.

Fue alumno aventajado del «Colegio de Humanidades». A la edad de 15 años ingresó en la Escuela Preparatoria, pasando al año a los Estados Unidos de América, donde, después de cinco años de constante estudio, obtuvo el honroso título de Ingeniero Mecánico.

A su regreso al suelo natal, trabajó en el ingenio Santa Susana, doble tren de Derosne, donde asentó varias máquinas.

 

Sus trabajos de mecánica no le impidieron dedicarse a las Letras, y, a fin de que se pueda formar una idea de su laboriosidad intelectual, publicamos una lista, según los datos que hemos podido recoger, de las publicaciones donde se ha visto su honrada e inteligente pluma.

Fue redactor en jefe del diario republicano «El Crisol de Cienfuegos« y, en La Habana, fue director de las publicaciones diarias «Los Sucesos» y «El Sufragio».

En unión de José A. Pérez Carrión, fundó «La razón», semanario dedicado a los obreros, pasando su dirección al afamado poeta D. Saturnino Martínez, continuando en su colaboración por espacio de diez anos.

Además, hemos visto su pluma en las siguientes publicaciones:

  • «Álbum (El)», semanal, Guanabacoa
  • «Álbum de los niños», semanal, Habana
  • «Afortunadas (Las)», semanal y defensor de los intereses canarios
  • «Aurora (La)», semanal
  • «Boletín de Animales y Plantas», quincenal
  • «Buena Nueva (La)», defensor del protestantismo en Cuba, quincenal;
  • «Buscapié (El)», de crítica literaria, semanal
  • «Caricatura (La)», de sucesos y humorístico, donde colaboró desde su fundación, bisemanal
  • «Combate» de Cárdenas
  • «Concordia (La)», masónico, semanal
  • «Correo de la Tarde», político, diario
  • «Correo de La Habana», político, diario
  • «Correspondencia de Cuba», diario
  • «Cubano (El)», primera y segunda época, político, diario
  • «Democracia (La)», político, diario
  • «Demócrata» diario
  • «Diario de Avisos», diario
  • «Discusión (La)», autonomista, diario
  • «Eco de las Canarias», semanal
  • «Eco de las Damas», literario, semanal
  • «Evangelista (El)», protestante, semanal
  • «Fénix (El)», diario, Cienfuegos
  • «Fe Masónica», quincenal
  • «Fígaro (El)», literario, semanal
  • «Fraternidad (La)», masónico, semanal
  • «Fratemidad del Porvenir», masónico, semanal
  • «Fraternidad Universal», masónico, semanario
  • «Fuego (El)», dedicado a los bomberos, semanal;
  • «Gil Blas», literario semanal
  • «Hogar (El)», literario semanal
  • «Humanitaria (La)», de la Asociación de seguros sobre la vida, quincenal
  • «Ideal (El)», literario
  • «Ilustración Cubana (La)», semanal, Barcelona
  • «Infancia (La)», dedicado a los niños, semanal
  • «Incendio (El)», defensor de los cuerpos de bomberos, semanal
  • «Joven Cuba (La)», literario, de San Antonio de los Baños
  • «Justicia (La)», político, en su primera época, diario
  • «Libertad», diario
  • «Libre Pensamiento», semanal
  • «Lucha (La)», en sus primeros años
  • «Memoria de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, mensual,
  • «Mensajero (El)», político, semanal
  • «Mensajero (El)», dedicado a la instrucción, semanal
  • «Mencey (El)», defensor de los intereses canarios
  • «Nueva Era (La)», quincenal
  • «Obrero», semanal, Cienfuegos
  • «Occidente (El)», político, diario
  • «Opinión (La)», político, semanal
  • «País (El)», diario;
  • «Papalote(El)», segunda época
  • «Pitcher (El)», del base-ball, semanal
  • «Pilareño (El)», político, semanal
  • «Prensa (La)», diario
  • «Progreso (El)», politico, Guanabacoa, 1862
  • «Progreso (El)», protestante, quincenal
  • «Razón (La), político, semanal, desde 1876 a 1886
  • «Reformas (Las), semanario
  • «Regañón (El)», crítica, semanal
  • «República (La)», diario
  • «República Ibérica», diario
  • «Revista Cubana», mensual
  • «Revista Pilareña», semanal
  • «Revista de las Antillas», semanal
  • «Revista de las Canarias», semanal
  • «Revista de los Odd Felow», semanal
  • «Risa (La), semanal
  • «Risa y Llanto», semanal
  • «Revoltoso (El)», crítica, semanal
  • «Sucesos (Los)», diario
  • «Sufragio (El)», semanal
  • «Siglo (El)», diario
  • «Siglo (El)», Cienfuegos
  • «Tarde (La)», diario
  • «Timbre (El)», órgano de los bomberos, semanal
  • «Tribuna (La)», primera época, diario
  • «Unión (La)», político-republicano, semanal
  • «Unión Republicana (La)», diario
  • «Verdad (La)», de New York
  • «Voz de América», de New York
  • … y de otros cuyos nombres no recordamos.

