[Hum}– A hope

An Amish boy and his father were visiting a mall. They were amazed by almost everything they saw, but especially by two shiny, silver walls that could move apart and then slide back together again. The boy asked,

—What is this, Father?

The father (never having seen an elevator) responded,

—Son, I have never seen anything like this in my life, I don’t know what it is.

While the boy and his father were watching with amazement, a fat, ugly old lady in a wheel chair rolled up to the moving walls and pressed a button. The walls opened and the lady rolled between them into a small room.  The walls closed and the boy and his father watched the small circular numbers above the walls light up sequentially. They continued to watch until it reached the last number and then the numbers began to light in the reverse order.
Finally the walls opened up again and a gorgeous, voluptuous 20-something blonde woman stepped out.

The father, not taking his eyes off the young woman, said quietly to his son:

—Hurry, go and get your Mother, right away!

[LE}— ¿Pivón o pibón?

01/09/2015

Últimamente oigo mucho la expresión «pibón» (o «pivón», ésa es la duda) para referirse a una chica o a un chico muy atractivo o espectacular. ¿Se escribe con «b» o con «v»?

Es un aumentativo de pibe, aunque ya se haya lexicalizado con un significado específico, por lo que la escritura apropiada en pibón (y también en pibonazo) es con b.

[*Opino}– Acerca de la vitamina C la A y los resfriados

23-09-2015

Carlos M. Padrón

Antes de pasar a comentar el contenido del artículo que copio abajo, debo destacar una observación de mi cosecha.

Eso de llamar zumo a lo que es jugo, me cae sólo un poco menos mal que lo de llamar ordenador a lo que es un computador. Al igual que por este medio he preguntado por qué en España no dicen ambiente ordenacional o superordenación, sino ambiente computacional y supercomputación, pregunto ahora: ¿alguien ha escuchado decir naranjas zumosas? Aunque la palabra está en el DRAE, llegado el caso se dice jugosas.

Y ahora sí voy con lo de la vitamina C.

Hace unos 30 años comencé a contraer un resfriado cada vez que me exponía a un cambio fuerte de ambiente caluroso a ambiente frío, y por eso, y a medida que esa para mí alergia empeoraba, comencé a andar con chaqueta todo el tiempo, aunque hiciera calor.

Creo que no fueron menos de 10 los médicos, algunos especialistas, a los que consulté al respecto, pero ninguno me dio solución satisfactoria. Uno —aunque parezca increíble— me dijo que consultara con un homeópata, cosa que yo había ya hecho, sin resultado positivo, en 1990, pero que, ante este consejo autorizado, repetí en 2013, con iguales resultados.

Salvo un caso muy claro en que el resfriado me comenzó inmediatamente después de haber sufrido yo un disgusto porque, estando en El Paso, se rompió el disco duro externo donde yo había llevado todos los archivos para usar en la computadora, los episodios de resfriado comenzaban por cosquilleos en la nariz y picor en la garganta, y lo único que me funcionó para detenerlos y que no llegaran al resfriado fue tomar una pastilla de Talzic (un antialérgico) o de AirBorne (un complejo vitamínico); a veces, y dependiendo de lo fuerte de los síntomas, tomaba yo ambos. Y desde hace años llevo siempre conmigo Talzic, por si acaso.

Era casi irritante que cuando yo recurría a esos remedios y luego seguía en lo mío, aproximadamente una hora después reparaba, asombrado, en que los síntomas habían desaparecido como por arte de magia.

A comienzos del pasado año 2014 descubrí que a veces despertaba yo ya resfriado, y que esos síntomas se presentaban siempre cuando me sentaba el sofá que en casa usamos para ponernos a ver TV.

¿Había algo en común entre esos episodios?

Después de mucho analizar concluí que podría ser la diferencia de temperatura entre pecho y espalda, pues cuando yo despertaba resfriado notaba que la temperatura estaba más baja de lo común, y cuando me sentaba en el sofá, poco a poco mi espalda iba calentándose mientras que, con el aire que entraba por la ventaba, mi pecho iba enfriándose.

