[*Opino}– España y el trabajo

Carlos M. Padrón

«Los españoles salen del trabajo hasta dos horas más tarde que el resto de los europeos».

Este titular aparece hoy en casi todos los medios digitales de España, pero si tuviera que ceñirse a la realidad debería decir «Los españoles salen de su lugar de trabajo hasta dos horas más tarde que el resto de los europeos», pues estar en el lugar de trabajo no implica necesariamente que se esté trabajando.

Y hablo desde mi experiencia de 2.5 años trabajando con base en Madrid.

En referencia a Alemania, Bélgica, Francia, Finlandia, Italia, Luxemburgo, Reino Unido y Suecia se dice que «en ninguno de estos países aparece el horario continuo o jornada intensiva, excepto en España».

Y la mencionada experiencia me enseñó que eso de «jornada intensiva» es un sarcasmo, pues es cuando menos se trabaja y, además, se la quiere justificar porque en verano hace «mucho» calor.

Otro dato muy «interesante», siempre en la comparación entre España y los países antes citados, es que «El estudio también revela que el periodo de tiempo dedicado a la comida oscila mayoritariamente entre los 30 y los 60 minutos, mientras que en España este lapso llega hasta la hora y media o las dos horas».

Y sospecho que en esa «hora y media a dos horas» no contaron la hora que en España se toman para desayunar porque, claro, ¡no pueden venir desayunados de sus casas!

6 comentarios sobre “[*Opino}– España y el trabajo

  1. ¿Que te puedo contar, Carlos, que tú no sepas?

    Mi impacto con España fue fatal, después de conocer cómo se trabajaba en Venezuela y Estados Unidos, llegar aquí y encontrarse que, en la fábrica de Valencia, con un supuesto horario flexible de entrada de 7:30 a 9:00, luego 45 minutos para comer y, supuestamente una salida desde las 4:15 hasta las 5:45, resultaba que, en realidad, el 90% de la gente entraba rondando las 9:00 de la mañana, o sea, que nadie madrugaba.

    Yo no me explicaba eso, sobre todo porque los recurso disponibles de Red, tipo Profs y Retain estaban limitados, pues teníamos que compartirlos con los asignados alemanes. Al yo entrar a las 7:30, prácticamente a las 9:00, cuando entraba la «multitud», yo ya tenía hecho un 70% de mi trabajo diario.

    Cuando yo, a las 4:15 y después de haber cumplido con mi trabajo «con creces» me aprestaba a irme, todos, y en primer lugar los jefes, tenían siempre algo que decirme. Partiendo del principio de que si yo trabajaba más horas, ni me las pagaban ni me las compensaban de otro modo, me pregunté siempre por qué tenían que criticarme, cuando más bien había hecho trabajos que ni me correspondían.

    Cuando con el tiempo empecé a conocer «el percal», me di cuenta de que, prácticamente, el 80% (lo tengo muy claro, porque éramos 15 y sólo 3 cumplíamos) no hacían su trabajo y sólo sabían vivir del cuento y salir justo 5 minutos después de que se había ido el jefe.

    Esto también puedo generalizarlo al resto de los departamentos, que se quedaban haciendo más hora «just in case» pero sin pegar golpe.

    España es el país menos productivo que he conocido. Recuerdo este chiste, popular en Venezuela: «¿Sabes cuál es el mejor negocio del mundo? Comprar un argentino por lo que vale y venderlo por lo que él dice que vale».

    Ahora, después de conocer España, no se cuál negocio sería mejor, si el argentino o el español. Sólo con recordar a Zapatero cuando decía que España estaba en la Champions League de los países con mejor economía…

    Hay que reconocer que «mayoritariamente» (hay que poner un paréntesis por los que sí trabajan, que los hay) son una panda de VENDEDORES DE HUMO Y ENCANTADORES DE SERPIENTES.

