[*MisCan}– ‘A El Paso, mi pueblo’

25-01-2007

Carlos M. Padrón

Los medios de escapismo en que por años me refugié para mitigar los efectos de tiempos de crisis fueron el trabajo, la fotografía, la cría de patos y la música.

Para esta última tuve un salón debidamente equipado en el que me encerraba a seleccionar, grabar, y escuchar luego lo grabado.

Así armé una colección de varias decenas de casetes que tienen para mí la ventaja de que me gusta todo lo que contienen. Después de escuchar una y otra vez algunos de los casetes de música instrumental así grabados, a veces comenzaba yo a destacar de entre todas alguna melodía evocadora de un sentimiento que con el tiempo iba tomando más y más cuerpo cada vez que —siempre encerrado en mi salón, solo o con alguna de mis hijas—, escuchaba yo de nuevo esa melodía.

Una en particular me hizo recordar a mi padre, otra a mi pueblo como lugar geográfico, otra a mi pueblo como conjunto de costumbres y nostalgias, etc.

Y como esos instrumentales estaban ejecutados en un tono al que, jugando con las octavas, podía yo llegar cantando, un día decidí escribir letras alusivas a los sentimientos que esas melodías evocaban en mí y, poco a poco, fui grabando todas esas letras en forma de canción interpretada por mí, usando como fondo el instrumental con la correspondiente melodía evocadora, y lidiando, también yo, solo en el salón de música, con los controles del tocadiscos, deck de casetes, ecualización, volumen, audífonos, letra, etc., mientras trataba de cantar lo mejor que podía para lograr algo más o menos aceptable dentro de mis posibilidades.

Al enésimo intento obtenía un resultado menos malo que los anteriores, y con ése me quedaba. Ahora que vinculadas a artículos previos he publicado ya, además de la descripción que precede, algunas de estas canciones, he decidido agruparlas en la sección Mis (pocas) canciones, y otras, por, en lo posible, orden cronológico de grabación. Hoy le toca el turno a «A El Paso, mi pueblo”.

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Hay rincones de El Paso, mi pueblo, que me son muy queridos. A través del tiempo he tomado fotografías de muchos de ellos pero, para mí, el epicentro de El Paso es mi casa, y con “mi casa” quiero decir la casa donde nací, en la que crecí y viví con mis padres y hermanos(as) hasta los 18 años.

Todas las fotos que siguen fueron tomadas por mí, en distintas fechas. Bajo cada una va, en letra cursiva, la explicación correspondiente.

Éstas las tomé desde mi casa o desde algún altozano cercano y perteneciente a la misma propiedad.

Desde el jardín de mi casa. El llamado “El callejón”, la entrada a mi casa desde el Camino Real.

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Mi casa.

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El peral en flor, el mismo que se ve a la derecha, detrás de otro árbol, en la foto anterior.

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Casas de los vecinos más cercanos, lado noroeste.

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ARRIBA: Desde el jardín de mi casa. En primer plano “La palma de Arturo”, una especie de icono, visible casi desde cualquier lado, que sirve de referencia para llegar a mi casa. Si esta palma no es centenaria está muy cerca de serlo, pues desde que tengo uso de razón la recuerdo así, del mismo tamaño. Su tronco se incendió varias veces, mil vientos huracanados la vapulearon e hicieron doblar hasta casi partirse, pero hasta ahora ha salido airosa y sigue orgullosamente erguida y frondosa. ABAJO: Vista hacia el Este.

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Vista hacia el norte.

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Vista panorámica hacia el noroeste.

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Vista hacia el oeste.

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Vista cercana hacia el oeste.

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Vista panorámica hacia el oeste. La persona que se ve casi en el borde inferior y al centro, está parada en la azotea de mi casa.

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Lado sur, pero tomada desde la casa de un vecino. El camino por el que avanza el rebaño de cabras está ahora, como todos los demás, asfaltado, pero en mis tiempos era empedrado, y de forma bastante irregular.

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Éstas otras fotos son de rincones para mí emblemáticos.

El “Chorro de Don Diego”, un abrevadero en el que siempre bebían, de ida y de vuelta, la vaca y el caballo, «Mi caballo blanco«, cuando en las tardes los llevaba, y en las mañanas los traía, a/de la relva. También servía de fuente de agua potable para los vecinos que aún para entonces no la tenían corriente en sus casas.

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La Iglesia Nueva. Entrada principal.

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El “Llano de Las Cuevas”, flanqueado por la Cumbre Nueva, al Este, y los montes del Sur. Ahí estaba la relva antes mencionada.

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Los montes del sur, bañados por La Brisa. Delante, la Montaña de Enrique; en segundo plano, el Virigoyo, el pico puntiagudo (1.811m) que despunta al fondo. Detrás de él surgió la columna de humo del Volcán Cumbre Vieja o Nambroque.

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«La punta de los roques» entre nubes. Está en el extremo norte de la Cumbre Nueva, la sierra que da marco a El Paso por su lado Este, y justo sobre La Caldera.

Son esos rincones y paisajes —que han cambiado a través del tiempo— y las gentes que en ellos habitaban —muchas ya desaparecidas— lo que conforma el recuerdo más íntimo, querido y perdurable que conservo de mi pueblo, y lo que me inspiró esta canción que, por supuesto, está dedicada a El Paso, a un El Paso que, casi en su totalidad, sólo existe hoy en mis recuerdos, pues salí de él —“dejé el nido”— a finales de 1957, y volví una o dos veces cada año hasta 1960.

Luego, a partir de 1961, cuando emigré a Venezuela, pasé por El Paso cada vez que tuve oportunidad de hacerlo, y no sin tristeza veía cómo lo más característico de los pasenses, las costumbres de mis tiempos y todo lo demás que moldeó mi sentir y me dio guías de vida, que alimentó mis recuerdos y mis nostalgias, iba desapareciendo, aunque eso no ha hecho mella en el amor que siento por mi pueblo.

Ficha técnica de esta canción:

  • Título de la melodía instrumental: “Adiós, Acrópolis”. Arreglo de Paul Mauriat.
  • Grabada en mi casa, en Caracas, el 17-04-1982.

Para bajar/escuchar la canción

[*Opino}– El chantaje de los verdugos y la debilidad de los justos

Carlos M. Padrón

Éste de ceder a las huelgas de hambre es otro de los puntos débiles de la democracia, tal y como ahora se ejerce.

¿No quedamos en que hay que respetar la libertad individual? Pues bien, en nombre de ese respeto, si alguien decide morir de hambre, que se muera; es su problema y su decisión. ¿Por qué el Estado ha de gastar recursos en evitar que esa persona ejerza su derecho?

