[*MisCan}– Una canción como epílogo a ‘La creación de El Paso’

Carlos M. Padrón

Los medios de escapismo en que por años me refugié para mitigar los efectos de tiempos de crisis fueron el trabajo, la fotografía, la cría de patos y la música.

Para esta última tuve un salón debidamente equipado en el que me encerraba a seleccionar, grabar, y escuchar luego lo grabado. Así armé una colección de varias decenas de casetes que tienen para mí la ventaja de que me gusta todo lo que contienen.

Después de escuchar una y otra vez algunos de los casetes de música instrumental así grabados, a veces comenzaba a destacar de entre todas alguna melodía evocadora de un sentimiento que con el tiempo iba tomando más y más cuerpo cada vez que, estando yo solo en mi salón de música, escuchaba de nuevo esa melodía.

Una en particular me hizo recordar a mi padre, otra a mi pueblo como lugar geográfico, otra a mi pueblo como conjunto de costumbres y nostalgias, etc., y como esos instrumentales estaban ejecutados en un tono al que, jugando con las octavas, podía yo llegar, un día decidí escribir letras alusivas a los sentimientos que esas melodías evocaban en mí, y, poco a poco, fui grabando todas esas letras en forma de canción usando como fondo el instrumental con la correspondiente melodía evocadora, y lidiando, también yo solo en el salón de música, con los controles del tocadiscos, ecualización, volumen, audífonos, letra, etc., mientras trataba de cantar lo mejor que podía.

Al enésimo intento obtenía un resultado menos malo que los anteriores, y con ése me quedaba.

Ahora que en los tres artículos “La creación de El Paso” —en la sección ‘El Paso, mi pueblo’, tomados del escrito “Manuel Taño, un patriota y gran alcalde” de Don Braulio Martín— conté ya cómo El Paso consiguió su independencia y cómo fueron sus primeros años como municipio —o sea, cómo se creó mi pueblo—, adjunto el enlace a la primera de las canciones que grabé según el proceso arriba explicado; una canción que lleva por título “A El Paso, mi pueblo” y que, por supuesto, está dedicada a El Paso, a un El Paso que, casi en su totalidad, sólo existe hoy en mis recuerdos, pues salí de él —“dejé el nido”— a finales de 1957, y volví una o dos veces cada año hasta 1960. Luego, a partir de 1961, cuando emigré a Venezuela, pasé por El Paso cada vez que tuve oportunidad de hacerlo, y no sin tristeza veía cómo lo más característico de los pasenses, las costumbres de mis tiempos y todo lo demás que moldeó mi sentir y me dio guías de vida, que alimentó mis recuerdos y mis nostalgias, iba desapareciendo, aunque eso no ha hecho mella en el amor que siento por mi pueblo.

La ficha técnica de esta canción:

— Título de la melodía instrumental: “Adiós, Acrópolis”. Arreglo de Paul Mauriat.
— Grabada el 17-04-1982.

Para escucharla o bajarla

[ElPaso}– La creación de El Paso (3/3)

Según el escrito “Manuel Taño, un patriota y gran alcalde”, de Don Braulio Martín.

Los últimos años.

Don Manuel no duró mucho tiempo en la alcaldía, pues a finales de 1838 ya no era alcalde de El Paso. ¿Qué había sucedido?. Suponemos que algunos cambios políticos en la provincia le fueron adversos, pero, sin embargo, aunque fuera del Ayuntamiento, su patriotismo le llevó a seguir luchando, como simple ciudadano, en defensa de los intereses de su pueblo, formulando denuncias contra algunas corporaciones que, argumentado que “por servicios prestados”, habían donado parte de los montes a personas de las más ricas e influyentes de la Isla.

