[*Opino}– Flagrante atentado contra la educación y cultura: promocionan en libro de texto la estrámbotica forma de escribir en celulares

10-03-14

Carlos M. Padrón

Igual que indignaría a cualquier padre preocupado por la educación de su hijo.

Se entiende que el fastidio que implica escribir en esos teclados miniatura que parecen hechos para dedos de sietemesinos, uno trate de reducir tal suplicio usando abreviaturas, algo como lo se hacía en los telegramas, pero llevar eso a un libro de texto orientado a niños o adolescentes es una aberración que merece multa, destitución y cárcel.

Si a la juventud se le dice que «todo lo que se entiende sirve», con razón los jóvenes son cada vez más torpes en el uso de la lengua escrita, por no mencionar lo mucho que la maltratan cuando la hablan. De ahí pasarán después al «tú sabes lo que quiero decir», y tal vez terminen comunicándose por señas.

¿Se pronunciará acerca de esto la ya en mis tiempos llamada «Ilustre Caimana de Madrid», alias la RAE? Tomando en cuenta que sus decisiones tienden cada vez más a hacerle la vida fácil a quienes no quieren estudiar, no me extrañaría que comenzara a dar legitimidad a la lista que ilustra el artículo que sigue.

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07/03/2014

Irene Gómez Peña

Libros de texto con erratas por culpa del celular

Rafael Arenas, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, se encontraba repasando la lección con su hija cuando descubrió algo que le indignó.

Se trataba de uno de los contenidos del libro de lengua castellana de su hija, estudiante de quinto de primaria en Escuela La Florida en Santa Perpètua de Mogoda, Barcelona, en el que se explicaban las normas básicas del lenguaje en el celular.

 

«Regla de oro: todo lo que se entiende sirve», reza el epígrafe final del capítulo siete de este libro de la editorial Barcanova, bajo el que se justifica que la Ch puede convertirse en X, que la Q se escribe como K, que la H se suprime en algunos términos, y que las palabras en inglés se escriben tal y como suenan. De este modo, el término «please», sería «plis» y el «I love you» aparecería como «ailvu».

Fue tal la sorpresa y la indignación de Rafael que decidió compartir una foto en Facebook que mostrara «lo que se aprende ahora en los colegios». La imagen se viralizó de manera espectacular, llegando a conseguir más de 15.500 compartidos en Facebook con todo tipo de comentarios al respecto.

«En vez de educar a los niños en la corrección, precisión y elegancia del lenguaje, les hacemos pasar por normal la aberración del «tq» por «te quiero» y el que no se pongan acentos», decía este padre barcelonés con mucha resignación en su muro de la famosa red social.

«Empobrece la cultura»

En unas declaraciones para ABC, Rafael Arenas se muestra preocupado con que en los libros de texto se deje espacio a este tipo de conocimiento que él mismo considera «una aberración» y que, además, «empobrece» la cultura de los alumnos.

«En casa insistimos a mi hija con escribir de manera adecuada, tanto si es en el celular como en el computador, y mi sorpresa llega cuando le cae en un examen este tipo de vocabulario», confiesa.

Rafael insiste en que «para los niños tiene mucha importancia lo que se aprende de los libros» y señala que si este tipo de lenguaje que se usa de manera incorrecta en Twitter, Facebook o WhatsApp forma parte del currículo escolar «es normal que en el informe PISA consigamos un deficiente en la comprensión lectora».

Sin embargo, desde la editorial Barcanova advierten de que han de contextualizarse las declaraciones de este padre, e indican que el capítulo 7 de este libro, que versa sobre las abreviaturas, incluye un cuadro de reflexión para profesores y alumnos sobre el uso del vocabulario del celular y el empobrecimiento que provoca en el mensaje de los alumnos.

«En esta lección se abordan varias herramientas para tratar la comunicación escrita, con las que después reflexionar. Es natural hablar de todo tipo de lenguaje, sobre todo del que se usa en el mundo en el que viven los jóvenes, ya que se trata de algo cercano a ellos. Para entender los códigos se necesita comprender la lengua, y eso es lo que se trabaja», comentan en la editorial.

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