19-07-2025
Carlos M. Padrón
Por problemas respiratorios de vieja data falleció hoy, día 19, cerca del mediodía, en el Hospital General de La Palma. Su verdadero nombre era Adolfo, pero siempre se le llamó Álvaro.
Aunque éramos primos terceros, poca importancia tuvo eso en nuestra amistad que data del verano de 1955. Una amistad de tipo no muy frecuente porque entonces Álvaro tenía 20 años y yo sólo 16. Tal vez por una para mí afortunada casualidad, para ver jugar billar nos sentamos un día en una mesa del Bar Central y, como ambos éramos de Letras, por ahí se inició una conversación que luego siguió varios días cada semana y en el mismo lugar.
Fue Álvaro quien despertó en mí el interés por la Colección Austral y otros libros, y por las vidas de personajes españoles importantes, como Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Lope de Vega, Gustavo Adolfo Bécquer y varios más.
Como no sabíamos nadar, decidimos aprender juntos en un estanque vecino a su casa que habían recién limpiado, y allí, con salvavidas que hicimos con corcho de palma, practicamos varios días hasta que, ya sin salvavidas, pudimos cruzar el estanque.
Esas reuniones fueron a menos, sobre todo por la necesidad que ambos teníamos de atender a clases (fue un excelente estudiante), y se interrumpieron cuando en 1957 me fui a trabajar y vivir en Tenerife.
Álvaro, que con muy buenas notas había ganado unas oposiciones a Correos, un buen día llegó a Santa Cruz de Tenerife a hacer una pasantía en la oficina de Correos de allí. Como esa oficina estaba muy cerca de donde yo me alojaba, él se alojó ahí también y a diario íbamos a comer en la misma casa de comidas caseras.
Su novia, Edita, que estudiaba Magisterio, residía en La Laguna, donde también residía la novia mía, y algunos domingos salíamos los cuatro a dar un paseo por esa ciudad. Las que siguen son dos de las fotos que tomé en 1960 durante esos paseos.
Junto al monumento en honor del Padre Ancheta
Frente al busto del poeta Manuel Verrdugo
En 1961 me fui a Venezuela, pero cada vez que volví a El Paso, donde Álvaro ejercía como administrador de Correos, era para mí obligada la visita para departir con él y con Edita.
Cuando regresé a Canarias y me asenté aquí, varios amigos iniciamos reuniones semanales de las que participaban Alvaro y Edita, pero a comienzos de 2024 dejaron de asistir por los problemas de salud de Álvaro.
En uno de los paseos laguneros ya mencionados, tomé a Álvaro una foto que luego me devolvió él con una dedicatoria que hoy valoro más que entonces.
Gracias por lo mucho que para mí significaste, y que descanses en paz, querido amigo Álvaro.


