Carlos M. Padrón
A través de comentarios puestos en artículos de «El baúl de los recuerdos de IBM» o de e-mails relativos al mismo tema, se me ha pedido varias veces que explique el por qué de esa especie de devoción —o «IBMitis»— que muchos exIBMistas sentimos por IBM.
Creo que gran parte de la respuesta puede encontrarse en este excelente VÍDEO —cuyo título original «100×100 High» viene a ser algo así como «100 años al 100% de grandes inventos«— preparado como parte de lo hecho hasta ahora para conmemorar los 100 años (1911-2011) de vida de esta compañía, y de su evolución, según lo que en el muy buen artículo Historia y evolución de una empresa llamada IBM contó el amigo y compañero exIBMista Leonardo Masina.
Si al vídeo se le presta atención quedará claro que, para quienes como yo y los que en IBM estaban cuando entré (no puedo responder por los otros), tuvo que ser muy gratificante formar parte de una compañía que se distinguía, entre otras cosas, por:
Tecnología de punta
Por muchos años se había mantenido, y siguió manteniéndose, a la cabeza de la tecnología más innovadora, revolucionaria y prometedora del momento.
Todavía en 2010 IBM consiguió más patentes que Microsoft, HP, Oracle, EMC y Google juntas.
Filtro fino
Era muy escrupulosa a la hora de escoger al personal destinado a representarla en la calle, pues en entrenarlo invertía luego, y constantemente, decenas de miles de dólares para que pudiera entender las necesidades de los clientes, entender esa tecnología, y vender, instalar y poner a funcionar los productos derivados de ella.
De ahí que el solo hecho de ser aceptado por IBM ya era motivo de orgullo y satisfacción.
Trabajo de por vida
Algo que a quienes entraron a partir de los comienzos de los ’90s suena muy raro, pues esta gente esperaba, y espera, trabajar dos o tres años en una compañía; pasar luego a otra en la que, por un periodo similar, pueda hacer algo diferente o conseguir mejor paga por hacer lo mismo; y así sucesivamente.
El concepto de trabajar muchos años en la misma compañía les resulta aburrido y hasta opresivo.
Los tiempos cambian, y algo que IBM nos decía era que había que saber adaptarse a los cambios.
Principios, políticas y normas
Mantenía, cumplía y hacía cumplir, entre otros, el respeto al individuo, la igualdad de oportunidades, el trabajo en equipo, el pago por mérito, el control de calidad, y la búsqueda de la excelencia.
Encuestas de opinión
Conducía periódicamente, y usaba como guías, encuestas destinadas a conocer el índice de satisfacción de su personal, y la opinión que éste tenía acerca de la gerencia y de otros aspectos clave del día a día y del negocio.
Continuamente fijaba metas mayores a quienes por su desempeño mostraban potencial para crecer, y les premiaba cuando eran alcanzadas, contando así con un excelente filtro para escoger a quienes podían ser promovidos a posiciones de mayor responsabilidad y, por supuesto, mayor remuneración.
Evaluaciones
Al menos una vez al año, en una sesión empleado-gerente se evaluaba el desempeño que en el cumplimiento de sus objetivos había alcanzado el empleado, se determinaba (si procedía) el incremento en su remuneración, y se le fijaban los objetivos y metas para el año siguiente, pues el primer deber de cada gerente era la atención a quienes reportaban a él o ella.
Arriba o abajo
El tipo de culto a la personalidad que existía en algunas otras compañías —y que se manifestaba en que un empleado debía acatar a pie juntillas lo que su jefe (gerente) dijera, adularlo, llegar a casi reverenciarlo, y aceptar de él hasta vejaciones, en público o en privado— no existía en IBM; simplemente no podía existir.
Todos debíamos estar conscientes de que quien hoy era mi empleado podía ser mañana mi jefe. La igualdad de oportunidades y el ascenso por méritos permitían que eso ocurriera, y a mí me ocurrió dos veces que quien fuera mi empleado llegó a ser mi jefe.
Al saberse esto la primera vez, alguien me preguntó con sorna: «¿Cómo te sientes reportando a quien una vez reportó a ti?».
Mi respuesta fue: «Ahora tendré oportunidad de comprobar si lo entrené bien, de acuerdo a los lineamientos de IBM».
Por todo esto y más, IBM fue por muchos años la más deseada por quienes buscaban una compañía en la que trabajar.
Un gerente que en IBM tuve me dijo una vez «En un medio en que se busque la excelencia no se puede ser feliz». Esto es un sentir, o principio de vida, que en sí no es malo ni bueno sino una forma de ser que también puede deparar satisfacciones,… pero que no era compatible con lo que IBM esperaba de su gente, ni con mi forma de ser, pues nunca podría yo sentirme a gusto en un medio en el que no se buscara la excelencia.
Si aún con la experiencia de vida que tengo hoy pudiera yo retroceder el tiempo 40 años y se me ofreciera la oportunidad de entrar a trabajar en IBM, la aceptaría.

Carlos, extraordinaria exposición de lo que ha sido IBM.
Como en muchas oportunidades escuché de otros, y también lo repetí: «IBM es una manera de vivir».
Mis cordiales saludos.
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Gracias, Alejandro.
Creo que ésa es una acertada definición, breve y concisa: Una manera de vivir.
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Me hace gracia tu comentario y, en verdad, es la mejor definición que se le puede dar a una enfermedad. No es como el drogamor. pues no viene de esa manera, es una infección que a uno le llega porque está debilitado.
