Estando en el aeropuerto con su jefe, y ambos en espera de iniciar un vuelo, el gallego Manolo ve que un hombre se para frente a una máquina de refrescos, le mete 1 euro y saca una lata.
Cuando el hombre se retira, Manolo se acerca a la máquina, mete 1 euro y le sale una lata; mete otro euro y le sale otra; y así lleva ya 15 latas cuando su jefe viene hasta él y le dice:
—Manolo, déjelo ya que se va el avión.
—¿¡Cómo lo voy a dejar ahora que estoy en racha!?
