[*IBM}– Del baúl de los recuerdos de IBM: La fuente de Fuen-mayor

26-10-2011

El artículo que sigue lo envié por e-mail a varios exIBMistas en septiembre de 2003, cuando aún no existía el blog Padronel.

Uno de estos exIBMistas fue el amigo Alberto López Tabares quien murió en Madrid el 28/05/2010. Q.e.p.d.

Al ahora poner este artículo en blog hago constar que no hay por mi parte ninguna intención peyorativa hacia el exIBMista Enrique Fuenmayor quien, dada su afección cardíaca y la edad que tenía a comienzos de los ’70s, supongo que ya murió. Si es así, que en paz descanse.

Al respecto de esta fuente publiqué ya en Padronel el articulo Anécdotas y personajes de IBM: La fuente de Fuenmayor, escrito por Juan Fermín Dorta.

La lectura del texto y los varios comentarios complementa, documenta y amplía lo que relato a continuación.

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09-09-2003

Carlos M. Padrón

Enrique Fuenmayor era ya eso, “mayor”, cuando yo entré a IBM. Usaba peluquín, y como había sufrido un infarto, se lo pasaba haciendo ejercicio.

Para él, los ascensores eran “descensores” pues sólo los utilizaba para bajar porque siempre subía por las escaleras.

A los del Entry Level nos dijeron que había sido vendedor en los tiempos de los equipos de registro unitario (unit record), y que luego, tal vez por el infarto, lo pusieron a remodelar oficinas, y parece que se tomó lo del acondicionamiento de IBM-Capriles como su “opera prima”.

Fuenmayor

(Izq.: Enrique Fuenmayor)

Antes de mudarnos allá, Enrique Fuenmayor nos dio una especie de presentación durante la cual dijo que todo el mobiliario y tabiquería de las dependencias de IBM-Capriles los había hecho en blanco porque con eso se había propuesto conseguir que la gente que allí trabajara y usara lentes correctivos terminara por desecharlos porque ese color blanco a todo su alrededor les corregiría los defectos de la vista.

Por cierto que conmigo sufrió un gran fiasco porque me conoció siendo yo usuario de lentes (me los puse cuando yo tenía apenas 10 años de edad) y un buen día, en 1971, me vio sin ellos y comentó alborozado que ya su idea había dado resultado. Pero su alegría se tornó en desilusión cuando le dije que me había puesto lentes de contacto.

Así como la Sucursal Finanzas tenía su salón en IBM-Capriles, a su lado norte lo tenía la Sucursal Gobierno, y a su lado sur el Dpto. Técnico y creo que también OP.

A los tres se accedía por un largo pasillo que nacía en la recepción, doblaba a la izquierda y, en dirección norte-sur, tenía por su lado derecho las entradas a Sucursal Gobierno y Sucursal Finanzas, y al final las del Dpto. Técnico y OP. Y por su lado izquierdo tenía una pared lisa cuya monotonía era rota a la mitad por una especie de nicho o hueco rectangular, como de dos metros de alto por dos de ancho y uno de profundidad.

No sé si ese nicho lo mandó a hacer Enrique a propósito o ya estaba allí, pero el caso es que él montó en el nicho una fuente porque, según nos contó en la mencionada presentación, el dulce rumor del agua tranquilizaría nuestros espíritus y nos permitiría trabajar mejor y rendir más.

Pero tal parece que el efecto fue el contrario, pues desde el comienzo la tal fuente fue objeto de la “atención” de muchos, que botaban cosas (colillas, papeles, etc.) en ella, o desviaban los grifos y el agua caía en el pasillo ocasionando resbalones y hasta caídas que dieron lugar a serias protestas que llegaron a la presidencia.

Pero Enrique defendía su fuente contra viento y marea.

Un lunes en la mañana, a poco de estar yo en la oficina y cuando era la hora en que la fuente se activaba, oí que desde el pasillo llegaban voces alteradas.

Salí, y por poco me “aplasta” una inmensa nube de blanca espuma que lo cubría todo y que crecía y crecía. Aunque apagaron la fuente, el trabajo de sacar la espuma y limpiar el pasillo y las entradas a los diferentes accesos no fue poco.

