Durante una visita al Hospital Psiquiátrico de Lídice, Chávez le preguntó al Director qué criterio se usaba para determinar si un paciente estaba suficientemente loco como para ser hospitalizado.
«Bueno,» dijo el Director: «Llenamos una bañera. Luego ofrecemos al paciente una cucharita, una taza y un balde y le pedimos que trate de vaciar la bañera».
“Ah, entiendo —dijo Chávez—. Una persona normal usaría el balde porque es más grande que la cucharita y la taza”.
“No —replicó el Director—. Una persona normal sacaría el tapón de la bañera. A propósito, ¿desea Usted una habitación solo o acompañado?”.