Cuando entré a la empresa fue porque no podía estudiar en la UCV, pues no podía dividir por cero y lo que me ayudó para entrar a esa magna empresa, cuando yo era un fracaso en todas las otras cosas, fue que en los primero días de mi bachillerato había recibido yo, cuando muchacho, un curso por correspondencia de HEMPHIL SCHOOLS . Eso me ayudó para ganar mi primer salario en Maracaibo, cuando en 4º me aplazaron en Física, Química y Biología, por lo que tuve que repetir el año y trabajar de día.
IBM MEANS SERVICE y THINK, cambiaron mi vida, y a eso me dediqué, y eso me curó de la IBMitis que ahora muchos tienen.
Les confieso que yo nunca conocí a esa IBM que muchos de ustedes conocieron. IBM service sirvió para que yo aprendiese que mi relación no era con la cadena gerencial sino con el cliente, quien era la fuente de mi salario y mi verdadero jefe.
Para mí, la IBM estuvo siempre representada por un hombre, cuya faz cambiaba de vez en cuando y a quien yo tenía que entregarle, semana tras semana, unos reportes que me amargaron toda la vida que trabajé en el campo donde tenía que registrar 37.5 horas de trabajo.
Nunca perdí de vista que IBM significaba lo que yo tenía claro, y mientras el personal lo vio así, esa empresa creció. Cuando dejaron de dar premios por hacer mantenimiento, y tener satisfechos a los clientes por el funcionamiento de sus máquinas, la empresa comenzó a cambiar en su imagen y personal, pero yo no cambié.
La empresa comenzó a dar premios por instalaciones y se convirtió en una empresa de ventas, pero yo no noté el cambio, pues donde había máquinas viejas, ahí estaba yo. De hecho, ya después de mucho tiempo, cuando estaba de instructor en Chuao, cuando a lo mejor alguien que no era de los viejos me llegó a conocer, fui requerido para reparar una 2821, controlador de impresoras, propiedad de la CANTV, y aunque pudo revivir, por unos días, ya estaba muerta y, con ella, la empresa que yo había conocido cuando IBM means Service.
Definitivamente que es una forma de vivir, y si yo tuviese que regresar y me encontrase en la misma situación, creo que haría lo mismo, pues ya lo hice. Pero en la IBM que conocí después de que IBM dejo de ser aquello que conocí, estoy seguro que ni siquiera hubiese tocado en sus puertas.
Pero lo grande de estas cosas fue el comportamiento de muchas personas, que abundaron, y es por la que yo me gozo cuando veo en PADRONEL o en FACEBOOK, que han capeado el temporal que les haya tocado vivir y veo sus nombres que escriben, como yo, casi ciegos, pero que el Alzheimer, o como se llame, no les ha hecho daño.
Ellos son mi IBM de hoy, no premios que se perdieron, cosas del Baúl de los recuerdos, sino seres que viven a pesar de los tropiezos. A muchos les he visto en los dos reencuentros y en las fotos, y es como si volviera a mi terruño y ver lo que ayer vi. Ni Trujillo es Trujillo ni la IBM es la IBM; ya los cliente no quieren 2050 ni 360, por tanto eso no existe, pero ustedes están, y eso es verdad.
Yo no cambio un año de hoy por 28 años haciendo reportes. Pero lo que no sé es qué sería capaz de dar por que estuvieran los que no están, pero que viven en mi alma, entre ellos Gastone Baro, Juan Carlos Garrido, Francisco Vargas, Roberto Rosal,… y tantos otros que hicieron méritos que no están registrados en ninguna parte, pero de los cuales el cielo es testigo.
Gracias, Carlos, por esta oportunidad para dar Gracias a dios por estos 7x tan lindos que me ha tocado vivir, y perdonar lo que tenga que perdonar, y olvidar lo que tenga que olvidar, en la seguridad de que en los años venideros siempre encontraré personas como ustedes o como aquéllas, que serán, en su oportunidad, mi familia y mis hermanos, y que todo lo debo de aceptar como viene: sin juicios, sin llanto, sin quejas.
Un abrazo fraterno para todos.
.
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Bien, bien, bien, señor don Carlos Padrón: la sacó de «jonrón» con este artículo. Felicitaciones, y me permito la libertad de decir que todo pasado bueno es la base del presente bueno y de calidad.
Gracias por esos muy gratos recordatorios.
Salud y felicidades.
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Carlos, un excelente relato del orgullo de un IBMista verdadero.
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Tengo la suerte ha haber sido uno de esos «elegidos» que trabajó en IBM por más de 25 años, y si no seguí fue porque, después de haber trabajado en la IBM varios países, la familia decidió que ya no quería continuar mudándose, y por eso no acepté una asignación en Montpellier (Francia) para luego, en un lapso de 1-2 años pasar a Poughkeepsie (USA).
Aunque IBM era una multinacional, las cosas no lucían del mismo modo en todos los países. Aparentemente las «normas» de la empresa se aplicaban según «intereses territoriales» o del «cacique local».
En mi escala de Valores, pongo:
1.- La IBM americana, o IBM Domestic, como se llamaba la IBM USA, en primer lugar, y por TODO.
2.- IBM de Venezuela, donde trabajé por más de 12 años, sólo un peldaño más abajo. Es la más americana de las IBM que he conocido.
