“Tierra Canaria”, o la búsqueda de la identidad isleña en Cuba (1930-1931), es un trabajo de Manuel de Paz realizado con cargo al proyecto PI1999/085, subvencionado por la Dirección General de Universidades e Investigación del Gobierno de Canarias.
Publicado en Padronel por cortesía del Dr. Juan Antonio Pino Capote.
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Selección de textos de Tierra Canaria (La Habana, marzo de 1930 a julio de 1931)
Incluimos en este anexo una colección de textos representativos de la revista isleña de Cuba, donde pueden apreciarse elementos sustantivos de su línea editorial. La inmensa mayoría de estos trabajos son debidos a la pluma de su jefe de redacción, Tomas Capote Pérez, aunque se incluyen, como antes se dijo, algunas colaboraciones de Antonio Pino
Pérez, igualmente útiles para analizar la vertiente nacionalista de Tierra Canaria.
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Cartas de Canarias
Tomás Capote
Ha Ilegado el correo del Archipiélago Afortunado, portador de interesantes cartas amigas. Con el advenimiento de la República viene también un remozamiento de inolvidable recuerdo, de viejas y sentimentales camaraderías. Hay, además, una fresca y emotiva explosión de ideales y un inusitado afán de exteriorizarlos hacia espíritus abiertos a toda comprensión.
El alma canaria, prisionera hasta ayer de absurdos y torpes convencionalismos, parece dilatarse en este supremo momento histórico. Legítimas ansias de libertad no reprimidas entonan en el ambiente del patrio solar cánticos de gloria a esta deidad que llega tocada la testa con el simbólico y fascinante gorro frigio. “¡Ya tenemos República!”, comienzan diciéndonos esas misivas, y aún creemos adivinar a través de ellas unas manos trémulas y palpitantes de emoción, trazando esos renglones bajo la impresión unánime de las masas vocingleras y turbulentas, agitando las banderas de la santa rebelión.
“¡¡Ya tenemos República!!”, repite sin cesar la voz del amigo lejano, que anhela tender sus brazos a este otro lado del océano, como si quisiera estrecharnos en un esfuerzo de regocijo fraterno.
De la patria de Tanausú, por ejemplo, me cuenta un cordial camarada: «La Palma ofreció el día 14 de abril los más interesantes caracteres. Jamás sintió conmoción tan intensa. La juventud se desbordó en entusiasmo y cuanto oliera a monarquía fue destruido y lanzado a la vía pública. Los óleos de «Don Alfonso» volaron por las ventanas de los edificios públicos, mientras la muchedumbre los esperaba en la calle para convertirlos en trizas». Y después añade: «Pronto seremos ciudadanos del Estado Federal Canario. Así se piensa y se confía en que pronto será un hecho».
¡Oh, admirable juventud canaria de la hora presente! Tú vienes con la nueva aurora. Tú sola eres capaz de dar a tus penas benditas los sagrados derechos que en justicia corresponden a todo pueblo civilizado, ansiosa de respirar el ambiente de los hombres libres.
Venga, pues, en buena hora el Estado Federal Canario, con la bandera, nuestra entrañable bandera azul de las siete estrellas blancas, tremolando orgullosa sobre los ingentes picachos de las cumbres isleñas.
Menguado sea, mil veces, quien llamándose canario no siente los estremecimientos de este empuje vital que arroja sobre el solar guanchinesco la simiente de su regeneración. Para los pobres de espíritu, para los reaccionarios de todos los tiempos, para los míseros esclavos de todo un pasado de vergüenza y de ignominia, es cierto que todavía no ha llegado la República, y desgraciadamente tardará mucho en arribar, pero para aquéllos que no tienen complicidad con el ayer maldito, para los que miran mas allá del horizonte doméstico, la patria se ha engrandecido, se ha hecho más humanamente habitable, se ha iluminado con los divinos resplandores de la justicia y de la libertad.
Dios quiera que así sea, ¡oh, jóvenes canarios, que tan ardientemente me saludáis en vuestras cartas fraternas, donde yo adivino el brioso empuje de vuestra generación!
¡Bendita sea la República, si ella nos trae nuestra anhelada, nuestra justa y perenne liberación!
La Habana, Junio de 1931