[Hum}– ¿Por qué Cristóbal Colón pudo descubrir América?

¡Porque era soltero!

Imaginemos algunos comentarios de una supuesta esposa suya, si la hubiera tenido:

  • Pero no seas ridículo, ¡seguro que justamente tú vas a descubrir esa ruta!
  • Cristóbal, ¡si sigues diciendo que el mundo es redondo te van a tratar de loco!
  • ¿¡Y por qué tienes que estar tanto tiempo fuera de casa!?
  • ¿Quieres hacerme creer que van a ser todos hombres?
  • ¿Y por qué no puedo ir yo?
  • Tú inventas cualquier cosa para no estar en casa
  • Por lo que pueda ocurrir, la llave queda debajo de la maceta
  • ¿Quién es esa tal María que se hace la santa? ¿Y la niña? ¿Quién es esa niña?
  • A mí no me engañas: ¡esto lo tenías planeado!
  • No vuelvas borracho porque duermes afuera, ¿eh?
  • ¿Vas ir con esa ropa? ¡Pareces la sota de copas!
  • Cristóbal, ¡déjame dinero!

[*Opino}– La razón y el instinto maternal

29-09-2015

Carlos M. Padrón

Varias veces he dicho aquí algo muy sabido: que los instintos son lo opuesto a la razón. Y que, como el maternal es el más fuerte de ellos, hay que tenerle miedo y mirar con cuidado a quienes lo ejercen: las mujeres.

Por si alguien alberga dudas al respecto, tal vez las diluya el artículo que copio abajo, que es el más completo que al respecto he encontrado, salvo porque trata de llamar razones a lo que no lo son.

La parte que más me impactó de ese artículo es la explicación de «por qué diablos las mujeres se siguen prestando a esta maldición bíblica», o sea, a la maternidad. Lo hacen porque la Naturaleza, que sólo está interesada en perpetuar la especie humana, se las ha ingeniado para que el poderosísimo instinto maternal haga parecer agradable lo que en realidad es el epítome del masoquismo.

Y ese desmedido e irrazonable interés de las madres por sus hijos pudiera ser justificable mientras éstos son indefensos bebés, pero cuando son adultos y se ganan la vida por sus propios medios, resulta aún casi más irrazonable, porque ahí no se ve por lado alguno el interés de la Naturaleza. Al contrario, se ve un apego que llega a ser enfermiza dependencia que puede llevar a las madres a tratar a esos hijos adultos como si fueran bebés.

