¿Por qué los porteños no usan paracaídas?
Porque de todas maneras siempre caen mal.
Cortesía de Ramón López
¿Por qué los porteños no usan paracaídas?
Porque de todas maneras siempre caen mal.
Cortesía de Ramón López
03-08-2015
Carlos M. Padrón
En mi búsqueda diaria de material para este blog, algo que por años ha sido para mí la mejor forma de mantenerme informado, encuentro cada escrito que, por la cantidad de errores que contiene —mayormente ortográficos y de redacción, en especial hipérbatos— parece obra de un «analfabestia», término que en este caso está justificado por cuanto cabe suponer que alguien que usa el idioma español como herramienta de trabajo, debe saber manejarlo casi rozando la perfección, no sólo por salvaguardar su imagen profesional sino por respeto a los lectores.
Para colmo de tal irrespeto, los más de esos errores pueden ser detectados por los programas correctores de texto. Por tanto, hay que añadir que quien permite que tales «analfabestiadas» lleguen a los lectores no sólo no sabe manejar bien su herramienta de trabajo, sino que, además de irrespetuoso, es también incompetente o perezoso.
Como ejemplo, copio a continuación el texto de este artículo aparecido hoy en ABC.es. Los errores que en él hay los resalto en negritas y en rojo, y al lado, también en negrtitas, pero en azul y entre corchetes, pongo la corrección pertinente.
Y me pregunto cómo un medio serio, como parece ser ABC, permite algo así. Aunque, a decir verdad, desastres como éste los hay en todos.
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03/08/2015
Paso decisivo hacia la primera vacuna para abejas
Un grupo de investigadores de las universidades de Arizona, Helsinki, Jyväskylä (Finlandia) y de la Universidad de Ciencias Vivas en Noruega han [ha] descubierto cómo las abejas inmunizan a su descendencia contra enfermedades, que pueden afectar a su especie. Los investadores [investigadores] han encontrado que una proteína denominada «Vitellogenin» (VTG), precursora de la yema de huevo, juega un rol crucial, aunque desconocido hasta ahora, en la inmunización de las pequeñas abejas. El estudio ha sido publicado este lunes en «PLOS Pathogens».
Como ha afirmado uno de los coautores del estudio, el profesor de la Universidad de Arizona, Gro Amdam, «el proceso por el que las abejas inmunizan a sus huevos era una gran misterio hasta ahora. Lo que nos encontramos es que era tan simple como comer». En esta mísma [misma] línea, este científico ha añadido que «este increíble descubrimiento ha sido posible después de15 años investigando sobre la Vitellogenin». Algo que, añade, demuestra que la inversión en investigación a largo plazo se termina amortizando [termina amortizándose].
Por su parte, Dalial Freitak, un investigador de postgrado de la Universidad de Helsinki ha afirmado, por ejemplo, que «ha [he] estado investigando sobre la inmunización de las abejas desde el comienzo de mis estudios de doctorado. Casi 10 años después, siento que he resuelto una parte importante del puzzle [rompecabezas] y es un gran sentimiento».
De madre a hijo
En una colonia de abejas, la reina raramente deja el nido, así que las obreras son las que la [le] proporcionan comida. Este tipo de abejas puede coger agentes patógenos del hábitat que las rodea mientras están cosechando el pólen [polen] y el néctar. De regreso a la colmena, las abejas obreras usan ese mismo polen para fabricar la «Jalea Real» [real], dirigida a la reine [reina] y de dorma [forma] accidentarl [accidental] puede contener bacterias del medio ambiente.
Si así sucede los agentes patógenos son digeridosen [digeridos en] su estómago y transferidos a la cavidad corporal, donde son guardados en un órgano que sería lo más parecido a un hígado que encontraríamos. (conocida como «cuerpo gordo de la reina»). Partes de la bateria [bacteria] son entonces asociadas a la vitellogenin – una proteína- [-una] y alcanza [alcanzan] vía sangre a los huevos que todavía están en desarrollo. De esta forma, las pequeñas abejas se «vacunan», y su sistema inmunológico está mejor preparado. En este sentido, la Vitellogenin es el portador de la causa de estas potenciales inmunicaciones [inmunizaciones], algo que los investigadores desconocían hasta ahora.
Vacuna para insectos
Este estudio dejaría la puerta abierta al desarrollo de la primera vacuna para insectos totalmente natural. Al repecto [respecto], Freitak (Universidad de Helsinki) ha afirmado que «estamos patentando un [una] forma de producir una vacuna inocua, además de encontrar la forma de cultivar las vacunas e introducirlas en las colmenas a través de una solución que las abejas comerían y que les permitiría mantener a las enfermedades a raya».
Los polinizadores, incluyendo las abejas, se están enfrentando en la actualidad a problemas medioambientales de relevancia. En concreto, como el «colapso» de muchas colonias cuyas causas aún no están claras, las sequías o las especies invasivas. De por si [sí], gran parte de nuestra dieta depende de las abejas y de otros insectos polinizadores. En este sentido, la fabricación de vacunas podría tener un importante papel para combatir diferentes enfermedades.
Se da la circunstancia de que todas las especies que ponen huevos tienen la proteina [proteína] «vitellogenin» (pescado, reptiles, anfibios, insectos y las aves domésticas), lo que probablemente traiga beneficios más allá de su impacto sobre la producción de comida. Varias industrias podrían estar interesadas en desarrollar sus propias vacunas naturales, lo que no representaría un proceso caro.
ABOGADO: Doctor, ¿cuántas de sus autopsias han sido hechas a personas muertas?
TESTIGO: Todas. A los vivos les da por pelear.
03/08/2015
Las expresiones riesgo de muerte o riesgo para la vida, y no riesgo de vida, son las apropiadas para expresar que una persona corre el peligro de morir.
A menudo se pueden encontrar noticias en las que se emplea la forma inapropiada:
Según el Diccionario del Estudiante, de las Academias de la Lengua, el riesgo es la ‘posibilidad de que ocurra algo malo’, como «El riesgo de accidente aumenta con la velocidad».
Es impropio incorrecto, por tanto, aplicarlo a algo positivo, como en riesgo de vida, pues el riesgo que se corre es el de perder la vida y no el de vida en sí. Probablemente sea un cruce con giros próximos como la vida corre riesgo (es decir, ‘corre peligro’) o arriesgar la vida.
Sí es posible, en cambio, emplear las preposiciones para o en (riesgo para/en la vida), pues no aluden al daño que puede ocurrir, sino que remiten a la persona o cosa que lo sufriría.
Aunque la sustitución más inmediata en muchos casos es riesgo (o peligro) de muerte, como
también se pueden reformular las frases para que adquieran pleno sentido: