En un espectáculo aéreo, un gallego se tiró del avión y se estrelló como piedra en el suelo.
Su cuerpo quedó enterrado en el tremendo cráter que hizo al estrellarse, y de ese cráter sólo sobresalía una de las manos del gallego en la que mantenía aún apretado un frasquito que decía «Para caídas y quemaduras».