3.- IBM Latin America. He visitado y trabajado en algunos países, sobre todo del Caribe y, aunque no fuesen grandes empresas, se destacaban del resto. Conservo gratos recuerdos y amistades, sobre todo con República Dominicana.
4.- IBM UK. Posiblemente en Europa, y salvando la idiosincrasia inglesa, era la más similar a la americana.
5.- IBM Alemania. Como todo lo alemán, demasiado cuadriculada. Y un hecho que me ha chocado siempre es que no les podías llamar por su nombre sino por su apellido, tipo «Her Xyx», lo cual hacían entre ellos mismos a menos que la persona te autorizara a llamarle por su nombre.
6.- IBM Francia. El servilismo y la grandeur, pero luego no eran nadie…
7.- IBM Italia. No estaba del todo mal, pero había un sindicalismo y un «reverencialismo» que no terminó de convencerme.
8.- IBM España. La pongo en el escalón más bajo. Trabajé para ellos 13 años, y durante ese tiempo me reafirmé en lo que dije al tener el primer contacto con ellos: «Franco habrá muerto, pero en IBM de España sigue vivo».
He podido notar como las «políticas y normas IBM» no se aplicaban de igual manera en todos los países.
De tener que llegar a «cuotas» de gerentes en USA y ver cómo, aunque por mérito la gerencia hubiese correspondido a un americano hombre y blanco, las tales cuotas hacían recaer esa elección en una mujer, uno de color, un chino, etc. Es que los americanos son muy suyos en eso de la discriminación.
En España, sin embargo, las promociones eran por «familia», tipo hereditario (el viejo Asúa, presidente de IBM, dejó la presidencia en manos de su hijo), nepotismo (alguien que llegaba a determinado nivel de poder, llegaba a ubicar el resto de la familia), amiguismo, etc.
Otro cosa que no comentaste de IBM es el «Open Door», o sea, la posibilidad que tenía un empleado de poder recurrir a un estamento superior si se consideraba injustamente tratado por su jefe.
Lo apliqué, lo vi aplicar en Venezuela, y conocí casos en USA, pero en los Opinion Survey de España salía que nadie tenía fe ni confianza en el Open Door, por temor a represalias.
Las evaluaciones creo que eran en IBM la piedra fundamental para el trabajar por incentivos, pero, sin embargo, en España eran un mero trámite burocrático que había que cumplir, ya que los aumentos y posibles promociones eran pactados con el sindicato todos los años. O sea, que de aumento por mérito, nada de nada, sólo aumento por lo pactado con el sindicato.
Me pasó varias veces: haber recibido evaluaciones 1 trabajando en USA, y verlas convertidas en 2 ó 3, según la conveniencia, en España. Y no hubo Open Door que sirviera.
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Carlos, ¡qué descripción tan acertada de la empresa tan maravillosa en la cual trabajé, aprendí a trabajar con excelencia y de la cual me siento tan orgullosa!
Mis hijos me decían que en IBM me habían lavado el cerebro, pero cuando leo un artículo como el tuyo no hago sino reafirmar todo lo que aquí escribes.
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¡Honor a Vicencio Díaz! y a todos vosotros, porque todos tenéis razón.
Para mí, IBM representó siempre más sacrificios que alegrías. Pero para eso fuimos formados: para luchar por algo que era más nuestro que del dueño.
Como economista, admiro a IBM como la más grande corporación transnacional (¿»Capitalismo salvaje»?) desarrollada por un sinnúmero de talentos alrededor del mundo. ¡Ustedes y muchos otros!
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Hola, Carlos.
¡Cuántos recuerdos salieron a flote de mis años en IBM! Hace «n» años que salí de ella pero aún sigo «casada» con esa formidable compañía. La verdad es que para mí no había otra igual, y el orgullo de pertenecer a IBM sólo lo puede entender otro IBMista apasionado. Sí, sufro de IBMitis y con mucho orgullo.
El constante y excelente entrenamiento que recibí trabajando allí me ha servido en todas las instancias de mi vida, y por ello le estoy muy agradecida.
Los lemas de la época eran muy válidos: IBM MEANS SERVICE, y el THINK que veías por todas partes, y esa Política de Puertas Abiertas (Open door) a la que recurrí en varias oportunidades y fui escuchada y atendida, y pude comprobar su utilidad porque recibí justicia sin retaliaciones. Creo que no hay un sitio donde se aplique mejor que en IBM, esa IBM que nos tocó a nosotros y que era la mejor compañía transnacional en Venezuela.
Además, algo muy importante: ahí conocí a gente bella que aún conservo como amigos cercanos y de quienes he recibido el afecto sincero e ilimitado de verdaderos amigos.
Gracias por todas estas memorias sacadas del baúl de los recuerdos.
Gracias por ser Carlos Padrón («El Curita»), por escribir este blog, y poner en él todas estas cosas interesantes con esa chispa que has incrementado con el correr de los años.
Eva Villegas Izcaray
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Carlos, mantienes viva nuestra vida en IBM: años, experiencias, sentimientos agradables y no agradables, logros, amistades, etc.
Siento que en nuestra vida —o, mejor dicho, en la mía—, IBM sigue y seguirá siendo eje que guía, en gran parte, mi proceder y pensamiento.
I THINK IBM. Me refiero a la IBM de antes….
Gracias nuevamente por tu blog que con el tema IBM ha logrado sacar a relucir y a unir a los que aún quedamos de lo que fue IBM de Venezuela,… y muchas otras oficinas de IBM.
