[*Opino}– La simetría del rostro y la cualidad de sexy

Carlos M. Padrón

No me convence esa aseveración, hecha en el artículo que sigue, de que una cara simétrica resulta muy sexy, pues he visto muchas caras femeninas —y será de mujeres de lo que hable, por supuesto— que podría yo clasificar como perfectamente simétricas, pero su dueña —que no la cara— no me ha parecido nada sexy.

Lo de que “no la cara” lo menciono porque sexy es la persona como un todo, no una parte de su cuerpo,… excepto en el caso de la voz, pues puede ocurrir que una mujer tenga una voz sexy, pero ella, como persona, sea repulsiva; esto ocurre mucho cuando la primera vez que se escucha la voz es por teléfono, y luego ve uno a su dueña en vivo y en directo.

En esto he descubierto que las más de las veces que al hablar por teléfono con una mujer encuentro que su voz suena dulce o sexy, esa mujer es fea. En cambio, lo contrario no se cumple con tanta frecuencia.

Me resulta evidente que existe un factor que es clave y que determina si un rostro —o hasta un cuerpo completo, la forma de caminar, de gesticular, etc.— es o no es sexy. Y aún no he sabido que nadie haya logrado determinar cuál es ese factor, a menos que sea subjetivo, en cuyo caso no hay mucho que averiguar.

Y de subjetivo tiene mucho pues, por ejemplo, los más de los hombres aseguran que Marilyn Monroe era sexy, pero yo no le vi nunca nada de eso; lo mismo me ocurrió con la Brigitte Bardot y Elizabeth Taylor. Dicen que Angelina Jolie es sexy, y a mí me parece fea, con una boca que recuerda el culo de una vaca; vésase si no estas caricaturas:

Quienes hicieron estas caricaturas tienen de la bocPitt Joliea de la Jolie la misma opinión que yo. Pero Brad Pitt no tiene el mismo gusto que yo, pues yo me habría quedado con la Jennifer Aniston, que está más buena. Por ejemplo, en la película “She’s the one”, por nombrar una, está de un bueno como para ponerse a llorar de desconsuelo.

¿Que Cameron Diaz es sexy? Yo no voltearía a mirarla si me la tropezara en la calle. Que Jennifer Lopez es sexy, pero a mí me parece vulgar, etc.

Para mí, sexy es Sharon Stone, Elisabeth Shue, Senta Berger, Maribel Verdú (especialmente hace años, cuando hizo “Amantes”, pues ahora está muy flaca), Julie Christi (que en “Dr. Zhivago” encarnó a la amante que todo hombre quisiera tener; Julie Andrews, en cambio, me parece frígida), Juliette Binoche,… y otras muchas actrices que tienen la virtud de alterar mi testosterona cuando las veo en pantalla.

En general, lo de sexy se me da más donde predomina la carne que donde predominan los huesos, y por eso en el mundo real hay mujeres que me resultan sexy a pesar de que son gorditas y, a veces, hasta feas, pero es poco probable que una flacuchenta me resulte sexy.

Las mujeres lindas, las tipo Barbie, no me resultan sexy (Wynona Rider, Meg Ryan, Catherine Zeta Jones, Charlize Theron,…), ni tampoco las “simpáticas” (Goldie Hawn, Doris Day, Reese Witherspoon,…).

A algunas me resulta imposible verlas sexy, bien por muy feas (Sarah Jessica Parker, de quien con toda razón han dicho que tiene cara de caballo —y mejor no hablar de sus piernas—; Barbra Streisand,…), o bien porque, aunque pudieran ser bellas, la frialdad de su expresión me asusta (Nicole Kidman, Sela Ward, Glenda Close,…), o me repele y exaspera su aire de mujer fatal (Mia Farrow) o de boba (Sandra Bullock, por más que esté buena y no sea fea).

Algunas me resultan bellas pero no sexy (Marta Toren, Ann Blyth, Candice Bergen,…).

Otras me resultan sexy pero no lindas ni bellas (Elisabeth Shue y Hillary Swank).

Muchas de las personas a quienes he dicho que Hillary Swank me atrae mucho se han manifestado extrañadas, pero ella tiene, al menos para mí y en la pantalla, todos los ingredientes que además de la carne y las curvas debe reunir una mujer para que me resulte sexy: que se le note en la mirada, generalmente densa, una suerte de lujuria latente, un deseo velado y, sobre todo, un reflejo de tomarse el sexo en serio y con pasión. Las mujeres sexy son la antítesis de una Barbie, de la frivolidad y la superficialidad.

A pesar de todo esto, no logro averiguar, con exactitud y tan bien como yo quisiera, en qué reside la cualidad de sexy, algo que me ha preocupado desde mi adolescencia, y que me preocupa tanto más cuanto más tiempo pasa.

Me inclino por atribuir a lo sexy lo que acerca de la belleza dijera Jorge Luis Borges: “… es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica”.

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07 de mayo de 2008

Tanto para los humanos como para la mayoría de los primates, una cara simétrica resulta muy sexy.

En la Universidad escocesa de Stirling, el investigador Anthony Little y sus colegas han medido los niveles de simetría y dimorfismo sexual —o sea, qué tan femenino o masculino es un rostro— en sujetos europeos y africanos, e incluso en primates. Y en todos los casos han comprobado que los varones simétricos tienen proporciones faciales más masculinas, mientras que las proporciones faciales de las hembras simétricas suelen ser más femeninas.

Aunque los científicos desconocen por qué la combinación de ambos aspectos resulta atractiva, en la revista PLoS ONE proponen que estas características podrían ser un indicador de la calidad genética o de algún otro aspecto biológico, como la fertilidad.

No es el primer trabajo del profesor Little sobre fisonomía facial. Hace unos meses, en un estudio pionero con 160 parejas, este británico comprobó que las personas que viven mucho tiempo juntas terminan pareciéndose físicamente una a la otra. Y el año pasado publicó un artículo en Evolution and Human Behavior demostrando que la forma de la cara de los candidatos políticos permite predecir quién ganará y quién perderá las elecciones.

Actualmente, Anthony Little y su equipo llevan a cabo en la web www.alittlelab.com varios estudios sobre la percepción humana de la belleza facial, en los que cualquier internauta puede participar respondiendo a unas sencillas preguntas. En el mismo website, Little ha puesto en marcha otro test online para averiguar qué buscamos en una pareja.

MUY

[*Otros}– Los ramos de frutas en las fiestas de la isla de La Palma (Canarias) / José G. Rodríguez Escudero

José Guillermo Rodríguez Escudero

El pintoresquismo de las fiestas de los pueblos todavía se conserva en algunos lugares mientras que, en otros, persisten tan sólo reductos de aquel ambiente festivo.

Los ramos o racimos de frutas asociados a las fiestas patronales son muy antiguos, y se confeccionaban en casi todos los municipios de La Palma. Los pórticos de las iglesias y ermitas, por ejemplo, se adornaban con cintas de seda y piñatas de frutos variados. Un enrame festivo antes generalizado pero sólo conservado en la actualidad en Breña Alta y en Las Lomadas (San Andrés y Sauces). En ambos casos se trata de unas ofrendas artesanas, naturales, populares y coloristas para honrar a San Pedro Papa en su onomástica del 29 de junio.

Existen numerosas referencias a la antigüedad de este bello rito festivo. La lustral “Bajada de la Virgen de Las Nieves”, y el resto de las fiestas derivadas de la Patrona Insular, celebraciones por antonomasia de La Palma y de la que emanan todos los festejos populares palmeros, no iba a carecer de ellos.

“… hallábase este llano, que es el principio de esta ciudad, frondosamente adornado de Ramos, flores y banderas, donde llegada que fue la Señora, hizo pausa vajo un arco hecho de obra aunque campestre, primorosa […] .Al entrar en dicha plaza del Patriarca Domingo, se mirava todo hecho un monte, el más frondoso con la mucha variedad de ramos y Arboles, de atributos de la Virgen […] eran sus flores, de las más primorosas de Génova, tan diversas como hermosas, y otras, de pasta y escarcha; los ramos de frutos artificiales, también de Génova, tan naturales que hasía dudar la vista el primor del aseo, si fue naturaleza el artificio […] Despidiese aquí, en su llano el Santo Patriarca y se prosigue con la Procesión a las Claras. Estaban las calles, desde el convento a dicho monasterio, llenas de vanderas y Ramos frondozos, como también toda la Calle Real, que era un parayso assí en ramos como en flores [..] estaba lleno de vanderas, en astas mui descolladas, vestidas de ramos y flores y multitud de arboles y ramos […]”

Descripción Verdadera… 1765

TraperasEnBalcones

Al igual que en todos los lugares de la capital palmera por donde pasaban las solemnes y multitudinarias procesiones de la milagrosa imagen de la Virgen de Las Nieves, se presentaban las fachadas, ventanas, balcones y plazas con profusión de adornos y colgaduras. La completa descripción de estos altares y decoraciones efímeros nos lo ofrece —además del anterior documento de 1765, por ejemplo— el manuscrito de la Bajada de la Señora de 1815.

RamoEnVentana

En él se da una idea del aspecto que podía presentar la pequeña ciudad de La Palma de entonces: “[…] A los lados del trono había una en uno una palma y en otro un Plátano […] En dicha noche los del lugar de San Pedro que enramaban el día siguiente, adornaron la plaza que parecía el monte: al medio había un pino que lo trajeron 12 hombres y con poca diferencia eran los demás ramos […] En el tanquito del Consejo una hermosa glorieta con palmas, plátanos y multitud de flores […] Todo eran banderas, fuegos y composiciones, ramas, cortinas, nubes, trapos, espejitos, damascos, angelitos, flores, frutas, tela de oro, festones de flores, láminas, ramos de frutas, láminas, guarniciones de plata, banderas, rasoliso, talcos […] Fue toda la diversión en la bocacalle de la Cuesta de Miguel Agustín pues además de los buenos fuegos que tuvo, había un paso figurando un jardín en el cual había de todas las frutas que se conocen en esta isla […]”.

A lo largo de la calle Real de Santa Cruz de La Palma se colocaron en julio de 2005 varios arcos triunfales con motivo de los festejos lustrales en honor a la Virgen de Las Nieves, Patrona de La Palma, como se hacía antiguamente.

detalle arco 2005

Sirvieron para adornar el recorrido de la Bandera de María en su subida hasta el Castillo de la Virgen por la mañana, y, por la tarde, el de la Bajada del Trono —o Equipaje de la Virgen— desde el Santuario hasta El Salvador.

Estos arcos traídos como ofrenda a la Morenita desde Breña Alta (San Pedro) y desde Garafía (San Antonio del Monte) contaron con el adorno de preciosos ramos de frutas. A las peonzas se unieron otros racimos confeccionados de curiosas formas: las dos llaves de San Pedro cruzadas; la cátedra del Papa; una gran tiara de tres coronas, símbolo del Pontífice; etc.

San Antonio del Monte

También en los grandes maceteros de la Plaza de España se plantaron varios ramos estilizados hechos con naranjas, peras, membrillos, limones, pimientos rojos, manzanas, etc. Así mismo, en todo el recorrido de la Calle Real, se colocaron traperas con los productos más típicos de nuestra Isla, en los que no pudieron faltar muchos racimos y cestos de frutas variadas colgadas en balcones, galerías y ventanales.

