Una niña de cuatro años entró en un bar, se sentó en la barra y le pidió al cantinero un tequila, a lo cual el cantinero, alarmado, contestó:
«¡No, niña, aquí no le vendemos alcohol a los menores de edad!»
«¡Vamos, cantinero, sírvemela!», suplicó la niña. «Aquí tengo para pagarte. ¡Sólo quiero olvidar mis problemas!»
«¿Qué problemas puedes tener, si apenas tendrás unos cuatro años'»
«Sí, pero ya no soy virgen, cantinero», respondió compungida la niña.
«¿¡¡QUÉEE!!? ¿Qué dices, criatura? ¡Si aún eres muy pequeña para eso y….!»
«Lo dicho, cantinero: ¡Ya no soy virgen!»
«Pero, ¡no es posible!»
«Sí que lo es, cantinero: ¡la maestra me sacó del Nacimiento!»
