Desde Paraguay, enviada por el exIBMista José Candia, quien en 1979 trabajó conmigo en la Sucursal Finanzas, me llegó este mensaje:
«Haciendo limpieza en los papeles guardados me encontré con la revista IBM MENSAJES correspondiente a los meses de noviembre / diciembre de 1979».
Y José me fue enviando, escaneadas, las páginas de esa revista.
¡Gracias, José!
El contenido lo publicaré en tres (3) entregas. Ésta es la primera.
Si en una foto aparece más de una persona, las mencionaré de izquierda a derecha, o en el sentido de las agujas del reloj cuando las personas estén en círculo. Si no sé ni el nombre ni el apellido de alguna de las personas en la foto, pondré un signo ‘?’ después del número; y si no sé el nombre o no sé el apellido, pondré una ‘X’ en el lugar en que éstos deberían ir,… y, con gracias anticipadas, espero que alguien me «despeje» las ‘?’ y las ‘X’ que, en este caso, son muchas.
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FOTO 1 (Pág. 3-1)
De esta foto sólo recuerdo a Elías Pacheco y a Juan Uslar, quien, al igual que Candia, trabajó conmigo en la Sucursal Finanzas.
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FOTO 2 (Pág. 3-2)
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FOTO 3 (Pág. 3-3)
1, Juan Uslar; 2, Sergio Andrade; 3, Rolando García Lago; 4?; 5, Dr. José Antonio Abreu.
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Pág. 4
Tomando en cuenta lo de «sus respectivos cónyuges» y basado en los comentarios recibidos después de publicado este post, voy a asumir que las damas que están junto a los IBMistas son sus cónyuges.
1, Hugo Smitter †; 2, Sra. de Smitter; 3, Alfredo Carvallo; 4, Beatris Coronel de Carvallo; 5, Francisco Montaner; 6, Sra. de Montaner; 7 , Vittorio Martinelli.
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FOTO 5.
1, Reina de Sánchez; 2, ¿Sr. Sánchez?
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FOTO 6.
1, Gerónimo Machado; 2, Sra. de Machado; 3, Simón Meléndez; 4, Sra. de Meléndez; 5, Julián Mejías; 6, Rosalía de Mejías †; 7, Rafael Padra.
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FOTO 7.
Mesa del frente: 1, Sra. de Díaz; 2, Juan Pablo Díaz; 3, Sra. de Rotundo; 4, José A. Rotundo.
Mesa de atrás: 1, Sra. de Smitter; 2, Alfredo Carvallo; 3, Beatriz Coronel de Carvallo; 4, Francisco Montaner; 5, Sra. de Montaner; 6, Vittorio Martinelli; 7, Sra. de Martinelli; 8, Julio Cesar Viera; 9, Cecilia de Viera (casi no se ve).
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FOTO 8.
De frente: 1, Sra. de Montaner; 2, Vittorio Martinelli; 3, Sra. de Martinelli; 4, Julio César Viera; 5, Cecilia de Viera; 6, Sra. de Morales; 7, Jorge G. Morales † («El viejo Morales»)
De espaldas: Creo que 1, ¿Sr. Sánchez?; 2, Reina de Sánchez.
Reflejado en el espejo y de perfil: Francisco Montaner.
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COMENTARIOS
CMP
En respuesta a Antonio Ramírez.
¡Uf! Arreglado. Gracias.
Antonio Ramírez
Carlos, Acevedo no era tocayo tuyo, su nombre es Manuel.
Leonardo Masina
De la Pag. 17 – Edmundo Ausmanas.
A Edmundo lo conocí cuando nos mudamos a Capriles. Él trabajaba en el grupo de Norberto Basconcelos, con la 803, la máquina clasificadora de cheques bancarios.
En Julio-Agosto de 1970, cuando los mundiales de fútbol, hubo en Ciudad de México un curso de la 1130 al que decidieron enviar a 2 técnicos, que fueron Henry Meza (q.e.p.d.) y Edmundo Ausmanas.
Edmundo era de origen lituano, en lo personal un poco difícil a tratar pero no era mala gente. Yo me la llevaba bien tanto con él como con Henry, ya que a los tres nos tocó dar servicio a las 1130 y, sobre todo, a las de los periódicos que requerían de un servicio en horario especial. Así que al final, siempre había una buena relación.
De él recuerdo también que los clientes le pusieron el apodo “Don Limpio” porque, cuando llegaba a una instalación, lo primero que hacía era echar mano de la aspiradora y limpiar las máquinas.
Al cabo de unos años, Edmundo pasó a otro trabajo, por el que fue enviado, creo que a Noruega, a estudiar una aplicación para el control de inventario del stock de piezas y repuestos, y éste debe de ser el motivo del premio que recibió. Creo que por 1980-81 se fue a vivir a EE.UU.
Leonardo Masina
De este premio de “El Pacorro”, alias Francisco López, hay muchísimas anécdotas y muy buenas. Yo cuento sólo una pequeña parte; “El Pacorro”, si quiere, podría contar más.
Resulta que, para explicarle cómo utilizar el programa, vino un técnico de IBM-España que era un “cazador nato”. Estaba hospedado en el Tamanaco, pero creo que ahí entró cuando llegó y cuando volvió a recoger sus maletas para irse a España.
A mediodía, para no dejarlo solo, nos alternábamos para acompañarlo a comer. Las dos veces que fui con él, me terminó dejando plantado, pues, con la excusa de ir al baño, se daba un paseo por el restaurante, veía que hacía algunas paradas en alguna mesa y luego, cuando volvía, me decía: “Diles que no me ha sentado bien la comida y que no voy a ir esta tarde”. Y y luego lo veía salir en “buena compañía”.
Una vez le preguntamos cuál era su éxito con las mujeres y cándidamente contestó: “Te acercas y le preguntas si quiere acostarse contigo”. Lo normal es que uno le dijese que recibiría más de una bofetada, a lo que él contestaba: “Sí, pero la que no te dan una bofetada”.
Tenía la costumbre de darle a todas sus “conquistas” el teléfono de la oficina de “El Pacorro” y puedo atestiguar que fueron muchísimas las llamadas que se recibieron buscándolo.
Por supuesto, por las noches, el grupito de técnicos que le acompañaba en sus andanzas no era pequeño y, que yo sepa, muchos de ellos siguieron viviendo de esa renta por un buen tiempo, después que él se volviese a España.
No sé cómo, pero en la semana, o poco más, que se quedó en Caracas, creo que descubrió en esa ciudad más sitios “interesantes” (con buen “ambiente”), que todos los del departamento juntos.