Publicó las siguientes obras:

  • Filosofia del Trabajo, económica?social
  • La hija de bandido, novela
  • Cuba en 1851, histórica
  • Jorge o la Justicia de Dios, novela
  • Misterios de una Familia o Delitos y Penas, novela, dos tomos
  • Los hermanos del silencio, novela
  • Aventuras de un sordo, novela crítico-jocosa
  • Historia de un Paraguas, novela crítica-jocosa
  • Misterio de un Juramento, novela
  • Memorias del tío Bartolo, novela crítico-jocosa
  • La Flor de un desengaño, novela
  • Episodio de un loco, novela crítico-jocosa.
  • Folletos
  • Catecismo Democrático, tres ediciones
  • El Águila Negra
  • El Domingo de Ramos
  • Plácido y los Conspiradores de 1844
  • Cuestiones política?sociales
  • El Bautismo y sus distintas manifestaciones

Editada en Barcelona, Los Arrepentidos, novela, y la continuación, titulada Ira venganza de una loca.

Tiene varias obras inéditas, siendo la de mayor trabajo y laboriosidad su gran Diccionario enciclopédico Cubano.

José de Jesús Márquez ocupó el honroso puesto de presidente de la sección de literatura e instrucción de la sociedad Centro Canario, fue director de su escuela, e iniciador de las veladas literarias que tanto crédito dieron a la sociedad. Dicha sociedad premió sus trabajos dedicándole una medalla de oro.

Desempeñó el puesto de estacionario de la Biblioteca Pública de la Real Sociedad Económica, y habló posee nuestro amigo varios idiomas. Fue autor de los catálogos que existen en dicha biblioteca, en cuya tarea tuvo de auxiliares a los bibliotecarios D. Carlos Navarrete Romay, y D. Alfredo Zayas.

Fogoso defensor de la inmigración Canaria, y ferviente entusiasta de las glorias del país bellísimo donde nacieron sus padres, y por el amor que profesa al suelo queridísimo de los Bencomo, Guanarteme, Tanausú, Guadarfia, Majorete, Ruiz de Padrón, los Zarnoras, Méridas, Casanas, Casanoba, Castañeda, Lazo, etc., y por ser, además, el que ha tenido la amabilidad de redactar la carta-prologo de nuestra obra, publicamos con mucho gusto, y espontáneamente, en este lugar su retrato, a trueque de lastimar su reconocida modestia, pero los oriundos de las Afortunadas, como José de Jesús Márquez, no deben desdeñarse porque su nombre figure en la historia de los Canarios en América, porque muchos de ellos lo tienen ganado por sus meritos indiscutibles.

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(29) Tomamos algunos de estos datos del Diccionario Biografico Cubans del SR. D. Francisco Calcagno

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Ezequiel Abreu

Nació este ilustrado sacerdote en la Ciudad de Santa Cruz de La Palma, y vino a Cuba, con su familia, después de haber recorrido parte de Europa

El presbítero Abreu desempeñó en Cuba varios curatos.