¿Será éste otro síntoma de las nuevas generaciones? Pregunto porque en mis tiempos —mientras fui niño, adolescente y adulto joven— nunca lo vi, y, cuando lo veo ahora, simplemente me inspira una mezcla de miedo y lástima.

~~~

28 de septiembre de 2015

Victoria Torres

La maternidad es una condena

Sólo me falta que me parta un rayo. Dios (yo también soy atea, es sólo una forma de hablar) me está castigando por las veces que miré con cara de desaprobación y de superioridad a una gorda tirar de un carrito de bebé con un gurruño de pelo a modo de moño, tres dedos de raíz y una vestimenta dictada a pachas entre un daltónico y un mono loco con una bomba atómica en las manos.  Y me decía para mí: “Es tener hijos, y mira cómo se abandonan”.

También me está castigando por la de veces que llamé a alguna amiga y, a la pregunta de “¿Qué tal estás?”, te soltaba una parrafada interminable sobre las eternas anginas de su hijo, parrafada que nunca escuchabas porque habías desconectado nada más empezar. Y pensabas: “Te he preguntado qué tal tú, nena; te estás olvidando de que existes, nunca pensé que serías de Ese Tipo de Madre”.

Y me castiga mucho, pero mucho mucho, por haber creído que lo del techo de cristal era un camelo y que mis compañeras de trabajo madres son todas unas flojas quejicas a las que se les cae el bolígrafo a la hora en punto, y sus hijos, son unos seres débiles que se enferman todo el rato. “Lo que pasa es que ahora tienen otra prioridad”, las censuraba mentalmente.

Pero, sobre todo, me castiga hasta límites insospechados por haber visto a mi amiga del alma dar el pecho a demanda a su hija meses y meses más allá de los tres de rigor, y haber sentido cómo me recorría el cuerpo un horror interno similar al bicho de «El grito» mientras contenía mis ganas de decirle: “Pero hija, que nos hemos criado juntas, que somos mujeres liberadas del siglo XXI, que no me puedo creer que seas tan antigua, que esto es una puta esclavitud…“.

Eso sí, jamás confesé nada de esto en voz alta. Y no lo hice porque intento ser respetuosa con las opciones vitales de los demás, por mucho que no las entienda ni las comparta. Allá cada uno con sus razones, allá cada uno con las mentiras que se cuenta o los embolados en los que se mete para tratar de sobrevivir. Y, sobre todo, porque pienso que hay algo importante que se me escapa, algo que no llego a comprender y que lo explica todo.

Pues bien, he tenido una epifanía de manual y AHORA LO ENTIENDO TODO, absolutamente todo. Entiendo las ojeras, entiendo el desaliño, entiendo las prisas, entiendo las prioridades (menuda expresión tramposa, ¿es que nadie entiende que no hay tribu ni abuelos ni nadie? ¿que si tú no recoges a tu hijo de la guardería se quedaría allí para siempre?), entiendo que rechacéis ascensos, que no tengáis vida social y que no podáis hablar de otra cosa, y hasta casi llego a entender que sólo «feisbuqueeis» [usar Facebook] sobre ellos, pero, por favor, con cariño os lo digo: vale ya de cansinismo. Vuestros hijos van a necesitar tres vidas para borrar todas las fotos vergonzantes que circulan de ellos.

La causa de este súbito ataque de comprensión y de empatía es que he sido madre de mellizos. Sí, de mellizos, y os agradezco que os ahorres el comentario (que si son naturales, que si no te aburres, que si son iguales, que si no se parecen en nada, que si me pasa a mí y me muero… Señora, ¿quién le ha preguntado?) y la compasión, porque sí, ser madre es una condena, y ser multimadre, un auténtico infierno.

Digámoslo claro de una vez: hemos estado tantos años postergando la maternidad y tenemos una imagen tan irreal e idealizada de ella que no nos atrevemos a reconocerlo. La maternidad no es como tú la pintas, Purificación Mascarell, es mucho peor. Hace año y medio que no salgo, no me relaciono con adultos, no viajo, no voy al cine, no leo libros, no entro en mis pantalones, no acudo la primera al último local de moda, no voy a exposiciones, no escucho conferencias, no paseo por la feria del libro, y no tengo tiempo ni de mirarme al espejo. Y, lo que es peor, que no duermo más de dos horas seguidas. Y sin cafeína, ni vino.

Sí, tienes toda la razón: ser madre consiste en renunciar a todo lo que eras antes y me temo que para siempre. Entonces ¿por qué diablos las mujeres se siguen prestando a esta maldición bíblica que arrasa con todo, con sus vidas, sus expectativas, su carrera laboral, su manicura y sus artículos plagados de citas culturetas que ya no tienen tiempo de escribir?

Ahí es donde te equivocas, porque tener hijos es la mayor condena, pero también la mayor de las bendiciones. No hay nada, ningún triunfo profesional, ningún congreso, tesis, libro o película, fiesta con amigos, «viaje desde Moscú hasta Pekín» o «ático con vistas espectaculares» que pueda compararse ni de lejos con la emoción verdaderamente íntima, única e irrepetible de ver a un niño probar el chocolate, andar o ver el mar por primera vez.

Después de una adolescencia y de una juventud estirada al máximo, llena de contradicciones y sinsabores, fracasos vitales y algunas pequeñas victorias, dramas emocionales y desengaños de todo tipo, en las que siempre te ha faltado algo para ser feliz, llega tu hijo a volver del revés tu mundo.

Cuando ves a tu hijo recién nacido salir de tu vientre, cuando te mira como si no hubiera nada más importante en el mundo, cuando aprende lo que es un beso y un abrazo, y te los da cuando menos te lo esperas, cuando te reconoces en él y ves que es un ser inteligente y lleno de ambición, curiosidad y energía, en esos momentos sientes que, por fin, todo encaja, que estás donde tienes que estar y que la felicidad, si es que existe, se parece mucho a esto.

Ésa es la clave, querida amiga, la verdadera verdad de las cosas. No es la pueril ilusión de ser madre porque nadie tiene ni puñetera idea de lo que realmente significa hasta que no le vomitan, en modo catarata del Niágara, dos veces encima y de madrugada (tienes que probarlo, es exquisitamente repugnante).

…/…

La razón de que la gente se siga embarcando en esta locura es, ni más ni menos, las altas dosis de felicidad que genera. La risa de un niño cualquiera es preciosa, pero la risa de tu niño te coge el corazón y te lo agita tan fuerte que piensas que te va a estallar de júbilo. Y no sólo dan felicidad sincera, gratis y a mansalva. Yo no me he drogado nunca, pero el nirvana que me embarga mientras amamanto a dúo a mis mellizos me resulta mucho mejor que la heroína, porque, de paso, no me mata.

Te aseguro que ver crecer a un bebé es mucho más interesante que toda la historia de la filosofía, la literatura y el arte juntas; y si es ver crecer a dos, y siendo además niño y niña, es realmente apasionante; siempre pensé que los roles de sexo eran una patraña, pero el nene da el biberón a la muñeca de una forma muy extraña, más cercana al asesinato que a la alimentación.

Viendo las estrategias que son capaces de desplegar para lograr sus objetivos, entiendo perfectamente que el hombre haya llegado a la Luna.

Y si hablamos de diversión, cualquier ocurrencia de mis bebés —y las tienen a cientos todos los días— es mejor, más real y más auténtica que todos los memes y vines juntos. Y eso que todavía no hablan ni entienden muy bien de qué les hablo cuando hago que el primer ministro húngaro sea el malo de todos los cuentos que invento. Tengo la suerte de disfrutar de una jornada continua que me permite pasar con ellos las tardes y jugar por toda la casa al escondite, enseñarles a meter la mano hasta el codo en harina, mancharse de barro y hacer todo tipo de gamberradas.

Sobre los motivos del padre, habría que preguntarle a él por qué quiso tenerlos a pesar de no sentir la «llamada de la selva» como él dice. Yo creo que es el mayor acto de amor que nadie ha tenido ni tendrá hacia mí. En un momento de agotamiento y agobio absoluto, le pregunté si se arrepentía y se enfadó, dado que ahora no se concibe sin los bebés. Nos peleamos más, es cierto, pero también nos reímos más: de los niños, con los niños, de las cosas que llegas a hacer con tal de que coman y, sobre todo, de las situaciones surrealistas e inimaginables en las que te ves envuelto.

Si me preguntas si merece la pena la renuncia, es que no has entendido nada. Mi ventaja es que yo ya he vivido tu vida y te digo que la mía ahora es mucho mejor. Por muchas veces que hayas visto «atacar naves en llamas más allá de Orión y Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser», nunca verás a tu hijo, entre atónito y fascinado, intentando atrapar con la mano el agua de la ducha. Ahora, mírate de verdad al espejo y piensa quién “se atonta y se amuerma, se vuelve prosaica y gris, envilece su mente y estanca su intelecto”.

Fuente

[*Otros}– La superluna y el Teide

NotaCMP.- Lo más que me llamó la atención, visto el fenómeno desde Caracas y con prismáticos, fue cómo en la Luna, que normalmente se ve circular, destacaba la esfericidad a medida que iba viéndose roja, como en la foto de abajo.