La tradición de los ramos de frutas en las fiestas de La Palma se pierde en el tiempo. Como dijimos, dos de los bellos ejemplos que aún se conservan en nuestros días y que tanto proliferaban en nuestro entorno festivo están relacionados con las fiestas patronales del Barrio de Las Lomadas en la Villa de San Andrés y Sauces y en las del casco de Breña Alta.

Lucida novena en honor del Príncipe de los Apóstoles, con profusión de flores y lucimiento de los tradicionales Racimos de Frutas

Diario de Avisos, (27 de junio de 1949)

Como reza el mencionado periódico, decano de la prensa de Canarias y fundado en Santa Cruz de La Palma, ya eran tradicionales en las fiestas del “Primer Papa” en Breña Alta en 1949. Continúa informándonos el periodista anónimo de que en la víspera del día del Patrón de ese municipio del Este de La Palma, 28 de junio, tendría lugar “a las 16:00: engalanamiento de la plaza e inmediaciones, y confección de los antiguos arcos de ramaje y racimos de sabrosos frutos”. El mismo medio anunciaba el 27 de junio de 1953 que “el tradicional arco de ramajes lucirá hermosos racimos de frutas”.

Afortunadamente, en el programa de las fiestas patronales de Breña Alta de 2008 aún puede leerse: “Día 29 de junio, a las 09:00, colocación de los tradicionales ramos de frutas en el arco confeccionado en honor de San Pedro Apóstol, patrón del Municipio”.

Arco de San Pedro con tres ramos de frutas

Por la pendiente callejuela cercana a la iglesia parroquial de Breña Alta, llamada “Calle del Arco”, desfila la procesión de San Pedro y San Isidro el día de la onomástica del primero. De un arco de medio punto levantado en su honor —actualmente el único que se erige—, cuelgan desde temprana hora tres magníficos ramos de frutas: dos en forma de peonza o campana, etc., y otro más grande en el centro que tiene el aspecto de barcaza de pescador en el que asoma el busto del Apóstol.

En la edición de 1989 se colgó una réplica de la imagen de San Pedro Papa sentado en su cátedra o trono confeccionado con vistosas frutas frescas. Todavía se adornan los ciriales, en forma de faroles de plata, que son portados delante de la procesión con decoración frutal y floral.

Ciriales de San Pedro de Breña Alta

Se ha perdido la ofrenda de ramos de frutas que hacían todos los barrios de Breña Alta a su Patrón y que se colocaban en los arcos de brezo y monteverde de San Pedro, así como en el interior del templo parroquial. Sólo se mantiene la ofrenda del barrio de San Isidro, cuya imagen acompaña también en la procesión, tras llegar al casco en alegre romería desde su ermita del monte una semana antes.

Los ramos se confeccionan de frutos carnosos diferentes, formando simétricas franjas, paralelas y circundantes, combinando frutas, tamaños y colores, rematados los extremos con gajos de uvas. Se emplean las frutas de temporada, que siempre suelen ser ciruelas, naranjas, peras, uvas, albaricoques, guindas salvajes, etc. Se suele concluir el laborioso acabado con claveles blancos o rojos para darle más vistosidad al conjunto. Hernández Pérez nos aclara que “en su conjunto semejan una lámpara barroca o rococó”.

El uso de grandes y coloridos ramos de frutas para adornar arcos, altares efímeros y el interior de los templos se ha perdido también en las fiestas de La Cruz. Recordemos el dicho “La Pavona siempre gana en fruta, banderas y rama”. La Cruz de la Pavona, en San Isidro, es una de las cruces más célebres de las Breñas.

El periódico insular El Time, el 19 de junio de 1864, describía también el ornato con que el pueblo de Los Llanos de Aridane honraba a la Virgen de Los Remedios en sus fiestas: “la carrera estaba totalmente llena de ramos y flores y sembradas de banderas…”.

En Villa de Mazo, en la década de los sesenta del pasado siglo, encontramos los orígenes de las espectaculares y efímeras manifestaciones de la fiesta del Corpus Christi actual. Velázquez Ramos, en su obra sobre el municipio, nos describe uno de los primeros testimonios gráficos de los arcos y altares en honor al Santísimo. Aquél “aparece profusamente adornado de blandones con largas velas y varias mandarlas concéntricas alrededor de una gran custodia, todo ello confeccionado, posiblemente, de semillas, frutos y flores.”

Fray Juan Francisco de Medinilla y Tobalina estuvo de visita misionera en varias localidades de La Palma en 1758. El fraile, procedente del convento mercedario de Olmedo (Valladolid), llegó a San Andrés donde quedó gratamente sorprendido por las enramadas con arcos y ramos de frutas. Escribió: “…y salió la procesión, havia ramas en forma de arco, cargadas de mucha fruta; y en la Iglesia havia flores, frutas, membrillos, naranxas…”

Era una costumbre generalizada el adorno del Monumento del Jueves Santo con flores y frutas. Así, Fernández García nos informaba de que “por las cuentas de fábrica del año 1706 se sabe que el Monumento de la época se adornaba con naranjas y flores haciéndose unos característicos ramos, costumbre ésta que perduró hasta casi nuestros días, pero en el Santuario de Las Nieves”.

En varios puntos de las vecinas islas de Tenerife y La Gomera también se confeccionan las piñas de frutas para honrar a sus santos patrones. Algunas forman distintas figuras, siendo muy conocidas las de los “Corazones de Tejina” (La Laguna), pero hay más variedades, como en los barrios altos de Icod de Los Vinos.

El Cabildo de La Gomera cuenta con una de las obras más significativas de José de Aguiar que compendia toda su teoría folklorista: la Romería de San Juan (1924). Como todos los festejos del solsticio, gira en torno a la alegría por la cosecha, en este caso, de frutos que, puestos en pértigas y al son del tambor y las chácaras son regalados a cambio de un aguinaldo.

Así mismo, encontramos cómo una pintura costumbrista de 1843 de la isla portuguesa de Madeira mostraba un gran racimo de frutos en forma de peonza, similar a la de Breña Alta, pero en este caso, sujeta con una anilla a una vara que era transportada a hombros por dos lugareños.

Hernández Concepción nos informaba en la prensa local de cómo se enramaban las cañas empleadas por los “Galanes” en Puntallana para la ceremonia intramuros de la Resurrección de Cristo. Aparte de flores, cintas, campanillas, rosquetes… se confeccionaban ramos de frutas propias de la época e incluso aquéllas que se conseguían fuera de tiempo, como nísperos, duraznos, peras… Es más, recordaba cómo había una clase de pera que du
raba hasta Pascua si era colgada hacia abajo con un hilo.

Otro ejemplo de racimos lo encontramos en las fiestas de la Candelaria de Tijarafe celebradas el 8 de septiembre de 1865. El corresponsal del municipio informaba en periódico El Time de que “… copiosa multitud de luces ardían sobre el altar y en los demás sitios aparentes, flores y frutas en profusión mezclaban sus suaves aromas con el incienso”. También escribía que “más tarde se saca la imagen de la Virgen en procesión por las calles adornadas con banderas y ramos…”.

En la antigua ermita de San Pedro de Las Lomadas en la Villa de San Andrés y Sauces aún continúan confeccionándose los olorosos ramos de vistosas frutas. En el programa festivo del mes de junio de 1994, por ejemplo, aún podía leerse: “a las 4 de la tarde, colocación de los tradicionales ramos de frutas del país y enrame de la iglesia por varias señoritas de esta localidad”.

“Un año más hemos llegado
a la fiesta de San Pedro,
Alegría para todos
y en especial para el pueblo […]

A recoger el dinero
para la orquesta pagar,
y pendiente de los arcos
para los ramos colgar […]

«Homenaje a Saturnino», Gaudelia Expósito Lorenzo

La investigadora Hernández Pérez nos informaba en su trabajo sobre las fiestas palmeras de cómo en diferentes patios y locales de dicho pago norteño se reunían las jóvenes para montar un armazón “normalmente de alambre, donde van incorporando diferentes frutas de la temporada”. Nos recuerda también cómo un año, tras decidirse que había que poner guindas al racimo y comprobar que no había en el lugar, se tuvo que ir hasta Puntagorda.

“[…] Los ramos de frutas
la víspera quedan hechos.
Aquéllos que nos visitan
se quedan mirando al techo […]”

«San Pedro 2008», Gaudelia Expósito Lorenzo

Era frecuente observar cómo varios vecinos “con promesas” acudían a la ermita, o a los locales donde se confeccionaban los ramos, con varios kilos de frutas para que fueran usadas en ellos. Una vez terminados, se trasladaban con delicadeza hasta el interior de la ermita de San Pedro de Las Lomadas (erigida antes de 1525) para colgarlos “de los tirantes y crujías del techo mudéjar”. Magníficos adornos florales y frutales aún adornan la pequeña y recoleta ermita.

[…] Cuando celebran la fiesta
por los árboes pasamos,
miramos a ver si hay frutas
para poner en los ramos.

El enrame es muy bonito
y además tradicional,
él nos dice fijamente
mirando desde el altar:

“Dejen la iglesia bonita
que esto es una vez al año.
No deben nunca olvidar
que soy el patrón del barrio [..]”

«A San Pedro», Gaudelia Expósito Lorenzo

Hasta hace unos años, estos ramos de San Pedro se subastaban para recaudar fondos, y con ellos hacer frente a los numerosos gastos de las fiestas y a beneficio de la ermita, etc.

El momento de la subasta era muy esperado por los solteros de Las Lomadas y de los barrios colindantes puesto que, ya conocedores del ramo hecho por su “amor secreto”, pujaban dejándose los ahorrillos en el intento. Hernández Pérez también nos decía que mientras esto pasaba, “ellas en corro, iban interpretando estos mensajes de amor. Más de un noviazgo se hizo de esta bella manera en Las Lomadas”.

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BIBLIOGRAFÍA

  • ABDÓ PÉREZ, Antonio; REY BRITO, Pilar; PÉREZ MORERA, Jesús. Descripción Verdadera de los solemnes Cultos y célebres funciones que la mui noble y leal Ciudad de Sta Cruz en la Ysla del Señor San Miguel de La Palma consagró a María Santísima de las Nieves en su vaxada a dicha Ciudad en el quinquenio de este año de 1765. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, 1989. El Time, n º. 159, (16 de septiembre de 1866).
  • EXPÓSITO LORENZO, Gaudelia. Versos en el Tiempo, Ediciones Alternativas, 2007.
  • Idem. «San Pedro 2008», Programa de las Fiestas en honor de San Pedro y San Pablo, Ayuntamiento San Andrés y Sauces, CajaCanarias, Cabildo de La Palma, 2008.
  • FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. «Notas históricas de la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma», Diario de Avisos (3 de abril de 1963)
  • Idem. Descripción de todo lo que pasó en la Bajada de Nieves en La Palma año de 1815, Cabildo de La Palma, Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, CajaCanarias, 1997.
  • HERNÁNDEZ CONCEPCIÓN, María Candelaria. «Los Galanes de Puntallana», Diario de Avisos, (7 de abril de 1996).
  • HERNÁNDEZ PÉREZ, María Victoria. La Isla de La Palma. Las Fiestas y Tradiciones, Centro de la Cultura Popular Canaria, 2001.
  • PÉREZ GONZÁLEZ, Ramón; ZAPATA HERNÁNDEZ, Vicente. «Una visión geográfica y socioeconómica de La Palma a mediados del siglo XVIII: el manuscrito de Juan de Medinilla», en I Encuentro de Geografía, Historia y Arte, Patronato del V Centenario de la Fundación de Santa Cruz de La Palma, 1993.
  • VELAZQUEZ RAMOS, Cirilo. Historia General de Villa de Mazo. C.C.P.C. Ayuntamiento de Villa de Mazo, 1999.