La respuesta que cabe en el caso abajo descrito es chantaje y miedo, el mismo miedo que llevó a una mayoría de españoles a votar al muñeco leporino en las últimas elecciones presidenciales. Y el miedo es tanto que, como muy bien dice el artículo, hace olvidar las consecuencias de sentar tan peligroso y repugnante precedente.

Tal parece que el afán que actualmente muestran algunas democracias por crear cada vez más chusma las lleva no sólo a rechazar la pena de muerte sino a recurrir a las más repugnantes maniobras “legales” con tal de conseguir que asesinos y violadores convictos y confesos puedan seguir viviendo y salir pronto a la calle para volver a sus andadas.

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24.01.07

(PD).- Es la victoria de los verdugos sobre las víctimas. Un triunfo sonrojante, fruto del empecinamiento de los malvados y de la debilidad de los justos.

Todo indica que el etarra De Juana Chaos conseguirá este jueves una inaudita medida de gracia en respuesta a la huelga de hambre con que chantajea a Zapatero desde hace tres meses.

La Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, motu propio, pidió el pasado viernes un informe al Hospital Doce de Octubre de Madrid, donde se encuentra ingresado el terrorista que brindaba con champán tras cada atentado mortal de ETA, el que dijo que las lágrimas de los hijos del matrimonio Jiménez-Becerril eran su alegría y cuyas manos están teñidas con la sangre de 25 inocentes.

Querían conocer los piadosos jueces el estado de salud del asesino, que lleva una temporadita en huelga de hambre y a pesar de las lonchas de jamón de York y de los yogures, parece bastante debilitado.

Resulta evidente que, con su solicitud, estos jueces buscaban una coartada para excarcelar al monstruo. ¿Por qué motivo?

Sólo caben tres respuestas:

1) Por una razón humanitaria como dice El País olvidando que el criminal De Juana está a dieta voluntariamente y no come porque sabe que cada gramo que pierde asusta hasta la médula al presidente Zapatero.

2) Por seguir la norma no escrita del fiscal general de adecuar la interpretación de las leyes a «la nueva situación» que deriva del proceso de paz.

3) Por el temor de los magistrados a ser señalados como responsables de la muerte del etarra, lo que no es baladí ahora que está claro que los facinerosos siguen dispuestos a poner bombas, tienen cientos de pistolas y han conseguido reorganizarse gracias a la molicie gubernativa durante el «proceso».

Ninguna de esas razones es admisible, y sólo enumerarlas, como posibilidades, tendría que hacer correr un escalofrío de indignación por la columna vertebral de los demócratas. El Estado de Derecho no puede ponerse de rodillas ante los asesinos, por mucho que maten o amenacen con hacerlo.

El deterioro de la salud de De Juana Chaos ha sido buscado a propósito para poner de rodillas a los poderes públicos. No estamos ante un enfermo, ni ante un simple delincuente aquejado de SIDA terminal o al final de sus días, sino ante un asqueroso terrorista que echa un pulso y trata de coaccionar al Estado de Derecho, para no cumplir una sentencia mucho más corta de lo que la decencia hubiera recomendado. ¿Han olvidado los jueces que, si sale a la calle, cada asesinato le costará apenas ocho meses de calabozo?.

La sospecha, lo indignante, es que parecemos estar ante un caso de trato de favor por razones de coyuntura política. Será una concesión inicua que, lejos de solucionar el problema, generará uno mayor, al crear un precedente insostenible.

«¿Qué ocurriría si todos los etarras hicieran lo que está haciendo el De Juana Chaos? ¿Tendrían que salir todos de la cárcel?», se preguntaba ayer Mariano Rajoy, aplicando el mismo sentido común que deben aplicar hoy todos los españoles.

Respecto a la posibilidad de que el tribunal claudique porque el miedo es libre, deberían esos solemnes magistrados tratar de explicárselo a las víctimas de De Juana —autor de 25 crímenes—, pero muy especialmente a los familiares de Miguel Ángel Blanco, que fue asesinado porque el Estado no cedió a un chantaje planteado en términos similares al que ahora hay que afrontar.

Rajoy no respondió directamente a la pregunta que, durante el Foro de ABC le planteamos por escrito desde Periodista Digital; quizá no llegó a sus manos y no ha podido decirnos que haría él con De Juana Chaos si fuera el presidente de Gobierno. En cualquier caso, nosotros tenemos nuestra respuesta: dejarle morir de hambre. Se lo merece.

Periodista Digital.

[*Drog}– Por qué duran las parejas que duran

Resulta esperanzador que cada vez más se reconozca que el enamoramiento —o drogamor, como yo lo llamo— es un fenómeno químico y, sobre todo, pasajero. Sin embargo —y a pesar de la mención, también esperanzadora, de que “…. en la ruptura, el drogadicto se queda sin las sustancias que le aportaban ese placer”— , aún no veo que se haya entrado en la vía del consenso de que se trata de una droga, lo cual llevaría al estudio de medios para contrarrestar sus nocivos efectos. Tal vez algún día se llegue a eso.

También cada vez más se acepta y declara que el éxito de la relación de pareja es el producto del TRABAJO en común, en equipo, que no llega gratis y caído del cielo, como creen los drogamorados, y que un componente importante de ese trabajo es “la comunicación eficaz para resolver conflictos y una sexualidad satisfactoria para ambos”. Sin embargo, en este artículo nada mencionan de otros pilares importantes, como la confianza y el respeto.

Lamentablemente, le epidemia feminista aflora en España hasta en la sopa, y así, en boca de un experto —supongo— se pone esta perla: «No concebir el amor-amistad con la pareja, dejarla fuera de esa agenda, es machista», que presupone que es sólo el hombre el que podría no concebir el amor-amistad con su pareja.

Carlos M. Padrón

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22/01/2007

Maricel Echevarría

Cuando el enamoramiento ‘químico’ se desvanece al cabo de unos meses, comunicación, amistad, complicidad y apertura al exterior son claves para que la pareja se consolide y supere la exigencia de cambio continuo.

Familias inquebrantables, matrimonios para la eternidad, hogares indisolubles, etc., los antiguos vínculos que determinaban la vida del ser human, llevan camino de extinguirse en la posmodernidad. Establecer lazos con el prójimo depende ahora únicamente del propio esfuerzo. Es el precio de la libertad, de andar suelto: lograr ese equilibrio imposible entre el impulso de estrechar lazos pero manteniéndolos flojos para poder desanudarlos antes de que sean una carga o limiten severamente la libertad necesaria para, ¡exacto!, relacionarse. En este mundo de rampante individualidad, las relaciones son una bendición a medias, afirma el sociólogo Zygmunt Bauman en “Amor líquido; acerca de la fragilidad de los vínculos humanos”.