El 2 de febrero de 1949, Manuel Taño volvió a ocupar la alcaldía de El Paso, y uno de sus primeros actos fue tratar de recuperar los documentos relativos a los diez primeros años de la vida del nuevo Ayuntamiento, documentos que fueron robados la noche del 28 de mayo de 1847, siendo alcalde de El Paso Don José Antonio Carballo Wangüemer, quien estaba al frente de la alcaldía de Los Llanos el año en que se creó el municipio de El Paso, creación la que se opuso tenazmente según se ha podido comprobar por los escritos que él dirigía a la Diputación negándose a que los pagos de El Paso, Tacande y otros formaran un nuevo pueblo con Ayuntamiento propio.

Sin embargo, los documentos sustraídos no aparecieron ni han aparecido hasta la fecha. Es posible que el móvil del robo fuera apropiarse de algunos que acreditaban la pertenencia de ciertas tierras al municipio de El Paso, y que hoy están en manos de particulares, teniendo por titulación expedientes de dominio y otras formas por el estilo.

Si meritoria fue la labor de Don Manuel de las Paredes —como cariñosamente acostumbraban llamarle— en la creación del municipio de El Paso, no lo fue menos en su defensa, mientras él vivió.

Así le vemos en la sesión de la Corporación Municipal del 11 de febrero de 1849, en la que unos 76 vecinos, mayores contribuyentes, como exigía la Ley —entre los que había incluso concejales, y el ex alcalde Don José Antonio Carballo Wangüemer— presentaron un escrito solicitando que El Paso se uniera nuevamente a Los Llanos.

No vamos a transcribir los argumentos en que se basaba la petición del citado escrito, ni los de la larga contestación de don Manuel Taño al mismo. Sólo diremos que su brillante discurso fue tan convincente que la mayoría de los firmantes votaron en contra de la unión.

Fue constante la preocupación de Don Manuel Taño por la defensa del patrimonio forestal, hasta el punto de que el año 1850 nombró una Comisión para volver a medir los terrenos pertenecientes al Ayuntamiento, con el fin de determinar cuáles habían sido usurpados por la codicia de algunos, que no lo hicieron por necesidad sino par aumentar su riqueza.

Continuó en la labor de defensa de su pueblo hasta que el 2 de febrero de 1852, por decisión propia, presentó su dimisión. Pero todavía el año 1855, la Diputación Provincial le nombró vocal de la Comisión encargada de la saca de las aguas de los manantiales de Egeros y Capitán —que están en La Caldera— para el abasto de los pueblos de El Paso y Los Llanos, problema que no llegó a ver resuelto porque murió el 17 de octubre de ese mismo año, dándosele sepultura en el cementerio de Los Llanos ya que, eclesiásticamente, El Paso seguía perteneciendo a Los Llanos.

En justo y merecido homenaje a la muy meritoria labor realizada por este extraordinario patriota en la creación, desarrollo y defensa del municipio de El Paso, hoy, la calle principal de este pueblo está rotulada con su nombre, al igual que la plaza que fue construida en el mismo sitio donde, aquella Nochebuena de 1800, fue encontrado sobre una pared.

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NotaCMP.- Adjunto otra vista del pueblo desde mi casa natal.

[ElPaso}– La creación de El Paso (2/3)

Según el escrito «Manuel Taño, un patriota y gran alcalde», de Don Braulio Martín

La realización de un sueño

En la noche del 12 de agosto de 1836, estando en La Granja la reina regente, María Cristina, los sargentos sublevaron la guarnición aprovechando que los oficiales estaban en el teatro, y obligaron a la Reina a promulgar la Constitución de 1812 que estuvo en vigor muy poco tiempo porque el mismo año 1836 se celebraron elecciones y se votó la que fue Constitución de 1837, que era bastante liberal y democrática, accediendo al gobierno los progresistas presididos por Don José María Calatrava.

Pues bien, en esta misma época, los progresistas gobernaban también en la Diputación Provincial Canaria, y Manuel Taño, que era un hombre liberal y demócrata, aprovechó esta circunstancia para que su amigo, el diputado provincial y liberal Don Antonio López Monteverde, gestionara ante dicho organismo la creación del Municipio de El Paso, causa por la que este gran patriota venía luchando desde hacía algunos años.

