23-10-2015
Carlos M. Padrón
Sobre el riesgo que implica el instinto maternal y sus peligrosos efectos, ya he hablado en varios artículos, siendo éstos los tres más recientes:
Por eso me ha gustado tanto lo que en el artículo de fecha 14 de este mes ha escrito nada menos que una mujer: Eliane Brum. Una mujer que, por lo que veo, ha sabido analizar muy bien lo que hay tras la maternidad y el instinto a ella asociado, ése que anula la razón.
De lo escrito por Eliane Braum, destaco esto:
«Es necesario confrontar el mito de la maternidad, que aplasta a las mujeres desde hace tantos siglos. La idea de que ser madre es la realización suprema de cualquier mujer, y eso de que nos convertimos en mujeres más completas al vivir la experiencia de la maternidad es una trampa en la que algunas de nosotras caemos alegremente; otras incluso se tiran a ella.
Aún hoy en día las mujeres que no tienen hijos son vistas por muchas de sus contemporáneas como una especie de seres por la mitad; ora histéricas, ora frustradas, y para siempre incompletas. En el mismo sentido, es necesario combatir la idea de que la maternidad es feliz. Es feliz incluso cuando es triste, el clásico “ser madre es padecer en el paraíso”».