[*Opino}– La cuenta atrás: la cohesión de un futuro social que se resquebraja

Desde que tuve edad suficiente para hacerme alguna idea del mundo en que vivimos, concluí que no venimos a él para pasarlo bien, para disfrutar o alcanzar una felicidad duradera. Mi idea al respecto se consolidó cuando conocí la frase lapidaria de M. Scott Peck: “La vida es un problema”.

De ahí que me cayera tan gorda esa expresión que se usaba en España casi con la convicción de que habían alcanzado para siempre el soñado Nirvana: ESTADO DE BIENESTAR.

Y bien, ¿qué pasó con él? pregunto yo ahora. Éste es un mundo de ciclos, y a los de la mayoría hedonista que se llenaban la boca con lo del bendito “estado de bienestar” les costará mucho más digerir esta época de vacas flacas.

Carlos M. Padrón

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17.08.08

Los economistas lo llaman el efecto Modigliani. Ciclos estables de ahorro creciente y consumo desahogado que se quiebran de golpe con una intensidad dramática provocando una profunda sensación de shock social.

Prepárese porque la crisis será larga, y el Gobierno ZP, paralizado por el miedo, no tiene la menor idea de cómo salir del pozo, mientras echa balones fuera culpando a Europa.

Ahora, simplemente, se oyen lamentos por la inacción del Gobierno ante la productividad perdida, quejas por el colapso de las ventas, y vagas preocupaciones por el maltrecho crédito industrial. El malestar contra la situación se ha trasladado a otro segmento social, menos pudiente pero más numeroso y, por tanto, socialmente mucho más significativo, escribe Ignacio Camacho en ABC.

Basta recorrer unos kilómetros, carretera arriba o abajo, para tomar el pulso de esa deriva de decepciones. Pasear por Fuengirola, por Denia, por Matalascañas, cambiar la teka impermeable de los pavimentos y los suaves emparrados de jazmines y damas de noche por la solería áspera de los chiringuitos y los sombrajos de lona. Pegar la oreja entre las sillas de plástico de las terrazas populares y escuchar a los padres de familia eligiendo las raciones más baratas o clausurando con prudencia la tentación de una segunda botella de vino.

Oír las conversaciones que hablan del gasto inminente del nuevo curso, de la sombra de incertidumbre que planea sobre el contrato temporal de los hijos, de la angustia del vecino recién desempleado que ha suspendido su veraneo al recibir la carta de despido. La clase media zozobra ante la perspectiva de un otoño de cinturones prietos e hipotecas vencidas, que aguarda más allá de la luna llena, en el cuarto menguante de los salarios y las expectativas, al otro lado de las inminentes maletas cerradas camino de un septiembre incierto.

Los economistas lo llaman el efecto Modigliani. Ciclos estables de ahorro creciente y consumo desahogado que se quiebran de golpe con una intensidad dramática provocando una profunda sensación de shock social. Este verano, planificado sobre los postreros rescoldos del ciclo alcista, actúa aún como el espejismo amortiguador de un batacazo presentido, cuya inminencia amarga los últimos sabores del esplendor envueltos en el vapor contenido de una obligada prudencia de gasto.

Como los cohetes de las fiestas de agosto, cuya humareda se disipa en el cielo con los ecos del estallido más sonoro, las vacaciones se extinguen en un vacío incierto de tribulaciones en el que la breve retórica optimista del Gobierno se confunde con el brillo efímero de alguna perseida consumida en el fulgor de su propia estela. En el reloj de la burguesía trabajadora, cada noche de agosto es una vuelta en la cuenta atrás hacia el encuentro con una realidad amarga, amenazante y desesperanzadora.

La confusa alarma por la nación que se partía ha dado paso a la inquietud, mucho más densa, viscosa y extendida, por la cohesión de un futuro social que se resquebraja.

PD

[*Otros}– Las loas a Nuestra Señora de Las Nieves / José G. Rodríguez Escudero

LAS LOAS A NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

José Guillermo Rodríguez Escudero

“…La que es estrella de errantes, / la que es puerto de infortunios,

la que es arca de alianzas, / la que es iris de diluvios,

la que es fuente, río y mar, / la que es rosa y es ligustro;

a que al dragón tiene puesto / en la cerviz el coturno,

la que es oliva y ciprés, / la que es un cedro robusto,

que prende sus fuertes raíces / en los que quieren ser suyos…”

 

Loa de 1690. Juan Bautista Poggio y Monteverde.

Ya en el teatro antiguo, la costumbre de loar a manera de prólogo, preámbulo o introito, fue una norma establecida que ha llegado a nuestros tiempos. Tenía lugar antes de dar comienzo a la representación de la propia obra y esta breve composición dramática servía como preludio.

V.NIEVES-Altar plata - Traje rojo

Como sinónimos de loar encontramos: ensalzar, glorificar, enaltecer, honrar, exaltar, elogiar, alabar, halagar, aclamar, alzar… Está claro, pues, el objeto de la loa. Otra faceta era la de solemnizar a una persona ilustre, o un suceso notable; también servía de prefacio a los autos sacramentales. Fue el poeta Bartolomé de Torres Nabarro el que usó la loa en el siglo XVI.

El historiador palmero Fernández García nos informaba de que “la Isla de La Palma ha contado, desde lejana fecha, con una pléyade de músicos y poetas que han loado, con sus composiciones, los acontecimientos más sobresalientes de su isla natal”. Así, la festividad del Corpus Christi ha sido una fuente inagotable de inspiración para el Arte. Bajo estas premisas, nació posiblemente, la honrosa y piadosa costumbre de cantar “las glorias de la inmortal María…” en su entrañable advocación de “Las Nieves”.

Los orgullosos palmeros siempre han dado culto de veneración a su “Morenita” y es a ella a quién en tradición secular más le han cantado los músicos y poetas insulares. Santos Pinto también nos decía que “el pueblo palmero era muy aficionado a cantarle a la Virgen de Las Nieves por medio de loas”.

“Entre estos dulces anhelos / así pasaban las cosas

cuando a tu ciudad hiciste / lo que a la noche la aurora

o lo que hacen a los mayos / los claveles y las rosas

cuando a tu pueblo con sólo / tu vista le galardonas,

que las luces de tus ojos / tanto premian como doran

cuando viéndote tus hijos / que a tus piedades te exhortan,

antes que exteriores muestras / los corazones te postran”.

Loa de 1685. Juan Bautista Poggio Monteverde.

Es, precisamente Juan B. Poggio Monteverde- quien había tomado los hábitos de sacerdote en 1677 de manos del mismo fundador de la Bajada, el Obispo Bartolomé García Jiménez-, el autor de varias loas y carros alegóricos y triunfales que se representarían a lo largo de las sucesivas ediciones, hasta bien entrado el siglo XVIII.

“¿Viste, gran Señora, cuando / sedienta una nube agota

exhalaciones al aire / o al mar su plateada copa,

que tanto néctar le bebe/ y tanto humor atesora

que en tu preñez impedida/ los cristales desahoga

que se derraman en perlas / y se vierten en aljófar

y que todo aquel caudal/ que el estío le ocasiona

en meteoros y flatos / suda en lluvias caudalosas…?”

Pues, así, nuestro cariño / sediento de vuestra gloria

Que ha cinco años que acaudalas / Afectos que no reposan,

Excesos que no sosiegan / y cuidados que le ahogan

De este aumento trabajado / en copia feliz lo cobra

De súbitos y festejos, /e impaciente amor…”

 

Juan B. Poggio Monteverde. Loa de 1683.

A la brillante efeméride lustral, en su trescientos veinticinco cumpleaños y su 66 º edición, se suma la celebración del ciento veinticinco aniversario de “La Loa” que se canta actualmente, y que fue estrenada en abril de 1880. Es el canto por antonomasia de la Isla dedicado a su querida y entrañable Patrona. A esto hay que añadir los festejos por las “Bodas de Diamante” (1930-2005) de su Coronación Canónica.

V.NIEVES-Manto por detrasAntonio Abdó nos informaba de que “es de notar la gran carga teatral que domina las celebraciones en torno a la Bajada de la Virgen de Las Nieves (…) Se habla de loa, carro, mimo, títeres, arias, música en general (…), teatro de autómatas, sombras chinescas. Ya hemos visto que, en sus comienzos, las loas de Poggio introdujeron una costumbre que fue arraigando hasta el punto de que sin temor a equivocarnos podríamos afirmar que estas fiesta han generado el mayor corpus de textos teatrales del archipiélago”.

Las loas en honor a la querida “Virgen Negra de La Palma” eran interpretadas, generalmente, por niños vestidos de ángeles, con largas túnicas o hábitos todos de un color blanco impecable “a imitación de la nieve”. Así, como nos recuerda don Antonio Abdó, la loa
del “Recibimiento en Señor San Salvador”, representada en el interior del suntuoso templo matriz durante las celebraciones de la Bajada de 1765, fue ejecutada por “… quatro niños que cantaban y dos que representaban, a lo que acompañaba el coro de música que se componía de cinco voces de niños que se paseaban en dos tribunas formadas sobre dos arcos del crucero, al vaxar el sardinel del Pavimento, a el acorde son de dos violines, arpa, órgano, clave y dos vyolines…”.

Lamentablemente, debido al extravío de algunas hojas del manuscrito original, concretamente las referentes a la procesión de la Bajada y entrada de la Virgen en la ciudad en 1815, sólo se puede leer lo siguiente en cuanto a la narración y descripción de la loa en El Salvador:

“… pues lo bueno de sus voces, la propiedad de sus acciones, lo rico y propio de sus túnicas y alas, todo a la verdad se reunió en un punto. Concluida que fue la música, se cantó la misa con mucha solemnidad …”

En la Bajada de 1765, un autor anónimo escribía lo siguiente:

“… Se representó una loa por un niño de dose años, vestido de jilguero, tan hermosso que parecía que las manos no havían hecho su vestuario, pues con su banda de Plumas desde el cuello hasta la cinta y tocado de lo mismo, parecía entre unos Ramos por donde salió / en lo alto, una cossa celestial, el qual comenzó su loa cantando, a el alegre compaz de diferentes instumentos de esta manera:

Salga la hermosa Aurora y alegre con su riza

quanto dora en los campos la hermosa luz del día.

Jilgueros, al prado, y en dulce porfía

cantadle primores, decidle delicias.

 

Salga, venga, dore ría.

Dulcíssima Aurora bella,

feliz anuncio del día

que haces dos veces festivo

con tu esplendor y tu riza…

Dixo, y dejó a los oyentes tan admirados de su gracia y donosura, que fue llanto el para bien por el gusto de averse oydo cantar tan graciosamente, siendo la primera loa que el niño ejecutaba; y luego baxó y acompañó a la Santísima Virgen hasta la parroquial…”.