 ~~~

 Foto, tomada en Tenerife, del eclipse de superluna, un espectáculo que no volverá a repetirse hasta 2033.

 Cortesía de Juan Antonio Pino Capote

 

[Hum}– Cuatro preguntas

Las cuatro preguntas más duras que nos hacen las mujeres, y sus respuestas.

  1. ¿En qué estás pensando?
  2. ¿Me quieres?
  3. ¿Estoy gorda?
  4. ¿Te parece más bonita que yo?

Lo que hace a estas preguntas tan horribles es que está garantizado que cualquiera de ellas causará una discusión importante, y hasta divorcio, si el hombre no responde apropiadamente, o sea, deshonestamente. Por ejemplo:

1. ¿En qué estás pensando?

La respuesta apropiada a esta pregunta es, por supuesto: «Lo siento si he estado abstraído, querida. Simplemente estaba reflexionando en cuán cálida, maravillosa, cariñosa, profunda, inteligente, hermosa mujer eres, y qué hombre tan afortunado soy por haberte conocido»

Obviamente, esta aseveración no guarda ninguna relación con lo que el tipo estaba pensando en ese momento, que lo más probable es que fuese en una de estas cinco cosas:

  • Fútbol
  • Una mucho más bonita que tú
  • Baloncesto
  • Qué gorda eres
  • Cómo gastaría el dinero del seguro si tú murieses

De acuerdo con un artículo, la mejor respuesta a esta estúpida pregunta la dio uno al que le preguntó su mujer «¿En qué estás pensando?», y él respondió: «Si quisiera que lo supieras estaría hablando en vez de pensando».

