Una pareja de gallegos recién casados, hijos ambos de nuevos ricos, deciden tener descendencia, pero resulta que, por más que lo intentan, nada de nada. Al cabo de un año de intentos y más intentos, todos fallidos —en Berna, Paris, Londres y todas partes— ya más que preocupados deciden investigar, vía Internet y desde el despacho de abogados de papi, si en algún lugar del mundo hay alguien que, a cualquier precio, pudiera ayudarlos a ver realizado su sueño de ser padres.
Por fin la secre de papá encuentra un «ue sai» en el que un médico de los USA dice que tiene un método maravilloso, aunque supercaro y reservado a parejas con alto poder adquisitivo y dispuestas a pagarse el viaje a Nueva “Yor”. Así que, sin más y con el dinero de papi (claro está), nuestra pareja se monta en el avión y se van a La Gran Manzana.
Al día siguiente, muy temprano, se presentaron en el consultorio del famoso médico, que los recibió de inmediato. Pero ellos no hablan inglés, y además, el doctor tampoco habla español (¡qué falta de cultura!). Así que, por señas, consiguen entender que lo que el médico quiere es verlos en acción.
La pareja, un poco aturdida y avergonzada, lo consulta antes por celular con papi, y deciden (bueno, decide papi, que para eso es el que tiene la plata, y les pagó el viaje y la consulta) que no hay más remedio. Así que hacen lo que les pide el doctor.
Se ponen a darle con todo su brío, y el doctor se queda allí, mirando, observando atentamente, desde cada ángulo, cada posición, arriba, abajo, derecha, izquierda… Hasta que, por fin, dice «STOP» (que se entiende en cualquier idioma, por lo de la señal de tráfico). Se sienta en su mesa, con aire interesante, y, sin mediar palabra (¿para qué?), extiende la receta.
Muy contentos, vuelven nuestros tórtolos a La Coruña, su ciudad natal, y van corriendo a la farmacia de guardia para pedir su receta:
—Buenas noches.
—Bueeenas.
—¿Tiene Triteoterole?
—¿Cómo dice?»
—Que si tiene TRI-TE-OTER-OLE.
—Triteoterole, triteoterole… No me suena a nada conocido.
—¡¿Cómo que no?! Oiga, venimos ahora mismo de Nueva “Yor” y eso nos lo recetó un superdoctor de allá.
El farmacéutico saca su mano por el ‘agujerito de guardia’ y les pide ver la receta. La lee y, perplejo, les dice:
—Creo que ustedes leyeron mal. Lo que aquí dice es ¡¡¡¡¡TRY THE OTHER HOLE!!!!!!
