Adán deambulaba por el Jardín del Edén sintiéndose muy solo. Al verlo así, Dios le preguntó:
—¿Qué te pasa, Adán?
Adán respondió que no tenía a nadie con quien hablar, a lo que Dios le ofreció que crearía para él una compañía que sería una mujer, y explicó:
—Esa mujer recogerá comida para ti, cocinará para ti, y, cuando descubras la ropa, ella la lavará para ti. Siempre estará de acuerdo con cualquier decisión que tomes, y será siempre la primera en admitir que se equivocó si entre ustedes hubiera un desacuerdo. Ella orará por ti, cuidará de tus hijos, y nunca te pedirá que te levantes a mitad de la noche para ocuparte de ellos. Nunca tendrá dolor de cabeza, y te dará amor y pasión cada vez que los necesites.
Intrigado, Adán preguntó:
—¿Y cuanto me costará esa mujer?
A lo que Dios respondió:
—Un brazo y una pierna
—¿Y qué podrías darme por una costilla—, preguntó Adán
El resto es historia.