Las otras preguntas tienen también una única respuesta correcta pero muchas incorrectas:

2. ¿Me quieres?

La respuesta correcta a esta pregunta es: «Sí»

Los tipos que sienten la necesidad de ser más elaborados, pueden responder: «Sí, querida», o «Claro, mi amor».

Las respuestas erróneas incluyen:

  • «Supongo que sí»
  • «¿Te hará sentir mejor si te digo que sí?»
  • «Eso depende de lo que tú entiendas por amor»
  • «¿Importa eso?»
  • «Umhhhhh,.. sí»
  • «¿Quién? ¿yo?»

3. ¿Estoy gorda?

La respuesta masculina correcta es aseverar, con confianza y enfáticamente: «No, por supuesto que no»

Y entonces dejar la habitación rápidamente.

Las respuestas erróneas, incluyen:

  • «No te llamaría gorda, pero tampoco te llamaría delgada»
  • «¿Comparada con qué?»
  • «Un poco de peso extra te sienta bien»
  • «Las he visto más gordas»
  • «¿Puedes repetir la pregunta? Estaba pensando acerca de tu póliza de seguro»

4. ¿Te parece más bonita que yo?

La pregunta puede venir a flote debido a una ex-novia, una transeúnte a la que tú estabas mirando tan fijamente que casi causas un accidente de tráfico, o una actriz en una película que acaban de ver. En cualquier caso, la respuesta correcta es: «No, tú eres mucho más bonita»

Las respuestas erróneas incluyen:

  • «No más bonita, sólo bonita de una forma diferente»
  • «No sé cómo se llegan a evaluar esas cosas»
  • «Sí, pero tú tienes una personalidad mejor»
  • «Sólo en el sentido en que ella es más joven y delgada»
  • «¿Puedes repetir la pregunta? Estaba pensando acerca de tu póliza de seguro»