DOS MILLONES DE RUPTURAS

En este marco de ambivalencia, sorprende la longevidad de las parejas que aún lo son, sobre todo de las que son relativamente jóvenes y que al casarse ya contaban con una ley del divorcio y una independencia económica para la mujer. En España se produce hoy una ruptura cada 3,5 minutos. En 25 años de ley del divorcio, se ha superado el millón de separaciones y los 800.000 divorcios, lo que ha afectado —el Instituto de Política Familiar lleva la cuenta— a millón y medio de hijos. En el último quinquenio las rupturas han subido un 45%, y los hogares unipersonales aumentan sin parar.

LA QUÍMICA DE UN MISTERIO

Pero, ¿cuál es la misteriosa fórmula de las parejas que duran? El profesor de neurociencia, Ignacio Morgado, asombraba hace unos días a los lectores de La Vanguardia al explicar las razones bioquímicas de las relaciones estables. No sólo el flechazo, y los 18 meses que a lo sumo dura el enamoramiento, se ven condicionados por la química cerebral, con la segregación de feniletilamina que produce excitación y pasión emocional, y los estrógenos y andrógenos que aumentan el apetito sexual. La fidelidad también vendría condicionada por la vasopresina y la oxitocina, sustancias que fabrica el cerebro y que, en plena relación sexual, pueden liberarse en la sangre y crear un apego o un lazo. Así funciona en los animales, y la antropóloga Hellen Fisher aconseja a humanos también: no te acuestes con alguien de quien no te quieras enamorar. Morgado, por su parte, cree que la influencia de estas hormonas queda disminuida por la enorme capacidad del córtex cerebral de crear relaciones sociales. «La relación afectiva y sentimental entre dos personas es mucho más que unas hormonas liberadas en un momento dado. Además de la química, está la fisiología, una educación, un pasado, un presente y una imaginación del futuro», dice.

SÍNDROME DE ABSTINENCIA

Pero la química explica en gran parte por qué la ruptura de una pareja longeva cuesta mucho más de encajar. Al superar la fase de enamoramiento, la pareja libera más endorfinas y encefalinas, sustancias similares a la morfina, que crean un estado de relax y tranquilidad. La euforia deja paso a un estado de bienestar y, en la ruptura, el drogadicto se queda sin las sustancias que le aportaban ese placer.

LA CLAVE: EL DIÁLOGO

«El amor no es mágico —apunta la psicóloga y sexóloga Carme Freixa —ni es irracional, pues no se trata de patologías del amor y dependencias emocionales, como vemos en mujeres maltratadas o en personas que temen al compromiso y se fugan cuando la relación se consolida. Hablamos de personas que, superada la ducha química que es el enamoramiento, manifiestan la voluntad de compartir su vida: ese amor tiene connotaciones que van desde lo puramente fisiológico hasta la idea de proyecto en común. Y para que eso dure, deben trabajárselo, igual que sucede con una empresa: negociar, pensar, conocer, investigar. De lo contrario, se diluirá o se mantendrá por razones que nada tienen que ver con una relación positiva». La clave, apunta Freixa, es una relación de tú a tú desde la autoestima, la empatía, el humor y la capacidad de seducción; es decir, de enviar comunicación positiva sobre lo que uno quiere y lo que le interesa. Es absurdo pretender que si me quiere ya sabrá lo que quiero: hay que comunicarse».

¿25 AÑOS? ¡FELICIDADES!

La pareja que resiste es la que más se acerca al trabajo en equipo, apunta María Palacín, profesora de Psicología Social de la UB. «Es un proyecto en común que caduca y que hay que seguir construyendo, que implica una comunicación eficaz para resolver conflictos y una sexualidad satisfactoria para ambos. Eso sí, debe nutrirse del exterior: si se encierra demasiado, muere». No es fácil, añade.

A quien cumple 25 años de pareja se le felicita. ¿Qué habrá hecho con la monotonía? ¿Y sin modelo de referencia de igualdad? Ahora pocos se resignan por circunstancias sociales de antaño. Aun así, la hipoteca une, los hijos siguen siendo una razón, y el miedo a la soledad acecha. Además, la sexualidad se vive a menudo por separado, ya sea pactando o sin previo acuerdo.

AMISTAD SINE QUA NON

La relación positiva de larga duración es posible siempre que intervenga la amistad, sostiene el filósofo Joan Carles Mèlich. Ésta no pide intercambio sino reciprocidad —explica— y, a diferencia del enamoramiento, que sucede a nuestro pesar, se construye y se desea. «No concebir el amor-amistad con la pareja, dejarla fuera de esa agenda, es machista», añade. A su juicio, si la longevidad de la pareja está en crisis es porque cada vez es más difícil establecer relaciones de amistad. «Son más bien de enamoramiento o de colegas, pero si la monotonía es fatal para la persona, también lo es una innovación tan veloz que nada deje estable. Ya era hora de que pudiéramos realizarnos sin pedir permiso, pero pensar que el proyecto vital se puede realizar en solitario es ignorar un problema: la soledad existencial».

EL COSTO DEL NO COMPROMISO

No es raro que las relaciones sean uno de los motores del actual boom del counselling, ni que hasta la prensa seria publique columnas expertas de las que se espera la cuadratura del círculo: cumplir el sueño de relacionarse evitando que eso cuaje en una pareja sólida. ¿Consejos? Mantener las puertas siempre abiertas; sustituir el término relacionarse por conectarse, y el de pareja por red, esa matriz que permite conectar y desconectar, y que nunca sitúa a uno en una relación indeseable pero indisoluble. Ese descompromiso, anuncia Bauman, no reduce los riesgos, sólo los distribuye de otro modo, junto con la angustia que genera.

¿QUÉ SOY PARA EL OTRO?

Estoy porque le quiero, porque me compensa. El psicoanálisis ve en esas explicaciones la envoltura de una verdad más compleja. «Hay algo en el otro que permite acoplarnos —dice el psicoanalista Eugenio Díaz—, lo importante es qué soy para el otro. Si uno no sabe qué le engancha, no sabe de qué se está separando y por eso no puede separarse, sólo alienarse. Ese enganche es una referencia del pasado, la adscripción a un papel, por ejemplo: ser siempre el deseado, el maltratado, ceder le da miedo porque teme desengancharse».

La Vanguardia.

[*Opino}– Insólito caso de caradura social: Una joven recurre a la justicia por tener cuatro suspensos

Lo que sigue es reflejo del serio problema social que está creando la cada vez peor educación.

En mis tiempos de estudiante, esto habría sido motivo para que los padres del alumno se sintieran más que avergonzados del rendimiento escolar de su hijo, y le pusieran a éste máxima presión para que mejorara, o dejara los estudios y se fuera al campo a trabajar de peón. Pero me temo que los padres de la “genio” llamada Elma están detrás de estas insólitas peticiones y apelaciones, porque lo que quieren es que su hijita se gradúe, no que aprenda.