¿Qué había ocurrido? Que alguien había puesto jabón líquido en el agua de la fuente estando ésta apagada, y cuando la prendieron esa mañana, el movimiento creado por los surtidores en el agua agitó el jabón y comenzó la producción de espuma en cantidades industriales.

Nunca se supo —o al menos no lo supe yo— quién había sido el de la “jabonosa” idea que por poco le ocasiona a Enrique Fuenmayor un nuevo infarto, pues con esto el futuro de la fuente se veía muy precario.

Y ocurrió lo que era de esperar, que terminaron clausurándola y poniendo en su lugar no recuerdo qué otra cosa.

Un día, ya clausurada la fuente, estaba Enrique Fuenmayor frente a ella —como rememorando, con cara de nostalgia, lo que había sido su sueño de arquitectura decorativa—, cuando pasó por allí Aníbal Vivanco, un IBMista chileno muy circunspecto y ceremonioso pero con un humor muy cáustico. Se detuvo junto a Enrique y, con toda seriedad, le preguntó:

—Y ahora, Enrique, ¿qué pondrás ahí?

Enrique, que tenía buena agilidad mental, le devolvió la pregunta:

—¿Qué pondrías tú?

Error fatal, pues Aníbal se hizo el pensativo y contestó:

—Bueno, yo pondría un ofidiario,… para que esté acorde con el ambiente.

La reacción de Enrique no se hizo esperar, y allí se armó otra sampablera.

Hasta que dejamos Capriles, en 1974, no hubo más fuente.

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12-09-2003

Leonardo Masina

Leo Masina, 1972

Ya que comentaste lo de IBM-Capriles, ¿te acuerdas de que, casi frente a la puerta de entrada de Ventas, a mano izquierda por el pasillo que llevaba a OP y al Departamento Técnico, había una fuente con unos chorros que apuntaban hacia la pared interna?

Ésa, aparentemente, fue idea de un «arquitecto» que había en IBM en esa época. No recuerdo el nombre, pero sí un detalle: me crucé con él una vez en el pasillo —que, de paso, era bastante largo y estrecho— y ocurrió lo de costumbre, que uno empieza a ir a la derecha, luego a la izquierda y así para no chocar con el otro que viene de frente, pero siempre se hace desincronizado, o sea, siempre los dos en el mismo sentido. Y luego de varios intentos fallidos de pasarnos, nos paramos, y salió él con una frase muy suya: «Si me concedes otro baile,… ¡pero esta vez conduzco yo!».

Esa fuente arrancaba automáticamente todas las mañanas como a las 08:15 y se paraba por la tarde, poco antes de la salida.

No duró mucho tiempo, porque se había vuelto el basurero de las oficinas: colillas de cigarrillo, papeles de caramelos, chicles masticados y toda cosa superflua que uno no sabía dónde echar y cuando llegaba frente a la fuente conseguía el lugar apropiado.

Resulta que los del Dpto. Técnico hacíamos guardia de noche; la llamábamos segundo turno. Prácticamente era de un técnico para cada tipo de máquina, o sea, éramos unos 5 ó 6, más uno que era el jefe de guardia.

Empezábamos a las 15:30 y duraba la guardia hasta las 23:30. Y el sábado era de 8:00 a 12:00. Cuando de noche no teníamos trabajo, muchas veces nos reuníamos allí para no andar deambulando por Caracas.

Una vez que se terminaba el trabajo de oficina, y como a las 6 de la tarde, venía una empresa de limpieza —creo que la Fuller— y limpiaba todos los departamentos.

Recuerdo que una tarde estaba yo todavía en la oficina cuando llegaron los de la limpieza, y alguien había derramado en el piso el contenido completo de un termo de café, que ya se había secado.

Los de la limpieza sacaron un liquido que hizo un montón de espuma y lo dejaron todo limpio, pero eso a mí me dio una idea que no tardé nada en poner en práctica.

Mientras ellos estaban limpiando aquí y allá, agarré el frasco y lo medio vacié en la fuente, que ya estaba apagada, volviéndolo a poner en su carrito.

Pareciéndome poco, me acerqué hasta otra oficina donde había otra persona limpiando e hice lo mismo. Pero no conforme, me fui hasta el Dpto. de Educación, donde también estaban los de la limpieza, y agarré otro frasco.