Accediendo a lo solicitado por Manuel Taño, al creerlo de justicia, López Monteverde, en la sesión de la Diputación, del 13 de abril de 1837, presentó una proposición solicitando que el pago de El Paso, con el de Tacande y otros inmediatos —según se mostraba en plano adjunto—, formara un pueblo separado del de Los Llanos, con su propio Ayuntamiento, y que se procediera al nombramiento de los individuos que debían constituirlo.

La petición del Sr. Monteverde se basaba en la gran distancia a que se hallaban el pago de El Paso y sus inmediatos del pueblo de Los Llanos —para la mayoría de sus vecinos, era de dos o tres leguas—, en su riqueza —El Paso era el pago más rico de los del pueblo de Los Llanos—, y en el número de habitantes que tenía — 3.000 almas según el último censo—.

A los siete días de presentada la proposición de Don Antonio López, en la sesión de la Diputación del 20 de abril se acordó que se creara el nuevo pueblo de El Paso, según los límites marcados en el plano adjunto al correspondiente expediente.

Como puede observarse, es extraordinario y sorprendente que un asunto de esta naturaleza, como es la creación de un pueblo, se decida con tanta rapidez.

Este hecho, y otros de menor importancia, indican, con bastante fundamento, que una o más personas influyentes en la vida pública apoyaban en sus problemas a Manuel Taño, o Manuel de las Paredes,

Según datos encontrados en un archivo particular, es posible que su madre fuera de Santa Cruz de La Palma y perteneciera a una distinguida familia de aquella época. Y que su amor materno por el hijo abandonado al nacer la llevara a ayudarlo para que triunfara en las actividades en que él interviniera.

¿Conoció Manuel Taño a su madre? Esto es aún un enigma por resolver ya que hay versiones tanto para el sí como para el no. Sin embargo, en la documentación disponible no hay ningún dato que haga referencia a esto. Ahora bien, si la conoció, mantuvo la más absoluta reserva al respecto.

Para elegir al primer alcalde del Ayuntamiento de El Paso, el 25 de junio se celebraron elecciones en la ermita de Nuestra Señora de Bonanza, resultando elegido por unanimidad Manuel Taño.

Como es natural, Los Llanos se oponía, con todos los medios a su alcance, a la creación del nuevo pueblo, negándose, inclusive, a formar parte de la Comisión nombrada para la fijación de los límites entre ambos municipios. En vista de ello, la Diputación comisionó a Don José Miguel Fernández, alcalde Santa Cruz de La Palma, y le confirió poderes para realizar la demarcación entre los dos pueblos, quedando El Paso con una extensión territorial de unos 140 kilómetros cuadrados, y limitando con todos los demás pueblos de la Isla (*).

***

(*) NotaCMP.- Esto fue cierto hasta 1925, pues antes de ese año Tazacorte, el más pequeño de los pueblos de la Isla, era un pago de Los Llanos. Pero en 1925 le fue concedida la independencia por el rey de España, Don Alfonso XIII, y como entre los pueblos de El Paso y Tazacorte se encuentra Los Llanos (los tres están en el llamado Valle de Aridane: Tazacorte en la costa, El Paso en la montaña y Los Llanos en medio), por tanto, desde 1925 El Paso limita con todos los pueblos de la Isla excepto con Tazacorte.
La foto: El centro del pueblo de El Paso visto, hace 20 años, desde mi casa natal
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[*Opino}– Amigos machos

A propósito de la cuestionada compatibilidad entre cama y amistad.

Carlos M. Padrón

En los primeros años del pasado siglo XX, Doña Antonia, hermana de mi abuela materna, oyó que alguien le preguntó a una vecina dónde estaba la hija de ésta. La vecina contestó que su hija había salido con un amigo, y, con expresión muy contrariada, Doña Antonia exclamó: “¡Nunca tuve amigos machos!”.