Probé a poner una tabla entre mi espalda y el sofá, y los síntomas no se presentaron más. Pero, ¿cómo detenerlos mientras yo dormía?

En enero de este año 2015, por e-mail expuse el caso al Dr. José Antonio Rodríguez, médico paisano mío que reside en España. Luego de varios mensajes, me dijo que seguramente mi sistema inmune no estaba bien; que tomara cada día 1.000 mg de vitamina C, y que, a meses alternos, tomara, durante los 10 primeros días de cada uno de ellos, 50.000 unidades de vitamina A, pero no más.

Como yo apenas había salido de uno de esos resfriados que me había dado a finales de diciembre de 2014, a finales de enero de 2015 comencé con los 1.000 mg de vitamina C, y el 1° de febrero comencé a tomar, cada día y hasta el día 10, las 50.000 unidades de vitamina A (que repetí en abril, junio, y agosto).

Pocos días después dejé de usar la tabla entre mi espalda y el sofá, y casi no se presentaron los síntomas que antes sí aparecían, aunque no desaparecieron del todo. Ante esto, opté por subir a 1.500 mg la dosis de vitamina C y, para mi muy grata sorpresa, esos síntomas no se presentaron más.

La mejora ha sido hasta el punto de que en el viaje del pasado agosto a Canarias pude andar en la calle en mangas de camisa sin que nada me pasara, algo que hacía años que no podía hacer sin arriesgarme al resfriado. También me ha ayudado el ducharme con agua a temperatura ambiente, cosa que hago cada mañana apenas dejar la cama.

Según el artículo de abajo, la vitamina C no ayuda en nada contra el resfriado, pero ese mismo artículo dice que el consumo de vitamina C «tiene un indiscutible efecto desestresante, ya que actúa sobre la respuesta de la glándula adrenal al estrés, reduciendo los niveles sanguíneos de cortisol, la hormona que fabricamos en situaciones de emergencia y que, producida de forma crónica, puede anular nuestras defensas y exponernos a todo tipo de enfermedades».

Pues bien, el estrés ha sido para mí una constante desde poco menos de hace 30 años, y en 2004 arreció hasta el punto de que mis médicos me pusieron bajo tratamiento para reducir sus perniciosos efectos. Y el disgusto por la rotura del disco duro simplemente me disparó el estrés, bajó mis defensas y, de golpe, apareció el resfriado.

En conclusión, y al menos en mi caso, tal vez la vitamina C no me ayude a combatir el resfriado si ya lo tengo, pero sí me ayuda a evitarlo. Es más, he batido un récord: el último resfriado que me dio fue, como dije, a finales de diciembre de 2014, o sea, que hace NUEVE (9) meses que no he vuelto a padecer algo que en el pasado llegó a afectarme hasta dos veces al mes.

Aunque ya di personalmente las gracias al Dr. José Antonio Rodríguez, se las doy de nuevo por este medio, y espero que lo que él me recomendó sirva de ayuda a alguien.

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22 SEP 2015

Elena Sanz

Para qué sirve realmente la vitamina C (y para qué no)

Si se pregunta si bebiendo zumos1 de naranja o tomando suplementos de vitamina C podría evitar coger un resfriado o contraer la gripe este invierno, la respuesta es rotundamente que no.

Que este falso mito esté tan extendido se lo debemos al doble Premio Nobel de Química y de la Paz Linus Pauling, que en los años 70 del pasado siglo publicó un libro titulado «La vitamina C» y el resfriado común, en el que defendía que unas altas dosis de esta sustancia, concretamente 3.000 miligramos al día —50 veces la actual cantidad diaria recomendada (CDR)— evitaban la bronquitis, la alergia, la fiebre, la neumonía y los resfriados.

