[*Opino}– De las nuevas tecnologías, como el Wi-Fi, y los supuestos daños que causan a la salud

14-09-2015

Carlos M. Padrón

Los dos artículos que copio abajo son contradictorios.

El primero, publicado el pasado 20 de enero, dice que el Wi-Fi, una de las más nuevas tecnologías, es totalmente inofensivo, y expone pruebas que parecen demostrarlo así.

El segundo, en cambio, publicado el pasado sábado, día 12, asegura lo contrario, y habla de enfermedades causadas por las nuevas tecnologías y que ya han sido reconocidas por la OMS.

Me temo que en esto se quiere pescar en río revuelto, y parece que ya alguien lo consiguió porque ganó el pleito que presentó a la empresa en la que trabajaba acusándola de haberse enfermedad por causa del Wi-Fi.

Si en realidad éste hace daño, me queda poca vida porque la mayor parte del día me la paso frente a un router Wi-Fi activo, que nunca apago, y, además, llevo colgado al cuello —como el perro San Bernardo lleva el barrilito que lo ha hecho famoso— y conectado al Wi-Fi mi smartphone. Aunque hay quienes dicen que es peligroso llevarlo cerca del corazón, para mí lo peligroso es llevarlo por debajo de la cintura, pues tal vez las vibraciones que, si lo llevo ahí, me causa en la pelvis no sean malas para la salud, pero son insoportables.

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20/01/2015

Judith de Jorge

«El Wi-Fi supone tanto peligro como un caracol en una autopista: ¡Ninguno!»

¿Recuerda cuando se decía que los microondas podían perjudicar la salud?

Hubo un tiempo en el que temíamos calentar la comida en ese nuevo electrodoméstico por el temor de sacar de ahí un plato «atómico» además de recalentado. Superadas las primeras inquietudes, hemos aceptado el calentamiento por rozamiento como parte de nuestra vida cotidiana, sin prestarle más atención que la de no pasarnos con los minutos.

Ahora, son otro tipo de ondas las que nos traen de cabeza. La idea de que la telefonía celular, o el Wi-Fi, pueden perjudicar la salud está muy extendida, hasta el punto de que existen peticiones para eliminar las redes inalámbricas de los colegios y evitar la exposición en los más pequeños, y otros acusan a las antenas de estar enfermos o padecer cáncer. En algunos casos incluso han conseguido que las retiren.

¿Hay realmente un fundamento serio para temer al Wi-Fi, o nos encontramos con un nuevo «caso microondas»?

Para un equipo de doctores en Física de la Facultad de Medicina y la de Escuela Superior de Ingeniería Informática de la Universidad de Casilla-La Mancha (UCLM), la «antenafobia» no tiene ningún sentido. Ellos están convencidos: Estas nuevas tecnologías son inocuas para la salud.

Durante cuatro años, los investigadores midieron en Albacete la exposición de 75 personas a estas ondas en 14 bandas de frecuencia, FM, TETRA, TV y las seis bandas de telefonía celular, Wi-Fi,, el inalámbrico (DECT), etc.

Los voluntarios portaban sus medidores exposímetros con una sensibilidad de 0,000000066 W/m2, el más preciso del mercado, durante todo el día y hacían vida normal, anotando por dónde iban. También llevaban encima un GPS con el que después eran situados en un mapa.

En total, se realizaron 8.640 registros por voluntario, y se obtuvieron 13 millones de datos.

Según los resultados, en promedio por banda de frecuencia, la radiación media recibida «es la equivalente a la que recibiríamos de una bombilla de 100 W colocada a 1 km de distancia de nosotros», es decir, algo insignificante. Por ejemplo, la radiación media más alta es la de una vieja conocida, la FM, con la que llevamos conviviendo cien años, y es 0,0001 W/m2, mil veces por debajo del límite legal.

Las radiaciones de las diferentes bandas de telefonía pueden ir de 0,00004 W/m2 a 0,00001304 W/m2, o aún más bajas. Los valores máximos tampoco superaron los límites legales en ningún momento, y en ninguna banda. El 90% de los registros se encontraban entre 500 y 10.000 veces por debajo del límite legal.

«No apago el Wi-Fi»

«La radiación por radiofrecuencia puede compararse a un caracol en una autovía: nunca hará saltar ningún radar porque su velocidad es la diezmilésima parte de la máxima permitida», afirma el físico Enrique Arribas Garde, director del grupo de investigación de ondas de RF de la UCLM.