Fue nombrado capellán de honor de Amadeo I de España.

Gozó fama de ser un profundo teólogo y de buen orador eclesiástico.

Como hombre político, sus ideas son eminentemente democráticas, y, como tal, tuvo el presbítero Abreu un corazón lleno de bondad y de sentimientos altamente humanitarios.

Nosotros nos honramos con su amistad, porque es digno de ello.

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Don Victor Fernández Ferraz

Nació en Santa Cruz de La Palma el año de 1846, hijo de D. José M. Fernández Díaz, y de doña María del Rosario Ferraz y Martín.

Fue doctor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, catedrático de latín y castellano del Instituto de Pinar del Río (Cuba), desde su fundación, y después fue nombrado para desempeñar la cátedra de lengua alemana del mismo instituto, por el gobernador general de la Isla, según propuesta de la Diputación Provincial de Pinar del Río.

Terminada su carrera en la Universidad de Madrid, fue a Costa Rica, en la América Central, donde, durante cinco años, tuvo a su cargo el desempeño de varias asignaturas en el Instituto Municipal de San Luis Gonzaga.

De regreso a su país natal, donde estuvo seis años, desempeñó varias cátedras en el colegio de Santa Cruz de La Palma, sostenido por la Sociedad de Amigos del País, todo esto gratuitamente.

Fue miembro de varias sociedades científicas y tuvo fama de profesor eminente; las gentes doctas lo llamaban «el buen hablista castellano».

Fue persona de vastos conocimientos literarios, hermano muy querido del sabio filólogo y consumado literato Dr. D. Valeriano Fernández Ferraz , ya biografiado aquí, catedrático y decano de Filosofía y Letras que fue de la Universidad de La Habana, y luego residente en Costa Rica, con su respetable esposa e hijos, y con su hermano D. Juan, también doctor en Ciencias y director del Instituto de segunda enseñanza de aquella capital, en cuyo país, eminentemente democrático, gozan de grandes y sinceras simpatías los hijos de las Antiguas Afortunadas.

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Dr. Federico Trujillo y Monagas

Era hermano de José Trujillo Monagas, el biografiado anterior.

Fue un abogado de travesura y de vasta ilustración. Estuvo ejerciendo en La Habana su honrada profesión durante algunos años.

Diole celebridad grande el ruido y antiguo pleito llamado de «Pueblo Nuevo», en el que, luchando a brazo partido con fuertes y poderosos adversarios, los trajo a una transacción.

Luego este ilustrado hijo de las Afortunadas se desempeñó en un juzgado de primera instancia en las Filipinas.

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Valeriano Fernández Ferraz

En las páginas de los periódicos de La Habana, Centroamérica y España, figura, bastante repetido, el nombre del Dr. Ferraz, pero nunca con todos los elogios que merece, porque sería larga tarea seguir su vida a través de sus méritos.

La modestia de nuestro eminente compatriota fue tan sincera que vivió la vida del sabio, y huyó de la publicidad y del aplauso, con tan decidido empeño que en vano hemos buscado datos concretos para bosquejar su historia político-científica.

Tarea hasta cierto punto innecesaria, siendo como es cierto que entre nosotros, tras evocar el nombre de Ferraz vemos destacarse en la mente, definida y arrogante, la figura de un patriota que inspira respetuosa admiración.

Con motivo de tratarse en cierta ocasión de la elección de decano para la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, el periódico El Radical, inspirándose en lo más acertado y lo más justo, propuso como candidato para tal puesto al Dr. Ferraz, y de una brillante exposición que publica de los méritos contraídos por el ilustre Canario en la carrera del Profesorado, tomamos los párrafos siguientes:

«Trátase de elegir decano para la Facultad de Filosofía y Letras de esta Universidad, y es indudable que la elección debe recaer en la personalidad más saliente de las que constituyen el claustro de dicha facultad».

«Hay que dilucidar, entre otras cosas, cuál de los profesores en actual servicio en la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad es el más antiguo. Afirmamos que lo es el Dr. Fernández Ferraz, cuyo primer nombramiento, con sueldo del Estado, data del 2 de abril de 1862, como catedrático auxiliar de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid.

