Carlos M. Padrón
En relación con El Paso, mi pueblo natal, he mencionado muchas veces, y lo han hecho aquí otras personas, el fenómeno meteorológico que allá llamamos «La brisa».
Es algo que hay que vivirlo para apreciarlo, pues, visto desde El Paso, consiste en una masa de nube blanca, como inmensa masa de algodón, que se pone a cabalgar sobre la Cumbre Nueva y que, a pesar de su engañoso nombre, generalmente desata un viento fuerte y anárquico que hace destrozos en cosechas y construcciones débiles. Es muy bella, pero bastante dañina y difícil de soportar.
Vista de cerca, se nota que esa masa de nube se mueve cayendo hacia El Paso como si de una cascada se tratara. El gran poeta pasense Don Antonio Pino Pérez lo llamó, muy acertadamente, «Mar de nubes». Es él quien mejor ha cantado a la brisa; para muestra, dos de sus poemas al respecto.
BRISA EN LA CUMBRE
Para A. Gómez Felipe, cordialmente.
En la quieta molicie de la tarde infinita
me llamaron las rosas de las nubes volantes,
la cascada de bruma de los vientos reinantes
que regaron la tierra con la lluvia bendita.
Bidigoyo y Behenauno, los eternos puntales,
Limitaron el río de la brisa impetuosa,
Que por toda la cumbre —mar de nubes— rebosa,
Cual la comba de gloria de los arcos triunfales.
Va cayendo en vellones de blancura celeste
con la gracia increíble de promesas aladas.
Tiene todo el encanto de las cimas nevadas,
Trae todas las furias de los vientos del Este.
Va cayendo y no cae… en riada incesante,
llega en lenguas de nubes al Santuario del Pino,
y lo besa y lo envuelve en fugaz torbellino
que se eleva a los cielos en la tarde inquietante.
Cataratas de espuma de los mares del cielo
perfumadas de lluvia y alocadas al viento,
os lleváis el mensaje del mejor pensamiento
y pasáis como sombras en el triunfo del vuelo.
Alumbráis con ensueños de blancura indecible,
como rayos de luna de las fuentes astrales,
y caéis con fulgores de luces siderales
en sonrisa de brumas de belleza increíble.
En la brisa despierta, que amanece en las vidas,
—agitada, revuelta, cantarina, soñada—
la hemos visto en las flores del almendro cuajada
y en las blancas mejillas de rubor encendidas.
Yo la he visto en las noches de mi vida andariega
luminosa cayendo sobre el Valle dormido,
y cantar en los árboles el vibrante alarido
de una fuerza sin nombre que de lejos nos llega.
Bienhechora del Valle, curandera de alturas
que en los mares ahogas impurezas de males.
¡Yo quisiera embarcarme en tus fuerzas vitales
y embrujar en tus nieblas mis soñadas locuras!
Y sentir la caricia de tus plumas ligeras
y el concierto solemne de tus músicas rudas
que llevaron las hojas de tus ramas desnudas
y los pétalos muertos de las rosas postreras.
1949
***
MENSAJERA LA BRISA
Alas blancas tendidas en la prisa del vuelo
que portáis un mensaje de los mares del cielo,
detened vuestros juegos en la cumbre cimera
porque una voz de alturas nuestras almas espera…
Desbordado rebaño de corderos de bruma
que en la lluvia fundidos se volvieron de espuma,
para ungir a los brezos con su fresca delicia
y envolver a los pinos en la blanda caricia
de los besos sin huellas y las risas andantes
que, volando, vinieron de regiones distantes…
Haz un lecho mullido con tus plumas ligeras
para que en él descansen las muertas primaveras,
y quédate en los sueños que alumbraran la vida,
pues tú los resucitas de la ilusión perdida.
Danos paz y consuelo con tu alada ventura
que nos trae canciones de los mares de altura…
Y dale a los almendros cuajados de rubores
las albas trasparencias que sueñan sus flores.
Que siempre vuelva y venga mensajera la brisa
y en su blonda opulencia fulgure una sonrisa…
Que en su manto de nubes de la cumbre colgado
viene envuelto el misterio del milagro esperado…
Son frescas ilusiones de nuevo desatadas,
Son nuestras esperanzas, arriba en oleadas,
que caen y no caen y pasan sin pasar,
son alas inocentes que vuelan sin volar…
Con plumas de los ángeles hicieron sus ropajes
que a veces se desflecan riñendo en los ramajes.
Se embarcan el los vientos en su fugaz huída
y se van como vienen sin una despedida.
En el invierno cantan, en el otoño rezan,
en el verano ríen y en primavera besan.
Unas veces son blancas, con blancuras de armiño,
con la clara de los sueños de un niño.
Otras veces naranja, de un naranja encendido
que se alumbra en las glorias de un ocaso vencido.
Y en las tardes de invierno, con sus pardos sayales,
retadoras avanzan con sus furias triunfales.
Muchas veces son grises en la gris lejanía,
y esclarecen y alumbran en las luces del día.
Pero siempre son bellas, con sus olas fragantes,
femeninas, lujosas, con sus ondas cambiantes,
cuando suben o bajan, cuando riñen o juegan,
cuando cantan o rezan, cuando huyen o llegan,
que son rosas del cielo embriagadas de brumas
que besaron las almas con sonrisas de plumas.
Y en la angustia y el llanto y en la cruz del tormento
un mensaje dijeron al pasar en el viento
que hizo luz en las sombras… y en las noches oscuras
arroparon con nieblas a las muertas venturas;
que un sudario piadoso a la tarde le ofrecen,
y en los amaneceres nuevamente florecen;
que si nacen o mueren fulgen siempre rientes,
que son rosas del cielo… ¡y son rosas creyentes!
1958
El nombre «Mar de nubes» cobra sentido al ver el vídeo que alguien, de pseudónimo Nambroque, ha montado después de muchas horas de filmación a cámara rápida o de muchas tomas fotográficas (time-lapse), y es impactante el parecido que la brisa tiene con las aguas de un mar embravecido, o con las de una catarata.
Vale la pena verlos. En YouTube, los links, que me han llegado por cortesía de Lucy de Armas Padrón, son,
- «Cascada de nubes», ÉSTE. La brisa cae en cascada desde lo alto de la Cumbre Nueva.
- «Mar de Nubes», ÉSTE, pero un mar embravecido. El efecto sólo puede verse a cámara rápida, como se ve en este vídeo.
Por si acaso los saquen de YouTube o tengas algún otro inconveniente, puedes bajarlos, o sólo verlos, así:
Mis felicitaciones a Nambroque por tan magnífico trabajo.
Después de ver el vídeo y haber leído los poemas, se entenderá mejor cómo es la tan admirada y temida «Brisa».