Según explica, el estudio puede extrapolarse perfectamente a una gran ciudad como Madrid con los mismos resultados, pues la densidad de antenas está relaciona con la densidad de población. E insiste: «No hay ningún estudio que correlacione la radiofrecuencia con el cáncer. Yo en mi casa no apago el Wi-Fi, ni con niños ni ahora con mi nieta. Con eso lo digo todo».

A su juicio, «hay un interés en decir que el Wi-Fi es dañino para vender falsas curaciones. A eso se suma que la ignorancia es muy atrevida. En su día, el tren también era una máquina diabólica». Y recuerda: «El mando a distancia de la tele es 10.000 veces más potente que las ondas de radiofrecuencia, y a nadie parece preocuparle».

Precisamente, el estudio nació después de que un movimiento antiantenas de Albacete lograra retirar una acusándola de ser la responsable de algunos casos de cáncer. Pero los números de sus mediciones, como dice Alberto Nájera, principal investigador, hablan por sí solos.

A ese respecto, opta por transmitir «total tranquilidad».«La pseudociencia se apodera del dolor de la gente para engañarla y estafarla», advierte. Y añade que se buscan falsos grandes enemigos cuando, por ejemplo, «sí está claro que la contaminación atmosférica y el tabaco causan esas enfermedades».

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12/09/2015

Esther Armora

Las enfermedades de las nuevas tecnologías

La hipersensibilidad electromagnética es un trastorno de base neurológica que sufren determinadas personas que reaccionan ante las radiaciones electromagnéticas no ionizantes como las que emiten los teléfonos celulares o las antenas de telefonía.

Los casos se han disparado en los últimos 15 años, coincidiendo con la generalización del uso de las nuevas tecnologías.

¿Es una enfermedad reconocida por la OMS?

Las autoridades sanitarias mundiales no la reconocen como enfermedad. Un estudio de 2005 de la OMS concluyó que «se caracteriza por una variedad de síntomas específicos que difieren de un individuo a otro». Reconoce, asimismo, que «puede ser un problema incapacitante para la persona afectada».

¿Qué síntomas provoca?

Dolores de cabeza, insomnio, irritabilidad, fatiga, dolor muscular y manifestaciones cutáneas, entre otros síntomas.

La afectación varía según el grado de sensibilidad de las personas hacia estas radiaciones. Los niños y las mujeres son más vulnerables.

Cuando los síntomas prevalecen más de seis meses, se considera que existe el trastorno y no es un episodio puntual.

¿A cuántas personas afecta?

Afecta a una de cada 1.000 personas. En un 5% de los casos, el trastorno es severo. Para estas personas la única solución es la protección total ante estas radiaciones.

¿Existe algún tratamiento?

La única forma de evitar el trastorno es evitando la exposición a las radiaciones. También se utilizan tratamientos para aliviar la sintomatología, como analgésicos, neurobióticos o antioxidantes.

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[LE}– ‘Vis a vis’, no ‘bis a bis’, es cara a cara

14/09/2015

Vis a vis, con uve y sin guiones (no bis a bis ni vis-a-vis), es la forma adecuada para referirse en general a un encuentro cara a cara, sin intermediarios, y más específicamente a los que se permite mantener a los presos en la cárcel.

En los medios de comunicación es frecuente encontrar frases como

  • «Se autorizó al recluso a mantener un bis a bis con su familia»,
  • «Está prevista una reunión “bis a bis” con su homólogo francés» o 
  • «Es un candidato al que le gusta el bis a bis, el contacto con los electores».

La expresión vis a vis es un calco del francés vis-à-vis (‘cara a cara’), ya asentada en el español y recogida en el Diccionario Académico como una locución que puede funcionar como adjetivo (un encuentro vis a vis), adverbio (trataron el asunto vis a vis) o como un sustantivo (un vis a vis).

En este último caso, alude en concreto al encuentro a solas con un visitante que se permite mantener a un recluso en la prisión.

El Diccionario Panhispánico de Dudas desaconseja tanto la grafía con guiones (vis-a-vis) como la escrita con b (bis a bis), fruto del cruce con bis (‘dos veces’).

Al tratarse de una expresión asentada en español no es preciso destacarla con cursivas ni comillas. Se recuerda además que en general puede sustituirse por la expresión cara a cara.

Así en los ejemplos anteriores, habría sido preferible lo correcto habría sido escribir

  • «Se autorizó al recluso a mantener un vis a vis con su familia»,
  • «Está prevista una reunión vis a vis con su homólogo francés» y
  • «Es un candidato a que le gusta el cara a cara, el contacto con los electores».

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