[LE}– Otras 22 palabras que no imaginas que están en el diccionario

25/09/2015

Elena Mengual

Hace un año nos colocábamos la escafandra para sumergirnos en las profundidades del DRAE y extraer 22 palabras que (pese a estar admitidas) si no las ves, no te las crees.

Superado el trauma de las almóndigas y el papichulo —si es que algo así se puede superar—, volvemos a enfundarnos el traje de buzo para repetir el ejercicio con objeto de maravillarnos una vez más ante la riqueza de nuestro idioma. Y nos encontramos con:

Motolito

En contra de lo que podías pensar, no es un motor pequeño en un taller mecánico chino. El idioma español es rico en insultos, y motolito puede ser una forma sutil de llamar «necio, bobalicón» a alguien. Claro que, si vives de motolito, es que eres más bien avispado, porque significa «mantenerse a expensas de otra persona».

Rifarrafa

No, no es una palabra inventada por una madre en plan «ni rifirrafe, ni rifarrafa». Tampoco es una pelea con un tal Rafa. Rifarrafa es una vendedora del mercado.

Tajalápices

Aunque a los asturianos probablemente les suene tan familiar como «guaje» o chigre, lo cierto es que en el resto de la Península lo que se usa es un sacapuntas.

Guiri

Lo más probable es que cuando piensas en un «guiri» sea la imagen de turista extranjero la que te venga a la mente. Sin embargo, el DRAE no lo recoge hasta la tercera acepción.

Guiri viene del vasco guiristino (cristino) y es «el nombre con el que durante las guerras civiles del siglo XIX, designaban los carlistas a los partidarios de la reina Cristina».

¿Cómo te quedas? ¿Y si te digo que la cuarta acepción de guiri es «miembro de la Guardia Civil»?

Bonico

Este término se utiliza en Murcia y Teruel. Dada la afición de los murcianos por añadir el sufijo «ico», se podría pensar que es un piropo. Pero no, bonico es una locución adverbial que significa «en silencio, en voz baja». Así que si te dicen «en marcha bonico» no te hagas demasiadas ilusiones.

Murciégalo / Morciguillo / Murceguillo

Una vez más se demuestra que los niños de tres años son sabios. Si no, explícame tú cómo es posible que a tan temprana edad sepan que «murciégalo» está perfectamente dicho.

De hecho, el término original en castellano era ése, derivado de «murciego», derivado a su vez del latín mus (ratón) y caecus (ciego). El diccionario sigue admitiendo ambas formas para el animalito, al que también se le puede llamar morciguillo o murceguillo, aunque estas formas son más propias de La Mancha y Levante.

Por cierto, crocodilo también está admitida.

Crac y crack

Porque no es lo mismo crac que crack. ¿Que la Bolsa se hunde? Hace crac. Que Gasol mete 40 puntos, es un crack (eso sí, en cursiva). Que Gasol rompe el marcador, el crack hace crac.

Nebro

Si en la anterior entrega descubríamos que palabras como «Ño» o «Norabuena» estaban admitidas, ¿cómo no lo iba a estar nebro? Pudiendo usar un bisílabo, vas a perder tiempo diciendo «e-ne-bro»?

Pepero

Lo que lees. Como indica el diccionario, viene «del deletreo de la sigla PP y -ero» (nunca lo habríamos adivinado) y hace referencia a algo perteneciente al Partido Popular o a un afiliado al PP.

Cebiche, sebiche, ceviche, seviche

Una palabra que, sin duda, habría hecho las delicias de García Márquez, no porque sepamos que tuviera afición al plato peruano, sino por su aversión a la ortografía. La escribas como la escribas, estará bien.

Bizarro/a

La típica palabra que se usa mal continuamente en prensa (dicen que cada vez que un periodista la utiliza como sinónimo de «raro», muere un gatito). Bizarro en castellano quiere decir «valiente, arriesgado» y «generoso, espléndido», pero no «extraño».

El motivo del equívoco es que esta palabra se incorporó a nuestro idioma procedente del italiano, donde quiere decir «iracundo», y no del francés o del inglés ‘bizarre’, que sí quiere decir «raro». Según el Diccionario Panhispánico de Dudas, debe evitarse su empleo con el sentido de ‘raro o extravagante’. Algo con lo que, claramente, no está todo el mundo de acuerdo.

Chapó

Viene del francés ‘chapeau’ (sombrero) y, además de ser una expresión de admiración, es un «juego de billar que se juega en mesa grande, con troneras y con cinco palillos que se colocan en el centro de la mesa y que tienen diverso valor para el tanteo». Si ganas en una sola jugada, haces chapó.

Cujón

No es un taco. Cujón es lo mismo que cojugón, que es como se le llama a «cada una de las puntas que forman los colchones, almohadas, serones…».

Volteleta

Esto es como lo de la almóndiga. La palabra es voltereta, pero si lo dices como si fueras chino, también está bien.

Regüeldo

No confundir con revuelto de champiñones, porque un regüeldo es la «acción y efecto de regoldar». O sea, eructar.

Manflorita

Se deriva de la palabra «hermafrodita», pero hace referencia a un hombre afeminado.

Gomia

Si eres de Madrid, es muy probable que en tu niñez hayas escuchado/utilizado la expresión «no seas gumia». Una vez más, los niños son sabios, pero no tanto. La palabra viene del latín gumia, que quiere decir «comedor, tragón», pero en castellano es gomia.

Nocaut, baipás, oenegé, zum

Son palabras que no tienen nada que ver entre sí, salvo que se han incorporado al diccionario tal cual suenan.

Como el verbo noquear, nocaut procede del inglés knock-out, y es el golpe que deja fuera de combate. Baipás viene de bypass, zum de zoom y oenegé de ONG.

Follisca

Follisca es un americanismo y quiere decir pelea.

Guitarro

Guitarro es una guitarra pequeña.

Lechucero

Se utiliza en Ecuador, y hace referencia al taxista que trabaja en el turno de noche, por aquello de convivir con las lechuzas.

Trocha1

Si eres aficionado al monte, te parecerá una palabra de lo más normal; no tanto a los urbanitas. No tiene que ver ni con las truchas ni con las tochas. Una trocha es «una vereda o camino angosto y excusado, o que sirve de atajo para ir a una parte» o un «camino abierto en la maleza».

Si la utilizas, realizas la acción de atrochar, que es el «campo a través» de toda la vida.

Fuente

(1) NotaCMP.- En Venezuela es de uso común.

[Hum}– Cuándo un hombre debe usar pendiente

Un día, en un hospital, uno de los médicos reparó que su colega, muy conservador, estaba usando un pendiente.

—No sabía que te gustase ese tipo de cosas—, le comentó.

—No es nada especial, es sólo un pendiente—, respondió el colega.

—¿Y desde cuándo lo usas?

—¡Desde que mi mujer lo encontró en el coche la semana pasada y le dije que era mío!