Carlos M. Padrón
Cualquier PC trae al menos un disco duro (“hard disk”) físico, o sea, una unidad individual que, como disco, está completa en sí misma. En particular las llamadas computadoras portátiles o “laptops” traen generalmente un solo disco duro. Lo de laptop —que textualmente significa “sobre el regazo”—, viene de que es posible trabajar con ellas colocándolas sobre el regazo, sobre las piernas, ya que estas máquinas operan, además de con corriente alterna, con baterías que son recargables.
Cuando la PC tiene sólo un disco duro, en ése tienen que alojarse tanto el sistema operativo (por ejemplo, Windows, ya sea 95, 98, 2000, NT, etc.) como los programas (Word, Excel, Power Point, Lotus Notes, Outlook, Eudora, antivirus, antiespías, firewall, etc.) y los archivos de datos (por ejemplo, los documentos que hayamos creado con Word y hayamos decidido guardar en el disco duro y no en otro medio, como podría ser disquete, CD, zip, DVD, etc.).
Si la PC tuviera más de un disco duro, esa carga de material a almacenar podría distribuirse entre ellos, lo cual tiene sus ventajas y sus desventajas.
Estos discos deben estar formateados, o sea, con su espacio de almacenamiento debidamente estructurado. Imaginemos que tenemos un gran galpón que vamos a utilizar para almacenar productos de ferretería.
A fin de hacerlo funcional y sacarle provecho, lo prudente es que dividamos el galpón en secciones (una para herramientas, otra para clavos, otra para tornillos, etc.) y, estando aún vacío el galpón, pongamos en cada sección unos estantes debidamente identificados, lo cual permitirá que a un empleado nuevo podamos decirle que los alicates de presión están en la sección F, estante 14, entrepaño 4, gaveta 5.
Al formatear el disco hacemos con él —o, mejor dicho, el sistema operativo lo hace— algo similar: estructura, o “compartimentaliza”, el disco vacío para dejarlo en condiciones de guardar en él información que sea fácilmente ubicable y aprovechable por el propio sistema operativo cuando éste la necesite.
Entre las ventajas de contar con un solo disco está, tal vez, además del precio, una cierta y relativa ganancia en velocidad porque todo se encuentra en el mismo sitio físico, y no hay que ir a buscarlo en otro lado.
Pero entre las desventajas está, además del menor espacio de almacenamiento, el riesgo de que si la PC fuera infectada por un virus, que usualmente ataca al sistema operativo, para ponerla de nuevo en operación hay generalmente que formatear el disco donde esté ese sistema, y, como sólo hay un disco, pues hay que borrar todo lo que éste contenga: sistema operativo, programas y archivos da datos, lo cual implica, casi siempre, la pérdida de valiosa información, aparte del tiempo y el trabajo que lleva efectuar la operación de formateo y recarga.
De aquí la conveniencia de tener más de un disco duro físico. El primero, identificado como “C” (las identificaciones “A” y “B” se reservan para unidades de disquetes), conviene dedicarlo sólo al sistema operativo y a aquellos programas ya ejecutados que, por su índole, tienen que alojarse junto a éste.
Y en un segundo disco, que sería el “D”, podríamos guardar programas en su forma original, o ejecutables, (por si ocurre algo con alguno de ellos y debemos reinstalarlo) y archivos de datos.
Si aún podemos contar con un tercero, que sería el “E”, guardaríamos los programas en el “D” y los archivos de datos en el “E”, o viceversa.
Si con esta distribución llegara a infectarse la PC, el virus afectaría sólo al disco “C”, donde reside el sistema operativo, y la operación de formateo de ese disco no tocaría ni los programas ni los archivos de datos. Menos riesgo, menos trabajo, menor pérdida de información.
Hasta aquí he usado el calificativo de “físico” en relación con el disco duro. ¿Por qué? Porque también existe el disco “lógico”. Por ejemplo, puedo tener en la PC dos discos duros físicos, pero el segundo lo divido —lo “particiono”— en dos partes; a una la denomino disco “D” y a la otra disco “E”, y estos dos discos no son físicos: existen en un mismo disco físico pero, como lo comparten entre ellos, no se les llama físicos, sino lógicos.
Si, como mencioné en el ejemplo anterior, decido guardar en “D” los programas, y en “E” los archivo de datos, y sé que los programas ocupan más espacio que los archivos a guardar, puedo asignarle al disco lógico “D” más espacio que al disco lógico “E”, y así, si la capacidad total del disco físico que voy a dividir en dos lógicos es de 40GB, puedo asignarle 10GB al “D” y 30GB al “E”, ó 20 y 20, etc..
Mi recomendación, después de haber sufrido varias veces el embate de un virus porque estaba yo usando un antivirus —uno diferente cada vez— de ésos que se promocionan mucho pero no cumplen bien su cometido, es que, además de instalar y mantener siempre actualizado y en operación un buen antivirus, se tenga más de un disco duro y se los distribuya o particione en la forma ya indicada.
Así contaremos con espacio de sobra; tendremos el sistema operativo aislado en un mismo disco, y el resto del material a almacenar (programas y archivos de datos) en discos lógicos que podemos definir dentro de los otros discos duros físicos.
