28-08-2024
Carlos M. Padrón
Ocurrieron tal y cómo los cuento. Los nombres, cuando los hay, son ficticios.
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Además de bajo de estatura, Genaro tenía un hablar defectuoso que le llevaba a alterar o suprimir la primera letra de las más de las palabras. Gustaba mucho del sexo, pero Benita, su mujer, no compartía tanto ese gusto.
Vivían en una cuasi chabola que compartían, tabique de cartón por medio, con otra familia, uno de cuyos hijos cuenta que cuando Genaro llegaba tarde en la noche y Benita estaba ya acostada, él trataba de hacerle el amor, pero ella, por toda respuesta, le daba la espalda y se encogía como un ovillo, ante lo cual Genaro, suplicante, le decía “Enerésate, Enita, e areces el arco e la ira”.