Al final, en la fuente eché tres buenos medios frascos de ese líquido.

Esa misma noche me avisaron que tenía que irme al exterior, creo que a Santo Domingo, para una asistencia. Total que a la mañana siguiente, a primera hora, pasé por Ultramar Express, donde Urbina, para retirar el pasaje. y me fui al aeropuerto.

Estuve fuera una semana más o menos, y a mi vuelta, y aunque nadie me comentó nada, al llegar a la oficina sí noté que la fuente ya no funcionaba, aunque no se me ocurrió preguntar por qué. Luego, aquel hueco fue cerrado e hicieron un almacén.

Con el tiempo me enteré de que aquella mañana fue de película. La fuente llena de espuma que desbordaba hasta el pasillo, y la gente resbalándose como si fuera una pista de hielo. La culpa se la encasquetaron a unos pobres estudiantes de los cursos que se impartían en Educación.

Bien, sí, lo admito después de más de 30 años: ¡El culpable de aquella broma pesada fui yo! 

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10-09-2003

Alberto López Tabares

Alberto López

Gracias, Leonardo, ¡por fin supe quién fue el del jabón en la fuente!

Lamento que uno de los gerentes técnicos de OP de la época, el Sr. Itsban Bertha Molnar (q.e.p.d), cuyas iniciales curiosamente eran IBM, no pueda saber de esta confesión tuya.

No sé si ustedes se acuerdan de él. Era húngaro, tenía una cicatriz en la nariz, había llegado al país cuando la Segunda Guerra Mundial, y entró en IBM junto con el Sr. Csaba Barany, y, al igual que el Sr. Barany, también le decía a todo el mundo «Chica».

Pues bien, él y otros gerentes técnicos siempre creyeron y perjuraron que si no había sido yo el del jabón, había sido idea mía, ya que, como dice el dicho, “Cría fama y échate a dormir”.

Por supuesto, esto había llegado a oídos del Sr. Enrique Fuenmayor, y cada vez que me lo tropezaba me miraba con cara de pocos amigos ya que, supuestamente, yo había sido el causante de la eliminación total de la dichosa fuente.

Si mal no recuerdo, creo que en ese espacio, como dice Leo, pusieron un depósito o agrandaron el cuartico donde estaba la fotocopiadora.

No recuerdo el nombre del «Isleño» que la operaba, pero sí que era un jodedor de primera y jugaba muy bien a las damas. Nosotros lo jodíamos mucho con su hobby de la crianza de las palomas mensajeras.

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10-09-2003

Carlos M. Padrón

El “Isleño” que menciona Alberto se llamaba Daniel Correa, era de La Gomera y, como se diría ahora, “muy pilas”.

Los gomeros son en Canarias lo que los gochos en Venezuela,… pero resulta que son más listos que el hambre.

Siempre he dado importancia a la persona que se cruza en mi vida, por una u otra razón y por poco o mucho tiempo, y me invade una especie de extraña inquietud cuando pasan años y no vuelvo a saber más de esa persona, o cuando alguien la menciona y caigo en cuenta de que yo la había olvidado.

A Correa, tal vez por paisano, no lo he olvidado. Al contrario, a cada rato lo recuerdo y me preguntó qué habrá sido de su vida, pues creo que desde que nos mudamos a IBM-Chuao, en 1974, no he vuelto a saber más de él.

Si alguien tiene alguna pista, agradecería que me diera detalles al respecto.

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11-09-2003

Leonardo Masina

Leo Masina (Caricatura)

Tienes razón, Carlos, hay personas que uno nunca olvida aunque pase mucho tiempo.

De Daniel Correa recuerdo que era una persona excelente, muy colaborador, y sabía distinguir muy bien entre cuando uno le pedía un favor sinceramente, o cuando se lo pedía sólo para colarse y conseguir que le sacara su fotocopia antes, cosa que era muy común cuando en toda IBM-Capriles había una sola fotocopiadora.

Luego pusieron otra en el Dpto. de Educación.

Nunca tuve mucha relación con él; justo el trato normal entre personas educadas y compañeros de trabajo.