En el año 1858 había ganado ya por oposición la cátedra de latín y griego del Instituto de Jerez de la Frontera, cargo al que renunció para formar parte del claustro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, según queda dicho.

El 2 de febrero del año 1866 fue nombrado catedrático supernumerario (combatiócon el célebre arabista D. Francisco Codera Zaidin), con adscripció a «Estudios críticos sobre los prosistas y poetas griegos, lengua hebrea y lengua árabe».

Por Real Orden de 8 de abril de 1868 fue nombrado el Dr. Ferraz catedrático numerario de la asignatura de lengua griega de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla. Y contrincando de nuevo con el Sr. Codera y Zaidin, ganó por oposición la cátedra de lengua árabe de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid; y después marchó con licencia a organizar y dirigir la enseñanza en la República de Costa Rica.

El gobierno de la nació llamó dos o tres veces al Dr. Fernandez Ferraz para que fuera a Madrid a ocupar su puesto de catedrático de lengua árabe, pero el profesor propagandista, verdaderamente enamorado de la obra que en la esfera plácida y tranquila de la enseñanza estaba realizando en Centroamérica, donde trabajaba con verdadero amor por difundir y arraigar en aquellas jóvenes el espíritu generoso de la España contemporánea, no acudió al llamamiento, dejando en su virtud de pertenecer al profesorado español el 22 de julio de 1872.

Estaba sembrando la semilla de la cultura intelectual en terreno virgen, y abandonando sus propios intereses, se dedicó al servicio de los intereses mayores de la Humanidad».

«Por eso, y sólo por eso, un hombre de la talla del doctor Fernández Ferraz fue declarado fuera del profesorado español, como después lo fueron un Salmerón, un Azcárate, los Giner de los Ríos, y tantos otros, que han «salido y entrado» en el profesorado español.

Por eso, y sólo por eso, ocupa la cátedra de lengua árabe de la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Madrid —dignísimamente, por cierto— el arabista Francisco Codera y Zaidin.

Por eso, y solo por eso, dejó el Dr. Fernández Ferraz de ocupar la cátedra de termino de la Universidad de Madrid y aún el decanato.

En 1882, ocurriole a nuestro amigo la idea de volver a entrar en el profesorado español, para lo cual hizo ese mismo año un viaje desde Costa Rica a La Habana, donde había de verificarse oposición a una cátedra de lengua hebrea. Mas la oposición anunciada desde Madrid con seis meses de plazo para presentarse, según reglamento, se verificó en La Habana a los tres meses de anunciada.

Con tal circunstancia, el Dr. Fernández Ferraz continuó su viaje hasta Madrid, donde ganó por oposición la cátedra de lengua árabe de la Universidad de La Habana, para la que fue nombrado el 22 de diciembre de 1882. Y aún después, en virtud de otra oposición, pasó a desempeñar la cátedra de Historia de la Filosofía.

En los cinco años que el Dr. Fernández Ferraz desempeñó la cátedra en la Universidad de La Habana, prestó grandes y útiles servicios a la enseñanza, encargándose de varias cátedras vacantes, y en ausencias de sus profesores, como son las de griego, hebreo, árabe, sánscrito, y ambos curso de metafísica, mostrando así su amor a la enseñanza de la juventud, y la rica variedad de sus conocimientos.

Hay que decirlo francamente: profesores como el Dr. Ferraz no abundan en todas partes.

En cuanto a la consideración de este catedrático como hombre de letras, hay mucho, muchísimo que decir, pero esto nos llevaría demasiado lejos.

Siendo todavía estudiante, el Sr. Ferraz, fundó, con otros compañeros, la Revista Universitaria, que después se llamó Revista de Instrucción Pública, periódico en que colaboraron hombres que ya en aquella época habían alcanzado alto renombre en la república de las Letras, y que, en su mayor parte, llegaron a ser verdaderas eminencias: filólogos como García Blanco Barcón

Críticos y eruditos como Menéndez de Luarca, y Gumersindo Laverde Ruiz

Filósofos como Sanz del Río y Martín Mateos

Polígrafos como Ramón Zambrana

Polemistas como el Dr. Mata, y su famoso colega Montels Nadals

Anticuarios como Rada y Delgado, director de la Escuela Diplomática de Madrid

Y otros.