Un abrazo.
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Carlos, muy acertado.
Después de 19 años todavía se me escapan comentarios como si aún formara yo parte activa de la compañía IBM. Resumen: una gran escuela.
Un cordial saludo a todos. Gracias.
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He aquí parte de mi historia.
Con la caída de Pérez Jiménez coincidió el cambio de pensum del bachillerato en Venezuela. Me quedó una materia, y forzosamente tenía que perder un año.
En el periódico leí un aviso donde una compañía daba becas para tomar en Perú unos cursos por seis meses. Acudí a una entrevista, en la esquina de Urapal, donde me atendió un caballero muy distinguido, y muy entrenado, el señor Rivadeneira, quien me comunicó que el cupo estaba lleno y que, por tanto, yo tendría que esperar seis meses. Y me sugirió que pasara ese tiempo en “nuestro work shop”, en Sarría, con salario de Bs. 600 mensuales, empezando el día siguiente.
Me presenté a las 8 AM, con mi mejor traje y los zapatos relucientes.
Era un gran galpón, lleno de máquinas, donde jugaban pelota cinco IBMistas. “El Loco Cebriá, El Negrito Chacón…”. Por cierto, a este último le compré mi primer carro: un Plymouth ’55, al que le pusimos por nombre “El Elefante” porque tenía el capó levantado en forma rara, y porque lo habíamos pintado de color gris con la pintura de las 405.
«¿Qué base juegas tú…?». Asombrado, y con cierta molestia, les pregunté por el jefe. Me dijeron que era el señor Bilbao, pero que no estaba. Y uno de ellos me dio una pistola llena de thinner y me dijo que me vistiera una bata y me pusiera a lavar las máquinas, empezando por las más chiquitas: las 031.
La ruma de máquinas resultó ser el dormitorio de unas palomas. Así comenzaría, a los 18 años, otro período igual de mi vida: lavando ca…
Nos mudaron a Los Ruices,… y yo siempre esperando el viaje a Lima.
Un buen día enrolaron en este programa a un “gringo” de diecinueve años de edad. Era un típico adolescente americano: robusto, bonachón, buena gente, siempre riendo.
Aunque ya no estaban las palomas, su estadía no sería fácil durante los próximos tres meses. Lo primero que le enseñaron en español fue saludar al señor Bilbao mentándole a su progenitora…
Un buen día —y he aquí lo que me marcó para siempre— nos invitaron a un desayuno, en el hotel Tamanaco, con Arthur K. Watson, Presidente de IBM World Trade, quien pasaría cuatro años dándole la vuelta al mundo para visitar las sucursales de la compañía. Y, ¡sorpresa! El adolescente gringo estaba a su lado.
Y Arthur K. Watson comenzó su discurso diciendo: “Tengo el gusto de presentarles a mi querido hijo menor, quien ha estado con ustedes, hasta hoy, haciendo curso para Presidente…”.
¡De allí salió más de uno infartado!
Hasta siempre.
Efraín.
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Efraín ¡tremenda historia! Nunca supe que los Watson hubieran hecho algo así. Espero que lo primero que los de Sarría le enseñaron a decir en español al Watson adolescente no haya tenido «efectos secundarios».
Pero, ¿fuiste a Perú o no?
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Carlos, te felicito; resumiste muy bien lo que fue IBM en sus años dorados.
Yo tuve el privilegio de trabajar en IBM en cuatro países distintos (USA, Brasil, Ecuador y Venezuela) y estuve expuesto a lo que IBM era en muchos otros países, y su cultura era la misma en todos.
De veras, fue algo muy especial haber sido parte de ese equipo. Había mucho orgullo en usar la camiseta, y uno se sentía miembro de una fraternidad muy exclusiva.
Mil gracias por tus escritos. que nos traen tantos buenos recuerdos.
Un gran abrazo.
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Gracias, Nicolás. Es un gusto volver a saber de ti.
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Carlos, en lo referente al curso de Efraín Aponte, en el artículo que publicaste el 08/11/2010, «[*FP}– Del baúl de los recuerdos de IBM: Otra joya de 1960 – Curso de técnicos en Caracas, y detalles asociados«, hay una foto del curso del que supuestamente salió «graduado» Efraín, así que debe de haber quedado en el work-shop desde 1958 hasta 1960, o sea, unos «seis meses llaneros»… como Efraín :-).
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Carlos, ¡qué recuerdos volver a vivir esos años de enseñanza y aprendizaje de vida!
Voy a nombrar a algunas personas que se cruzaron en mi camino cuando empecé, primero como operador DP, luego Instructor, y finalmente como analista de sistemas. Eso fue entre 1964 y 1972:
• Gerónimo Machado, mi primer jefe (q.e.p.d.)
• José Avendaño (q.e.p.d.)
• Valeriano
• José (Cheo) Blanco
• Gustavo Carrillo
• Antonio Subero (q.e.p.d.)
• Milagros Martínez
• Malula,
• José Ovalles
• César Herrera
• «Bombillo» Suárez
• Luis Maggioli (q.e.p.d.)
• Antonio «Manzanita» Ramírez
• Enrique Novella
• Fernando Lacoste
• Marcelo Mijares
• Hans Barany
• Jesús Pérez Pina
• Freddy Perozo, mi jefe cuando fui instructor.
Les diré que IBM era todo para mí. Allí conocí a mi esposa, Marianela Navarrete (ella trabajaba en Organización y Métodos), la mujer más maravillosa del mundo, quien me dio 4 hijos estupendos.
