“Tierra Canaria”, o la búsqueda de la identidad isleña en Cuba (1930-1931), es un trabajo de Manuel de Paz realizado con cargo al proyecto PI1999/085, subvencionado por la Dirección General de Universidades e Investigación del Gobierno de Canarias.
Publicado en Padronel por cortesía del Dr. Juan Antonio Pino Capote.
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Selección de textos de Tierra Canaria (La Habana, marzo de 1930 a julio de 1931).
Incluimos en este anexo una colección de textos representativos de la revista isleña de Cuba, donde pueden apreciarse elementos sustantivos de su línea editorial. La inmensa mayoría de estos trabajos son debidos a la pluma de su jefe de redacción, Tomas Capote Pérez, aunque se incluyen, como antes se dijo, algunas colaboraciones de Antonio Pino Pérez,
igualmente útiles para analizar la vertiente nacionalista de Tierra Canaria.
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Nuestra protesta ante España
Tomás Capote
Las Islas Canarias acaban de recibir una grave ofensa del Gobierno español. En un convenio oficial celebrado con las Compañías Navieras, han sido excluidos nuestros coterráneos indigentes de los medios pasajes a que tienen derecho en su parte proporcional para poder restituirse a la tierra nativa.
Son los canarios los únicos españoles preteridos en ese singular convenio. Silenciar nuestra protesta frente a un hecho tan inaudito sería un atentado a nuestros sentimientos isleños. Es ya la hora de levantar nuestro clamor unánime ante la indiferencia y ante la torpeza de los mayordomos del Archipiélago Canario, de los que aún consideran a nuestras Islas como un presidio político, o como unos pobres peñascos hacia los cuales no merece la pena que dirijan su mirada los lacayos de Su Majestad.
Los hombres de España continúan desconociéndonos, moral y materialmente, ignorando muchas veces que ocupamos un lugar en el planeta. No de otra manera se explica que el Director del Instituto Cartográfico de Madrid haya hecho omisi6n de las Islas Canarias en el mapa del territorio español —según él, de una rigurosa "exactitud topográfica"— con que no hace mucho obsequiara al Ilustre Ayuntamiento de la Villa y Corte, y cuyo mapa, y relieve, ha sido instalado en el Paseo del Retiro de la mencionada capital.
Por el mismo motivo se comprende también que en las recientes Exposiciones de Sevilla y Barcelona se exhibieran sendos mapas oficiales de España y posesiones, sin incluir a las Islas Afortunadas, y que en el propio Ministerio de Economía Nacional de Madrid, exista además otro mapa mural donde se cometen los mismos imperdonables errores.
Es más extraño todavía que mientras España nos ignora, sean tan conocidas nuestras Islas en Inglaterra, Francia, Alemania y América Latina, hasta el punto de que estas naciones envíen con bastante frecuencia muchos de sus grandes hombres para estudiar nuestro clima, nuestras bellezas, nuestra geología o nuestra excelente situaci6n en el cruce de las líneas atlánticas.
No debe sorprendernos, en este orden de consideraciones, el que la Dirección General de Emigración se haya olvidado de nuestra existencia en el injusto convenio a que nos referimos. La forma improcedente con que es tratado el emigrante canario por los gobiernos de la Madre Patria ha culminado ya en el límite extremo. El caso, que conmueve actualmente a toda nuestra colonia de Cuba, refleja con perfiles precisos la chatura mental de aquellos gobernantes, y el concepto que de nosotros se han formado.
Todas ]as sociedades isleñas de esta República, reunidas ha pocos días en asamblea memorable, expusieron sus razonadas quejas, las que textualmente se remitieron a Madrid por conducto de la Embajada Española. Fue aprobada también, en su totalidad y en el mismo acto, la moción del Ateneo Canario de Cuba pidiendo fueran retirados nuestros representantes ante la Junta Consular de La Habana en justa represalia a la ofensa inferida.
El Comité de Sociedades Canarias, que con tan plausible acierto interviene en este asunto, está recibiendo innumerables adhesiones de todas partes, lo cual justifica el cívico empeño de la campaña emprendida. Más de cien mil canarios en Cuba se sienten lastimados por el odioso pacto convenido con las Compañías Navieras donde se nos elimina de manera tan bochornosa.
Vaya, pues, nuestro grito de alarma a todos los ámbitos del Archipiélago donde hemos nacido, y conjuntamente hagámoslo llegar a los actuales herederos de la Dictadura claudicante, pero que este grito sea no para implorar, sino para exigir con energía la reivindicación de nuestros compatriotas atropellados.
Y si el gobierno de España persistiera en su error, si no quisiera escucharnos, nosotros, los canarios de Cuba, aconsejaríamos a la Madre Patria que con ese derecho que nos ha negado se lleve también la bandera, porque de nada sirve un pabellón, por muy alto que se enarbole, si a su sombra no pueden ampararse los sagrados fueros de sus súbditos.
La Habana, Julio de 1930.