No deja de ser tragicómica la petición de que a favor de la alumna se cuente “su participación en las clases”, pues si esto tuviera peso de por sí, ¿para qué hacer exámenes? Para aprobar la materia bastaría con asistir siempre a clases y participar diciendo burradas.

Carlos M. Padrón

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21 de enero de 2007

La estudiante, que repetía Bachillerato, acudió a los tribunales después de obtener 9 ceros.

Nunca antes la disconformidad por la evaluación de los exámenes había llegado tan alto. Elma P.M. es una estudiante que en el año 2003 suspendió cuatro asignaturas —concretamente Filosofía, Física, Matemáticas y Química— en el instituto Miquel Biada de la población barcelonesa de Mataró, lo que le impedía poder pasar de curso. En este centro realizaba Primero de Bachillerato por tercera vez, después de haberlo intentado con anterioridad en un centro privado, del que se marchó.

Concretamente, de las siete pruebas de Filosofía que hizo aprobó sólo una; de los 14 exámenes de Matemáticas se extrajo una nota media de un 2,5, y de los ocho que hizo de Química sólo superó uno con un resultado de un 5,6. Además, durante el curso cosechó nueve ceros repartidos en todas estas materias, por lo que los profesores consideraron que Elma no podía pasar al siguiente curso.

La joven consideró que la valoración de los resultados de sus notas era injusta, por lo que presentó una reclamación ante la dirección del instituto y ante el departamento de Educación de la Generalitat para que sus exámenes fueran revisados desde un punto de vista más neutral. Su argumentación fue que los profesores fueron injustos, y que utilizaron baremos más altos y restrictivos en su caso que en el de sus otros compañeros. Pidió, además, que se tuvieran en cuenta los trabajos que había realizado a lo largo del curso, así como su participación en las clases.

A raíz de esta petición, el departamento de Educación de la Generalitat creó una comisión de evaluación de la alumna. Pocos días más tarde, el director general de Ordenación e Innovación Educativa del gobierno catalán desestimó la reclamación realizada por la alumna, ya que no encontró pruebas de que el centro incumpliera las normas relativas a la evaluación de los exámenes.

No contenta con este dictamen, la estudiante recurrió la decisión del departamento de Educación de la Generalitat ante el Tribunal de Justicia de Cataluña (TSJC). Elma aportó al tribunal un trabajo de Filosofía y otro de Matemáticas que fueron bien valorados por el profesor correspondiente, pero el TSJC consideró que esos ejercicios «no pueden suplir los resultados obtenidos en los controles», por lo que ahora, cuatro años después de que ocurrieran los hechos, ha considerado que no existió irregularidad alguna en la calificación de los exámenes.

Sobre este asunto, el alto tribunal considera, además, que en los exámenes de Elma «notoriamente, la alumna ha obtenido una media de notas que puede calificarse como baja», por lo que no puede avalar sus reivindicaciones y apoyar, en cambio, la de los docentes.

Respecto al trato parcial de los profesores, denunciado por la estudiante, el tribunal sostiene que la libertad de enseñanza implica cierta discrecionalidad del profesor o la junta evaluadora y concluye: «Todo lo que no sea arbitrario o manifiestamente injusto no es censurable, aunque sobre ello se pueda disidir o discrepar».

El alto tribunal catalán considera, además, que la parcialidad y desigualdad denunciadas por la alumna afectada «no dejan de ser apreciaciones subjetivas carentes de soporte acreditativo alguno».

La Razón.

[*MiIT}– Computación Personal, herramienta indispensable. 15: Inteligencia real y aparente

Carlos M. Padrón

Todos hemos sabido de personas que exhiben habilidades muy destacadas y, sin embargo, se las tiene por tontas, bobas, taradas o idiotas, pues la sociedad en que viven opina que les falta chispa, son quedadas, o carecen de viveza o de agilidad mental, carencias éstas que, para esa sociedad, significan que tales personas no son inteligentes, aunque ello no impide que al menos gran parte de esa misma sociedad considere que una computadora sí lo es.

Una prueba más de la confusión o vaguedad que existe en torno al concepto de inteligencia, al que a veces se lo confunde con buena memoria, con “discreción” (lo que hoy llamamos “pilas”), y con un sinnúmero de otras manifestaciones. Para ilustrar esto, permítanme que cuente una anécdota que, cuando yo era adolescente, cambió mi concepto hacia los llamados bobos.

Tuve la suerte —o al menos eso creo— de nacer y crecer en un pueblo, un pueblo agropecuario enclavado en la parte más alta y montañosa de un valle en el cual, a unos 5 kilómetros de distancia, había otro pueblo mayor y más cosmopolita.

En mi pueblo, como ocurre en casi todos, había personas que eran tildadas de bobas porque exhibían, corregidas y aumentadas, las carencias que mencioné al comienzo. Algunas de estas personas no articulaban una sola palabra inteligible; otras se subían sobre una pared, apenas veían un grupo de potenciales escuchas, y se disparaban un discurso interminable y repetitivo que carecía de significado y coherencia, para malsana diversión de los tales escuchas que a veces incitaban al bobo o boba a que llevara a cabo esa faena; otras se limitaban a mendigar comida o vino; otras repetían ad infinitum un mismo estribillo o canción de su invención; etc.

Y había un tal Carlos, al que le dieron el fonéticamente desagradable apodo de “Cugucho”, que, aparte de ninguna manifestación intelectual, de un escaso vocabulario siempre pobremente usado, y de no poder hacer, a decir de la gente del pueblo, razonamiento alguno, tenía dos características destacadas: 1) Su gran capacidad para el trabajo agrícola, que ofrecía sin limitaciones a cambio de que le dejaran comer todo lo que él quisiera, que no era poco; y, 2) Su pasión por viajar en un vehículo automotor, de los cuales había en todo el pueblo unos cinco carros particulares y unos tres camiones de carga, además del par de autobuses de servicio público.

Por tanto, dadas las características que adornaban a Carlos Cugucho, para todos en el pueblo él era bobo, sin atenuantes ni posible apelación, y como tal lo trataban.

En la misma época vivía también en mi pueblo un tal Don Julio, un señor que había montado una gestoría en el pueblo vecino y que, en su carro de dos plazas —que manejaba con poca soltura, aferrado con las dos manos al volante y en total tensión, pues había aprendido a conducir siendo ya mayor—, bajaba todas las mañanas a trabajar en su gestoría, regresaba al mediodía para almorzar en su casa y dormir la siesta, y bajaba de nuevo en la tarde.

Carlos Cugucho conocía esta rutina, y si no había sido contratado para alguna tarea como peón, montaba guardia después de mediodía frente a la casa de Don Julio en la esperanza de que éste le regalara el paseo hasta el otro pueblo, aunque eso implicara que luego Carlos tendría que subir a pie los casi cuatro kilómetros de mal empedrados caminos que con una pendiente promedio de 40° lo traerían de regreso a su casa.