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Gracias, Florencio.
Me tomé la libertad de editar tu comentario poniendo en una columna los nombres de esos buenos exIBMistas —a algunos no los recuerdo, y de otros has dado sólo algo como el nickname y no logro ubicarlos— y añadiendo el lúgubre (q.e.p.d.) cuando me consta. o me han dicho, que ya nos dejaron.
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Querido Carlos, sí estuve en Perú, pero mucho después. Mi estadía en el work-shop se alargó por el breve tiempo que duré casado en primeras nupcias.
Las «clases de español» no tuvieron más repercusión que las que Bilbao tomara de inmediato, retrasándole los cursos a los sospechosos.
Otra anécdota de aquellos días —más felices, mucho, mucho más que los que pasara en Tarrytown, en mi cubículo de cristal y asistido por una secretaria trilingüe— fue la siguiente:
Un día llegó Desiderio, con un impoluto liqui-liqui blanco, acercándose sigilosamente a una 082 a la cual yo le estaba quitando la tapa del sin fin, con mucha dificultad.
Emocionado por haberlo logrado, y creyéndome solo en un área despejada para tal fin, le dirigí la pistola con toda su presión y saltó la grasa en la dirección en que se encontraba Desiderio, bañándolo de pies a cabeza.
Quitándose la grasa de los ojos me miró con resignación y dijo: «¡THINK!», estallando luego en una carcajada.
Faltó a una muy importante reunión de Ventas, pero nunca comentó el motivo. Yo era sólo un muchacho que acababa de cumplir 18 años. Su reacción siempre me acompañó, hasta en el día, uno de los más sublimes para mí, cuando en mi pasantía por IBM, cuando atravesando yo la oficina —como de veinte metros de largo con su gran escritorio de roble como único mueble— del Vicepresidente de Finanzas de IBM Corporation, veía cómo su figura se agigantaba, por el temor que me embargaba, sobreimponiéndose al enorme THINK dorado que llenaba la pared a sus espaldas, como único adorno de la gran habitación.
Tenía que demostrarle la conveniencia de comprar el edificio en Chuao. ¡El mismo eterno THINK de Desiderio.!
Corolario: ¿IBMitis? Todos llegamos, en nuestra medida, a tener la experiencia de una vida de ensueño. Increíble, a veces inaudita. Fuimos seres privilegiados, como pocos en el mundo,… aunque no nos era permitido viajar en Primera Clase ni brindar con licor en las reuniones corporativas.
¿Qué mayor felicidad que la de sentirse hermano, de verdad, verdad, de tanta gente noble alrededor del mundo: los IBMistas?
NOTA: Deploro haber tenido que hablar de mí mismo, pero se trata de resaltar la gran virtud de IBM. Que, en mi opinión, fue, entre muchas otras cosas, el saber recompensar cada minuto de nuestros esfuerzos.
Efraín
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Querido Carlos:
Excelente artículo. Me solidarizo con él por completo y agradezco el tiempo que te tomas en hacernos recordar esos grandes momentos de vida que tuvimos juntos en IBM.
Felicitaciones por tu blog.
Un abrazo.
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Gracias, Leo. Me encanta saber que lo que he escrito ha producido tan lindos efectos.
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Hablar de la IBM de antes de los setenta y la que luego le heredó, pienso yo, son dos cosas distintas.
Son muchos años de historia, y cambió mucho de sus primeros 42 años a los siguientes; a la mitad del tiempo no sólo ocurrió el terremoto de Caracas, que movió los cimientos de la forma de pensar del venezolano, sino que también muchas estructuras cambiaron y hubo que empezar de nuevo con gente nueva.
Lo bueno era que la IBM, gracias a su THINK e IBM MEANS SERVICE, ya estaba bien fundamentada y la reputación de su personal estaba más allá de lo creíble, un peso demasiado grande que nos obligaba a ir también más allá de nuestras capacidades y por encima de nuestra resistencia.
Es ahí donde yo veo lo sacrificial de nuestras actitudes, y que no están vinculadas con las directrices sino con lo que habíamos creído y aceptábamos por válido. Por eso, IBM vive, porque ustedes viven, los que trabajaron para sus clientes y les dieron lo mejor de sus años.
Si ustedes hubiesen sido distintos, la IBM hubiese sido distinta. De hecho, las distintas generaciones de personal vistieron a la IBM de una fisonomía en que cada 21 años, o mejor cada 7 años, la empresa no se parecía en nada a la anterior.
IBM fue una forma de vivir, como se dijo acertadamente en el comentario inicial de este post, y yo tuve la suerte de conocer algo que me impresionó siempre: cómo mantenerse limpio entre la suciedad, que no es una técnica sino un arte. Un arte en el cual nosotros disponíamos de un maestro: Desiderio.
Gracias, Efraín, por traerlo a la memoria y darle el lugar que le corresponde; era el vestido de IBM, la pulcritud, a pesar de que un zagal le estropeara sus vestiduras, y ésas venían con él.
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Gracias, Charlie. ¡¡Tremendo artículo!!
Para nosotros, los IBMistas de entonces (1965/1993), nuestra IBM era nuestra casa (home) y nuestro Be the Best nuestro ORGULLO.