[*FP}– Satisfacciones que me depara este blog

Con fecha 16/07/2018 publiqué la reedición y corrección del texto de este post, con los nombres de quienes aparecen en la foto tomada en agosto de 1958, o sea, hace 60 años.

~~~

28-09-2015

Carlos M. Padrón

Por lo que publiqué en el post La vitamina C y los resfriados, un visitante y lector me hizo, por comentario, esta pregunta: «Carlos, ¿y por qué si ese doctor es de El Paso no lo consultaste antes?«.

Le contesté que en otro post daría yo la respuesta, pues la tal pregunta me ha motivado a escribir ésteo para responderla, ya que en la respuesta está la explicación a lo de las satisfacciones que me depara este blog.

En el post Tiempos de Ayer, publicado el 06/08/2009 y en el que puse la canción de la que salió el título de mi novela, incluí esta foto:

con esta explicación, que ahora he pulido:

Esta foto fue tomada en la Cruz Grande (El Paso), frente a la entonces casa de Pepe “el Sirio”, el 21-02-1960, cuando, viviendo yo en Santa Cruz de Tenerife, vine a El Paso a pasar la Navidad con mis padres y hermanas.

Creo que, salvo los dos caballeros sentados al fondo, las demás personas que aparecemos en esta foto vivimos aún, aunque yo sólo conozca a dos o tres de los niños que en ella me acompañan.

Uno de ellos —el que está con el balón….— consiguió en este blog mi dirección, me contactó por e-mail y me envió esta misma foto que, aunque tal vez él no lo recuerde, llegó a sus manos porque fue tomada con mi cámara y, de vuelta yo en Santa Cruz de Tenerife, hice varias copias que mandé a mis hermanas en El Paso para que dieran una copia a cada uno de los muchachos que aparecen en la foto y que vivían cerca de nosotros».

Pues bien, ese niño que está con el balón se convirtió con el tiempo en el Dr. José Antonio Rodríguez, el que me indicó el tratamiento que, al menos por nueve meses, me ha mantenido libre de resfriados: todo un record en los últimos 30 años de mi vida.

Al comienzo del artículo del artículo Mi llegada a la computación y a IBM escribí esto:

«Hay hechos en mi vida que, cuando hago retrospectiva, me producen una mezcla de desasosiego, amargura y frustración al caer en cuenta de que nunca más he sabido de las personas que en ellos pasaron por mi existencia, pero que, como si de objetos celestes lanzados a gran velocidad se tratara, me rozaron y desviaron mi trayectoria de forma drástica e irreversible. Me parece injusto el no contar con un medio que me permita volver a ver a esas personas, bien sea para darles las gracias o para hacerles saber cómo influyeron en el curso de mi vida».

Y lo que me ha ocurrido con el Dr. José Antonio Rodríguez es uno de tales hechos, pues ¿a mis 19 años, pensaría yo que 57 años después ese niño, dado a jugar con balones, haría esto por mí?

Lo hizo, y nuestro contacto fue gracias a este blog.

Y hay más. El Dr. Rodríguez conoció a Carmensa, la protagonista de la historia que conté en el post sobre mi primer amor, pues en Santa Cruz de Tenerife vivió él en la misma calle en que vivió ella.

¿Habría ocurrido o sabido yo todo esto si yo no le hubiera mandado las fotos a mis hermanas? Seguramente no. Estas coincidencias, que no casualidades, me fascinan; ¡lástima que haya que envejecer para vivirlas!.

Este pasado agosto, para poder localizar y reconocer en El Paso al Dr. Rodríguez —que desde Granada fue hasta allá para las fiestas de la Bajada de la Virgen del Pino—, y agradecerle personalmente, usé esta foto en la que aparece él cargando en brazos a su lindo nieto Javier, pues ya el niño de 1958 es abuelo:

Como dije: satisfacciones que me depara este blog.

[LE}– ‘Expidiendo’, no ‘expediendo’; y ‘expedir’, no ‘expender’

28/09/2015

El verbo expedir es irregular y se conjuga como pedir, de modo que lo adecuado correcto es expidiendo, no expediendo.

En ocasiones se encuentra en la prensa el verbo expedir mal conjugado: 

  • «Hasta el día del atentado trabajaba de funcionaria expediendo pasaportes y documentos nacionales de identidad»,
  • «La falta del código de barras que sí tiene la que expede el municipio del sur de la provincia» o
  • «El funcionario que expedió el polémico certificado de divorcio ha sido suspendido de su cargo».

Según se señala en el Diccionario Académico, el verbo expedir, que significa ‘dar curso a las causas y negocios’ y ‘despachar, extender por escrito, con las formalidades acostumbradas, bulas, privilegios, reales órdenes, etc.’, es un verbo irregular y se conjuga como pedir. Así, en algunas de sus formas verbales cambia la vocal e de la raíz por la vocal i (expido y no expedo, expidió y no expedió…).

Por tanto, en los ejemplos anteriores habría sido preferible lo correcto redactar:

  • «Hasta el día del atentado trabajaba de funcionaria expidiendo pasaportes y documentos nacionales de identidad»,
  • «La falta del código de barras que sí tiene la que expide el municipio del sur de la provincia» y
  • «El funcionario que expidió el polémico certificado de divorcio ha sido suspendido de su cargo».

Ver también expedir no es lo mismo que expender.

Fuente

~~~

04/02/2011

El verbo expedir no es sinónimo de expender, por lo que no es adecuado emplearlos indistintamente.

Según el Diccionario Panhispánico de Dudas, expedir significa ‘dar curso o salida (a un documento o una orden)’ y ‘enviar’, etc. Así pues, es inadecuado incorrecto su uso como expender, que significa ‘vender al público’.

En algunos medios de comunicación se encuentran frases en las que se confunden estos dos términos:

  • «Las autoridades le abrieron un expediente por expender recetas fraudulentas de antidepresivos para ella y para su esposo»,
  • «Señalaron que las máquinas para expender certificados al día no estaban activadas».

En estos casos, lo adecuado correcto habría sido: 

  • «Las autoridades le abrieron un expediente por expedir recetas fraudulentas de antidepresivos para ella y para su esposo»,
  • «Señalaron que las máquinas para expedir certificados al día no estaban activadas».

Fuente

[*Opino}– Lo que pasaría si, por suerte, desapareciera Facebook

25-09-2015

Carlos M. Padrón

Creo que quien escribió el artículo que copio abajo piensa de Facebook lo mismo que pienso yo: que, en los más de los casos, se usa para frivolidades, para dar soporte a la indolencia, para exhibicionismo, etc.