    Para un español, hay dos maneras para llegar entre dos puntos:
    Para el trabajo: LA ESPIRAL
    Para sus asuntos personales: LA LÍNEA RECTA.

    A esta conclusión llegué después de conocer a un compañero en la fábrica, al que yo llamaba «el sobaco más informado de la fábrica», pues se metía bajo el brazo una carpeta —muchas veces vacía que en su exterior tenía escrito, bien grande, «Albany», que era el nombre de un producto todavía confidencial— y, para ir de ingeniería al laboratorio, se recorría todos los pasillos de la fábrica, unos 500 a 600 metros, cuando en línea recta no habría ni 100 metros, pero cuando entraba o salía, para hacerlo más corto se entrecruzaba entre otras oficinas y despachos, para recortar pasillos y salir antes.

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  2. Entonces, Leo, también conocí a un «sobaco ilustrado». Cada vez que lo vi por los pasillos de IBM Santa Hortensia (Madrid), andaba apresurado, con cara de curcunstancias,… y con una carpeta bajo el brazo.

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  3. He trabajado durante 21 años y medio en una empresa donde se entraba a las 8 de la mañana, (allí no se podía almorzar), se salía a la 1 para comer, se volvía a entrar a las 2, y se salía a las 5.

    En época de más trabajo se salía a las 8, las 9 o las 10 de la noche (es verdad que esas horas extras las pagaban). Imposible llegar tarde porque te encontrabas con la puerta cerrada, y puedo asegurar que se trabajaba hasta la extenuación.

    Me han quedado secuelas que han perjudicado mi salud debido a los enormes esfuerzos realizados. De hecho, me dieron una minusvalía del 44% por tendinitis crónica en los dos hombros, y problemas cervicales, causada por esfuerzos físicos continuos durante años.

    Así que no todos los españoles son vagos; los hay que trabajan en exceso.

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  4. El horario que describe Leonardo es muy parecido al de la gran mayoría en IBM-USA: muchos entraban casi de madrugada, almorzaban a las once y salían para sus casas temprano; unos para evitar el tráfico, otros para ayudar con labores domésticas.

    ¡Qué diferente de la IBM de Venezuela de los ’70s que yo conocí! Allí muchos llegaban/mos a las diez para desayunar, almuerzo ejecutivo a la una, y torneos de backgamon, ajedrez, pingpong, futbolito después de las seis, y a veces hasta la medianoche.

    Pero en algún momento se escribían programas, se probaban rutinas, se estudiaban dumps (vaciados), se diseñaban sistemas, o se escribían propuestas.

    Ahora veo de dónde venía esa costumbre.

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  5. Javier, he trabajado en Venezuela, USA (en laboratorios) y España, aparte de tener largas estadías en Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica e Italia, suficientes para hacerme una idea de cómo se trabajaba ahí.

    En USA, que, además, de en Venezuela, fue donde empecé y me formé, puedo decir que es donde más se me respetó y reconoció por mi trabajo.

    Tienes razón, había veces que no había horario, pero tienes que tomar en cuenta que se trabajaba por targets.

    Por ejemplo, si estabas diseñando un chip (normalmente se repartía entre 4-6 diseñadores), en un plazo de 4 semanas tenías que tener hecha una determinada parte, y así, por targets, se cumplía la misión.

    No es que me considerara mejor que los otros, sino que las dos veces que estuve ahí —una por año y medio y la otra por casi dos años, y trabajando para diferentes áreas y con diferentes jefes—, mis jefes coincidieron en decir que era excelente tener a «ONE LEO IN THE DEPARTMENT, BUT ONLY ONE» (un Leo en el departamento, pero uno solo).

    Yo personalmente consideraba a los americanos una manada de ovejas: van despacito, paso a paso, sin alborotarse y, poco a poco, van cumpliendo su faena. Sin embargo, para ellos, en su manada de ovejas, yo era «el perro pastor», y con uno era suficiente.