“… Ningún sitio de La Palma está tan consagrado por el veredicto de la Historia. Cuando se llega a él, por medio de un raro sentimentalismo, nos parece la Imagen de la Virgen, un reflejo de la que en la Gloria vive y reina entre los ángeles que cantan la Majestad de Dios. ¡Tan hondo es el influjo que Ella ejerce en las almas de sus devotos! En esta esmeralda del Atlántico, que el sabio Humboldt (1769-1859) calificó como el sitio de mejor clima del Mundo, tan alta que, en proporción a su tamaño, ninguna la supera, la Madre del Divino Verbo reinará hasta la consumación de los siglos. Ante la belleza de su rostro, no pensamos en el feliz mortal que lo creara, sino en los sacrificios, inquietudes, desvelos, amarguras y llantos de los seres que han orado a sus Pies. En este corazón de roca, fraguado por un capricho de la Naturaleza, entre los dos Hemisferios, Ella es la más radiante Luz; en esta nave de piedra que el mar ciñe con sus presillas de espuma, señalando rumbos intercontinentales, Ella es la Capitana… Ella es la más pura rosa…Bálsamo en nuestros infortunios, Iris de gracia, Alba de Ventura y símbolo de perfección…”

¡Aquí la Reina eres tú!

Félix Duarte, 1985

Don Jesús Pérez Morera también nos recuerda cómo la loa del “Recibimiento en la monjas Cathalinas” se escenificó también en aquella iglesia conventual , hoy inexistente, “cantando a un tiempo el coro de Religiosas y dos Ángeles delante de la Reja, sobre una tribuna”:

“Música

 

Ángel 1: ¿Quién es ésta, que llega con lucez tantas?

Ángel 2: Es la Nieve Divina.

Ángel 1: No, sino el Alva

Tropa : Pues de ausencias, destierra sombras bastardas

No es sino el alva, no es sino el alva

Ángel 2 : ¿Quién es ésta que huellas de armiños mueve?

Ángel 1 : Es el Alva Divina.

Ángel 2 : No, sino Nieve

Tropa : Pues el alva en sus ampos delicias bebem

No es sino Nieve, no es sino Nieve

Dúo : Mas si de ampos y luces su ser exmalta,

Aunque es nevada Aurora, Nieve es de alvada.

Tropa : Pues sea bienvenida, pues sea bien llegada

La nevada aurora, la nieve de alvada…”

El mismo profesor palmero nos informa de que el Libro de Gasto del ex cenobio dominico detalla el pago, en febrero de 1765, de 14 reales por «azúcar y almendra para el anís que llebaron los ángeles en las salvillas y dos libras que se dieron a los ángeles quando acabaron la loa”. Por último, la loa primera de Despedida a la Virgen se ejecutó a la salida de la ciudad, bajo un gran toldo que cubría al público, en un “theatro, en el qual se reprecentó una loa por dos niños vestidos de ángeles mui tiernos”. Finalizada la obra, prosiguieron los ángeles delante de la “Señora, llevando en una fuente una corona hermosa y ceptro de alcorza”.

“Silencio, Silencio;

que ya rompió el alba

al azul zafiro

los velos de nácar.

 

Divina aurora sale,

Porque otro sol augusto

A su beldad debiese

La cuna y los arrullos.

 

La luz es, en cuyos rayos

Mi amor encendió sus llamas,

Sin que el aire de cinco años

Haya podido apagarlas.

 

Adore amor la nieve

Cuya deidad produjo

Sagrada hoguera fértil

De cándidos diluvios…”

Loa, 1765. Antonio Rippa

El autor anónimo del manuscrito que obra en poder de don Jaime Pérez García, Cronista Oficial de la capital palmera – dado a conocer en la obra Descripción de todo lo que pasó…- narra con gran sentido del humor lo que sucedió en la Bajada de 1815. Fue curioso lo que ocurrió durante la interpretación de la loa en honor a la “Morenita” a su llegada al ex cenobio franciscano de Santa Águeda, Patrona de la Ciudad, hoy Hospital de Dolores:

V.NIEVES-Loa de Llegada

“… Toda esta carrera anduvo la procesión haciendo muchas pausas y por todas partes, saludos, cohetes, piezas de artillería. Concluyó dicha procesión en las monjas claras, las cuales tenían la iglesia que parecía el paraíso, en todas maneras estaba hermosa; al entrar la imagen cantaron un dúo muy bonito, al cual acompañó desde afuera una música muy arreglada y luego al concluir fueron tanto los tronadores que aquellas malditas dieron fuego que creímos que todo el convento se venía abajo; para gozar todo esto era tal el concurso, que hubo bofetones, mantos rotos, chinelas, y rosarios perdidos…”

En la misma obra, el mismo escritor nos acerca cómo se vivían los preparativos de la loa y lo que ello significaba en la población de entonces:

“… En la semana siguiente se dieron principio los ensayos de la loa y del carro; si por desgracia alguno de estos chicos tararean en sus casas la música que están aprendiendo, éste es un delito muy grande y será castigado severamente, pero sus madres curiosas encierran a sus hijos en un cuarto y por fuerza los hacen cantar y ellas se creen que son ángeles bajados del cielo. Bien pudieran dichos niños en este tiempo azotar un Santo Cristo, seguros están que ni sus padres ni nadie, les dirá palabra tal es que se ponen tan deslavados que el demonio no puede sufrirlos; estos dichos por otra parte padecen la pena de no gozar nada de las diversiones, pues si gritan o salen al aire se pueden enronquecer y se desgracia la música; y en otro tiempo un mes antes los tenían casa del mayordomo que ni a misa iban …”

Tampoco las religiosas de Santa Clara quisieron despedirse de la Patrona sin cantarle una loa en su honor. Así, se narraba en 1815:

“aquella noche trajeron la Virgen desde el trono a la reja para que las monjas se despidiesen de ella; allí la mudaron de las andas al sillón y le mudaron también el vestido; las monjas unas lloraron y otras cantaron; estuvo allí hasta la madrugada y las dichas, queriendo obsequiarla, le cantaron la cachucha y la simona nona…”

En el año 1951, don Elías Santos Pinto- director de la Masa Coral de Santa Cruz de La Palma- descubrió, entre los valiosos escritos del archivo musical de su familia, probablemente el documento musical más antiguo existente sobre la Bajada de la Virgen. Había heredado la partitura, sin saberlo, de su abuelo don Elías Santos Abreu (1856-1937).

Don José Juan Pérez Morera, en su trabajo para las Fiestas Lustrales de 1980, al referirse a él, también nos informa de que “tal documento, amarillo y borroso por los efectos del tiempo y la humedad, consta de unos veinte folios de papel pautado, forrados en pergamino y en su primera página ostenta el siguiente título, que transcribe literalmente: Música para la Loa de Nuestra Señora de Las Nieves, para el recibimiento del año 1780. Don Antonio Rippa”. Este compositor, nacido en 1718 y muerto en Sevilla en 1795, fue maestro de la capilla de las Descalzas Reales de Madrid en 1762. Con igual cargo pasó a la catedral de Sevilla, donde escribió muchas piezas de música religiosa, consistente en misas, motetes, un oficio de difuntos y villancicos.

Se trata de una partitura musical aparentemente completa, escrita para dos sopranos solistas, que llevan el nombre de Amor y Cuidado; “coro a cuatro voces mixtas, clásicamente distribuidas, como es lógico, y acompañamiento instrumental, reducido a dos violines y bajo, confiado éste último, seguramente, bien a un violonchelo bien a un contrabajo…”

 

“Como la rosa en la cuna

del botón, donde le teje

para cárcel de su pompa

cinco prisioneros lo verde,

que descolorida al susto

su candidez inocente,

prisionera de diamante

grillos de esmeralda tiene,

triste y retirada vive

hasta que pudo impaciente

romper el fuero a la injusta,

severa ley que le prende

y convirtiendo en halago

su pena, en nácar su nieve,

ostenta ufana en el prado

majestad de rosicieres :

así, Señora, oprimido

nuestro generoso, ausente

fiel corazón en la cárcel

de una esperanza…”

 

Loa, 1765. Rippa

Se pensó que había sido escrita con motivo de la celebración del “II Centenario de la Fundación de la Bajada”, pero lo que se ignora es la fecha en la que dejó de cantarse. Santos Pinto decía: “es decir, si la de Alejandro Henríquez vino a sustituir la de Rippa o ya había dejado de cantarse ésta cuando se estrenó la actual”. El propio Pérez Morera, sin embargo, encontró en “La Cosmológica” un impreso conteniendo el poema de esta Loa, con lo que “si bien resuelve el conocimiento íntegro de su texto, crea nuevos problemas, puesto que dicho folleto, editado en la imprenta “El Time” en 1873, se titula “Loa a Nuestra Señora de Las Nieves en la Bajada de dicha Imágen en el año de 1765”. En otras palabras, según esto, la Loa de referencia se representó por vez primera, por lo menos en 1765, y no en 1780, es decir, tres lustros antes, como parece dar a entender el título de la partitura musical. En unas líneas preliminares que encabezan este folleto, probablemente del “prolífico e incansable” don Antonio Rodríguez López, se dice que en el manuscrito original del poema no existe el nombre del autor o autora – ya que también se sugiere que haya sido obra de una mujer-, pero “que es una de las más preciadas joyas del parnaso canario y La Palma debe gloriarse de contar a su autor en el catálogo de sus celebridades literarias”.

A los dos personajes cantantes, Amor y Cuidado, personificados por los dos sopranos solistas, se les unen Afecto y Devoción, que únicamente declaman.

“Comienza la Loa con una corta Introducción musical de 38 compases en tiempo allegro, terminada la cual entra a cantar la primera soprano – Amor- quién, alternándose en el canto con la otra solista – Cuidado-, reclama la atención de mar, tierra, monte y playa, puntos clave determinantes de nuestra insularidad, para entonar alabanzas a la Virgen. Sigue un Dúo con nuevas palabras; y así, con este sistema de soli alternativos y dúos, desemboca la composición en la incorporación del coro mixto, a cuatro voces. Se entabla entonces una especie de duelo musical entre solistas y coro, que en juego armónico se persiguen, se preguntan y contestan. El coro desaparece y surge una canzoneta para la que hay cuatro coplas, encomendadas: los impares, a Amor y los pares, a Cuidado. El coro reaparece para contestar a las solistas a cantar la primera copla. Un cambio rítmico nos trae lo que la partitura llama Pie, en andante, a cargo de las sopranos solistas. Las mismas entonan luego, en andantino gracioso, unas Coplas, en número también de cuatro, repartidas como la vez anterior. Y con intervención del Coro, la obra terminada con un allegretto en donde, una vez más se emplea el método constructivo que informa de la música: Lírica por principio y alternativo de solistas, , cuyas palabras repite el Coro…”.

«Una Loa del Siglo dieciocho». José Juan Pérez Morera

La composición poética de la pieza que hoy se representa para dar la bienvenida a la flamante Patrona de La Palma fue debida a la inspiración del vate don Antonio Rodríguez López, y la partitura musical a don Alejandro Henríquez Brito, destacados hijos de la Isla. Fue estrenada en la Bajada de la Virgen de 1880.

“A Son Mayor, los ángeles del amor, voces de oro.

Sobre un coro de cantos que se presenta en la plaza,

Por el aire vuela las rosas de amores.

Canto mariano que lleva un siglo abriendo las puertas del templo

Y llenan de colores el altar en Son Mayor para María.