Pero él —como bobo al fin, decía la gente— aceptaba con gusto el sacrificio de tal subida a cambio del enorme placer de viajar en carro. Don Julio sabía esto, y muchas veces, por compasión, por tener compañía o por lo que fuere, le hacía el gusto a Carlos, y le daba el paseo llevándolo sentado a su lado, donde a Carlos le gustaba viajar.

Una de las tardes en que Don Julio llevó en su carro a Carlos Cugucho y a otro vecino, cuando bajaban por la estrecha y tortuosa carretera —con Don Julio aferrado al volante, circulando a baja velocidad por su canal, como siempre, y presintiendo un accidente en cualquier momento a pesar de que apenas había tráfico—, al doblar una cerrada curva les pasó al lado, pero circulando correctamente por el canal de subida, un autobús de servicio público que, en opinión del asustadizo Don Julio, iba a velocidad supersónica. Sin poder contener el susto, Don Julio frenó en seco, y saltando en su asiento exclamó:

—¡Qué barbaridad! ¿Ves, Carlos?: si hubiéramos venido corriendo, habríamos chocamos y nos hubiéramos matado.

Sin inmutarse en lo más mínimo, Carlos Cugucho, el mismo al que todos consideraban bobo sin remedio, respondió:

—No, si hubiéramos venido corriendo no lo habríamos encontrado aquí.

Tal respuesta implica que, en fracciones de segundo, Carlos Cugucho había analizado fríamente la situación, sus elementos y condiciones (dirección y velocidad de los vehículos, curvas en la carretera, etc.) y, con una lógica impecable —de la que no daban muestras muchos de los que en el pueblo eran considerados inteligentes— había concluido que si el carro de Don Juan hubiera ido a mayor velocidad, el cruce con el autobús habría ocurrido mucho más cerca del pueblo de destino, donde la carretera tenía menos curvas y la inclinación no era tan pronunciada.

Preguntas: ¿era bobo Carlos Cugucho? Usted decida. ¿Podría una computadora hacer el análisis y la deducción que él hizo? Sí, si se le dan los datos necesarios y correctos, y se la programa debidamente.

[*ElPaso}– Antonio Camacho Díaz / Wifredo Ramos

(Artículo publicado en el “Diario de Avisos”, de Canarias, el 13/10/2006).

Wilfredo Ramos[*]

Homenaje póstumo en El Paso. “Antonio Camacho, tras cuarenta años en el extranjero, conservaba su elegante habla, teñida de acento y cadencia isleños”.

El día siete de agosto de 2006, en el ilustre Ayuntamiento de la Ciudad de El Paso le dedicó un respetuoso homenaje a un pasense, Hijo Predilecto, cuya destacada trayectoria desarrollada en el extranjero no ha sido suficientemente conocida.

En el salón de sesiones, en torno a una urna portadora de sus cenizas, y fotografía, le rodeaba la Corporación Municipal, familiares y público, llenando el recinto.

Abrió el acto la alcaldesa María Dolores Padilla Felipe, quien destacó los rasgos de la personalidad del profesor y catedrático Antonio Camacho. A continuación, el Cronista Oficial pasense procedió a la lectura de un escrito referente al historial, actividades y recuerdos. Seguidamente, dos sobrinos de Camacho dieron lectura a sendos escritos: María Esther le dedicó un afectivo recuerdo, transido de emoción, y Anelio leyó una amplia y bella semblanza, referida a las importantes facetas cultivadas por el profesor Camacho. Tras unos momentos de silencio, una prolongada ovación vibró en el salón, cual elocuente expresión de reconocimiento y afecto.

Por último, una comitiva trasladó la urna a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Bonanza, en la que, oficiada por el párroco Domingo Guerra, se ofreció una misa en memoria de Camacho.

Antonio Camacho Díaz, catedrático y profesor de Economía en la Universidad de Illinois (Chicago), falleció en Houston (Texas), el 31 de Octubre de 2005, a los 78 años, dejando tras de sí una estela de investigación, docencia y trabajo, ejemplo de gran dedicación, que se cree tal vez merecedora de un Nóbel.

Cuando acontece el óbito de un ser estimado por su extraordinaria labor y saber, aunque éste se encuentre ausente en el extranjero, la muerte despierta por él el interés y la reflexión. En su pueblo natal de El Paso, a pesar de tantos años de ausencia, los que le conocimos sentimos tristeza. Su conocimiento y el ejemplo de su trabajo son un incentivo para las nuevas generaciones.

Nació en el barrio pasense de La Rosa (Cuesta de Matías). Asistía a la escuela primaria de los tiempos de Don Enrique Campos, Don Braulio Martín y otros, acudiendo después a una academia de Los Llanos de Aridane para preparar el bachillerato.

Ismael González (Hijo Predilecto de El Paso) había observado y tomado nota de las actividades desarrolladas por nuestro paisano, y había publicado referencias de que había creado, en Estados Unidos, un teorema que lleva su nombre: “Teorema Camacho”.

El cronista oficial de Santa Cruz de La Palma, Jaime Pérez García, en su tomo III de Fastos Biográficos de La Palma (1998) resume en un apartado dedicado a Camacho Díaz el que éste había sido distinguido por el Ayuntamiento de El Paso, en reconocimiento a sus méritos profesionales, con la Medalla de Oro y el Nombramiento de Hijo Predilecto de esa ciudad.

Licenciado en Matemáticas por la Universidad de Madrid (1954), diplomado en Estadística Matemática por la misma universidad, Doctor en Económicas por la de Minnesota (Estados Unidos de América), y en Matemáticas por la Universidad de Madrid. Desde 1973, catedrático de Economía en la Universidad de Illinois (Chicago). Realizó diversas actividades docentes en la Northwestern University (Evanston, Chicago, Illinois), University of California at Berkeley, en la Universidad Central de Venezuela, y en la Autónoma de Barcelona.

Desarrolló una destacada actividad en congresos profesionales, tanto por los trabajos presentados como por las conferencias impartidas por invitación. Desarrolló y dictó cursos o seminarios de investigación en Microeconomía, Elección Social, Economía de la Organización, y Teoría de la Utilidad. Presidió tribunales y comités para calificar exámenes de fin de carrera y tesis doctorales. Es autor de monografías, de varios capítulos de libros, de artículos publicados en revistas científicas, y de documentos de trabajo del profesorado.

De su obra han sido destacados dos libros fundamentales: Societies and Social Decision Function (publicado en 1982) y Division of Labour, Variability, Coordination and the Logic of Firms Markets (1996).