Me pregunto si será genética mi convicción de que donde haya alborotamiento hormonal (léase erotismo) no puede haber amistad químicamente pura (léase sin contaminación erótica), o sea, como la que yo mantengo desde hace más de 50 años con algunos vecinos (dije vecinos, no vecinas) o compañeros (dije compañeros, no compañeras) de infancia o estudios. Cuando me reúno con ellos sé a ciencia cierta que no hay alborotamiento hormonal, pero sí lo hay cuando me reúno con una mujer,…. si me resulta atractiva. Si no, es casi seguro que me resultará repulsiva y tampoco querré su proximidad.

En fin, que si al hombre le gusta la mujer pero a ella no le gusta él, no es posible la amistad entre ellos, y éste es el caso en que ella propone que sean sólo amigos, pues el hombre con el que una mujer dice tener sólo amistad no es más que un amante con el que ella no quiere acostarse.

Si a la mujer le gusta el hombre, pero a él no le gusta ella, tampoco es posible la amistad porque el deseo de ella la contaminaría. ¡Y como le costará aceptar que a él no le guste ella!.

Si ambos se gustan mutuamente, la amistad sobra, y su sola mención podría crear un conflicto.

Y si no existe gusto alguno (cero atracción) de ninguno por el otro, no querrán contacto, cercanía ni proximidad, algo reñido con la amistad.

Por eso estoy totalmente de acuerdo con lo dicho por el escritor irlandés Oscar Fingal O’Flahertie: “Entre un hombre y una mujer no hay amistad posible. Puede haber amor, odio, pasión, pero no amistad”.

Con lo dicho por Antonio Gala: “El amor es una amistad con momentos eróticos”. Pues aunque no me gusta Antonio Gala, me parece correcta esta afirmación suya porque reconoce que en una amistad NO hay erotismo, y que, si lo hay, ya no es amistad.

O por Jules Renard: “Entre un hombre y una mujer la amistad es tan sólo una pasarela que conduce al amor”. Y añado que si la pasarela no llega a ese destino, alguien saldrá herido.

En nuestro idioma falta un término para nombrar la relación social que de hecho existe entre el hombre y la mujer que no son amantes, pues llamar amistad a esa relación es una gran hipocresía o un insulto a la verdadera amistad, la químicamente pura. A falta de ese término he oído el de “amigo fuerte”, “amigo con derecho” y, en inglés, uno muy cómico: “merci jump”, o sea, como dirían en España. un polvo por caridad, para aliviar la birriondez del amigo o amiga.

Y hablando de España, soy un gran admirador del humor ácido y directo que allá usan, llamando al pan, pan, y al vino, vino. Acerca de la tal “amistad” entre hombre y mujer recibí de España, hace años, un artículo que guardé por real y genial. Aquí copio, para terminar, algunos fragmentos.

«ELLA TE QUIERE COMO AMIGO»

Hasta ahora pensaba que la peor frase que te puede decir una tía es «Tenemos que hablar…». Pero no, la peor frase que te pueden decir es «Yo también te quiero,… pero sólo como amigo».

Eso significa que para ella tú eres el más simpático del mundo, el que mejor la escucha, el más enrollado… pero que no va a salir contigo. Va a salir con un impresentable que sólo quiere acostarse con ella. Eso sí, cuando el otro le haga una putada, te llamará a ti para pedirte consejo. Es como si vas a buscar trabajo y te dicen: «Señor Motos, es usted la persona idónea para el puesto, el que mejor hoja de vida tiene, el más preparado… pero no le vamos a contratar; vamos a escoger a un incompetente. Eso sí, cuando ése la cague, ¿le podríamos llamar a usted para que nos saque del lío?».

Me pregunto, ¿qué he hecho mal? Hemos ido al cine, nos hemos reído, hemos pasado horas tomando café… ¿A partir de qué café nos hicimos amigos? ¿Del quinto? ¿Del sexto? Joder, eso se avisa. Para ellas un amigo se rige por las mismas normas que un tampax: puedes ir a la piscina con él, montar a caballo, bailar… Lo único que no puedes hacer con él es tener relaciones sexuales.

