Carlos M. Padrón
Hoy día, el espacio en disco es abundante y barato, pero también es abundante, y muchas veces importante, la información que nos llega a nuestra PC y la que nosotros generamos trabajando con ella.
Y, precisamente porque es importante, es frecuente la necesidad de reutilizarla y, por tanto, de guardarla en la propia PC, lo cual requiere de espacio en disco (digamos, como ejemplo, que en el disco “C”, el del sistema operativo, y el único que tienen muchas PCs).
Y así, entre la diversidad de programas y su creciente tamaño, y los datos que necesitamos mantener en la PC, cada vez es menor el espacio que queda libre en el disco. Además, para mayor rapidez en la entrega de resultados, la PC suele guardar información de proceso —o sea, producto de etapas intermedias en el desarrollo de la ejecución de una tarea— en el lugar “que le viene más a mano”, o sea, en aquél, de entre los disponibles y autorizados, que permita más rapidez aunque no necesariamente mejor aprovechamiento del espacio, y entonces puede ocurrir algo así como lo que a veces nos pasa en una sala de cine cuando vamos en grupo, digamos de a cuatro, y queremos sentarnos juntos: que la gente que llegó primero ocupó butacas no contiguas, y aunque en varias filas hay cuatro y hasta más butacas vacías, no están una pegada a la otra sino dos vacías, tres ocupadas, una vacía, dos ocupadas, y así.
Si consiguiéramos que los ocupantes nos hicieran el favor de agruparse todos en un extremo de la fila, tendríamos cuatro, y tal vez más, butacas vacías y contiguas; y si en toda la sala de cine se aplicara esta práctica, el resultado sería un mejor aprovechamiento del espacio. En el caso de la PC, el resultado sería también un mejor aprovechamiento del espacio para almacenamiento y proceso en el disco.
Supongamos ahora que los asistentes a la sala en cuestión son todos personal de una compañía que organizó en esa sala un acto para sus empleados y los familiares de éstos, y que, por la índole del acto, es de interés de la compañía que los miembros de una misma familia se sienten juntos. Sin embargo, ocurrió lo ya dicho: los primeros que llegaron ocuparon asientos según su gusto, y cuando más tarde llegaron otras familias no encontraron asientos contiguos para ellas. La sala está casi llena y se impone reorganizar.
Si fuera de la sala hay un espacio libre al que puedan salir todos los asistentes, y suficientemente amplio para que se agrupen por familias que luego, bajo la dirección de un organizador, vayan entrando en grupos familiares, según cantidad de miembros, y ocupando filas completas, comenzando por la primera y llenando hacia atrás —o al revés—, sin dejar butacas vacías, el problema tendrá una solución bastante rápida y eficiente. Pero si fuera de la sala no contamos con ese espacio libre y amplio, y por ello nos vemos obligados a, sin sacar a nadie de la sala, efectuar la misma operación de reorganización, ésta será engorrosa, difícil y tomará mucho más tiempo; es más, en algunos casos no podrá hacerse, y el acto no podrá efectuarse según lo previsto.
La operación de limpieza y reorganización del disco se rige por los mismos principios, y el espacio libre y amplio del ejemplo anterior es parte del mismo disco en el que también está lo que necesitamos reorganizar. La necesidad de reorganizar se impone por los huecos, las “butacas vacías” salteadas, que hay en el área de ocupación del disco, y porque, si permitimos que este mal uso del espacio continúe, llegará un momento en que el espacio libre —que para el Windows debe ser de entre 800MB a 1GB— no sirva ya para la operación de reorganización, y ésta o tome muchísimo tiempo o, simplemente, no pueda efectuarse.
De aquí la necesidad, que no sólo conveniencia, de limpiar y reorganizar periódicamente el disco. Por limpiar se entiende el borrar de él la información que ya no se necesita pero que está ocupando un espacio muy valioso y necesario. Y por reorganizar se entiende el “ocupar totalmente las filas, sin butacas vacías y desde adelante hacia atrás, o al revés” (en la jerga se usa el término “defragmentar”, del inglés “defragmenting”, con el significado opuesto a fragmentar, o sea, reunir los trozos de algo que estaba hecho fragmentos) con la información restante, la que, por ser valiosa y necesaria, sobrevivió a la limpieza. Por tanto, la secuencia correcta es primero limpiar y luego reorganizar o defragmentar.
El Windows ofrece mecanismos para efectuar la limpieza y la defragmentación, y para éste y otros fines coloca en el Escritorio (“Desktop”) un icono con el nombre de “My Computer” (Mi PC). Si sobre ese icono ponemos el cursor y clicamos con el botón izquierdo del ratón (“Mouse”) iniciaremos la secuencia de operaciones que espero explicar en otro capítulo.