Recuerdo que cuando yo iba a preparar cursos le preguntaba con antelación para cuándo podía sacarme fotocopias de los manuales, y él siempre me los tenía a tiempo, ordenados y separados. Encomendarle un encargo era tener la seguridad de que lo cumpliría cabalmente.

En nuestro camino se nos han cruzado algunas «PERSONAS» y muchísimos «personajes». ¡Daniel Correa era una PERSONA!

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 11-09-2003

Carlos M. Padrón

Muy pocas veces escuché a Juan Llorens hablar mal de alguien, pero un día cierto gerente de los que había en IBM-Capriles, y que estaba entre el grupo de personas que Daniel Correa debía atender, comentó, delante de Juan Llorens, de mí y de otros, algo negativo acerca de Daniel.

Al salir de la oficina de ese gerente Juan me dijo: “¡Pendejo! ¡Si Correa es un rato más inteligente que él!”.

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COMENTARIOS

juan fermín dorta h.

  1. Hay “consejas de viejas”, leyendas urbanas, y con ellas se hace la historia.

    Bueno, el hecho es que varias personas se adjudican el acto “heroico” de embochincharle la fontana di Fontemaiore. Que si yo, que si fue… ¡Hoy todo el mundo estuvo en las guerrillas!

    POR ÚLTIMA VEZ LES REPITO QUE EL QUE SE ATREVIÓ A JUGARSE LA VIDA Y LA SALUD DEL CITADO FUE DORTA. ÉL VIVÍA EN SAN ANTONIO, POR LO QUE ERA EL PRIMERO EN LLEGAR A CAPRILES y muchas veces se tuvo que calar las teorías arquitectónicas del mesmo.

    Un día esperó estar solo y soltó un puño de ACE en la fuente. El tío que llega y prende la vaina y la fuente, cual perro rabioso.

    El sujeto era un personaje pintoresco. Su teoría de porqué IBM Chuao recordaba una tarjeta perforada era un poema a Praxiteles.

    By the way, hace unos días vi en Puerto Azul al mentado Vivanco. Caray ¡qué feíto y protestón se ha puesto! De aquella cohorte de sistematizadores bellos de los que se rodeaba Ferdinando.

  2. CMP

    Que yo recuerde, el fenómeno de la fuente escupiendo espuma se dio más de una vez. ¿Por qué no aceptas que pudo haber sido otro quien le echó ACE una de esas otras veces?

    Y hablando de Puerto Azul, este fin de semana bajé y llevé tres puros para que un tal JF no me los mendigara más, y vea usted que el tipo no apareció. Ergo, ¡me los fumé a su salud!

  3. Leonardo Masina

    Como ya comenté en anterior ocasión en este blog y, además, la fecha en que escribí esto (12-9-2003) es muy anterior a cualquier artículo sobre el tema, no sé realmente cuántas veces se “manipuló” la Fuen-Mayor.

    El caso es que yo nunca me enteré, pues por motivos de viajes para cursos o asistencias, por lo visto siempre eso ocurrió estando yo fuera del país, y así también fue la vez que yo lo hice, pues esa misma mañana, temprano, tomé un vuelo hacia República Dominicana y después no iba yo a preguntar, si nadie me lo comentaba, porque automáticamente me autodescubriría como autor o cómplice.

    Esa noche sólo hubo en Capriles un testigo presencial (Q.E.P.D.) que no me vio hacerlo y que, si él no había sido, sabría en quien sospechar, pero jamás hizo un comentario al respecto, cosa que siempre le agradecí. Y tampoco creo que avisara para que se tomasen medidas preventivas ya que era un jodedor tanto o más que yo.

    El hecho de que todos nos callásemos, por solidaridad, es porque sabíamos que nos jugábamos la cabeza y el puesto.

    Después de casi 40 años, tengo que reconocer que, estando en Capriles, hice varias trastadas más, pero unas fueron circunscritas al entorno más próximo del Departamento Técnico y otras a un círculo de Mezzanina IBM que ahora no vienen al caso porque de algunas ni sé qué resultado o efecto tuvieron ya que siempre evité estar presente pues, de lo contrario, automáticamente me delataría.