Si para que una tía te considere «su amigo» tiene que arruinar tu vida sexual, ¿qué hará con sus enemigos? A mí me parece muy bien que seamos amigos, lo que no entiendo es por qué no podemos «follar como amigos». Yo creo que la amistad entre hombre y mujer no existe, porque, si existiera, se sabría.

El colmo es que las tías consideran que tienen una relación «superespecial» con un tío cuando pueden dormir con él en la misma cama y que no pase nada. Pero, bueno, ¿lo «superespecial» no sería sí pasara algo? Un día, después de una fiesta, te quedas ayudándola a recoger, como haces siempre, y cuando termináis, ella dice:

“Uy, es muy tarde, ¿por qué no te quedas a dormir”
“¿Y dónde duermo?”
“Pues en mi cama”

A ti te tiemblan las piernas: «¡Ésta es mi noche; se han alineado los planetas!» Al rato te das cuenta de que no son precisamente los planetas los que se han alineado, porque ella, como sois amigos, con toda la confianza se queda en camiseta y bragas, y tú, visto lo visto, piensas: «Me voy a tener que quedar en calzoncillos… ¡con la alineación de planetas que llevo encima!».

Así es que te metes en la cama de un brinco y doblas las rodillas para disimular. Ella se mete, te pega el culo y te dice: «Hasta mañana». ¡Y se duerme!.

«Pero bueno, ¿cómo se ha podido dormir tan pronto? ¿Pero esta tía no reza ni nada?» ¡Estás acostado con la tía que te gusta! Al principio no te atreves a moverte, para no tocar nada. Sabes que si en ese momento hicieran un concurso, nadie podría ganarte: eres el tío mas caliente del mundo. ¡Y que larga se te hace la noche! Te vienen a la cabeza un montón de preguntas,… pero después de muchas horas ya sólo te haces una pregunta: «¿Seré realmente gilipollas?»

No puedes creer que estéis en la misma cama y no vaya a pasar nada. Confías en que en cualquier momento se dé la vuelta y te diga: «Venga, tonto, que ya has sufrido bastante, ¡hazme tuya!». Pero no. A las “amigas” nunca les parece que hayas sufrido bastante.

[El Paso}– La creación de El Paso (1/3)

Según escrito «Manuel Taño, un patriota y gran alcalde», de Don Braulio Martín.

El hallazgo

En las postrimerías del año 1800, El Paso era un barrio o pago de Los Llanos, y aunque tenía una ermita que habían construido el alférez Don Salvador Fernández y su esposa, Doña María Toledo —ermita que pusieron bajo la advocación de Nuestra Señora de Bonanza—, todos los habitantes del barrio iban a las ceremonias religiosas al templo de Los Llanos.

Así, la noche del 24 de diciembre del citado año 1800, Don Vicente Taño Alcalá y su esposa, Doña María Fernández Cuevas, se encaminaron hacia Los Llanos, al igual que otros vecinos, para asistir a los cultos de la Nochebuena. Pero al llegar al Paso de Abajo, cerca de la Cajita del Agua, se encontraron con un grupo de personas que comentaban el hallazgo sobre una pared, como a unos 30 metros del camino principal, de un niño recién nacido, en una canastilla y arropado con prendas de muy buena calidad, lo que inducía a algunos a pensar que procedía de familia distinguida.

Como Don Vicente Taño y su esposa no tenían hijos pero sí una buena posición económica, a ruegos de los allí presentes el niño fue adoptado por ellos, siendo bautizado al día siguiente. Y le sirvió como padrino Don Juan Méndez que fue quien lo recogió de sobre la pared.

Manuel Taño —o Manuel de las Paredes, como también lo llamaban, por el sitio donde había sido encontrado—, fue educado en Los Llanos de Aridane y en Santa Cruz de La Palma, donde decían que una señora lo esperaba muchas veces a la salida de clase, le daba golosinas y lo acariciaba. Esto es sólo una versión popular que no ha sido probada documentalmente.