Todo es canción para llenar el paso a nuestra

MADRE convertidos en flores de alfombras hacia su blanca

Plata del altar del templo, María y el Niño entra con el

Corazón lleno de amor y dentro en masa esperan atentos,

Para recibir a María de Las Nieves por los siglos.”

«La Loa», José Juan Pérez Morera, 1980

El maestro don Elías Santos Pinto, en una carta custodiada en el Archivo General de La Palma, nos informaba de que “su estructura musical es sencilla, sin complicaciones armónicas, muy al estilo de la época, siguiendo las corrientes italianas que estaban en boga. Es muy melancólica y sencillamente encantadora”.

Fue concebida para ser representada y cantada por voces tiples masculinas. Así fue como se llevó a cabo el día de su estreno y en lustros sucesivos. Don Manuel Henríquez publicaba que “los ángeles solistas fueron encarnados por los jóvenes Jaime Matheu, luego célebre tenor en Cuba, Cipriano Valcárcel, como barítono, y Jaime Viera, oriundo de Lanzarote…”; tras aquellas primeras representaciones, el papel de los ángeles fue confiado a voces femeninas. Así ha sido hasta nuestros días.

“¡Salve, Numen de los númenes, /Madre del divino Verbo,

Adoración de los hombres, / Emperatriz de los cielos!

Por Ti la vida es más vida,/ triunfa el arte en sus diversos

Recursos y se disipan / los pesares más acerbos.

Señora: en tu honor cantamos / plegarias de amor sincero,

Mientras los ángeles pulsan / las liras del universo…”

Amor Eterno, Félix Duarte Pérez, 1955.

Las aportaciones de Antonio Rodríguez López (1836-1901), “Cantor de Benahoare”, a las fiestas de la Bajada de la Virgen fueron de tal número y variedad y tuvieron tal aceptación en su época que algunas han llegado hasta nuestros días. “Fue auténtico paladín de la cultura insular y escritor prolífero” (Fdez.García). Ocurre con el tradicional y popular “Diálogo entre el Castillo y la Nave”, que se repite ininterrumpidamente desde 1890 a la entrada de la imagen de Nuestra Señora de Las Nieves en la ciudad; y con la no menos célebre “Loa” de llegada al templo de El Salvador. Además, Rodríguez López asumió desde 1855 la autoría de uno de los números más significativos de las fiestas: los “Carros Alegóricos”, al principio simples “escenas lírico-dramáticas”. Su magisterio en esta solemnidad se extendió por espacio de medio siglo, de forma que los tres últimos Carros – correspondientes a los años 1905, 1910 y 1915-, se representaron póstumamente. Entre otros textos para las Fiestas Lustrales destacan: Escena lírico-dramática escrita en Sta. Cruz de La Palma para la Bajada de la Virgen de 1855; Alegoría dramática representada sobre un carro en la Bajada de 1865; Alegoría para el Carro de 1870; Alegoría anunciando la Bajada de la Virgen el año 1875; Carro para la Bajada de la Virgen de 1890; Carro para la Bajada de la Imagen de Ntra. Sra. de Las Nieves de 1910; Carro para la Bajada de 1915; Diálogo entre el Castillo y la Nave; Loa.

“María de Nieves le ha dado

Dios por nombre esclarecido,

El nombre propio, encendido,

Y el sobrenombre, nevado;

De luz y nieve labrado

Tanto nombre se hermosea,

Bien la nieve y la luz se emplea,

Porque se aumentan al verle

Incendios para quererle,

Y candores para amarle.

 

Juan Bautista Poggio y Monteverde.

El compositor de la actual Loa, Alejandro Henríquez Brito, también nació en la capital palmera el 26 de febrero de 1848. Vino al mundo en el seno de una familia de musicólogos. Fernández García escribía que “su buena fama motivó que, en las ocasiones que en la sociedad palmera se exponía algún problema a resolver con demasiadas evasivas, era frecuente contestar: «Habla claro, que para música, los Henríquez»”.

“…Es Torre preciosa / grabada al buril,

Blanca como nieve hecha de marfil.

Es la fortaleza / en que el Rey David

Pendientes tenía/ escudos a mil…”

 

Torre de David, Anónimo de 1840.

Don Alejandro escribió la partitura para el Carro de 1890; la música para cantar los versos dedicados a “San Sebastián” en su onomástica del 20 de enero y las estrofas que se cantaban a “Santa Catalina de Alejandría”, también en aquella ermita homónima de la capital palmera, y «Amor Eterno», que se interpreta aún en la actualidad en los recorridos procesionales de Semana Santa. También realizó varias composiciones de carácter popular, que tomaban auge principalmente en las fiestas de Carnaval.

“Quisiera tener del ángel

el acento de ternura,

la dulzura

de aquella salutación:

que inundó ¡Virgen María!

de alegría

tu precioso corazón.

Quisiera que mi voz fuese como el eco de un gorgeo,

cual deseo

tan sólo para cantar:

la sacrosanta memoria

de tu gloria,

postrado al pie del altar.

 

Pues la tímida avecilla,

la de argentina garganta,

cuando canta

de la mañana al albor:

es cuan ángel mensajero,

placentero,

misterioso trovador…”

Arpegios. Eduardo de Arévalo, 1885

 

No había olvidado la escuela de los grandes músicos italianos cuando escribió su preciada obra. “Nuestro artista pudo tener defectos de armonía y composición, pero superó tales debilidades con la profunda sensibilidad que exhalan sus sublimes melodías”. Falleció el 28 de agosto de 1895.

Devoción que pintada en sus semblantes

presagiaba las gracias y finezas

con que el cielo sus votos protegía

en premio de su fiel correspondencia,

permitiendo bajase a nuestro pueblo

la que es Madre de Dios y Madre nuestra,

como nube fecunda y prodigiosa

que esparce el bien y ahuyenta la miseria.

Como tesoro inmenso de la Nieve

Con que el Eterno su poder ostenta…”

 

Anónimo de 1830.

Sería más tarde cuando otro destacado músico palmero, don Elías Santos Rodríguez (1888-1966), autor de las partituras de tres “Carros Alegóricos y Triunfales”, orquestaría de nuevo la Loa en 1925; “lo hizo por estar concebida en forma elemental para pocos instrumentos”. También don Manuel Henríquez nos explicaba que “la loa está instrumentada para una orquesta reducida: flauta, violines, viola, cello y piano o armonio. En este siglo, Elías Santos Rodríguez la completó con otros instrumentos de metal y madera. Una introducción orquestal da la entrada del coro mixto a tres voces, terminado el cual se cantan las dos arias por los ángeles extremos, seguidas del dúo, con intervención del ángel central y concluye con un concertante o apoteosis, con solistas y coros”. Continúa informándonos de que “la armonización es sencilla dado el modesto bagaje técnico del autor, pero la composición posee altísimo nivel de inspiración. La línea melódica, italianizante, es de elegante factura, dulce, perfecta en su simplicidad, y sin concesiones al virtuosismo local. Destacan la etérea bondad de las arias y la espiritualidad del concertante. Y diríase, sin duda que las sombras tutelares de Bellini y Donizetti se ciernen sobre ella”.

“El sol de junio desdobla su manteleta dorada

que cuelga en los blancos picos de las montañas más altas.

Un tenue rumor de brisa sueña en la mañana clara.

El aroma de la cumbre viene a volcarse en la playa.

Plenitud de mediodía. La Virgen Morena baja

Desde su ermita del monte al corazón de La Palma.

Una sola voz se escucha. Todo es fervor de plegarias

Que rompe el ronco estampido del castillo y de la barca.

«Rosas de pólvora negra», azucenas desplegadas,

gritos de mando que suenan como una canción innata,

que se estrellan en los ojos de Asieta morena y guapa.

Una calle tortuosa. Multitud abigarrada.

Más flores en el trayecto. La Virgen llega a su casa.

Todos los santos le ponen su linda cara de Pascua, y

María de las Nieves entra de lleno en La Palma”.

 

El Hecho, Félix Poggio Lorenzo, 1935.

El escenario para la emotiva y esperada representación se levantaba originalmente en la Plaza de la Constitución, hoy Plaza de España, al pie de la monumental torre negra de El Salvador. Escribía Alberto José en Ecos del Santuario:El entarimado se ornamentó con cortinajes y ramas de falla, adorno muy en boga en tiempos pasados. Más tarde la escenificación se trasladó al sitio donde está ubicada la fuente de la mencionada plaza. Entonces se construyó un nuevo templete; se aprovecharon seis columnas que habían pertenecido al antiguo retablo de estilo barroco de la capilla mayor de El Salvador. Con las cuatro columnas mayores, con capiteles jónicos, formaron la parte inferior, colocando entre ambas tres paneles en los que el pintor madrileño Ubaldo Bordanova Moreno pintó tres ángeles; en la parte superior se utilizaron las otras dos columnas más pequeñas, con capiteles corintios, y sostenían un frontispicio que remataba la obra con un óvalo donde aparecía una pintura alusiva a la Bajada de La Virgen”.

“Palma gloriosa cuya dicha alcanza

que sean tus ojos verdes de esperanza

con la Nieve sagrada

de aljófar y perlas esmaltada.

Albricias, pues, divina,

Del cielo ya desciende peregrina,

Viniendo a remediar todos tus males,

Sacra Nieve en arroyos celestiales…”

Anónimo de 1810.

Sin lugar a dudas, la llegada de la venerada imagen al atrio de la Parroquia Matriz de El Salvador, es uno de los momentos más sencillamente emotivos y tradicionales de las fiestas de la Bajada de la Virgen de Las Nieves. Así es como nos describe Henríquez Pérez esos momentos previos: “la Virgen entra, lenta, dificultosamente en la Plaza, rompiendo, destrozando incruenta, amorosamente, la muralla humana de cuerpos y almas y corazones que esperan, anhelantes e impacientes, a la Reina del Monte”.

“… Hoy, Tú, Virgen de las Nieves,

Estrella de los Mares,

después de presenciar el Diálogo

entre el Castillo y la Nave,

en tu sillón de viaje

y que precisamente estrenas,

te abres paso en medio

de esa enfervorizada multitud, que

jubilosamente te aclama

para llegar a la Plaza de España

donde unas jovencitas

clásicamente ataviadas

desde una bella tribuna,

te dan la bienvenida

cantándote la Loa.

Esa Loa que data desde 1880,

para luego penetrar en el templo

donde ya colocada en el Altar Mayor,

parece reinar un silencio

que es interrumpido por el coro

y que yo diría que,

desde las alturas han descendido

los querubes y los ángeles,

para cantar sus glorias

a la que del Cielo y de la Tierra

es Reina y Señora.

Reina, Reina y Soberana”.

 

A Ntra. Sra de las Nieves, en sus Fiestas Lustrales

María de los Dolores Cabrera, 1975.

La fabulosa urna de oro asciende majestuosamente los once escalones de la elegante escalinata de la que va a ser su residencia accidental hasta el 5 de agosto, onomástica de la Virgen y día de su Subida al Santuario. Conmovedor instante en el que los aplausos de la muchedumbre se unen al repique solemne de las campanas, a los tambores y cornetas, a las bandas de música, al estruendo de los cohetes y cañonazos del Castillo… a la “alegría melancólica del recuerdo y los ojos se nublan con el cristal borroso y trémulo de las lágrimas que afloran. Pasan, en desfile cinematográfico, por la imaginación, momentos, seres queridos, paisajes y muchas cosas que un día fueron, estuvieron aquí, en el día más grande, religiosamente hablando, de Santa Cruz de La Palma”. Se hace el silencio. Acuden las lágrimas, los recuerdos, las nostalgias, las oraciones… Las campanas, los “voladores”, la música, los vítores y aplausos… hasta las palomas callan…: “la Virgen escucha la loa”.