En fin, para cosas que poco tienen de beneficiosas y creativas.

~~~

25/09/2015

Siete horribles cosas que pasarían si Facebook desapareciese

El pasado 24 de septiembre, esta red social dejó sin servico a más de un millón de usuarios. ¿Qué sucedería si hubiese sido perpetuo?

En la tarde de ayer, Facebook dio un buen susto a más de un usuario (concretamente, a 1.500 millones) cuando un mensaje de «error» apareció en las pantallas de sus computadores informándoles de que el servicio se había detenido temporalmente.

Los cortes de conexión, que también afectaron a Instagram, se sucedieron durante toda la jornada y derivaron en el escándalo general en la Red. Y todo, por menos de 20 minutos. Después de ello, la web «LADbible» ha querido plantearse cómo afectaría al mundo que esta página desapareciese de la faz de la Tierra de un día para otro, y ha elaborado un curioso ranking sobre las consecuencias que podría traer. Cada una, más alocada que la anterior.

1- Nunca sabríamos cuando nuestra relación es oficial.

Según esta página Web, la época en la que la pareja corroboraba mediante la palabra si ya eran novios o no ha quedado totalmente desfasada. Ahora, por el contrario, los «tortolitos» prefieren dirimirlo a través de Facebook cambiando su estado. ¿Qué sucedería si la red social cerrara? Muchos chicos y chicas no sabrían que tienen novio.

2- Aumentaría la obesidad.

¿Qué sería de los gimnasios si no pudiésemos subir nuestras instantáneas a Facebook demostrando que estamos haciendo pesas y corriendo en la cinta? Según «LADbible», probablemente desaparecerían. Por ello, mucha gente no quemaría esos kilitos de más que se adquieren delante del computador y subiría radicalmente de peso.

3- No sabríamos cuando es el cumpleaños de nadie.

Seamos serios. A día de hoy Facebook nos permite estar al tanto de fechas importantes como los cumpleaños de nuestra pareja y amigos. Por ello, si esta red social cerrase, probablemente también habría muchas más peleas entre novios e, incluso, habría que apuntar las fechas en una libreta. Algo que para muchos es del siglo pasado.

4- Volveríamos a tener que hablar cara a cara con otras personas.

En los últimos años, cada vez es más habitual que el tiempo libre del que disponemos lo pasemos en casa hablando con nuestros amigos a través de Facebook. Así pues, si esta red social terminase cerrada, nos veríamos obligados a volver a coger el teléfono.

5- Los acosadores volverían a mirar a través de las ventanas.

En toda relación suele existir un tiempo en el que la persona a la que han dejado entra de forma obsesiva en la página de Facebook de su antigua pareja para saber qué es de ella. Según «LADbible», si la red social cerrase, estos acosadores volverían a tener que colgarse de los árboles para ver a sus «ex» a través de las ventanas.

6- Volvería Myspace.

Aquéllos con algunas primaveras a sus espaldas recordarán los años en los que la gente entraba en Myspace, una red social que decayó radicalmente cuando nació Facebook. A día de hoy, es probable que sus creadores fueran los únicos contentos por la eliminación repentina de la competencia.

7- Se terminaría con el activismo.

En palabras de esta página, todos aquéllos que luchan por la Naturaleza y los derechos de los animales tendrían que exponer sus ideas mediante cartas escritas a mano, por lo que no serían tan insistentes.

Fuente

[LE}– ‘Equinoccio’, no ‘equinocio’

25/09/2015

Equinoccio, con dos ces, no equinocio, es la forma correcta de escribir el nombre de la época en la que la duración de los días y las noches es la misma en toda la Tierra.

Sin embargo, es habitual encontrar en los medios frases como

  • «Equinocio de otoño: 10 curiosidades sobre el otoño de 2015» o
  • «El Botánico celebrará el equinocio de primavera con actividades con temática asiática».

De acuerdo con el Diccionario Académico, equinoccio se escribe con dos ces y es la ‘época en que, por hallarse el Sol sobre el ecuador, los días son iguales a las noches en toda la Tierra, lo cual sucede anualmente del 20 al 21 de marzo y del 22 al 23 de septiembre’.

Por tanto, en los ejemplos anteriores lo adecuado correcto habría sido escribir 

  • «Equinoccio de otoño: 10 curiosidades sobre el otoño de 2015» y
  • «El Botánico celebrará el equinoccio de primavera con actividades con temática asiáticas».

Fuente

NotaCMP.- Estos puristas no quieren entender que, para la mayoría de los españoles, pronunciar equinocio es más fácil que pronunciar equinoccio. Por el mismo motivo, pronuncian mafre en vez de mapfre, wasa en vez de wasap, interné en vez de internet, etc.