Por testamento del 26 de septiembre de 1808, Don Vicente Taño Alcalá y su señora dejaron todos sus bienes a su hijo adoptado, Manuel Taño, con la condición de que se casara con cualquiera de las sobrinas de los testadores. Pero el año 1821, después de la muerte de Don Vicente, Manuel Taño, siguiendo los dictados de su corazón, no cumplió la condición testamentaria y se casó con María Capote. Entonces, los sobrinos de los testadores, creyéndose los herederos legítimos, reclamaron judicialmente los bienes de su tío, y después de un largo pleito, que perdieron, el hijo adoptado quedó en posesión del patrimonio de su protector y padre adoptivo.

Manuel Taño fue concejal del Ayuntamiento de Los Llanos, pero el alcalde, posiblemente con el fin de humillarlo, le ordenó que condujera un reo desde la cárcel de Los Llanos a la de Santa Cruz de La Palma. Al no presentarse para dar cumplimiento al citado mandato, el alcalde envió un cabo y dos soldados con el fin de llevarlo detenido por su desobediencia, pero la orden no puso cumplirse porque Manuel Taño les manifestó que estaba en cama porque se encontraba enfermo, y de esto fueron testigos los enviados del alcalde.

Como consecuencia, el alcalde mandó, por segunda vez, cuatro soldados, un sargento y un cabo con instrucciones de que buscaran cuatro paisanos que levantaran a Manuel Taño de la cama y lo condujeran a la cárcel por no haber obedecido su primera orden.

A pesar de las amenazas del sargento, Manuel Taño no se levantó de la cama, y dijo que lo trasladaran en la misma junto a su mujer, que se encontraba acostada con él, pues esta segunda presentación de los soldados se había hecho a altas horas de la noche.

Al tener el alcalde noticias de los sucedido, denunció los hechos al Juzgado y, celebrado el juicio, la sentencia fue totalmente absolutoria para el denunciado, conminándose en la misma al alcalde para que en lo sucesivo se abstuviera de estar molestando a Manuel Taño.

[*ElPaso}– La Tejera y el Cugucho

10-06-2006

Carlos M. Padrón

Según contaba mi madre, a mediados del pasado siglo XX vivió en El Paso una señora a quien apodaban La Tejera y todos consideraban boba. Practicaba la mendicidad, deambulando de casa en casa, pidiendo comida y, sobre todo, vino. Del que fuera, de cualquier color, cosecha o condición; no importa como estuviera el vino, ella se lo bebía, por lo que cabe suponer que estaría alcoholizada y en permanente estado de ebriedad.

Un día llegó a la casa de una vecina justo en el momento en que la familia estaba almorzando. Como era obvio que esperaba que le dieran de comer, a guisa de explicación la señora de la familia le dijo:

—De haber llegado un poco antes habría podido darte algo, pero, como ves, ya todos nos servimos y no quedó nada en la olla.

A lo que La Tejera contestó de inmediato:

—Si se saca un poquito de cada plato se puede hacer uno para mí.

Otro día llegó a mi casa y le pidió vino a mi madre. Nunca tuvimos buen vino, y en aquel momento lo que había sólo servía como vinagre suave, y así se lo hizo saber mi madre a La Tejera, pero ella contestó que bebería cualquier cosa que se pareciera a vino aunque fuera vinagre puro. Horrorizada, mi madre exclamó:

—¡Jesús! ¡Dios nos dé cabeza!

A lo que, sin ni siquiera pensarlo, La Tejera contestó:

—No, que Dios nos dé juicio, porque cabeza todos tenemos.

Otro al que también consideraban bobo era un tal Carlos, al que le dieron el fonéticamente desagradable apodo de “Cugucho”.