Sin embargo, los 29 estudios científicos que se han realizado desde entonces hasta hoy tratando de confirmar estas propiedades de la vitamina C han llegado a la conclusión de que esta molécula no le hace ni cosquillas ni al virus del resfriado ni al de la gripe. Es decir, ni acorta la duración de las infecciones del tracto respiratorio superior ni reduce sus síntomas.

Sólo se ha encontrado una excepción: a los corredores de maratones y los esquiadores, sometidos a un ejercicio físico intenso durante un período breve, beber un vaso de zumo1 de naranja (200 mililitros) les supone disminuir hasta un 50% el riesgo de constiparse, tal y como concluía una revisión de estudios sobre la vitamina C publicada recientemente en la revista The Cochrane Library. En el resto de la población, tomar vitamina C para reducir los resfriados no tiene ningún sentido.

No obstante, y a pesar de su ineficacia como anticatarral, la vitamina C se puede considerar saludable por otros motivos.

Samuel Campbell, biólogo de la Universidad de Alabama (EEUU), ha comprobado que su consumo tiene un indiscutible efecto desestresante, ya que actúa sobre la respuesta de la glándula adrenal al estrés, reduciendo los niveles sanguíneos de cortisol, la hormona que fabricamos en situaciones de emergencia y que, producida de forma crónica, puede anular nuestras defensas y exponernos a todo tipo de enfermedades.

A la vista de sus hallazgos, Campbell postula que nuestros ancestros tenían una dieta tropical rica en frutas que les aportaba una dosis muy alta de vitamina C. Y defiende que «la constitución fisiológica que hemos heredado podría hacer que, para mantenernos sanos en un entorno cambiante y estresante, necesitemos dosis de vitamina C mucho más elevadas de las que figuran en las cantidades diarias recomendadas (CDR)», que legisla cada país basándose en recomendaciones generales de la FAO y la OMS. En el caso de la vitamina C, en España la dosis diaria recomendada actualmente es de 80 miligramos.

Otra idea errónea que circula acerca de la vitamina C es que la naranja es la fruta más rica en este micronutriente. Pero lo cierto es que, mientras que una pieza de este cítrico aporta 69 miligramos de vitamina C, un solo tazón de fresas contiene 84,7 miligramos, una pieza de mango aporta 122,3 miligramos, media taza de pimientos chile 107,8 miligramos, y un pimiento rojo en torno a 190 miligramos.

Si usted es hipertenso, el consumo de vitamina C también puede beneficiarle. Científicos del Instituto Linus Pauling, de la Universidad Estatal de Oregón, han demostrado que un suplemento diario de 500 miligramos de vitamina C reduce la presión arterial en pacientes hipertensos. Concretamente, en los ensayos se redujo la presión diastólica y sistólica —mínima y máxima— en un 9%.

«Esto aporta un modo relativamente sencillo de mantener la presión arterial de estos pacientes en niveles adecuados sin los altos costos ni los posibles efectos secundarios negativos de la mayoría de fármacos», explica el investigador Baiz Frei, que publicaba sus conclusiones en American Journal of Nutrition.

La vitamina C parece ser, asimismo, un buen aliado en la lucha contra el cáncer. El oncólogo Chi Dang, de la Universidad Johns Hopkins, demostró hace unos años que, por su efecto antioxidante, esta molécula bloquea la proteína HIF-1, que es la que permite que, cuando falta oxígeno, las células cancerígenas puedan seguir usándolo convirtiendo el azúcar en energía. En otras palabras, «el consumo de esta molécula detiene los tumores, los deja sin fuerzas e impide que crezcan», tal y como explicaba Chang en la revista especializada Cancer Cell.

Lo que también ha confirmado la Ciencia es que la vitamina C es beneficiosa para la piel. En concreto, un estudio reciente de la Universidad de Leicester demostró que contribuye a la curación de las heridas en la piel, y evita que el ADN de las células de ella se dañe, por ejemplo cuando se exponen a demasiada radiación ultravioleta procedente del sol.