La mencionada revista coleccionó tan importantes trabajos sobre la historia literaria de España, que ha merecido el alto honor de ser frecuentemente citada por Menéndez Pelayo en su libro titulado La Ciencia Española.

En su misión en Costa Rica, el Dr. Fernández Ferraz tuvo especial cuidado en consignar los resultados de sus trabajos educacionales en dos revistas, «La Enseñanza» y «El Instituto Nacional», en relación de correspondencia continua con el distinguido educacionista cubano Felipe Mantilla, catedrático de la Universidad de Nueva York, desde donde veía con placer los trabajos de su antiguo condiscípulo de Sevilla en la educación de las repúblicas hispanoamericanas.

El Dr. Ferraz dirigió también el Instituto Nacional de Costa Rica, centro de enseñanza que contaba con veintidós profesores, y del cual han salido hombres eminentísimos y que llegaron a ocupar los primeros puestos en la administración de ese país.

Se ha distinguido, pues, este ilustrado hijo de las Hespérides, dentro y fuera de España, en la esfera de la enseñanza, probando en la práctica, como el que más, que no sólo sabe enseñar sino educar para la vida, y organizar centros de educación que podrían servir de ejemplo en muchas partes donde tales establecimientos dejan mucho que desear, y donde apenas parece haberse formado clara idea de lo que es la educación pública y nacional.

Él fue uno de los vocales de la Junta Directiva del Centro Canario que más trabajó por llevar ese instituto hacia un brillante porvenir.

El Dr. Ferraz se quedó en Costa Rica.

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Ldo. Jose Trujillo y Monagas

D. José Trujillo y Monagas, abogado y jefe de Policía de la provincia de Santa Clara.

Nació en la ciudad de Las Palmas (Canarias). Vino a Cuba muy joven, después de haber cursado el bachillerato en su país, con notable aprovechamiento.

Ya en la ciudad de La Habana, donde a la sazón se hacían los preparativos belicosos para una expedición armada contra la isla de Santo Domingo, ingresó en el cuerpo de Sanidad Militar, que se estaba organizando, con el objeto de prestar sus valiosísimos servicios a su desventurada patria, que iba a entrar en sangrienta lucha contra los que, pocos años antes habían proclamado su unión a la nacionalidad española.

 

Enumerar uno por uno los hechos de este hijo de las Afortunadas en la campaña de Santo Domingo, tomando parte personal en más de un encuentro, batiéndose a toda prueba y con un valor extraordinario y, más aún en el cuerpo de Policía al que pertenecía, sería necesario escribir muchas cuartillas, y formar un volumen en cuarto mayor de 471 páginas, como el que tenemos a la vista, donde se relatan con mano maestra los servicios más sobresalientes de nuestro biografiado.

De la referida obra tomamos las noticias históricas, que siguen:

«En 28 de diciembre —1866— al hacerse cargo Trujillo de la celaduría del barrio de San Francisco, no estaba del todo curado de los males que contrajo en la terrible campaña de Santo Domingo, y esto, unido a que relevaba a un empleado que, además de los años que llevaba en aquella demarcación, era muy temido por la gente de mal vivir y por la ignorante que allí abundaba, y que, comparados físicamente, no podían considerar a todo lo que podía llegar Trujillo Monagas, sin tener la figura de otro en quien veían en constante sombra, sin llevar a cuentas que no puede juzgarse por la apariencia de aquí que Trujillo Monagas viese desde el primer momento todo lo que tenía que vencer, y ya que, a falta de salud, le sobraba fuerza de voluntad y firmeza de carácter, emprendió en tal concepto la difícil tarea de la persecución de los malhechores.