Jamás podré olvidar todo lo vivido, la experiencia y el entrenamiento recibido, la alegría de mis compañeros, la familiaridad, la seguridad de empleo, la famosa meritocracia de acuerdo a las evaluaciones y, sobre todo el saber, poder, querer y lograr PENSAR para la IBM.
«THINK ABOUT IT«.
Milagro.
—————————
P.D.: Y esa época no fue sólo en la IBM de Venezuela, la viví en todos los países y ciudades visitadas por IBM y con IBM en mi pensamiento. (Sin olvidar los reconocimientos, viajes y beneficios que la empresa nos dio y nosotros a ELLA).
GRACIAS. SALUDOS,
La Gallega.
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Hay otra cosa que hace grande IBM y que sólo los que tuvimos la suerte de disfrutarlo podemos contar.
Se trata de las asignaciones, o sea, la transferencia temporal de un empleado a otro país por motivos de trabajo y por periodos de un año o más. En esos casos,
– IBM incentivaba que el traslado fuese de toda la familia.
– Antes del traslado definitivo, IBM pagaba un viaje para la pareja (look & see trip sellamaba), de modo que, juntos, escogiesen la vivienda.
– IBM se encargaba de los gastos que ocasionara dejar la vivienda del país de origen mientras uno estaba ausente.
– IBM pagaba una mudanza muy bien organizada por profesionales de empresas especializadas en el tema
– Si la estadía era superior a un año y uno quería vender el carro que tuviera en su país de origen, IBM compensaba la diferencia entre el precio de venta y el costo del precio de mercado.
– Había un periodo de hotel para todos los integrantes de la familia, que, a discreción del Departamento de Personal, se distribuía entre el país de origen y el de destino.
– Una vez en destino, había un dinero «a fondo perdido» que daba la empresa para comprar un carro y ayudar para la compra de muebles y enseres de la nueva vivienda.
– Como parte del sueldo tenía que quedarse en el país de origen para pagar los gastos locales (hipotecas, alquileres, jardinería, vigilancia, etc.) IBM complementaba el sueldo con prácticamente otro sueldo que se sumaba al monto que uno se traía del país de origen.
– IBM ponía a disposición de todos los integrantes de la familia instructores del idioma del nuevo país, con especial ayuda a la integración escolar de los hijos.
– Si la función que uno desempeñaba en el nuevo país era de un cargo superior al desempeñado en el país de origen (normalmente era así) pagaba un FPI (Foreign Position Increase) que compensaba ese trabajo.
Por supuesto, a la vuelta, o regreso al país de origen, otro tanto de lo mismo,… y seguramente que me habré olvidado de unos cuantos beneficios más…
Yo lo he vivido dos veces, yendo a Estado Unidos, y les aseguro que es en estos casos donde uno se daba cuenta de lo que IBM hacía por sus empleados, y de los beneficios que nos daba.
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Estimado Leonardo: No me había dado cuenta de tu reseña de nuestra «graduación». No entiendo lo de las comillas.
Esa foto la tenía yo y, dolorosamente, se me perdió junto con otros invalorables documentos, en la gran creciente que sufriera Guasdualito en 2002.
¡Gracias por devolvérmela!
¡Pero qué alegría, infinita! A mi edad, de 70 años, es terapéutica. Bendita sea la hora en que, en una madrugada de hace unos dos meses, accidentalmente conseguí este blog.
Estoy persuadido de que todos ustedes entenderán lo que con esto quiero expresar.
Un abrazo.
Efraín.
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Carlos, tienes toda la razón y lo expones muy bien. Probablemente es difícil entenderlo para quien no lo ha vivido.
En mi caso, cuando me nombraron gerente, el gerente a quien yo reportaba pasó a ser mi subordinado, lo cual me dio la oportunidad de entender a profundidad lo que la compañía esperaba de uno, y la enorme responsabilidad que significaba ser gerente.
Yo agregaría a tus comentarios el orgullo que se siente cuando uno lee las innumerables publicaciones sobre las prácticas de IBM y recuerda que eso que algunos consultores llaman «mejores prácticas» (best practices) realmente eran el día a día en IBM.
Por ejemplo, el famoso CAC (Comité para manejo de quejas y reclamos), nuestra reunión semanal para resolver los problemas de los clientes, que encontré descrito en una publicación de Arthur Andersen sobre «Mejores prácticas» a nivel mundial.
Lo sorprendente es que describía con todo detalle lo que se hacía en dicho comité, con lo cual si en Ecuador se desarrollaba de esa forma, ésa era la prueba de que el esquema era realmente mundial, lo cual da a IBM una de las mayores fortalezas en el mercado.
Saludos,
David Palacios P.
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Hola, hola.
Humildemente me uno a todas las felicitaciones, habidas y por haber, para Carlos Padrón.
Saludos a todos/as y en especial a,Vicencio Díaz y Efraín Aponte. Y, a juzgar por las reacciones, y comentarios —de los que creo que saldrán más— agrego que no sólo la sacó de jonrón sino que fue un «gran slam».
Es mi deseo que cada día aumente y se mantenga este sitio de Internet.
Gracias, gracias. Saludos y más saludos.
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La humildad y sencillez de los que hemos sufrido por muchos años de «IBMitis», son la mayores razones que hicieron grande a la IBM de aquellos tiempos.
¡Sí, sufrí esa enfermedad, como empleado, durante 25 años menos un mes! Y se arraigó tanto como parte de mi desempeño en la vida que, tiempo después, se me «renovó» ya que tuve el honor de coordinar las actividades como contratista de Servicio Técnico en Valencia, y por un buen periodo de tiempo.