«La vitamina C favorece la cicatrización estimulando a los fibroblastos para que se dividan y acudan al área dañada, además de aumentar su capacidad de reparar mutaciones en el material genético», especifica Tiago Diarte, coautor del trabajo.

A esto se le suma que ingerir un suplemento diario de vitamina C resulta tan beneficioso para el sistema cardiovascular como practicar deporte asiduamente, de acuerdo con un nuevo estudio de la Universidad de Colorado (EEUU). Según los autores de la investigación, los vasos sanguíneos de las personas obesas tienen una elevada actividad de la endotelina 1 (ET-1), una proteína que hace que las venas y arterias se contraigan más y respondan peor a la demanda de sangre, lo que aumenta el riesgo de sufrir infartos e ictus.

Desde hace tiempo se sabe que el ejercicio físico rutinario reduce la actividad vasoconstrictora de la ET-1, pero, incluso si los pacientes se resisten a abandonar su vida sedentaria, hay una alternativa igual de eficaz, que consiste en ingerir 500 miligramos de vitamina C cada día. Dicho en otros términos, una buena carrera protege el corazón tanto como beber un litro diario de zumo* de naranja.

Fuente

[LE}– ‘Para ganar’, mejor que ‘en busca de ganar’

23/09/2015

La secuencia para + infinitivo (para ganar las elecciones) es preferible a en busca de + infinitivo (en busca de ganar las elecciones).

En los medios de comunicación pueden encontrarse frases como

  • «Mario Suárez entró en su lugar en busca de ganar presencia en el centro del campo»,
  • «Sarmiento acumuló refuerzos en busca de cumplir su objetivo» o
  • «Se movilizaron cinco patrullas en busca de sorprender a los automovilistas ebrios».

La Nueva Gramática de la Lengua Española indica que es muy infrecuente que la secuencia en busca de aparezca seguida de una oración subordinada, como en «Se anunció un paro de 24 horas en busca de que dicho bono se hiciera efectivo», donde, por una cuestión de naturalidad expresiva, habría bastado con escribir «… para que dicho bono…».

Esta afirmación es aplicable a los casos en que en busca de precede a un infinitivo, de modo que en los ejemplos anteriores habría sido mejor escribir

  • «Mario Suárez entró en su lugar para ganar presencia en el centro del campo», y
  • «Sarmiento acumuló refuerzos para cumplir su objetivo» 

o, con la construcción de gerundio,

  • «Se movilizaron cinco patrullas buscando sorprender a los automovilistas ebrios».

Por otra parte, también la secuencia en busca de + sustantivo es preferible a en busca de + infinitivo, siguiendo el modelo de expresiones similares como la busca/búsqueda de la victoria (con el sustantivo victoria), mejor que la busca/búsqueda de ganar (con el infinitivo ganar).

Así pues, en frases como «Es la historia de un ave maravillosa, llena de nostalgia, fuerza y fe que va en busca de cumplir un sueño», habría sido mejor optar por «… que va en busca de un sueño» o, utilizando el gerundio, «… que va buscando un sueño».

Fuente

[*Opino}– Totalmente de acuerdo con estas opiniones de Pérez-Reverte

22-09-15

Carlos M. Padrón

Sí, del artículo que copio abajo, que es de una entrevista hecha a Arturo Pérez-Reverte, quiero destacar los pasajes en los que, según ya he dicho, coincido con él, coincidencia que me llena de satisfacción porque Pérez-Reverte tiene un nivel al que yo ni de lejos llego.

