Don Abraham, el judío, abre un flamante restaurante y le coloca en la ventana un gran letrero que dice: «PROHIBIDA LA ENTRADA A ÁRABES».
A los pocos días, uno de los meseros llega muy asustado y le dice a Don Abraham:
—¡Don Abraham, Don Abraham! Acaba de llegar un árabe, y quiere que le preparen un sándwich. ¿Qué hacemos?
Don Abraham, no queriendo escándalos en su restaurante recién inaugurado, le dice:
—Sírvele su sándwich, ¡pero cóbraselo al doble! Así entenderá que no debe venir aquí.
El mesero así lo hace, y el árabe paga sin chistar.
A los pocos días, llega el mesero otra vez a Don Abraham:
—¡Allí está otra vez ese árabe, y ahora quiere comida completa! ¿Le servimos?
—Sírvele lo que pide, ¡pero ahora cóbrale el triple!, para que ya no vuelva.
Así lo hace el mesero, y un rato después está de regreso con Don Abraham. Éste le pregunta:
—¿Qué pasó? ¿El árabe no quiso pagar?
—Sí, pagó, ¡pero quiere hacer una reserva para mañana por la noche para él y diez amigos más!
—Acéptale la reserva y, cuando vengan, ¡cóbrales diez veces más! Así aprenderán de una vez por todas a no venir más aquí.
La siguiente noche llegan los árabes, cenan, pagan el precio sin chistar, y hasta dejan abundante propina.
Al día siguiente, se puede ver en la ventana del restaurante un gran letrero que dice: «PROHIBIDA LA ENTRADA A JUDÍOS«