Aparte de ninguna manifestación intelectual, de un escaso vocabulario siempre pobremente usado, y de no poder hacer, a decir de la gente del pueblo, razonamiento alguno, Carlos Cugucho tenía dos características destacadas: 1) Su gran capacidad para el trabajo agrícola, que ofrecía sin limitaciones a cambio de que le dejaran comer todo lo que él quisiera, que no era poco; y, 2) Su pasión por viajar en automóvil. Por tanto, dadas las características que lo adornaban, para todos en El Paso Carlos Cugucho era bobo, sin atenuantes ni posible apelación, y como tal lo trataban.

Julio Peña, vecino también de El Paso, tenía negocios en Los Llanos, y en su coche de dos plazas —que no manejaba con soltura porque había aprendido a conducir siendo ya mayor— bajaba en las mañanas a Los Llanos, regresaba al mediodía a almorzar en su casa y dormir la siesta, y bajaba de nuevo en la tarde.

Carlos Cugucho conocía esta rutina, y si no había sido contratado para alguna tarea como peón, montaba guardia después de mediodía frente a la casa de Julio en la esperanza de que éste le regalara el paseo en coche hasta Los Llanos, aunque eso implicara que luego Carlos tendría que subir a pie los casi cuatro kilómetros de los entonces mal empedrados caminos que lo traerían de regreso a su casa. Pero él —como bobo al fin, decía la gente— aceptaba con gusto el sacrificio de tal subida a cambio del enorme placer de viajar en coche. Julio sabía esto, y muchas veces —por compasión, supongo— le hacía el gusto a Carlos, lo sentaba a su lado en el coche y lo llevaba hasta Los Llanos.

Una tarde en que Julio llevó en su coche a Carlos Cugucho y a otro vecino, cuando bajaban por la estrecha y tortuosa carretera —con Julio aferrado al volante, circulando a baja velocidad por su canal, como siempre, y presintiendo un accidente en cualquier momento, a pesar de que apenas había tráfico—, al doblar una cerrada curva les pasó al lado, pero circulando correctamente por el canal de subida, un autobús de servicio público que, en opinión de Julio, iba a velocidad supersónica, algo imposible habida cuenta de cómo era la vía. Sin poder contener el susto, Julio frenó en seco, y saltando en su asiento exclamó:

—¡Qué barbaridad! ¿Ves, Carlos?: ¡si llegamos a venir corriendo, chocamos y nos matamos!

Sin inmutarse en lo más mínimo, Carlos Cugucho, el mismo al que todos consideraban bobo sin remedio, respondió:

—No. Si llegamos a venir corriendo no lo encontramos aquí

Tal respuesta implica que, en fracciones de segundo, Carlos Cugucho había analizado fríamente la situación, sus elementos y condiciones (dirección y velocidad de los vehículos, curvas en la carretera, etc.) y, con una lógica impecable —de la que no daban muestras muchos de los que en el pueblo eran considerados inteligentes— había concluido que si el carro de Julio hubiera ido a mayor velocidad, el cruce con el autobús habría ocurrido mucho más cerca de Los Llanos, donde la carretera tenía menos curvas y la inclinación no era tan pronunciada.

Así eran algunos “bobos” de El Paso.

[*MiIT}– Computación Personal, herramienta indispensable. 2: Bits y bytes

Carlos M. Padrón

¿Qué era la tabuladora de Hollerith? Una máquina que podía imprimir datos en una hoja con diseño de columnas —como, por ejemplo, Fecha, Concepto, Debe, Haber, Saldo— y efectuar cálculos con ellos —por ejemplo, obtención del saldo y del total vertical de los débitos y créditos—.

¿Cómo recibía esos datos? A través de las tarjetas perforadas: un pedazo de cartulina diseñada en forma de matriz de 10 filas por 80 columnas que daba un valor específico a cada perforación que con una máquina especial se hiciera en cualquiera de los puntos de intersección de las filas y las columnas.

Tarjeta perforada

Una típica tabuladora (máquina a la que sí podría llamar ordenador) leía las perforaciones, las guardaba, en su lenguaje, con el valor correspondiente, y procedía a usar esos valores según las instrucciones que se le daban a través de un tablero lleno de huecos, cada uno con funciones específicas que se activaban interconectando con cables uno ó más huecos.

