[Col}– Más que el Muro de Berlín / por Juan Antonio Pino Capote

20-06-11

Sobre el movimiento 15-M, el de «Los indignados»

Ante este movimiento, pacífico en su planteamiento pero de mucha indignación en el fondo, y ante la confusa publicidad y falta de opiniones favorables a él, que es de aspiraciones muy extensas, todos tenemos la oportunidad de pensar y opinar.

Personalmente me considero un romántico soñador, y como mis ideas sobrepasan los límites de lo real, es por lo que nunca me atrevo a expresarlas, pero contaré lo que quiero pensar de estos valerosos jóvenes que han tomado plazas y calles.

Me gusta pensar que, en el fondo, lo que quieren es un mundo en paz, con justicia y bienestar para todos los seres humanos, y por eso arremeten contra todo lo que no va por buen camino, que es mucho.

Creo que ellos saben que para eso hay que romper muchas barreras. Prefiero pensar que sus intenciones son buenas y honestas, aunque algunos los tilden de extrema izquierda y otros de extrema derecha.

Es bueno y esperanzador pensar que buscan nuevos horizontes para la Humanidad. A todos los políticos les gusta pensar, sin embargo, que son unos desinformados e inconscientes, en lugar de empezar por proponer un cambio en el caduco y agotado sistema electoral actual.

Aunque aún sean una pequeña proporción de la población, no hay que olvidar que son la población del futuro,… pero, hasta el momento, sin ningún futuro prometedor, sino todo lo contrario.

Tras la caída del muro de Berlín, cayó también la utopía socialista, y ya está bien de experimentos sociales y humanos. Para salvar a la Humanidad de la presente crisis y de otras venideras es necesario el derrumbe de otro muro invisible, pero mucho más inexpugnable que de Berlín, no tanto para la caída del capitalismo sino para el control y regulación del mismo, para evitar sus desmadres cainitas y despiadados.

La globalización no sirve más que para fortalecer el muro o búnker del poder financiero, y para aborregar más a los ciudadanos a los que no defienden ni sus “representantes”, los gobiernos, ni los sindicatos.

¡Qué razón tenía Al Capone cuando decía que en este mundo todo tenía un precio! Si nuestros votos tienen algún valor, nuestros gobiernos los venden por un plato de lentejas y “pan para hoy, y hambre para mañana”.

La sola indignación preconizada por Stéphane Hessel no basta. Se echan en falta los grandes filósofos y economistas que pongan la guinda a la protesta indignada, bien con la denuncia de las maquinaciones capitalistas, y con la posibilidad real del reparto equitativo del planeta y sus productos.

Hoy sabemos que es posible, gracias a la tecnología y la Ciencia, que en el planeta haya recursos para alimentar a todos los habitantes de la Tierra, y también para que, a través de su trabajo, todos participen de los bienes y derechos humanos reconocidos en el acuerdo de Helsinki y en nuestra Constitución.

También debería existir una gran proporcionalidad en el consumo de energía y de las reservas minerales que, además de agotarse, pueden convertir a nuestra Tierra en un planeta inhóspito.

Será mejor que esta crisis no acabes como acabaron las anteriores: por la amortiguación lenta de los desastres económicos, por la aceptación social de vivir en la escasez resignadamente, o considerando que se es afortunado si se consigue algún tipo de trabajo mal pagado.

Por otra parte, al disminuir el ritmo de la producción se le da un descanso al planeta y a su atmósfera, que ya están bastante atribulados.

No nos sirven las actuales coordenadas de políticos y usureros. Por naturaleza, la ambición del político es alcanzar el poder y perpetuarse en él. Lo correcto sería el servicio sin aferrarse al cargo, y crear leyes a la medida del hombre, y no al revés.

Leyes que nos protejan de la usura y no que la faciliten.

En la antigüedad de nuestros mayores, la usura era un pecado grave, pero ya nadie quiere entender de pecados ni de otras normas éticas. Por su naturaleza, la ambición del poder financiero no es sólo perpetuarse sino aumentarse con toda rapidez. Aquí está la gran barrera que hay que derribar para que el capital sea un medio, sólo un medio, para la convivencia, y no un fin en sí mismo.

Aunque la historia no me dé la razón, cosa que lamentaríamos todos, yo prefiero seguir pensando que estos jóvenes indignados constituyen un rayo de esperanza para la ciudadanía terrícola y para la solución de sus problemas.

Ellos llegarán a ser esos filósofos y economistas, y verdaderos gobernantes que asedien y asalten el búnker del capital y nos saquen del atolladero, con paz y justicia humana.

Juan Antonio Pino Capote

Un comentario sobre “[Col}– Más que el Muro de Berlín / por Juan Antonio Pino Capote

  1. Dice el refrán popular que «Nunca es tarde si la dicha es buena». Pues bien, yo hasta hoy no había leído este estupendo comentario que comparto plenamente y por el que te felicito. Un brazo para ti y gracias Carlos por publicarlo.

    Me gusta

Deja un comentario