07-11-2024
Carlos M. Padrón
Ocurrió tal y como lo cuento. Sólo uno de los nombres es ficticio.
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Hasta que dejé El Paso, en los años 50, en la venta de don Vicente Pino, en la Cruz Grande, había un teléfono que los parroquianos, no recuerdo si pagando o no, usaban con frecuencia.
Un día, estando la venta llena de clientes, la mayoríae féminas, entró Gertrudis, vecina del barrio y, diciendo que necesitaba hablar con don Norberto, el entonces médico del pueblo, consiguió de don Vicente la debida autorización, se dirigió al aparato, marcó, y esto fue lo que dijo cuando contestaron del otro lado de la línea:
—Don Norberto, soy Brígida. Es que quiero decirle que esas pollas que usted me mandó me dejan el culo ardiendo.
La estruendosa caracajada fue larga y general.