    Lo que yo me tardaba en cumplir mi target, era una semana, cuando en realidad tenía a mi disposición cuatro, y lo que hacía después era entretenerme ayudando a los otros diseñadores y perfeccionando las interfaces entre los componentes del chip. Y así, cuando al final del target se hacían los tests, nuestro chip estaba perfecto y funcionaba, pudiendo entonces seguir con el diseño, mientras que los otros tenían que pasarse una o dos semanas haciendo debugging.

    Muy rara era la vez que yo llegara tarde a casa; lo único es que, a veces, tenía que entrar a las 6:00 de la mañana o entrar más tarde, para luego salir a las 9 ó 10 de la noche, pero eso era por disponibilidad del simulador de test, que se compartía entre todos los departamentos involucrados. Las 8 horas laborales eran normalmente sagradas.

    En otro caso, en que estaba escribiendo el microprograma del adaptador ESCON para canales ópticos, ya cansado de esperar que otros diseñadores entendiesen lo que había que hacer, le pedí al jefe que me dejase un mes para hacer una prueba; que los demás involucrados en el proyecto siguiesen con lo suyo, pero que yo iba a trabajar por libre.

    Cuando vio que me estaba quedando más tiempo de lo normal, me dijo que no era posible, que me daría un PC para poner en casa con una línea telefónica dedicada, y que me conectara desde casa si quería terminar trabajos, y que todas las horas trabajadas se me pagarían como horas extras (overtime).

    Con el apoyo de mi jefe, logré poder conectarme con el simulador también desde casa, y así pude comprobar si lo que había escrito era funcional.

    El resultado fue el diseño de una tarjeta Channel to Channel ESCON que conectaba dos 4381 por fibra óptica.

    Ese prototipo fue inmediatamente adquirido por IBM Princton NJ, que era donde se estaba desarrollando la arquitectura de los canales ópticos.

    Lo que te puedo garantizar, Javier, es que, aunque la fama no fuese ésa, en Venezuela se trabajaba y se rendía, como así en USA, donde la consideración y respeto hacia la familia eran primordiales. Nunca había visto yo jefes preocupados por que sus empleados disfrutaran de su vida familiar.

    Sin embargo, en España nunca lo vi así. Aparte el hecho de que quedarse más horas era sinónimo de buen empleado, aunque no hubiese pegado golpe en todo el día, lo importante era aparentar.

    En una oportunidad en que mi mujer tuvo que viajar a Venezuela y luego irse a Houston para acompañar a su padre enfermo, y yo me quedé con las dos hijas mayores, que tendrían 9 años, no hubo manera de que se me permitiese tomar vacaciones ni trabajar media jornada, para yo así poder llevarlas al colegio a las 9 de la mañana e irl a buscarlas a las 4:40. Yo vivía a unos 35 minutos de la fábrica.

    Lo que hacía era llegar a la mañana a las 7:30, fichar, dar una vuelta, encender mi pantalla, abrir los cajones,… y largarme a buscar a mis hijas y llevarlas al colegio. Volvía a la fábrica y seguía mi trabajo, hasta que, poco antes de las 4, me largaba, pasaba por mis hijas, las recogía del colegio, pasaba por la fábrica, cerraba mis cajones, fichaba y me largaba.

    ¡MEJOR SER HIPÓCRITA QUE PENDEJO! Si eso era lo que querían, así lo tuvieron.

    Considero que el RESPETO AL INDIVIDUO, tan valorado en IBM, en España se había transformado en IRRESPETO AL INDIVIDUO.

    Cuando yo pisé por primera vez la fábrica de Valencia, en 1984, luego de haber trabajado 12 años y medio en Venezuela, y año y medio en Endicott, lo que dije fue: “Franco habrá muerto, pero en la fábrica sigue vivo”.

    Luego, con el tiempo me di cuenta de la situación y tuve que extrapolarlo a toda España, donde, por regla general, no he visto consideración ni respeto a los empleados.

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