    La que sí sé que tuvo efecto, pero no puedo hacerme acreedor a ello, fue cuando movieron los chorros de la fuente, que normalmente apuntaban hacia la pared interna, y los dirigieron hacia el pasillo de modo que cuando por la mañana arrancó la fuente, todo el pasillo, que iba de la entrada hasta el final, donde estaban los Departamentos Técnicos, era un torrente inundado. Y esa vez creo que fue la última que la fuente funcionó.

  4. juan fermín dorta

    Cuando llegamos a IBM ya había pasado la era de los useños, los argentinos se habían esfumado también, y se iniciaba la de los cubanos.

    Dios les libre de pensar que esta referencia la hacemos en tono despectivo; muy por el contrario, ahí llegó el nunca bien ponderado Don Salvador, y el tipazo de Jaime… Pero también llegó un Rolando, siempre cobrando peaje, rebanando su tajada de DC a los de DP.

    Pero de épocas anteriores ya estaba a bordo una pléyade de criollos de pura cepa, trabajadores como nadie. Díganme mi Profe en la UCV, José Avendaño Araque. Pero entre ellos estaba un individuo de actividades misteriosas, con despacho gerencial y todo, que nunca supimos a qué se dedicaba. Siempre visitando, rondando, opinando, con una aureola de sabio que… ¡buen, pues!

    Estaba yo luchando por ganar la licitación del MOP, cuando en una visita a Capriles, el interfecto se me acerca, indaga, huronea, y desaparece. En la tarde recibo una llamada de Covelo que me dice “Contáctate con fulanito, te puede ayudar mucho”.

    Siempre me gustó rodearme de profesionales, así que agradecí el gesto pero nadie iba a meterse en MI PROYECTO y menos “expertos” de los que siempre contaban añejas anécdotas como “Cuando instalamos una tabuladora en…”. Pero el tío, dale que dale, como trompa’e cochino, queriendo meterse en el proyecto.

    Para hacerles el cuento corto, cerramos el negocio más grande, aparte de los de las petroleras de la época, y ¡fuera cachos! Me ayudaron compañeros que aportaron lo mejor de sí, pero eso de se pusiera ponerse escapulario ajeno —en este caso, principalmente mío— un histórico de tarjeta perforada, ¡no jorobes!

    Otro día contaré de la ola de españolitos, lindos, traje a la medida, bien portaditos ellos, a los que nunca oímos emitir una opinión ni de contabilidad ni de gerencia ni de nada. Pero, eso sí, nunca se olvidaban del pañuelito en solapa, del regalo navideño de juegos de teteras de plata a los jefes,… Y los tipos, escala que te escala.

    Hasta que llegó la horda de los jóvenes “verdugos” —profesionales todos, bachilleres, universitarios, agudos especímenes como Chuchú (cuchillo en boca siempre), el Charlie Brown (con su mirada taladrante), etc.— que los barrieron a punta de vientos anales y que, para desgracia de IBM y de todos sus admiradores, al cumplir su función “dieron un paso al frente, difuminándose en la niebla de la historia”. (General en Jefe, 5 soles, ganados en Filipinas, Batán, Islas Marianas, Douglas McArthur).

  5. CMP

    Vamos a ver, JF. Al menos para mí hay dos puntos que ameritan mención:

    1• El bien poderado Don Salvador no era cubano, y eso se le notaba a leguas.

    2• Cuando dices que «para desgracia de IBM y de todos sus admiradores, al cumplir su función “dieron un paso al frente, difuminándose en la niebla de la historia”», a quiénes te refieres, ¿a los españolitos o a la horda de los jóvenes “verdugos”?

  6. Juan Fermín Dorta H.

    1. Mírate al espejo y verás la faz de uno de esos que denomino “horda de jóvenes verdugos”.

    2. Don Salvador era, según él, leonés de Valladolid, pero lo considero de origen cubano. Es como si a mi ahora, con más de 50 años en el país, me dijeran “Oye, tú pareces español”.

    Ya me lo han dicho, pero ¿qué vas a esperar tú de una cuerdita de marginales que no saben si vienen del Níger, del Senegal, y que llenan el Metro con publicidad donde un afrodescendiente dice “estoy orgulloso, soy ADescendiente?

    ¿Es que, acaso, el que te digan “Tú eres europeo, yo sí soy criollo” no es una nota de discriminación?

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