Salvador Barberá Sández, secretario general de Política científica y Tecnológica del Ministerio de Educación y Ciencia, publica en su Necrológica (El País, Gente, 09/11/2005), un escrito en el que destaca la importancia de la labor y la profesionalidad de Antonio Camacho:

Fue un pionero en muchos sentidos. Se formó inicialmente en la Complutense en los años 50. Viajó a Venezuela donde trabajó como asesor económico del Gobierno. Llevado por su espíritu crítico y una curiosidad intelectual indomable, Antonio fue uno de los primeros españoles en conseguir un doctorado (PhD) en Economía en Estados Unidos.

Allí empezó su dedicación al estudio del diseño de organizaciones, que fue la guía de su tarea investigadora durante cuarenta años.

Como uno de los pocos españoles que tuvieron la fortuna de seguir sus clases, puedo dar testimonio de su enorme honestidad, aunque tenía ideas absolutamente creativas y heterodoxas que no ocultaba. En el año en que fui su alumno, descubrió un error en el trabajo de Harsanyi, más adelante Nóbel de Economía, que corrigió en una publicación (…).

Mantuvo contactos personales con algunos compañeros de promoción que le llevaron a publicar algunos artículos en la primera época de la Revista Española de Economía. Más adelante pasó un año como profesor visitante en la Autónoma de Barcelona, impartió conferencias en Madrid y País Vasco, y retomó contacto con quienes fuimos sus alumnos en Northwestern University, primer destino de su carrera como profesor.

Sin embargo, mantuvo su conexión afectiva y familiar con Canarias: tras 40 años en el extranjero conservaba su elegante habla, teñida de acento y cadencia isleños. Por eso, el que sintió como mayor honor entre los que recibió fue el nombramiento, en 1993, como Hijo Predilecto por parte del Ayuntamiento de El Paso, la población palmera que le vio nacer.

Unos días después de morir Camacho hablamos con sus familiares: su hermana Marina, su sobrina Esther, y su primo Antonio Pino, de quienes obtuvimos emotivos comentarios. Este último relató con detalle numerosos datos y vivencias por haber mantenido con él una entrañable amistad durante medio siglo.

De la época juvenil le recuerdan varios compañeros que coincidieron en la citada academia de enseñanza secundaria, donde se preparaban para cursar el bachillerato. De los pasenses se citan: Andreo Díaz, Dr. Indalecio Hernández, Pedro (Peruco) Martín, Antero Simón, Miguel Ángel Pérez Taño, Álvaro A. Domínguez, Nicolás Monterrey, Vicente Martín Taño y Benigno Mederos. El Dr. Adelto Hernández nos relata que entre los naturales de Los Llanos de Aridane asistían, además de él, Ezequiel Pérez, Eusebio Barreto, Pepe Pulido, Pío Antonio Martín, etc. Siete de ellos formaron la primera promoción de bachillerato, realizando la reválida en la Ciudad de La Laguna.

Posteriormente, Camacho se trasladaría a Madrid, continuando los estudios superiores, con constancia y entrega, para alcanzar los objetivos. Del lema de un filósofo se rememora: “La clave del éxito es fruto del esfuerzo”.

Varias veces retornó a La Palma para tomar unos días de descanso. La última, el año anterior a su muerte, le dijo al pariente citado: “Vamos a caminar”. Y fueron por Tacande, Pinar, Riachuelo, Pista del Refugio, y Pino de La Virgen, recordando antiguas cosas. La grandiosidad del paisaje pasense, cual premonición, le estaría llamando.

Al preguntarle sobre las bases de la Economía le contestó: “Son el trabajo y el ahorro”.

Entre sus amigos se citan: Antonio Pino, Antonio Rodríguez, el Dr. Manuel Morales, y el Dr. José María Brito, entre otros.

Hoy, en este acto de homenaje póstumo, se recuerda también a su primera esposa, Manolita Mayo, fallecida en Estados Unidos y sepultada en Madrid; y la asistencia de su viuda, Victoria Estévez, que vuelve a El Paso con las cenizas de Camacho y su biblioteca personal, para donarla a la Biblioteca Municipal de El Paso, según él había expresado.

Y en el marco de este Ayuntamiento, donde se lo concedió en 1992 el nombramiento que se le entregó personalmente en 1993, hoy, con este homenaje a un hijo que ha realizado un trabajo brillante en el extranjero y retorna con una aureola de fama, El Paso, pueblo trabajador y agradecido, se siente lleno de noble orgullo y le acoge para la eternidad.

***

[*]: Wifredo Ramos es Cronista Oficial de la Ciudad de El Paso.

[*Opino}– Vasectomía

Carlos M. Padrón

Las diferencias que destaca el artículo que sigue se deben a que las mujeres fueron creadas con el principal y primordial objetivo de ser madres, y por eso toleran lo que el sentido común dice que no deberían tolerar y mucho menos repetir.

Y es que el instinto materno, que es el más fuerte de todos, como instinto al fin y al cabo está reñido con la razón, y mientras las mujeres no logren someterlo al dictado de la razón serán seres “instintuales” más que racionales. Ésa es la mayor diferencia entre mujeres y hombres, y la causa de muchas de las divergencias de pareja.

Además, siendo ellas quienes, por lo ya dicho, corren con la mayor parte de la formación y educación de sus hijos, ¿por qué no les enseñan desde pequeños que la hombría no está en el pito? Pero no, las más de las madres se jactan de que sus hijos varones son muy machos. Es que el instinto les dice que hay que crear machos para que continúe la reproducción de la especie. Contra esto han optado por recurrir, sin medir las consecuencias, a la fertilización artificial; todo con tal de ser madres, aunque sea de un hijo sin un padre que tenga con él lazos de sangre y que ponga en la educación de la criatura el contrapeso que requiere la salud emocional de ésta.

Que yo sepa. la hembra humana es la única que sigue siendo madre mientras viva; las demás abandonan a sus crías cuando el instinto les dice que ya pueden valerse por sí mismas. Pero las madres humanas, además de que no abandonan a sus hijos, las más de ellas —y sospecho que es de aquí de donde nace la mala fama de las suegras— creen que éstos son la última pepsi-cola del desierto, e incapaces de hacer nada malo, por lo cual no ameritan reprensión alguna, y menos de parte de terceros, como maestros, Policía, etc., llegando a destacar como virtudes de sus hijos características que en nada son buenas. He conocido algunas madres, y sabido de muchas más, que en esto llegan a extremos absolutamente ridículos y de una ceguera que nada tiene de racional.

Lo escrito en letra cursiva dentro del texto del artícul es de mi cosecha.

***

13.01.2007

Marta Robles
(Seguramente, otra feminista).

Los hombres, que son infinitamente más cobardes que las mujeres, confiesan que si la procreación de la especie, es decir el embarazo
y el parto, dependiese de ellos, hace ya mucho que la raza humana se habría extinguido.
(¿Con que base puede un hombre decir eso si nunca ha pasado por un embarazo ni un parto?).