“Coro

Para cantar las glorias / de la inmortal María,

dejando en este día / el firmamento azul,

de la celeste altura/ descienden los querubes

rompiendo de las nubes/ el transparente tul.

 

Aria voz primera

 

Purísima María/ a quien los serafines

En templo sin confines/ te dan su adoración.

 

Aria voz segunda

 

De misteriosas nieves,/ estrella hermosa y pura

Qué espléndida fulgura/ en la palmés región.

 

Dúo

 

Recibe de este pueblo/en su cariño inmenso,

Cual perfumado incienso/ la fe del corazón.

 

Concertante

Ángel 1

 

¡Sacro templo!

Ángel 2

¡Tabor misterioso!

 

Coro y Ángel 1

 

¡Entreabre tus puertas!

 

Id. Id. 2

 

¡Tu roca sea altar!

 

Ángel 1

 

Que María…

Ángel 2

Que al ampo precioso…

¡Va a cruzar tus umbrales!

 

Coro y Ángel 2

 

¡Va tu cumbre a nevar!

 

Coro final (todos)

 

¡Oh, Virgen Sacrosanta!

Sobre la grey cristiana

Tu gracia soberana

Ven pura constante egida

De la risueña Palma,

Que con fervor en su alma

¡Te eleva eterno altar!

Antonio Rodríguez López

(estrenada en 1880 y representada hasta hoy)

Santos Pinto decía que “para aquellas personas que la cantaron o la oyeron en distintas fiestas lustrales, es evocadora y hace despertar los más hondos sentimientos de un tiempo pasado. Como alguien dijo, «quien la oyó no la pudo jamás olvidar»

“Ciudad Palmense, mirad que a su solio se retira

la que, en candores nevados, da a los corazones vida.

Monte, tus dichas celebra, pues ya buelve a su campiña

La Diana de vuestras cumbres, Nieve que gracias distila.

 

Llorad, llorad esta ausencia, que es la fuerza en tal despedida

Viertan raudales los ojos si queda el alma sentida

 

Y en su partida,

La Ciudad, triste, llore

Y el monte Ría…”

 

Anónimo, Loa 2ª para Despedida, 1815.

***

BIBLIOGRAFÍA

· FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. «La Loa Mariana», Ecos del Santuario, Santa Cruz de La Palma, julio-agosto de 1980.

· HENRÍQUEZ PÉREZ, Manuel. «Un aspecto de la ‘Bajada de la Virgen’: la ‘Loa’ Mariana», Programa Oficial de la Bajada de la Virgen, 1990, Patronato de la Bajada, Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, 1990.

· «La Loa», Programa Oficial de la Bajada de la Virgen, 1995. Excmo. Patronato de la Bajada, Madrid, 1995.

· SANTOS PINTO, Elías. «La Loa». Archivo General de La Palma. Colección FSFC.

· «Catálogo», Exposición Conmemorativa del primer centenario de la muerte de Aurelio Carmona y Antonio Rodríguez López, Excmo. Cabildo Insular de La Palma, Junio de 2001.

· PÉREZ MORERA, Jesús. Ángeles y Arcángeles. Cinco siglos de Arte en La Palma, Exposición en la Casa Massieu Van Dalle, Los Llanos de Aridane, del 10 al 8 de abril de 1995, Excmo Cabildo Insular de La Palma.

· PÉREZ MORERA, José Juan. «Una loa del siglo dieciocho para la Bajada de la Virgen», Edición Especial de la Bajada de la Virgen de 1980, Achamán, [Asociación Juvenil Achamán], Junio-Agosto de 1980, nº 1

· CABRERA, María de los Dolores. A Ntra. Sra. de Las Nieves, en sus Fiestas Lustrales, La La
guna, 13 de julio de 1975.

· SANTOS PINTO, Elías. La Loa, [manuscrito.1980], Archivo General de La Palma/ Colección FSFC.

· DUARTE, Félix. La Palma y sus Fiestas Lustrales: ¡Aquí la Reina Eres Tú!. [manuscrito, 1985], Archivo General de La Palma/Colección FSFC.

· ABDÓ PÉREZ, Antonio; REY BRITO, Pilar; PÉREZ MORERA, Jesús. Descripción verdadera de los solemnes cultos y célebres funciones que la mui noble y leal Ciudad de Sta Cruz en la Ysla del Señor San Miguel de La Palma consagró a María Santísima de Las Nieves en su vaxada a dicha ciudad en el quinquenio de este año de 1765. Escuela Municipal de Teatro, Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, 1989.

· PÉREZ GARCIA, Jaime. Descripción de todo lo que pasó en la Bajada de Nieves en La Palma año de 1815, Cabildo de La Palma, Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, 1997

[*ElPaso}– De la prehistoria de la aviación en La Palma

18-08-2008

Carlos M. Padrón

Don José María era un típico campesino pasense de la década de los 50 que de aviones sólo había visto los DC-3 que, muy raras veces, sobrevolaban el pueblo, a mucha altura, para ir a uno no sabía dónde.

El rugir de sus motores se escuchaba mucho antes de que el aparato pudiera divisarse a simple vista, y, con sólo ese ruido, todo el mundo se echaba fuera de sus casas para otear el cielo en busca de la pequeña “cruz voladora”, que era cómo se veía el avión.

Cuando al fin lo ubicaba alguno del grupo familiar, alborozado señalaba con el dedo y gritaba “¡Míralo allí, míralo allí!”, ante lo cual María Celia, mi hermana mayor, comenzaba a llorar porque, por más que le señalaran el lugar al que debía mirar para que viera el avión, ella no conseguía ver nada. Por ahí cayeron en cuenta mis padres de que María Celia necesitaba gafas y, cuando al fin se las pusieron, la alegría la llevó a gritar “¡Dios mío, yo estaba ciega!”, y a llorar la primera vez que, ¡por fin!, pudo ver uno de los pocos frecuentes aviones DC-3.

Cuando alguien del gobierno consideró que en La Palma hacía falta un aeropuerto, mandaron a El Paso a un “aviador” —no era ancestro de Leonardo Di Caprio, pero así lo apodaron porque era, o había sido, piloto, ignoro si civil o militar, aunque me inclino por lo segundo— para que se encargara de buscar qué lugares del Valle de Aridane —pues el resto de la isla es tan abrupto que quedaba fuera de consideración— servirían para construir el aeropuerto.

Como la única parte un tanto plana de ese valle es el Llano de las Cuevas —en el borde Este de El Paso, en las estribaciones de la Cumbre Nueva— El Aviador instaló instrumentos de medición en la Montaña de Antonio José y en otros puntos altos, y tal vez fueron esos aparatos los que, al hacer acto de presencia nuestra “Brisa” con sus furibundos ventarrones, dejaron bien claro que en el Llano de las Cuevas no tendría futuro ningún aeropuerto.

Ese anuncio causó alegría en muchos cuyos mejores pedazos de terreno estaban precisamente en el Llano de las Cuevas, y que, de construirse allí un aeropuerto, se los expropiarían.

Pero El Aviador sí tuvo futuro, pues al igual que el 90% de los hombres solteros que en aquella época llegaban a El Paso, terminó casándose con una pasense,… que pasó a ser “La mujer de El Aviador”, y entre ambos traspasaron el “apellido” a su descendencia..

Al fin construyeron el aeropuerto en Breña Alta, al Este de la Isla, cerca del llamado Risco de La Concepción, pues allí encontraron un lugar en el que la “enorme” pista resultante era de lo más tranquilizadora: tenía 600 metros de largo, y uno de sus extremos terminaba en el borde de un barranco, y el otro en el borde de un cementerio. ¡Como para entusiasmar a los muchos que entonces le tenían pánico a subirse en un avión!

Y el pánico no era sólo de los potenciales viajeros, sino que a raíz de que en un aterrizaje el avión derrapó y pegó contra la montaña al costado de la pista (no hubo ni heridos), también el miedo salió a flote en los pilotos que cubrían esa ruta porque el tal accidente les dio motivo para declarar que no seguirían pilotando esos vuelos porque para despegar y aterrizar en aquella pista tenían literalmente que jugársela, así que un día se pusieron de acuerdo y le dijeron a Iberia que no volarían más a La Palma.

En Iberia optaron por una solución basada en la psicología de la testosterona: contrataron pilotos de guerra, acostumbrados a operar aviones en condiciones muy precarias, y cuando éstos demostraron que operar en la pista de La Palma era cosa de niños, el maltrecho orgullo de los pilotos civiles, más el autoritarismo gubernamental entonces imperante, les llevó a regresar sin chistar a los vuelos a y desde La Palma.

Una de las personas con miedo a volar en avión era el ya mencionado don José María, quien expresó públicamente su negativa a montarse en “aquellos chismes” que de vez en cuando veía él pasar haciendo mucho ruido.

Pero una de sus hijas se casó y se fue a vivir a Tenerife, y ante el deseo de verla y la presión de su mujer y sus vecinos para que fueran en avión, porque el aparato —le decían todos— era mucho mayor de lo que él creía, aceptó remolón que lo llevaran un día al aeropuerto para ver de cerca el bendito “chisme”.

Y allá lo llevaron a esperar el vuelo —entonces el único al día— proveniente de Tenerife.

Apenas llegar al aeropuerto, don José María encendió su cachimba, se recostó indolente contra una de las columnas del área de pasajeros (no había entonces en ese aeropuerto nada que pudiera llamarse terminal), y, sin decir palabra, como correspondía a su condición de campesino socarrón, se puso a esperar.

Aterrizó el vuelo, sin novedad alguna. El DC-3 carreteó hasta el área mencionada, y don José María olvidó su cachimba y quedó mirando fijamente a los pasajeros que comenzaron a bajar del avión y que, tal vez por haber llegado sanos y salvos, exhibían casi todos una amplia sonrisa.

Cuando pasados unos minutos no bajó nadie más, dando media vuelta y encaminándose hacia donde estaba el automóvil en el que lo habían traído, don José María exclamó: “¡Pues donde se montan 34 también se monta José María!”.

Una por demás filosófica conclusión, amparado en la cual voló días después a Tenerife.

En ese viaje tuvo oportunidad de ver en Los Rodeos —único aeropuerto que entonces había en Tenerife— otros aviones mayores que el DC-3, y también algunos helicópteros militares, con capacidad para varios pasajeros, pertenecientes a las instalaciones de Aviación Militar que allí había.

Y un día, mientras estaba en su huerta de El Paso arrimándole tierra a las papas, don José María escuchó un ruido proveniente del cielo, del lado de la Cumbre Nueva, que no era como el de los aviones que a veces pasaban, sino que sonaba diferente y más cercano, mucho más cerca del suelo. Y era lógico, pues se trataba de un helicóptero —que ya volaba bajo porque se acercaba al lugar donde debía aterrizar— del tipo Bell, de ésos que para alojamiento humano tienen sólo una especie de burbuja, como éste:

helicopterobell

Apoyando una mano en una de sus rodillas para medio incorporarse —pero no del todo, pues sufría de dolores en la cintura— don José María alzó como pudo su cabeza, miró al cielo, y al ver aquel extraño aparato volador que no sólo venía ya muy bajo sino que claramente estaba perdiendo altura, exclamó:

—¡A dónde irás a caer, que ya no te queda sino el esqueleto!

