Introducción
Cristóbal Colón en su tercer viaje llega a un lugar, sin tener idea de donde estaba, pero que guiado por el viento de verano y siguiendo “El Camino de Santiago”, constreñida su alma expresa en una carta a los Reyes Católicos lo siguiente (y cito):
«Y digo que si este río no procede del Paraíso Terrenal, viene y procede de tierra infinita, del Continente Austral, del cual hasta ahora no se ha tenido noticia; mas yo muy asentado tengo en mi ánima que allí donde dije, en Tierra de Gracia, se halla el Paraíso Terrenal.
Y ahora, hasta tanto sepan las noticias de las nuevas tierras que he descubierto, en las cuales tengo asentado en mi ánima que está el Paraíso Terrenal, irá el Adelantado con tres navíos bien aviados para ello a ver más adelante, y descubrirá todo lo que pudiere hacia aquellas partes».
No sabía el navegante que estaba en lo cierto, pues estaba sobre las aguas del Xaribe, y los hombres que había visto eran xaribes. Si hubiese avanzado un poco en la dirección indicada por los nativos, tal vez se habría encontrado en la tierra que ocupaban los XARAXAS.
Sólo dios sabe por qué razón llamó Tierra de Gracia a estas tierras xaribeñas, pero seguro estoy de que sí sabía lo que quiere decir XARA en griego, la lengua en que fueron escritos los libros de los “Seguidores del Camino” hacia la tierra prometida, la tierra de gozo, allá PLUS ULTRA las columnas de Hércules, la Galilea de los gentiles.
Xara en griego quiere decir alegría, placer, gozo, y Xaris significa gracia, encanto, atractivo y otras similares, siendo el radical de esas dos palabras algo común XAR que viene de XAIRW verbo que significa gozarse, alegrarse, regocijarse, etc.
Pasó un poco de tiempo y estas tierras de gracia se fueron llenando de europeos descendientes de godos de todo origen, descendientes de griegos, asiáticos pero, sobre todo, de árabes. Y se hicieron una sola carne con los descendientes de los XARibes y dieron a luz a una nueva etnia: una nación fuerte, atractiva, llena de gracia y gozona.
Pero nos faltaba algo: la música, el ritmo. Y, gracias a dios, casi obligados vienen los hijos de África y ayudan a armar este crisol que somos ahora. Pero no estaba bien hecho el trabajo que dios quería, y de nuevo el viento, esta vez soplando desde Elorza, arrastra al taita Boves y lo empuja. ¿Hacia dónde? Pa´Xaracas, y se llevan por delante a todos los varones y, como en tiempos de los etruscos y las sabinas, terminan aquella obra de armar una nueva etnia para esta tierra de gracia.
Aún el tiempo no estaba cumplido y faltaban cosas por hacer, y Xaracas fue directamente visitada, para que fuera consumada la obra.
De eso tratan mis comentarios, las cosas que han ocurrido para que nosotros hagamos lo que hay que hacer: las Leónidas del 18 de noviembre de 1998, el GRB990123 el 23 de enero de 1999, lo de Vargas a final de ese año, el asteroide Hermes en 2003, el cometa 73P en 2006, el reciente cometa 103P, algunas otras evidencias,… y todo ello bajo la agenda del Himno Nacional o, mejor, canción para los americanos.
XARAXAS, como suena, se escribe Caracas, pero sigue sonando como suena, por tanto, no me importa llamar a esta ciudad como fue bautizada: Caracas. Pero debo de recordarles algo: esta tierra fue correctamente bautizada con el nombre de Santiago, según consta en los registros, pero no cualquier ciudad de Santiago sino Santiago de León de Caracas, haciendo alusión a la región habitada por aquellos nativos.
Curiosamente, hace 5 años la iglesia de la Anunciación del Señor —pues así se llama la iglesia situada en La Boyera— fue asociada por la Cofradía de Santiago de Compostela a El Camino de Santiago, cosa ya hecha por Cristóbal Colón, aunque él no lo supiese.
Particular atención merecen los iconos interiores de la iglesia como la XI RO, una cruz gamada que se asume fue el símbolo que vio Constantino, símbolo que yo relaciono con el Santo Grial, la cruz de Santiago pero al final del camino.
La iglesia de La Boyera, está a una distancia perfecta de donde han ocurrido algunos de esos fenómenos mencionados anteriormente, y, a su vez, con el templo de Jerusalén en los días de Jesús, lo que nos permite comprender que esta iglesia no sólo es el final del camino sino la puerta del templo nuevo, donde ya ocurrió aquello para lo cual el templo fue edificado.
Vicencio Díaz