Y es perfectamente creíble, dado lo malísimos enfermos que son los hombres, el punto de hipocondría que tienen y la angustia existencial que les provoca sentirse ligeramente mal. Si esto les sucediera durante nueve largos meses de embarazo coronados con el shock de un parto, obviamente optarían por erradicar tal situación de sus vidas, y dejarían de tener descendencia.
(Si el parto es tan malo como dicen algunas mujeres, evitarlo sería lo sensato y razonable).

Lo curioso es que a la inversa también les ocurre. Quiero decir que son muchos los varones que se niegan y reniegan a utilizar ningún tipo de método anticonceptivo o contraconceptivo que les exija a ellos algún tipo de esfuerzo. Es más, los hay que rechazan hasta el consabido preservativo, porque, manda narices, les aprieta, les incomoda, o les hace daño. Les parece perfecto, eso sí, que sus parejas se enfrenten a los efectos secundarios de la píldora, que se coloquen cuantos DIUs sean necesarios o que incluso lleguen a recurrir a la solución definitiva de ligarse las trompas.
(Mal hecho de parte de esos hombres, y de parte de las mujeres que aceptan la posición de ellos).

Pero ellos, ellos, ¿cómo se van a tocar en el lugar que más cuidaron siempre? Si en ocasiones llegan a descartar los preservativos, ¿cómo van a pensar siquiera en esos diminutos implantes de silicona que les tienen que colocar en los conductos de su preciado pene o en el horror de hacerse una vasectomía? Vamos, que se cuentan por miles los que preferirían volverse onanistas y no tener más que sexo solitario frente a los casos raros capaces de vasectomizarse para evitar los embarazos no deseados.
(Conozco varios hombres que se han “vasectomizado” después de llegar a la prole que consideran aceptable, al igual que conozco muchas mujeres que, por el mismo motivo y motu proprio, han tomado medidas radicales).

Se ve que por muchos siglos que hayan pasado los machos siguen sin darse cuenta de que la hombría está en el corazón y en la cabeza… ¡Y no en el pito!.

La Razón.

[*ElPaso}– Mujeres de vida alegre

11-01-2007

Carlos M. Padrón

En los años ’50s, todavía las más de las casas de El Paso tenían animales domésticos —vacas, cabras, conejos, gallinas, cochinos, bestias de carga (caballo, mulo o burro, etc.)—, corrales para ellos, y huertas en las que se cosechaban papas, maíz, hortalizas, etc. o pasto para el ganado.

En esas huertas, o en otros lugares más amplios en los que se sembraba pasto, se “estacaba” principalmente el ganado de leche —vacas o cabras— para que comieran todo lo que quisieran pero sólo hasta cierto punto, y para ello en una de sus patas se les colocaba un grillo desde el que partía una cadena más o menos larga que terminaba en una estaca (de aquí lo de “estacar”), o pieza de hierro larga y de punta aguzada, que se clavaba en la tierra con el fin de que el animal a ella sujeto sólo pudiera alejarse tanto como se lo permitiera el largo de la cadena, con lo cual se le podía limitar la cantidad de pasto a la que tuviera acceso.

Había áreas mayores que durante cierta época del año —y alternando con cultivos, las más de las veces de trigo o cebada— se destinaban a pasto y eran llamadas relvas. En éstas solía soltarse en las tardes el ganado, principalmente las vacas lecheras, para que pasaran la noche pastando a voluntad, y se las iba a buscar temprano a la mañana siguiente para ordeñarlas. A este régimen de permitir que el ganado comiera sólo hasta cierto punto (en las huertas) o tanto como quisiera (en la relva) se le llamaba “darle un verde” al ganado, pues verde era el pasto que en esos lugares les servía de alimento.

Esas casas tenían también, casi todas, un horno a leña generalmente ubicado en la cocina. El horno tenía forma de domo, con una chimenea que partía desde el tope del domo, y una puerta de unos 60 x 60 centímetros, ubicada a la altura de los hombros de una persona de estatura normal, altura a la que estaba también el piso del horno.

En una casa de este tipo vivía Julita, apodada La Cantona, una de las pocas mujeres “de vida alegre” que entonces había en el pueblo. Con ella vivía su madre, anciana frágil, famélica y diminuta que para nada comulgaba con el oficio de su hija, pero no tenía más opción que aguantarse.

***

Don Julián Lara, primo tercero mío —el antepasado común era mi tatarabuelo por línea paterna—, era un campesino nato, parco en palabras aunque muy acertado en las pocas que decía, que poseía el don de entenderse con los animales y amansar a los que tuvieran malas mañas. Sus «desplantes» o “salidas”, como en el pueblo se les decía a las respuestas inmediatas y sorpresivas por lo agresivas o cómicas, eran proverbiales.

También en los años 50, un pasense residente en Venezuela le regaló al pueblo de El Paso un reloj de cuatro caras para ser ubicado en lo alto de la torre de la iglesia, construida años atrás. El día que por fin lo montaron, el cura del pueblo se encontró con Don Julián y, para compartir su alegría, le preguntó:

—Don Julián, ¿qué le parece el reloj?.
—No me gusta.

El sorprendido cura volvió a preguntar:

—Pero, ¿por qué?
—Porque nunca me han gustado las personas de cuatro caras.

***

Un día, Julita La Cantona se pasó de la raya por enésima vez, y cuando supo que la Guardia Civil la buscaba para encerrarla, corrió hasta su casa, se metió en el horno de la cocina y desde allí le dijo a su atemorizada madre que si la delataba la estacaría en la huerta. Y acto seguido cerró tanto como pudo la puerta del horno y se acurrucó bien al fondo.

Al llegar a la casa de Julita, la temida Guardia Civil, que sabía que ella había entrado allí, le preguntó a la anciana dónde estaba su hija. La pobre señora, más que asustada, se limitó a contestar “Ah, ¡yo no sé!” mientras con un dedo señalaba hacia la puerta del horno.

Uno de los guardias abrió esa puerta, ordenó a La Cantona que saliera de inmediato, y ésta le dijo que lo haría pero si él miraba para otro lado, pues tendría que salir de culos y no llevaba puestas las pantaletas (bragas). Muerto de risa, según confesó después, el guardia aceptó la condición, Julita salió del horno y la Guardia Civil se la llevó presa.

Cuando al fin la liberaron, La Cantona se fue directamente a su casa, agarró por el brazo a su anciana madre y, sin más, la estacó en la huerta, frente a la casa, como si fuera una cabra, y allí la dejó hasta que la lógica y humanitaria intervención de terceros consiguió liberarla.

Enterado del caso, un vecino que en ese momento se cruzó en el camino con don Julián, le dijo:

—Don Julián, ¡qué cosas que ocurren, Don Julián! ¿¡Sabe usted que hoy La Cantona estacó a su madre en la huerta!?