  • El desprecio por lo políticamente correcto.
  • Lo de que en este mundo lo peor es la estupidez. También, a su manera, lo dijo Einstein.
  • «De nada vale una urna si el que vota es analfabeto». Es la debilidad que, en mi opinión, tiene la democracia actual: que el voto de un analfabeto vale igual que el de un ilustrado.
  • «Las redes sociales son un bar de analfabetos». Ya dije AQUÍ que, para mí, aparte de la utilidad que a veces prestan las redes sociales, Facebook —y posiblemente también otras redes sociales— es un sitio para la chismografía cuyos adeptos (¿o adictos?) parecen padecer de deseos de figuración y de ostentación social con ribetes de narcisismo.
  • El problema de la Educación actual es que se ha dejado de lado la búsqueda y cuidado de la excelencia, y lo que se busca es «igualar por debajo», o sea, «machacar al brillante por ser brillante, para igualarlo al mediocre».
  • Y, en cuanto a las fotos, ya expresé AQUÍ mi opinión.

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22/09/2015

Pedro Simón

Entrevista con Arturo Pérez-Reverte: ‘En España, desgraciadamente, la palabra ha dejado de ser peligrosa’

Vive en un batiscafo abisal de sables y libros, luce ese escepticismo del que lo ha visto casi todo con una libreta en la mano y, de cuando en cuando, emerge de las profundidades para hacer apnea de sí mismo.

Y dice que «Envejecer significa dejar de ser cosas que has sido. Cuando me viene esa sensación de que estoy dejando de ser lo que he sido, me voy a navegar».

—¿Por qué?

—Porque navegar no es estar tomando el sol en Formentera. Es mal tiempo, temporales, tratar de no perder el barco, de no perderte tú.

De Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) nos habían dicho que es un corsario difícil, que en los duelos dispara antes de contar 10. Como en la vida, casi nada es verdad.

—¿Prefieres respuestas largas o cortas?

—Como tú quieras, Arturo.

—Bueno, procuraré hacértelo lo más fácil que pueda. ‘Hombres buenos’ es un homenaje a la razón. ¿Quedan hombres de aquellos hoy en día?

—Claro que quedan. Lo que pasa es que las elites intelectuales, que son las que siempre han marcado el camino en el mundo ilustrado, cada vez están más asfixiadas por lo políticamente correcto, por la injerencia de los políticos en territorios culturales que no son los suyos ni los conocen.

Digamos que la voz de los hombres buenos cada vez está más apagada y se escucha menos. De todas formas, el hombre bueno por excelencia es el maestro. Es el que ilumina a los jóvenes, el que abre el camino. De ellos depende el futuro.

—Según Rafael Chirbes, los malos siempre ganan. Y, entre los malos, el peor de todos.

—Chirbes era un hombre bueno; y tenía razón: casi siempre gana el peor. El malo no tiene ningún escrúpulo a la hora de utilizar las herramientas de la maldad, mientras que el bueno tiene líneas rojas que no pasa. Y si, además, unes la ignorancia, y la osadía que da la ignorancia…

A veces oyes hablar a un político y te dices: «Madre, ¿cómo este tío, que no sabe hilar sujeto, verbo y predicado, que no tiene no ya un discurso intelectual normal, sino un discurso sintáctico normal, se atreve a pretender orientar la vida de los demás?». Cuanto más preparado estás, más prudente eres, porque sabes que el mundo está plagado de minas.

—El Premio Columnistas del Mundo trata de honrar la memoria de José Luis López de Lacalle, asesinado por ETA, y otros compañeros. ¿Tan peligrosas son las palabras?

—En España, la palabra, desgraciadamente, está dejando de ser peligrosa; hablo de la palabra como arma, como el arma de aquél que no quería otra arma. Es un arma que ha sido eficaz durante 3.000 años; el arma más afilada que la espada. En un tiempo como éste, la palabra ha sido tan devaluada que ha sido sustituida por la imagen. Ha perdido influencia, vigor, eficacia. La gente buena todavía acude a donde están las palabras, pero la gente estúpida, la gran masa, acude a la imagen.

—Tus columnas son arcabuzazos.

