23-09-13
Carlos M. Padrón
Como suele decirse, «a mí que me registren», pues no entiendo nada del rollo que, en el artículo que sigue, vinculan a la vuelta de España al horario solar.
¿Qué de raro, malo, o extraordinario tiene comer a la una —a esa hora como, y a esa hora comí mientras estuve en España, aunque en los restaurantes me miraran con extrañeza—, salir de trabajar a las seis, o irse a la cama a las diez? Es cuestión de costumbre.
¿Acaso no es un trastorno el bendito cambio de hora, y sin embargo lo hacen y la gente lo acepta porque no tienen opción?
No entiendo tampoco qué tiene que ver con esto lo de los permisos por paternidad y lo de más tiempo para la familia y el ocio. Aunque sí entiendo que ya es hora de que regresen a la hora que les corresponde y se termine lo de «una hora menos en Canarias».
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23/09/2013
España quiere poner en hora su reloj
Laura Daniele
¿Se imagina comiendo a la una, saliendo de trabajar a las seis de la tarde, y en la cama no más allá de la diez de la noche?
Husos horarios y hábitos en Europa
Aunque tengamos que echarle mucha imaginación, una subcomisión del Congreso votará previsiblemente este jueves una propuesta para pedir al Gobierno que realice los estudios socioeconómicos necesarios para saber cuánto costaría que España volviera al horario británico.
En 1940, nuestro país abandonó el huso horario, que por su posición geográfica le corresponde —el del meridiano de Greenwich— y adelantó 60 minutos el horario oficial para coincidir con la Alemania de Hitler.
Desde entonces, los españoles vamos una hora por delante del tiempo solar en invierno, y dos durante el verano. Somos los únicos europeos que vivimos con la hora desajustada respecto a las horas de luz y oscuridad naturales. Por eso comemos y cenamos más tarde que en el resto de Europa respecto al tiempo oficial, pero no tanto respecto al solar.
«Volver a nuestro huso horario supone un ahorro total en todos los sentidos puesto que volveremos a vivir con el sol. Lo de ahora no tiene sentido porque vivimos con la hora de Polonia. El regreso al huso horario del meridiano de Greenwich supondría dejar un jet lag que arrastramos desde los años 40»,
explica Nuria Chinchilla, directora del Centro Internacional de Trabajo y Familia del IESE, una de las instituciones que fue consultada por la subcomisión del Congreso para la elaboración de esta propuesta, que incluye una serie de medidas para mejorar la conciliación laboral y familiar.
Cambios en la jornada laboral
Entre esas iniciativas, la subcomisión propone ampliar el permiso de paternidad a cuatro semanas, y avanzar hacia permisos igualitarios de maternidad y paternidad con una duración de 32 semanas en lugar de las 16 actuales (de la baja maternal).
También solicita al Gobierno que estudie el impacto económico que supondría una racionalización de los horarios laborales, en torno a unas franjas horarias de entrada y salida de aquellos empleos que así lo permitan.
La subcomisión creada a instancia del PP, PSOE y CIU considera —después de nueve meses de consultas a infinidad de expertos— que «todos estos aspectos incidirían favorablemente en la conciliación de todas las personas, permitiendo disponer de más tiempo para la familia, la formación, la vida personal, el ocio y evitando tiempos muertos en nuestra jornada laboral diaria».
Está demostrado —señala Nuria Chinchilla— que la conciliación laboral y familiar «aumenta hasta 300 veces la productividad de las personas, mejora la competitividad y baja el fracaso escolar».
Tener en cuenta a los niños
El objetivo de la subcomisión, según reza el informe, es que «España converja con Europa en muchos aspectos en los que hoy está sumamente alejada, particularmente en productividad, conciliación y corresponsabilidad».
Para Almudena Escorial, coordinadora de Relaciones Institucionales de Save the Children, otra de las instituciones consultadas por esta comisión, la conciliación además es «un derecho del niño» y una «herramienta de protección de la familia». «No podemos seguir sacrificando el tiempo que deben pasar los padres con sus hijos, ni siquiera por la crisis económica. Ningún niño debería quedarse sin los cuidados necesarios de sus padres por una cuestión económica», señala Escorial, quien insiste en que hay que pensar la conciliación «siempre desde el punto de vista del niño».
«Muchas veces se plantea como solución las guarderías pero con horarios desde las diez de la mañana hasta las diez de la noche. Ese no es un enfoque de conciliación desde el enfoque del niño», recuerda.

Bueno, ésa era mi jornada diaria durante los 21 años y medio que trabajé: Entraba a trabajar a las 8 de la mañana y salía a la 1, comía, y de prisa y corriendo, en cuanto llegaba a casa, pues entraba de nuevo a las 2 y salía a las 5 de la tarde.
A partir de octubre y hasta diciembre, que era la temporada alta, salía a las 8 de la noche y, claro, para las 10 y media ya estaba en la cama.
Claro que los últimos años me cambiaron el horario y entraba a las 7 de la mañana, salía a las 12 pero seguía comiendo a la una. Por la tarde entraba a las 3 y salía a las 6 o las 7 de la tarde, pero me acostaba también a las 10 y media.
Ahora sigo comiendo a la 1, salvo excepciones.
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Mis compañeros y yo tendremos este lunes un debate sobre el cambio del horario laboral en España; tenemos que defender la postura contraria. ¿Que me podría aconsejar para plantear en nuestros argumentos? Muchas gracias.
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Ana, entiendo que los argumentos para defender la aceptación del horario solar —o sea, defender que no haya cambio de horario— están dados en el artículo de Laura Daniele.
En Venezuela, al gobierno le dio el capricho —pues fue sólo eso— de atrasar media hora los relojes porque, dijeron, eso permitiría que los niños durmieran un poco más antes de levantarse para ir al colegio. Lo único que se consiguió fue confusión, y hasta creo que los organismos de los ciudadanos necesitaron de bastante tiempo para adaptarse a algo cuyos beneficios brillaron por su ausencia. Adoptar el horario solar es adoptar algo natural; lo de mover el reloj por otro motivo es un artificio.
En España —país desde el que veo que escribes— sería más importante instaurar un horario realmente laboral o sea, de trabajo, no de falta de él, y abolir de una buena vez ése que permite no sólo que se llegue tarde y se salga justo a la hora, o antes si fuera posible, y que se alarguen las ausencias, sino que también permite que a media mañana se abandone el trabajo para ir a desayunar, para la pausa del bocadillo o por otros pretextos que reducen las horas de trabajo.
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