Y Don Julián, sin inmutarse ni detener su marcha, contestó:

—Bien hecho, coño, ¡buena falta de un verde que tenía!

Esta expresión, al igual que algunas otras de origen similar, “hizo fortuna” en mi entorno, y así, cuando después de pasados más de dos años de roto mi matrimonio, terminó mi asignación de trabajo en Madrid y regresé a Caracas a comienzos de 1996, a mi hermana menor le llegó el chisme de que yo andaba haciendo vida social con una dama, y entre alegre y sorprendida le comentó a mi hermana mayor:

—María Celia, ¿tú sabes que Carlos está saliendo con una chica?

La simple respuesta de María Celia fue:

—Me parece muy bien, ¡buena falta de un verde que tenía!

***

Volvemos a los 50. Otra de estas mujeres de vida alegre era Layla aunque, a diferencia de La Cantona, se tomaba en serio el oficio para el que había sido cuidadosamente preparada por su madre quien usó a clientes como conejillos de indias para, en vivo y en directo, mostrarle a su entonces inexperta hija Layla qué había que hacer, cuándo y cómo.

La profesionalidad de Layla produjo réditos, y pasado algún tiempo comenzó a dar muestras visibles de un nivel de vida que por lo alto estaba muy lejos del que tuviera su madre o tenían otras damas del gremio.

Una vecina curiosa —para variar—, o tal vez envidiosa (¿?), encontró a Layla un día en la venta de don Vicente Pino y, ni corta ni perezosa, le preguntó abiertamente cómo hacía para vivir tan bien. La respuesta de Layla fue muy clara:

—Es que, bien administrada, la finca del medio da mucho.

[*MiIT}– Computación Personal, herramienta indispensable. 14: ‘Inteligencia’ de la computadora

Carlos M. Padrón

Creo que está claro que la computadora no es más que una máquina, pero ¿es inteligente? No falta quien afirme que sí, que algunas computadoras de hoy son inteligentes, como las que han sido concebidas y preparadas para jugar ajedrez, pues, se dice, el juego ciencia requiere de mucho cacumen.

Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), inteligencia es “la capacidad de entender o comprender”, una definición mayormente etimológica. La enciclopedia Durvan, en su carácter de tal, profundiza más en el concepto y define inteligencia como “la capacidad general que posee el individuo de ajustar conscientemente su pensamiento a nuevas exigencias”, definición en la que destacan dos conceptos clave que debemos recordar: consciencia y pensamiento.

Acerca de algunos concursantes de cierto programa de TV, muy popular en estos días, que contestaron correctamente muchas de las preguntas que en tal programa les hicieron, he oído decir que son muy inteligentes. ¿Por qué, si más que muestras de inteligencia han dado muestras de una gran memoria? Salvo excepciones, ellos buscaron y encontraron en su muy buena memoria la respuesta correcta.

Esto pone de manifiesto la tenue línea divisoria entre memoria e inteligencia, conceptos que, como en el caso de estos concursantes, mucha gente confunde. Veamos un ejemplo.

El reconocido y archifamoso campeón mundial de ajedrez, el ruso Kasparov, aceptó jugar contra una computadora cuyos “padres”, los científicos que la diseñaron y prepararon, le dieron el nombre de Deep Blue. No creo que nadie dude de que Kasparov es un hombre muy inteligente, pero Deep Blue le ganó la partida. Podríamos entonces deducir que Deep Blue, una computadora, no sólo es inteligente sino que lo es más que Kasparov.

Pero analicemos. Los “padres” de Deep Blue fueron básicamente de tres tipos, a saber:
1) Ingenieros especialistas en diseño de computadoras
2) Maestros ajedrecistas conocedores de ese juego y de su evolución histórica
3) Ingenieros especialistas en bases de datos y programación de computadoras

Los primeros dotaron a Deep Blue de una enorme capacidad de memoria y fantástica velocidad de procesamiento; los segundos seleccionaron decenas de miles de jugadas —acompañadas del estilo de quienes las ejecutaron, de los movimientos precedentes y posteriores, y del resultado obtenido— que en su momento fueron hechas, con excelentes resultados, por reputados maestros del ajedrez; y los terceros cargaron estas jugadas en la memoria de la computadora y, con las indicaciones del grupo 2, la programaron para que pudiera hacer el mejor uso de ellas.

Durante la famosa partida, cuando Kasparov hacía un movimiento, la computadora buscaba en su memoria qué jugada de respuesta habían hecho en su momento a un movimiento igual diferentes maestros, y cuál había sido el resultado de cada una dentro del estilo de juego que Kasparov había escogido.

Analizaba el resultado de cada una de esas jugadas y ejecutaba la que, según ese análisis, podría resultar más exitosa. Kasparov movía de nuevo, y Deep Blue repetía el procedimiento. Y así, para asombro de muchos, la computadora ganó la partida.

¿Ganó porque era inteligente, o hasta más inteligente que Kasparov? No. Ganó porque disponía de una enorme cantidad de información (el hombre se la dio), de un rápido acceso a ella (el hombre se lo dio), y de unos programas (el hombre se los dio) que le permitieron hacer millones de comparaciones en el marco de un proceso de lógica comparativa que fríamente le indicaba, de entre miles y miles de posibles jugadas, la que debía efectuar.

En cambio, Kasparov se puso nervioso, lo cual lo perjudicó, pero de seguro la computadora no se alteró en lo más mínimo, pues ni supo que estaba jugando una histórica partida de ajedrez, ni supo que competía contra un humano. No es consciente, no piensa ni tiene emociones.

Al final de la partida, Kasparov —quien, además de inteligente, es famoso por arrogante y por no saber perder, pues pocas veces ha probado el sabor de la derrota— se levantó muy molesto y puso una queja arguyendo que Deep Blue había sido ayudada por un maestro ajedrecista humano, lo cual negaron de plano los “padres” de Deep Blue y los promotores de la famosa partida de ajedrez.

Pero tal vez Kasparov tenía razón, porque, siendo como es un maestro genial del ajedrez y suponiendo cómo había sido programada Deep Blue, él había jugado usando el cambio sorpresivo de estilo (o sea, haciendo movimientos que pertenecían todos a un estilo conocido —digamos que el estilo A— y cambiando sorpresivamente a movimientos del estilo C que, supuso él, la computadora no podía tener asociados al estilo A.

Y, sin embargo, la computadora reaccionó como si supiera que la nueva jugada era del estilo C y no del A, y la analizó dentro del marco del C. Esto, según Kasparov, sólo podía hacerlo un humano.

Pero con o sin ayudante oculto, el trabajo de Deep Blue se basó en recursos que el hombre le dio: velocidad, análisis comparativo, y, sobre todo, memoria. ¿Podría decirse que por esto es inteligente? Personalmente creo que no.

No es consciente ni piensa; es una máquina que sólo sigue instrucciones.