[*Opino}– Análisis de inversión

Lo que copio más abajo lo he recibido ya varias veces ─enviado por hombres, por supuesto─, obviamente traducido (y mal) del inglés, y con la aclaratoria de que fue un caso cierto publicado en un portal financiero de USA.

No creo que nadie use, para asuntos “del corazón”, un portal financiero, pero sí es posible que alguien haya ideado esta historia para dar una ingeniosa y elemental lección de finanzas basándose en las absurdas pretensiones de algunas (demasiadas) mujeres, y de cómo sus potenciales víctimas deberían analizarlas.

En la Canarias de mis tiempos, el caso expuesto por las muchas Rafaelas que allá había —o sea, la idea que del matrimonio tenían muchas mujeres que, por creer (a veces sin razón) que estaba buenas o eran bellas, aspiraban a cazar un príncipe azul forrado en plata— se exponía de forma mucho más cruda y directa: “Yo aporto el chocho, y tú todo lo demás”.

Para colmo, cuando muchas de ellas consiguieron con quien casarse, se supo de varias que no sabían usar bien la parte que aportaron al trato, o imponían condiciones de uso para conseguir más de “todo lo demás”.

Rafaelas ha habido siempre y siempre habrá. Es casi una condición femenina, ésa que hace que ellas se queden atónitas y mudas si la víctima potencial les pregunta “¿A cambio de qué?”.

Carlos M. Padrón

***

Una paradoja basada en consulta publicad en una página web.

Una mujer escribió pidiendo consejos sobre cómo conseguir un marido rico. Eso, de por sí, ya es gracioso, pero lo mejor de la historia es que un tipo le dio una respuesta bien fundamentada.

Exposición de ELLA

“Soy una chica de 25 años maravillosamente linda, bien formada y con clase. Quiero casarme con alguien que gane como mínimo medio millón de dólares al año.

¿Tienen en este portal algún hombre que gane 500.000 dólares o más? Quizás las esposas de los que ganen eso me puedan dar algunos consejos.

He estado de novia con hombres que ganan de 200 a 250 mil, pero no pueden pasar de eso, y 250 mil no me van a hacer vivir en el Central Park West.

En mi clase de yoga conocí a una mujer que se casó con un banquero y vive en Tribeca, y ella no es tan bonita como yo, ni es inteligente. Entonces, ¿qué es lo que ella hizo y yo no hice? ¿Cómo llego al nivel de ella?

Rafaela S.

Respuesta de Él

Leí su consulta con gran interés. Pensé cuidadosamente en su caso e hice un análisis de la situación.

Primero, no estoy haciéndole perder tiempo, pues gano más de 500 mil por año. Aclarado esto, considero el caso de la siguiente forma:

Lo que usted ofrece, visto desde la perspectiva de un hombre como el que usted busca, es simplemente un pésimo negocio. Y le explico por qué.

Su propuesta se basa en que usted pone la belleza física y yo pongo el dinero; eso está claro.  Sin embargo, existe un problema. Con seguridad, su belleza va a decaer, y un día se marchitará, y lo más probable es que mi dinero continúe creciendo. Así, en términos económicos, usted es un activo que sufre depreciación, y yo soy un activo que rinde dividendos. Y usted no sólo sufre depreciación, sino que, como ésta es progresiva, aumentará siempre.

Aclarando más, usted tiene hoy 25 años y va a continuar siendo linda durante los próximos 5 a 10 años, pero siempre un poco menos cada año. Y si al final de esos 10 años se compara con una foto de hoy, verá que ya está envejecida. Esto quiere decir que usted está hoy en ‘alza’, en la época ideal de ser vendida, no de ser comprada.

Usando lenguaje de Wall Street, quien la tuviera hoy debería tenerla en trading position (posición para comercializar), y no en buy and hold (compre y retenga), que es para lo que usted se ofrece.

Por tanto, y todavía en términos comerciales, un matrimonio (que es un buy and hold) con usted no es un buen negocio ni a mediano ni a largo plazo. Pero alquilarla sí podría ser, y hasta en términos sociales, un negocio razonable que podríamos discutir.

Yo pienso que mediante certificación de cuán ‘maravillosamente linda, bien formada y con clase’ es usted, yo, como probable futuro usuario de esa ‘máquina’, quiero lo que es de práctica habitual: Hacer una prueba —o sea, un test drive— para concretar la operación.

Si usted está de acuerdo, puedo hacerle espacio en mi agenda.

Jack Paul H.
Inversor

[*Otros]– Nuestra Señora del Carmen. La obra de Hita y Castillo en Barlovento (La Palma) / José G. Rodríguez Escudero

José Guillermo Rodríguez Escudero

La fructífera relación comercial entre el imaginero sevillano y “más diestro artífice” Benito de Hita y Castillo (1714-1784) y algunas de las familias de importantes mecenas palmeros —entre ellos, los Lugo-Viña y la todopoderosa saga de los Massieu— hizo posible la llegada de cuatro excepcionales piezas a San Miguel de La Palma.

Unas veinte efigies, aproximadamente, habían arribado a los puertos de las Islas realengas (La Palma, Tenerife y Gran Canaria) entre 1750 y 1770 procedentes del taller hispalense. Sus destinos eran los distintos oratorios, ermitas y templos de varios municipios. Unas obras que, con el tiempo, serían atribuidas a Hita con serias dudas, pero otras cuya firma aparecería estampada en ellas y confirmarían su autoría, como ocurre en los casos de La Palma.

El Cristo de La Caída, imagen de candelero de 1752, fue la primera que inauguró el pequeño catálogo que llegó a La Palma de magníficas obras ejecutadas por el genial maestro. Fue tal el impacto que produjo la venida de la escultura del Señor a la sociedad palmera, que animó a la familia Massieu a efectuar nuevos encargos al tallista. Se venera en la actual parroquia de san Francisco de Asís, en Santa Cruz de La Palma, la capital.

El patronazgo de doña María Josefa Massieu y Monteverde hizo posible el advenimiento del Cristo Caído, para el que funda ermita, sirviéndose de la domiciliación en Sevilla de su hermano, don Pedro Massieu, fallecido en 1755, quien ostentó el puesto de “Oidor Decano de Su Majestad en la Real Audiencia de Sevilla”.

Otras dos esculturas, en esta ocasión de bulto, son las veneradas en el altar mayor de la parroquial de San Juan Bautista de Puntallana: San Miguel Arcángel, y San Antonio de Padua. Fueron donación del coronel y Gobernador de Armas de la Isla don Felipe Massieu y Vandala. Por último, la imagen sedente de la Virgen del Carmen, custodiada hoy en el templo de Nuestra Señora del Rosario del término municipal de Barlovento, en el nordeste de la Isla.

iglesia-del-rosario-2-barloventoLa talla mariana, de aproximadamente 75 cms de altura, lleva una inscripción en la parte inferior de la peana que reza: “Don Benito de/Hita y Castillo/me fesit en Sevi/lla año de 1773”. Lamentable ha sido durante una de sus últimas restauraciones cuando se ha borrado parte de dicha leyenda. En la década de los noventa del siglo pasado tuvo que ser intervenida la talla puesto que debían de subsanarse con urgencia algunos pequeños desperfectos. Se repintó también la peana y posiblemente las carnaciones, “que no demuestran la calidad y detalles de otras obras del imaginero”.

El profesor Fuentes Pérez había atribuido su invención al excepcional maestro sevillano. Decía que “debemos descartar cualquier atribución a escuelas como la de Pedro de Mena, José de Mora, etc. aunque refleja ciertos rasgos de las mismas. Indudablemente esta figura salió del taller de los últimos artistas que militaron en el barroco, como Duque Cornejo, Hita del Castillo o María-Luisa Roldán”. Sería más tarde cuando el profesor Pérez Morera daría a conocer su donante y, junto con el investigador Herrera García –ambos palmeros-, confirmarían su autoría. En la cara inferior de la peana del Carmen se lee: “Benito de/Hita y Castillo/ me f(esit)/ año 1773”

Por cierto, si confrontamos la imagen del Carmen con las ejecutadas por Hita del Castillo (como también se le llama en algunos estudios), principalmente con la de San Miguel Arcángel, descubrimos una intensa similitud, “tanto en estilo como en rasgos morfológicos”.

La imagen de la Virgen del Carmen había sido encargada para la ahora desacralizada ermita de San Estanislao Obispo, siguiendo el modelo de su patronímico, del pago barloventero de Oropesa, erigida entre 1761 y 1763. Todavía existe, aunque en lamentable estado de abandono e invalidado para el culto. Su donante fue el capitán don Francisco de Lugo y Molina, heredero del oratorio por parte paterna. La licencia para fabricarla y recibir la bendición fue dada por el Obispado de Canarias el 12 de junio de 1761.

En la visita realizada por Domingo Alfaro de Franchy se desprende que: “el capitan don Francisco de Lugo y Molina, hijo del fundador, ha traido de España una hermosa ymagen de Nuestra Señora del Carmen, que nos mostró y piensa colocar en la sobre dicha hermita”. Esto sucedía unos cuantos años antes de 1772, ya que por esa fecha se dice la primera misa en el recinto sagrado. Había sido bendecida por fin el 11 de octubre de 1772. El mencionado militar había establecido que él y sus sucesores ostentarían la propiedad y patronato sobre la imagen y sus reliquias.

Pérez Morera nos informa de que en el encargo de la preciosa talla hubo de mediar Felipe Manuel Massieu y Van Dalle. El caballero era pariente de los poderosos Lugo-Viña tras la boda de Francisco Estanislao con María de las Nieves Massieu y Fierro. También relaciona con el encargo al tío del donante, Estanislao de Lugo y Viña, dueño de la hacienda con casas principales y supervisor de la reconstrucción de la basílica del Pino en Teror (Gran Canaria), “quién acudiría al escultor para el ornato del nuevo recinto”.

El pueblo norteño de Barlovento, desde la llegada de la imagen, mostró especial devoción hacia ella. Tal fue así que, en 1832, a instancias del párroco don Francisco Morales, el entonces propietario de la talla, don Estanislao de Lugo-Viña Massieu, la donó a la parroquia del Rosario. Fue solemnemente trasladada en procesión desde la ermita hasta el templo con gran concurrencia de feligreses y, a instancias del obispo Luis Folgueras Sión, se colocó “en parage decente para que los fieles le tributen el religioso culto que desean”.

El prestigioso artífice esculpió a la Virgen sentada sobre un cúmulo de nubes y llevando sobre su rodilla izquierda alzada al Niño Jesús al que sujeta delicadamente con su mano también izquierda. Con el brazo derecho ofrece el escapulario al observador. Toda la talla denota un estudio técnico e iconográfico bastante acertado, demostrando haber salido de las manos de un artista nato en este género. El estofado de la nube se resuelve mediante minúsculas espirales en el que el autor ahorró láminas de oro debido a la aplicación dispersa de este material precioso sobre la superficie.