—Son duras. Hay gente que piensa que yo soy así, pero es que esas columnas tienen un objetivo: que sean eficaces. Vivimos en un país en el que, si no le pateas el hígado a la gente, ésta no se da por aludida, y esa brutalidad es necesaria. Yo no soy brutal en mi vida normal, pero la columna es otra cosa. Ahí acudo a la brutalidad, al insulto, a la violencia, porque sé muy bien que, si no pateas la cara de algunas personas, esa columna pasaría inadvertida.

—¿A dónde toca disparar ahora?

—A la ignorancia, a la estupidez. No te voy a decir nada nuevo.

—Bueno, yo tampoco te voy a preguntar nada nuevo.

—Mira, durante mucho tiempo pensé que lo peor del mundo era la maldad, pero no. Con la edad, te haces más lúcido, adiestras la mirada: lo peor es la estupidez, son peores los estúpidos que los malos. El estúpido siempre hace más daño que el malo, por acción o por omisión; por líder estúpido o por masa borreguera. Un personaje de mi novela dice: «Sin esclavos no habría tiranos; sin borregos no habría lobos». Todo aquel impulso social que no está guiado por la razón termina siendo pernicioso. Ya lo he dicho: de nada vale una urna si el que vota es analfabeto.´

—Decía Enrique Meneses que el periodista tiene que tratar de forma suave a los débiles, y de forma fuerte a los fuertes.

—Depende. Hay débiles que necesitan una conmoción. Hay gente cuya debilidad les hace cobardes, cómplices pasivos de las grandes líneas de los malos. Ellos necesitan situaciones que los conmuevan. Cuando el débil se ve arropado por la masa se comporta como la masa, el débil no está indefenso, tiene unas derivas muy peligrosas. Por eso cuando se combate el mal no sólo hay que ir contra los que gritan, sino también contra los que están callados.

—¿Añoras algo del Pérez-Reverte reportero?

—Añoro la juventud, el poder estar tres días sin comer, una semana sin dormir, el caminar por el desierto todo un día, y por la noche dormir como un bendito. Fueron 21 años. No fue un paseo, fue lo bastante intenso como para colmarlo.

—¿Estás cansado de algo del Pérez-Reverte escritor?

—No. Yo ahora tengo una responsabilidad: los lectores, y en 40 países. Sé que mi trabajo va a ser visto por mucha gente. Te das cuenta de que no puedes gustarle a todo el mundo. Vivir es elegir. Y elegir es tener amigos y enemigos, moverte, ir decantándote.

—¿Crees que la velocidad que demanda lo digital está envileciendo el periodismo o lo está haciendo mejor?

—El periodismo ha cambiado. Yo era reportero. Me iba seis meses a Eritrea y mi reportaje iba en primera página. Ahora tardo cinco minutos en transmitir, y lo que dices no vale una mierda porque lo ha dado todo el mundo, hasta tu vecino con internet. Ahora la inmediatez es fundamental. Lo malo es que la inmediatez provoca una serie de reacciones de gente no periodista, de ruido, que sofocan al profesional.

En ese sentido, el periodismo ha dejado de ser un ejercicio profesional de tíos preparados, formados para ello o con talento, en el cual las voces eran autorizadas, para convertirse en una especie de competición para ver quién da más, más fuerte, más rápido. El periodismo ha dejado de ser un polo de referencia, y ahora es un foro de debate; esto es muy distinto. El periodismo sereno, analítico, informativo, riguroso que se hacía antes ha quedado sumergido. El periodismo serio está condicionado por lo otro, por lo que digan las redes.

—La gente escribe más, pero lo hace bastante peor. Te hablo del teléfono celular, de WhatsApp y hasta de Twitter.