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El Sr. Efraín Aponte sí formó parte de los graduados de ese curso; no creo que haya lugar a dudas. En todo caso, si hubiera alguna, entonces todos los integrantes de esa foto nos «graduamos».
Con toda responsabilidad señalo: «Muchos en IBM, fuimos notables —y bastante, por cierto— y realmente muy pocos presumimos de tantos éxitos». Smitter: fellow en Pougkeepsie; Carvallo: instructor formal en Alemania; Félix Rangel: técnico formal en Brasil; Fernando Lacoste: desarrolló el Paquete online para Bancos; entre otros varios exIBMistas.
Realmente, hay que dejar algo en claro: IBM representó, para los que realmente «sentimos» la empresa, parte de nuestra propia vida, sin arrepentimientos, rencores o hipocresías.
Al hacer un recuento de nuestra participación o presencia en todo lo sucedido en IBM, considero que éstas fueron excelentemente retruibuidas por la empresa, con premios, promociones, reconocimientos informales, asignaciones especiales, etc.
Todos, sin excepción, tuvimos aciertos y desaciertos, y fuimos reconocidos como profesionales eficientes y responsables.
En varias ocasiones las acciones de otros fueron premiadas o reconocidas, lo que en ninguna forma significó que las nuestras tuvieran menos importancia o menor relevancia que las de esos otros.
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José, en tu lista olvidase a Antonio Gatti que fue al curso de /370-140 a Mainz (Alemania) y luego, por su habilidad en el diagnóstico de problemas, se pidió que lo dejaran allí como TE (Test Enginier) para ayudar a la fábrica a sacar más rápido las máquinas de la línea de test y así poder adelantar las entregas.
Según lo que me contaron, utilizó un sistema que muchos utilizábamos en Venezuela: «A grandes problemas, grandes remedios».
Consistía en usar una máquina que funcionara, e ir reemplazándole boards hasta reproducir la falla, y dejar así el problema ya circunscrito a una área más determinada.
Es que en una máquina que sale de la línea de producción, los problemas pueden ser «INFINITOS» y la máquina normalmente nunca funciona a la primera, ni a la segunda ni a la tercera…
Según lo que me contaron, el «Proceso del test Gatti» recortaba el tiempo en más de la mitad con respecto al tiempo «oficial».
Esto me lo contó gente de manufacturing de Mainz que conocí en Endicott y que luego trabajaron conmigo en Valencia con la 4381. Fue gente que supo de las facultades de Gatti para el diagnóstico.
Es evidente que con lo cuadriculados que son los alemanes, ni soñarían nunca en salirse del protocolo de test «oficial», o sea, el establecido por la fábrica de IBM.
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Leo, no sabía que los alemanes fueran tan «cuadriculados», pues hay que serlo en demasía para, en vez de dejar allá a Gatti, aprender de él y aplicar luego, con su gente, lo así aprendido.
Un método que, además de lógico, no suena como complicado.
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Leo, evidentemente falta mucha gente: Gatty, Juan Pablo, Ruby, Parravano, Ramón López, Ortas, Lalaguna, etc., etc.
También hay algunos anónimos, que hasta fueron solicitados por las plantas o por las escuelas como instructores o para prestar asistencia en campo en calidad de Técnicos Temporales.
Lo de Gatti, es una anécdota bien simpática y larga de contar, aclarando que realmente se trataba de la /370-145.
En relación a las pruebas de las unidades en la planta de Mainz, una /370-145 normalmente se tardaba en el proceso de acabado final un mínimo de 2 semanas, contando con 3 turnos de trabajo. Era un proceso muy laborioso. Los trabajadores de la línea simplemente te la dejaban en sitio y tenías que empezar por encenderla hasta dejarla totalmente operativa.
En un momento dado se llegó a terminar una en algo así como 6 días, y hubo hasta almuerzo gratis para los que trabajaron en ella.
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Carlos, en una práctica en un curso con técnicos de varios países nórdicos, yo seguí haciendo mi trabajo mientras casi todos los demás se habían quedado bloqueados.
Terminé mi trabajo, y cuando llegó el instructor se sorprendió de ver aquello. La explicación de los técnicos fue: «Es que en las instrucciones no dice cómo se sacan estos tornillos». Les contesté: «¿No saben para qué sirven los destornilladores?».
Es que, normalmente, en el primer curso una parte de nuestro trabajo de alumnos era verificar también los manuales técnicos y aportar las correcciones necesarias, para así luego corregir los manuales.
Ahí fue cuando me di cuenta de que la definición de «cabezas cuadradas» se la han ganado a pulso los nórdicos.
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José, yo conocía por encima el anécdota de Gatti, pero fue cuando en 1983 fui a Endicott que me di cuenta de que aquella, que fue «anécdota» para nosotros en Venezuela, para los alemanes fue algo sumamente impactante que perduró en los años (creo que casi 10) ya que al conocernos y saber que yo venía de Venezuela, se acordaban de la historia, inclusive de su nombre: Antonio Gatti.
Eso para ellos debió de ser sumamente traumático… y dudo que luego supiesen aplicarlo.
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Tocayo, excelente artículo. Resumiste lo que sentimos todos los que trabajamos en esa gran compañía que es IBM, sobre todo la IBM que nos tocó a nosotros.
Te felicito.
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Gracias, Carlos. Creo que estamos experimentando eso de que recordar es vivir.