Esta tipología de Virgen en Majestad, a modo de “Theotocos”, es un modelo iconográfico muy utilizado por la escuela de escultura sevillana desde el siglo XVI y que tiene su antecedente más remoto en las representaciones marianas medievales, como la Virgen de las Aguas o la de los Reyes. Recuerda otras obras marianas de Hita y Castillo, en las que se descubre una gran afinidad estilística, como la Virgen del Rosario (templo de San Andrés) o el grupo desaparecido en 1936: la Virgen de las Maravillas, el Niño Jesús y San Juanito (de san Juan de La Palma), iglesias de Sevilla. En este último caso, la imagen de la Virgen, aunque aparece con san Juan Bautista Niño, se presenta sentada sobre un trono de nubes, en idéntica postura que la imagen del Carmen, sólo que el Niño vuelve la mirada al Precursor, pero conservando análoga posición.

La efigie de Barlovento está vestida con el hábito y escapulario propio de los carmelitas y está envuelta por una gran capa abrochada al cuello. Ésta se abre para mostrar sobre el pecho el escudo de la orden del Monte Carmelo. En movida postura, abre también los brazos en acción de acogida, como nos recuerda la iconografía de Alonso Cano.

Conviene señalar que, en la delicada y preciosista factura de la imagen están presentes, como dijera el profesor Herrera, “el sentido de intimismo y dulzura en cotas superiores al comentado San Antonio de Puntallana subrayado aquí por la actitud juguetona del Infante que balancea su cuerpecito sobre la pierna de su Madre”.

Por cierto, en la parroquia de la Asunción de Cantillana (Sevilla), hubo otra Virgen del Carmen, realizada por Hita, “encontrándonos con el mismo repertorio iconográfico, si bien en este caso, el escultor sevillano colocó a la Patrona del Carmelo sobre un grupo de cabezas representando a las almas del Purgatorio”. Otra imagen mariana del maestro, bajo la advocación de la Concepción, formó parte en la exposición sobre escultura sevillana de la Edad de Oro que se celebró en el Club Urbis de Madrid en enero de 1977. Procedía de la parroquia sevillana de Santa Catalina, donde el artista volcó todo su ingenio obteniendo “un estudio de perfecto acabado, considerándose una de las mejores piezas del escultor sevillano

En contraposición a la afición por las formas más maduras, rotundas y exuberantes de los imagineros del anterior siglo XVII, Hita y Castillo recurre –como es costumbre en sus modelos virginales- a unos rostros delicados y juveniles. La expresión del rostro aparece algo forzada, sujeta a los cánones impuestos por el barroco; nariz afilada y ojos de cristal contrastan con una boca pequeña y bien dibujada. Herrera compara este rostro con el “gemelo” de la Virgen de los Remedios de la Universidad de Sevilla, realizada en 1762.

Unos rasgos fisonómicos en los que, según el investigador González Isidoro, se destaca “la proporción de la cabeza con respecto al cuerpo, para obtener una mayor esbeltez y el ligero giro e inclinación hacia un lado respecto al cuerpo, para obtener una mayor esbeltez y el ligero giro e inclinación hacia un lado respecto al eje compositivo”.

La contraposición en la postura de los miembros y riqueza en las abundantes líneas de los pliegues conforman un ejemplo de teatralidad barroca y singular delicadeza expresiva. Efectivamente, la joven Madre es representada con una amplia frente despejada con cabellera sedosa, moldeada con gran realismo y raya al medio que cae hacia atrás en cascada sobre el manto de forma compacta a base de “movidas ondas”.

perfil-viergen-del-carmenOtra pieza salida de la gubia del maestro es la Virgen de la Encarnación, actualmente en una colección privada de Tenerife, y que llegó a esa Isla antes de 1768. El mismo investigador nos informaba de que en el tallado del Niño Jesús, se mantenían “los cánones impuestos por Roldán o los hermanos Ribas”. También se apreciaba en las tallas del Niño y del san Juanito de la Hermandad Sacramental de San Juan de La Palma a la que perteneció Hita y con la que mantuvo directa relación.

Curiosamente en la de Barlovento destaca la túnica infantil policromada en rojo con sencillo estofado y decoración floral. Resalta el Niño sobre el cromatismo monótono de marrones en la túnica y ocres y beiges aplicados en el manto de la figura de la Madre, de acuerdo con las normas exigidas por las Órdenes del Carmelo, y enriqueciéndose con amplios motivos vegetales en dorado. El manto, sujeto al escote, cae en forma de capa, incurvándose violentamente bajo el brazo derecho, siendo recogido justamente bajo el Infante.

virgen-del-carmen-barlovento-perfilLa decoración de la vestimenta de la Virgen es muy parecida a las realizadas en los santos de Puntallana. El escultor usó así mismo esta misma ornamentación que asemeja el efecto del muaré -tela fuerte que forma aguas- como en el san Pablo (iglesia de san Andrés) o en la Inmaculada (templo de santa Catalina, también de Sevilla). González Isidoro decía que “su empleo se relaciona con los tejidos puestos en boga con el advenimiento de los Borbones”.

La capa se resuelve a base de un sencillo estofado en blanco y dispuesto en líneas horizontales formando ondas. Este estofado acentúa el preciosismo, combinando esgrafiado y punta de pincel, así el manto muestra parecidos motivos florales a los del Arcángel de Puntallana y la cenefa del mismo presenta fragmentos de rocalla idénticos al del santo franciscano.

El hecho de que el mismo motivo vegetal realizado en dorado y con decoración a punta de pincel se mantenga prácticamente la misma medida en todas las realizadas, indica claramente que ha sido usada una plantilla. Ésta era muy habitual en la labor de decoración escultórica. Toda ella estaba resaltada con un trazo rojo y unas incisiones “de picado de lustre”.

La profusa decoración vegetal en dorado sobre tono marrón denota claras influencias de los motivos habituales empleados por la escultura sevillana durante el siglo XVII. Tanto la holgada túnica como el hábito son bordados por una amplia cenefa, “cuyo borde superior ondulado, se resalta mediante el mismo trazo rojo aplicado en las decoraciones de la capa”. Las influencias francesas adquiridas por Hita a través de la importación de telas se hacen patentes en el encadenado rococó “en realce a base de cés” que se aprecia dentro del ribete.

La proximidad entre las tres obras palmeras: la Virgen del Carmen, San Miguel Arcángel y San Antonio de Padua, resulta evidente si atendemos a sus caracteres estilísticos que revelan un mismo momento de ejecución, “particularidad que nos viene a confirmar –según Herrera García- la datación inscrita en las peanas de estas preciosas muestras del buen hacer artístico de Benito de Hita y Castillo”.

La imagen está coronada por una bella diadema imperial rodeada con ráfagas, compuesta por motivos rocallas y “ces”, rematados por una cruz y confeccionada, al igual que las potencias del Niño Jesús, en plata en su color. Carece de punzón. Un delicado trabajo de estilo rococó habitual en los talleres hispalenses de la época y “distantes de las tipologías empleadas por los orfebres insulares”. De acuerdo con tal aseveración, se deduce que ambas piezas de orfebrería fueran ejecutadas en Sevilla simultáneamente a la realización de la talla.

Todos los años en el mes de julio, durante la festividad de Nuestra Señora del Carmen, Patrona de la Mar y de sus gentes, Barlovento tiene una oportunidad única para apreciar esta bella imagen en todo su esplendor. En su honor, se celebran por todo lo alto unas fiestas que, al organizarla las jóvenes del casco urbano, han pasado a denominarse “Fiesta de las Mozas”.

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BIBLIOGRAFÍA

  • Archivo Parroquial de Barlovento. Libro de Testamentos, 1772. Sin foliar.
  • Archivo Parroquial de Barlovento. Protocolo de la Iglesia, nº 81. “Dotación, Bendición de la Hermita dedicada al Gloriozo Martir Sn. Stanislao de Oropeza”.
  • FUENTES PÉREZ, G. «Aspectos artísticos de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario. Barlovento (La Palma)», en IV Coloquio de Historia Canario-Americana (1980), tomo II, Las Palmas, 1982 .
  • GONZÁLEZ ISIDORO, José. Benito de Hita y Castilla (1714-1784). Escultor de las Hermandades de Sevilla, Sevilla, 1986.
  • HERNÁNDEZ PERERA, J. «Un Cristo de Hita y Castilla en Santa Cruz de La Palma», Archivo Español del Arte, Madrid, 1958.
  • HERRERA GARCÍA, Francisco. «Tres esculturas firmadas y fechadas por Benito de Hita y Castillo en la isla de San Miguel de La Palma», Atrio, nº 2, 1990.
  • PÉREZ MORERA, Jesús. La cultura del azúcar, La Palma, 1994.
  • RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Margarita. «Nuevos datos artísticos de la Parroquia de Puntallana», en IV Coloquio de Historia Canario-Americana (1980), tomo II, Las Palmas, 1982.
  • SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio. «La Madurez de la Cosecha», La Huella y la Senda: [exposición, Catedral de Santa Ana. Las Palmas, 30 de enero- 30 de mayo de 2004], Catálogo, Canarias: Viceconsejería de Cultura y Deportes: Diócesis de Canarias, VI Centenario, D.L. 2003.
  • VARIOS: Edificios religiosos y objetos de culto saqueados y destruidos por los marxistas en los pueblos de la Provincia de Sevilla, Sevilla, 1937

[*Otros}– El ‘Gran Telescopio Canarias’ (Grantecán) completa su espejo primario

06/08/2008

El mayor cazador de galaxias.

El espejo primario del ‘Gran Telescopio Canarias’ (GTC), situado en el Observatorio del Roque de los Muchachos (Garafia, La Palma) del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha recibido el último de los 36 segmentos hexagonales que lo forman, convirtiéndose así en el mayor espejo segmentado construido hasta la fecha para un telescopio óptico-infrarrojo.

El segmento colocado, que recibe el nombre de ‘Sanguino’, un tipo de árbol autóctono de Canarias, marca el inicio de un nuevo periodo de optimización del GTC que culminará en la utilización del telescopio por la comunidad astronómica.

Con unas dimensiones de 11,3 metros de diámetro entre extremos —que equivalente a la superficie de un espejo circular de 10,4 m de diámetro, y 16,9 toneladas de peso— el GTC pertenece a una nueva generación de telescopios que utiliza un espejo primario segmentado como solución a la dificultad de construir, manipular y trasladar espejos monolíticos de más de 8 metros.

Formado por 36 espejos vitrocerámicos hexagonales de 1,90 metros entre vértices, 8 centímetros de grosor, y 470 kilogramos de peso cada uno, el GTC funciona en todo momento como una sola superficie de forma cóncava que concentra toda la luz y la envía al espejo secundario, de tamaño y proporciones mucho más reducidos, y este a su vez a un espejo terciario, situado dentro de una torre central, que conduce la luz al foco deseado para su estudio.

Los espejos están compuestos por un material especial llamado Zeridurtm, un tipo de vitrocerámica que apenas sufre alteraciones con los cambios de temperatura, evitando que las imágenes se deformen. El proceso de pulido de los espejos fue llevado a cabo con un límite de error superficial de 15 nanómetros (millonésima de milímetro), es decir, un tamaño 3.000 veces más fino que un cabello humano.

Los 36 espejos hexagonales se coordinan para mantener esta precisión en el telescopio gracias a una red de mecanismos y sensores. Este conjunto de cualidades confiere al telescopio un poder de visión insólito equivalente a cuatro millones de pupilas humanas.

EM