—Se escribe mal por muchas razones. La gente no lee, ve analfabetos hablando por televisión, y luego escribe antes de pensar. Todo eso redunda en un despojo: las redes sociales son un bar de analfabetos. Vargas Llosa dice algo, y uno suelta: «Vargas Llosa no tiene ni puta idea». En su perfil, ese uno se define como ‘Libertario, tengo 18 años y me gusta el rock…’. Y el tío se atreve a criticar a Vargas Llosa, creyendo de verdad que las redes sociales lo igualan. Cuantos más hombres buenos haya, el desastre será menor, pero el desastre es inevitable. Por eso son importantes los combates de retaguardia. Los últimos soldados que defienden la trinchera.

—¿Se puede hacer un novelón con el tema catalán?

—Es demasiado mediocre. Hay temas sórdidos, y éste es uno de ellos.

—¿Qué personaje es el presidente Rajoy?

—[Largo silencio]. ¿Has venido aquí para fastidiarme?

—En efecto [Nos reímos los dos]. En un país con 2.000 imputados por corrupción y casi 200 causas abiertas, ¿cómo se explica esta paz?

—Porque no se han dado cuenta. La gente no quiere mirar. No es la economía nada más, es todo. Es el sistema de vida de los últimos 50 años. Es lo que está cayéndose. En cuanto la crisis ha dejado de apretar, la gente ha vuelto a hacer lo de antes: a entramparse con una hipoteca, a gastarse lo que no tiene por un viaje a Cancún, a hacer lo mismo. Me incluyo yo también.

—Me gustaría que recomendaras un clásico rabiosamente moderno.

—Recomendaría dos autores: Galdós y Valle-Inclán. Sus lecturas ayudarían a entender por qué estamos como estamos.

—En las elecciones generales, ¿te gustaría que ganara uno o que perdieran todos?

—[Hasta 20 segundos de silencio. Pérez-Reverte medita mucho la respuesta] No voy a contestar a esa pregunta.

—¿El problema de la educación se llama sistema educativo?

—El problema de la educación en España se llama políticos analfabetos. Que en vez de elevarse ellos hasta el nivel de la cultura hayan rebajado la cultura hasta su mediocre nivel. Hay un error enorme: el desprecio a las elites intelectuales. Se han empeñado en decir que todos los niños son iguales en el colegio, y eso no es verdad. Todos han de tener las mismas oportunidades, eso sí, pero no son iguales. Lo que están haciendo es machacar al brillante por ser brillante para igualarlo al mediocre. Es un sistema hecho para machacar el futuro. España es un país enfermo, histórica y culturalmente.

—Sólo una última cosa. ¿Por qué te joden tanto las fotos?

—Nunca me han gustado; las detesto. Y, para mi desgracia, me veo obligado cada poco tiempo a tener que someterme a ellas.

Fuente

[LE}– ‘Diésel’ y ‘biodiésel’ se escriben con tilde en la primera e.

22/09/2015

Sin embargo, en los medios de comunicación es frecuente ver estos sustantivos sin tilde:

  • «La firma anunció que dejará de comercializar vehículos diesel de cuatro cilindros»,
  • «El mayor fabricante automovilístico del mundo dejará de vender automóviles con motor diesel TDI de cuatro cilindros en EE. UU.» o
  • «Brasil vende 625 millones de litros de biodiesel para abastecer el mercado».

Tanto diésel como biodiésel son voces llanas terminadas en consonante distinta de n o s; por tanto, según señala la Ortografía Académica, lo apropiado correcto es escribirlas con tilde. El acento recae en la e, por ser ésta la vocal abierta del diptongo.

De acuerdo con esto, en los ejemplos anteriores lo correcto habría sido preferible escribir

  • «La firma anunció que dejará de comercializar vehículos diésel de cuatro cilindros»,
  • «El mayor fabricante automovilístico del mundo dejará de vender automóviles con motor diésel TDI de cuatro cilindros en EE. UU.» y
  • «Brasil vende 625 millones de litros de biodiésel para abastecer el mercado».

Se recuerda, además, que en parte de América se emplea el sustantivo dísel, también adecuado, según se aprecia en la Ortografía de la Lengua Española, al igual que biodísel.

Fuente