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Hola mi amigo Carlos Padrón.
Seria una lástima que editaras la rápida redacción de este mensaje, que tiene mas de temperamental que de GRAMATICO, aunque es tu derecho.
Mi AMOR por la IBM viene, entre otras cosas, del hecho de que me encontraba contratado en período de prueba por tres meses en la esquina de Urapal. Mi jefe era Angel Puyuelo (un caballero y excepcional Jefe), contaba dentro de mis colegas al gran Tomás Ruíz, Antonio Corvino, mi gran amigo Yamil Gonzalez (hace muchos años no sé de él), Giovanni Bertolelli, Miguel Romero (Romerito), Delia Rivera (que después se casó con Fernando Lacoste), José Manuel Padrino y otros, por lo que pido disculpas por mi escasa memoria.
Mi señora hasta el día de hoy, a tres meses de casados, tuve que hospitalizarla de urgencia, por un hecho muy doloroso.
A pesar que mis padres tenían buena situación económica, y que siempre tuve una maravillosa relación con ellos, desde antes de los 18 años, en que yo era músico, que había decidido arreglármela solo.
Salí de la Clínica y fui a mi oficina y le solicité a Puyuelo si podía retirarme una hora antes en la tarde para ver a mi señora.
Angel, tal como su nombre lo indica, me llevó con Rivadaneira (Gerente de personal), y en acuerdo de ambos me hicieron firmar el Contrato de empleado definitivo, para que tuviera los correspondientes beneficios, como los de anticiparme los gastos de la Clínica y reportarlos posteriormente.
Esa era la calidad de la gente de IBM, el mayor capital de la misma.
Otro comentario.
Yo me retiré en Mayo de 1977, como Gerente de Educación, justo al término de una graduación de cerca de 20 nuevos empleados.
No me quejo, pero me resulta curioso que poca gente se acuerde de mí en sus comentarios, incluso mencionaron a Luigi Maggioli que fue mi jefe, a Freddy Perozo que junto con Maggioli lo sacamos de la Biblioteca para ser mi mano derecha en el incipiente Centro de Soporte del Edificio Mene Grande y después de Plaza Venezuela
Un gran abrazo a los que se acuerdan de mí y a los que no, tambien.
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Carlos, ¿y quién es este Sergio Stecca? ¿Tú lo conociste?
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Claro que conocí a Sergio Stecca, Leo.
Él ya estaba en IBM-Capriles cuando yo entré en el ELT. Cuando se retiró de IBM se fue a Chile, y años más tarde nos vimos en Santiago, pues yo iba por allá por motivos de mi trabajo cuando tenía a mi cargo la gerencia del IICF (International Industry Center for Finance).
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Carlos, era una broma para Sergio, que se queja de que nadie se acuerda de él.
Sergio, tranquilo porque no le debes de haber hecho mal ni le quedaste a deber a nadie, porque seguro que en ese caso sí se acordarían de ti,… y de algún familiar más.
Recuerda que por este medio volvimos a contactarnos, y así fue también con José Candia, así que aprecia lo positivo.
Posiblemente, si hubiesen más clientes de los que frecuentaban el Centro de Soporte o los cursos que se dictaban en Educación que accediesen a este blog, sí te recordarían —y tanto en el Support Center como en Educación— que por medio del amigo Cavallini fue como entablamos nuestra amistad que sigue igual después de tantos años, aparte tu amenaza de: «¡Cuidado cómo te portas con mi hermana!», que no tenía nada que ver con IBM pero que tú mezclaste con asuntos de trabajo. Me espantaste para siempre.
¡ESTA NO SE ME OLVIDARÁ JAMÁS!
Aparte las bromas, como podrás notar, aunque medio jodido, sigo igual de jodedor.
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Hay un detalle que también me demostró lo que era IBM.
Cuando mi señora dio a luz nuestras primeras hijas, las morochas, IBM tenía unas cantidades estipuladas como gastos médicos y de hospitalización por parto que, por supuesto, no cubrían los gastos que yo había tenido. Cuando fui a Personal me preguntaron si me había costado lo mismo que un parto simple y, por supuesto, les contesté que no, y entonces me dijeron que lo pasara como DOS partos, porque se trataba de dos hijas, y así lo hice, cubriéndome IBM casi la totalidad de los gastos.
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Leo, hay una cantidad apreciable de exIBMistas que muchos de nosotros, los Técnicos, no conocimos o conocimos poco.
Nuestra continua actividad de campo, en muchos casos casi no nos permitía ir por la oficina, y muchas actividades de otras personas pasaban desapercibidas para nosotros.
Conocí a Sergio: tremenda gente y un excelente profesional. Además debemos agregar el hecho de que, en un momento dado, fuimos casi 2 IBMs (GBG-Capriles y DP-Chuao). Cuando volvimos a unirnos en Chuao, Parravano fue el Gerente Técnico Nacional, y fueron uificadas nuevamente, muchas de las actividades que estuvieron separadas por un buen tiempo.
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En verdad que es una excelente empresa. Tuve la oportunidad de trabajar en IBM y, sinceramente, fue una excelente escuela. Ahí me forje con una visión diferente que mucha gente no entiende, y tuve la oportunidad de estar como team-leader en el proyecto Y2k, un suceso mundial muy interesante.
IBM es, definitivamente, una de las mejores transnacionales, y por eso se siente una gran satisfacción de haber pertenecido a ella durante algunos años.
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