[LE}– ‘Tráiler’, mejor que ‘trailer’

15-08-2017

Tráiler es la adaptación al español del término inglés trailer, en referencia a los ‘fragmentos de una película que se proyectan antes de su estreno con fines publicitarios’.

En los medios de comunicación se pueden encontrar frases como 

  • «Primer trailer de El muñeco de nieve»,
  • «The crown lanzó el trailer de su segunda temporada» o
  • «Se estrena el trailer de La llamada».

El Diccionario Panhispánico de Dudas recoge tráiler como ‘extracto de una película que se proyecta, con fines publicitarios, antes de su estreno’, y el Diccionario Académico remite de tráiler a avance, variante válida en español dentro del ámbito cinematográfico.

Esta misma adaptación al español se usa para referirse a un ‘tipo de remolque cuya parte delantera se apoya y articula sobre el vehículo tractor’.

Conforme a las normas de la Ortografía de la Lengua Española, lo apropiado es escribir este término con tilde en la a y formar su plural añadiendo -es: tráileres.

Así, en los ejemplos anteriores lo correcto habría sido preferible escribir

  • «Primer tráiler de ‘El muñeco de nieve’»,
  • «The crown lanzó el tráiler de su segunda temporada» o
  • «Se estrena el tráiler de La llamada».

Fuente

[Hum}– El negro del ascensor

Un hombrecito de pequeña estatura entró a un ascensor dentro del cual venía ya, solo, un negro enorme, como esos monstruosos jugadores de baloncesto. Al reparar en él, el hombrecito dudó entre si entrar o esperar otro ascensor, pero al final, y con visible temor, decidió entrar y se acurrucó en la esquina más alejada del negro.

Luego de un corto silencio, que a nuestro pequeño hombre le pareció una eternidad, se escuchó la voz áspera del negro que dijo:

—Tengo 2,05 metros de altura, 155 kilos de peso, y pene de 33 centímetros. Mucho gusto, Dante Svelta.

Y dicho lo cual, le extendió la mano al hombrecito en señal de saludo, pero, por toda respuesta, el hombrecito cayó desmayado.

Asombrado, el negro lo tomó entre sus brazos y le dio unas leves cachetadas para ver de reanimarlo. Cuando por fin el hombrecito abrió los ojos, el negro, preocupado, le preguntó:

—¿Qué le pasó, mi amigo?

El hombrecito, mirando al negro con ojos desorbitados, le preguntó con un hilo de temblorosa voz:

—¿Me… me… puede usted re… repetir lo… que… que… me… me… dijo antes?

—Por supuesto, amigo. Yo quise presentarme y le dije mi estatura, mi peso, la longitud de mi pene, el peso de mis testículos, mi nacionalidad y mi nombre completo, que es Dante Alvelta.

—Uy, ¡qué alivio!. Yo entendí ‘date la vuelta’.