Y no podía ser de otra manera. Adornado el Ldo. Trujillo Monagas, que acababa de aceptar el cargo de celador, de energía, talento, astucia, valor y otras muchas circunstancias que bien pronto la gente de mal vivir que, por desgracia, infestaba por entonces el barrio de San Francisco, de conocer al celador Trujillo Monagas que llegó a hacerse temer, logrando en medio de sus achaques, contenerlos, como lo demuestra el número de prisiones llevadas a cabo, y las efectuadas en los últimos tiempos de su cargo —1869—en que, acrecentándose sus dolencias, cayó verdaderamente enfermo por fuerza de la vida azarosa que llevaba, se le separó del destino en razón a su estado y sus otros precedentes, marchando a su país natal, con el fin de reponer su salud grandemente quebrantada».

Ya de regreso a su país fue nombrado, a propuesta del jefe de Policía D. Ricardo áanchez —1873— subinspector de vigilancia del distrito tercero, demostrando asimismo en esta ocasión las altas dotes que tenia para el cargo que se le confiaba, prestando en el servicios de la mayor importancia.

Un autor manifiesta que José Trujillo y Monagas, por su talento, ilustración, perspicacia, mirada penetrante y buen sentido, había nacido para policía.

En cualquier otro país, como el de los Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, por ejemplo, donde el benemérito cuerpo de Policía está organizado en forma que no se roza con los asuntos político-administrativos, José Trujillo y Monagas habría alcanzado induda?lemente uno de los puestos más elevados del ramo.

Perseguir a los ladrones y nada más que a los malhechores, sin confundirse con la política verdaderamente dicha, como garantía de todo ciudadano honrado, es la misión. Los hombres políticos, cualquiera que sean sus principios, jamás deben confundirse con los criminales. Éste es un error que nosotros no cometeríamos nunca como hombres de gobierno.

El gobernador y capitán general de Cuba, D. Ramón Banco, apreciando los méritos de José Trujillo y Monagas, en julio de 1881 lo nombró segundo jefe del cuerpo de Policía de la Provincia de La Habana, creando para el efecto esa plaza que antes no existía.

En una palabra, si fuéramos a seguir paso a paso al hijo de las Canarias en su carrera de orden político señalando todos sus servicios, sería nunca acabar según lo dejamos significado más arriba. Y hacemos aquí punto final.

Además, el licenciado en jurisprudencia José Trujillo y Monagas fue durante muchos años miembro de la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola de La Habana, abogado consultor de la benemérita institució, y uno de sus más sinceros y decididos defensores.

Fue el Ldo. José Trujillo y Monagas poeta y periodista. Si mal no recordamos, hacia el año de 1865 formaba parte e la redacción del periódico denominado «La Prensa de La Habana», que a la sazón dirigóa Gil Gelpi, uno de sus más respetables amigos.

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Dr. Francisco Cabrera y Saavedra

Nació en la isla de San Miguel de La Palma, patria de los Díaz Pimienta, los Carballo, los Méndez Cabezola, los Capote, los Pérez Castañeda y otros varones ilustres.

Fue uno de los médicos más afamados de La Habana. Perteneció a varias corporaciones científicas y ha sido concejal del Ayuntamiento de La Habana.

Diputado a Cortes por uno de los distritos de la Capital, está considerado como uno de los Canarios de más prestigio y de gran influencia en los destinos de la Gran Antilla.

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Cristóbal Ricardo Alemán

Nació este respetable hijo de las Afortunadas en la preciosa villa de Gáldar (Las Palmas), patria de los valerosos guanartemes, antigua raza guanchinesa, que tanto distinguieron contra las huestes de Juan de Bethencourt, Juan Rejón, el obispo Illesca y el famoso guerrero Pedro de Vera, etc.

Activo y con una abnegación y constancia grande estuvo por algún tiempo dedicado al comercio en la ciudad de La Habana, con casa abierta propia y al por mayor.

Pero, inclinado desde niño a la literatura más que a la honrosa profesión del comercio, se hizo abogado, en cuya carrera es de esperar que obtenga grandes triunfos.