Sean o no líderes, las personas de las que se dice que son carismáticas no me transmiten seguridad. Al contrario, me inspiran desconfianza, en particular cuando ese carisma se manifiesta con autosuficiencia, popularidad y la tal simpatía, un concepto subjetivo que no lo es tanto cuando llega a zalamería.
Los líderes políticos carismáticos que a través de documentales de cine o de TV he visto, se desenvuelven muy bien ante las cámaras, y por ello no me extrañó nada que en un programa de TV que trataba sobre el poder de los medios, en especial de la TV, en la formación de opinión acerca de candidatos en época de elecciones, se dijera que si en los tiempos de los presidentes que fueron decisivos e hicieron grande a EE.UU —Washington, Lincoln, etc.— hubiera existido la TV, ninguno de ellos habría alcanzado la presidencia, pues no sabian desenvolverse en público y no tenían carisma.
Ante esto, mi desconfianza aumentó, y ahora la corrobora la explicación del psicólogo René Zayan quien dice cómo hay que comportarse para lograr personalidad carismática; o sea, que esa tan cacareada condición puede alcanzarse con el debido entrenamiento.
Para ponerme peor las cosas, otro psicólogo afirma que el efecto que sobre la audiencia produce un líder carismático es como el de un flechazo amoroso, que es con lo que suele comenzar el drogamor. Y cuando al tocar la condición que llaman “coyuntuta” mencionan la actual criris financiera como factor determinante en la vicotiria de Obama, no puedo evitar pregntarme, habida cuenta del respaldo masivo que los medios dieron a éste, si la tal crisis no habrá sido provocada. Al fin y al cabo, el detonante de ella, ocurrido en un momento muy «oportuno» de la campaña electoral, fue la quiebra de Fannie Mae y de Freddie Mac, creadas y soportadas por políticos del partido Demócrata useño.
Carlos M. Padrón
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09/11/2008
Los líderes carismáticos combinan autoridad y simpatía, son receptivos y transmiten seguridad.
Obama obtuvo el respaldo de 63 millones de estadounidenses, pero hace meses que había cautivado a ciudadanos de todo el mundo con un señuelo: el cambio.
Con una retórica brillante y la popularidad de una estrella del rock, el senador Barack Obama obtuvo esta semana el respaldo directo de 63 millones de estadounidenses, pero hace meses que había cautivado a ciudadanos de todo el mundo con un señuelo: el cambio, palabra fetiche que ha funcionado como el catalizador que necesitaban los electores de Estados Unidos para dar carpetazo a la era Bush y apostar de forma amplia por la esperanza. Es decir, por Obama. El fenómeno Obama, mediante una estrategia ampliamente divulgada por internet, combina autoridad, credibilidad y empatía, y transmite seguridad a los ciudadanos. Es un líder carismático en toda regla, y el carisma no va indefectiblemente ligado al éxito, pero Obama ha conjugado ambos. Y no es el único.
Más allá de las diferencias culturales, el carisma presenta elementos universales. René Zayan, profesor de psicología política en la Universidad de Lovaina (Bélgica), es un experto en el análisis de los gestos y las expresiones faciales, que le proporcionan más información sobre el carisma de un líder que sus palabras.
Y en opinión de este experto, hay cinco elementos que conforman una personalidad carismática:
Mostrar seguridad es el primero, no denotar inquietud, para inspirar confianza;
Una clara dominancia, que no autoritarismo, para inspirar respeto, y, junto con el primero, credibilidad;
Empatía, la capacidad de representar a los ciudadanos y, llevado al extremo, de transmutarse en ellos, «Yo soy el pueblo», dice un líder populista.
Sociabilidad, que incluye saber escuchar, y la jovialidad, la capacidad de hacer reír, un elemento clave que, bajo apariencia inocente, permite controlar las emociones de la gente durante un discurso. Y el mejor de todos,
Inteligencia social, en la que dice Zayan que el ex presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, era un maestro.
«Pero la llave del carisma – destaca- es transmitir seguridad».
Junto a los gestos, la palabra cobra importancia si se pregunta por las claves del carisma al consultor político Antonio Sola, director de Ostos& Sola y responsable de la última campaña del PP. «Los líderes comunican con multitud de gestos que deben ser coherentes con todo el mensaje», señala. A su juicio, el liderazgo «requiere un combustible básico para que sea efectivo, que está hecho de una mezcla explosiva: ideas, valores, energía y determinación». Y con todos estos elementos se puede construir un líder, mediante un proceso de aprendizaje —destaca— en el que tienen un papel clave las nuevas tecnologías.
Obama las integró en su campaña, en la que se apoyó en una estrategia diversificada en Internet: 1.814 vídeos oficiales con entrevistas, intervenciones, apoyo de actores y mensajes especiales según el estado al que se dirigen, apunta Sola.
Los políticos buscan despertar el interés del auditorio. ¿Lo logran? «Cuando una persona siente placer, o simplemente interés, al escuchar a otro, sus pupilas se dilatan, un reflejo mecánico que no se produce cuando la reacción es de indiferencia», explica Zayan. Activadas las áreas cerebrales de la felicidad, los seguidores de un líder se sienten también atraídos por él, como un flechazo amoroso. Y cada político desarrolla un catálogo de gestos propios para seducir a su electorado. La mirada fija del presidente francés, Nicolas Sarkozy, denota autoridad, elemento indispensable para llegar al Elíseo.
Un candidato con capacidad mediática y un mensaje potente están detrás del éxito. «El mensaje es la piedra de toque, una vez identificado el problema que más preocupa el electorado, pero el político debe convencer de que él es capaz de resolver esa inquietud, y esa capacidad de comunicar es más importante que el mensaje».
De esto sabe Javier Maza, presidente de Maza Communications, consultora internacional especializada en entrenar a los políticos para tratar con los medios de comunicación. Maza apunta un tercer elemento en juego: la coyuntura. Y vuelve a Obama para dar un ejemplo: la crisis dejó «prácticamente sin argumento de defensa política ni de justificación electoral» a su rival, el republicano John McCain.
LV
