Un día, Dios se acercó a Jesucristo y al Espíritu Santo y les dijo:
—Oye, estoy pensando en que nos podríamos ir de vacaciones. ¿Qué os parece si visitamos Jerusalén?
Jesús respondió diciendo:
—No, que la última vez que estuve allí me lo hicieron pasar muy mal. ¡Todavía me duelen las manos!
Entonces Dios dijo:
—Bueno, ¿y qué os parece si vamos al Vaticano?
Inmediatamente, el Espíritu Santo contestó con júbilo:
—¡Sí, sí, sí! ¡Que nunca he estado allí!
Cortesía de Leonardo Masina