Pero, ¿cuál era ese lenguaje que las máquinas entendían entonces y entienden hoy? El de los ceros (0) y los unos (1) que, por ser de sólo dos dígitos, se conoce como BINARIO, y que constituyó la gran solución lógica que hizo posible la realidad de la computación, pues aún hoy las computadoras sólo entienden cero (apagado) y uno (encendido).

Imaginemos que la memoria de una tabuladora es un gran tablero lleno de bombillos colocados en filas y en conjuntos individuales de cuatro bombillos. Se conviene que, en cada conjunto y de izquierda a derecha, el primer bombillo vale 8, el segundo 4, el tercero 2 y el cuarto 1. Si se enciende sólo el bombillo 8, pero se dejan apagados los tres restantes, el valor almacenado en ese conjunto es 8. Si se enciende el 2 y el 1, el valor es 3, etc. Y así, con sólo 4 bombillos pueden representarse todos los números del 0 al 9, y aún sobran 6 combinaciones, para un total de 16, lo que da nombre al sistema Hexadecimal (HEX).

Pero 16 diferentes combinaciones no son suficientes para representar, además de los números del 0 al 9, todas las letras del alfabeto y los caracteres especiales (como #, $, &, %, ¿, ¿, etc..) necesarios para la expresión escrita. Sin embargo, si se amplía el conjunto a ocho bombillos se tiene capacidad para representar 256 caracteres diferentes, que fue lo que se hizo, y así nació el BYTE que no es más que la unidad de memoria, compuesta por 8 bits (cada bombillo sería un bit), en la que puede almacenarse un caracter.

Bits y bytesLa memoria mínima para una máquina de aquellos tiempos fue de 1.000 Bytes, cantidad a la que se le conoce como 1KB (1 kilobyte, o sea, mil bytes, pues K = 1000). Pero como la memoria se mide por su capacidad de almacenar bits, y ésta se mide en hexadecimal (16 combinaciones en cada byte de 8 bits), a efectos de direccionamiento, 1KB son en realidad 1.024 direcciones de memoria, lo cual explica la natural confusión que nos invade cuando se nos dice que, por ejemplo, un disquete es de 1.44MB (1.44 millones de bytes, por M = un millón) y luego descubrimos que en realidad son 1.474.560 bytes a efectos de direcciones de memoria, o de capacidad real de almacenamiento, que es lo que nos interesa.

Lo que en los ejemplos previos llamamos bombillos fueron inicialmente relés, piezas electromecánicas pero siempre funcionando en base al concepto del byte compuesto por bits que, según estuvieran encendido (relé conectado) o apagados (relé desconectado) dentro de un byte, representaban un caracter diferente.

Y con estos elementos, en 1944 (¿producto de la guerra?) Howard Aiken, de la Universidad de Harvard, diseñó —e IBM construyó y envíó a Harvard— la MARK I, considerada hoy la primera computadora. Se la conoció también por las siglas ASCC (Automatic Sequence Controlled Calculator) y por el diminutivo Bessie. Su para entonces impresionante record —absolutamente ridículo hoy en día— incluía la capacidad de sumar, en apenas 3 décimas de segundo, dos números de 23 dígitos cada uno; y de multiplicar esos dos mismos números en apenas 6 segundos. Tenía 3.300 relés y 800 metros de cables, y pesaba 5 toneladas. Los datos se le suministraban vía tarjeta perforada, y las instrucciones vía cinta de papel perforada (concepto parecido al de la tarjeta). Por 15 años fue lo mejor en su campo, pero a partir de ahí comenzaron a acortarse los tiempos entre innovaciones, y así después del relé vino el tubo o válvula de vacío (1946), que había sido desarrollado por la industria de la radio; el núcleo magnético (1955); el transistor (1957), que le había dado el premio Nóbel a sus inventores en 1948; y el chip (1964), cuya tecnología ha venido mejorándose sensiblemente, primero año tras año y ahora casi mes a mes.

Así, con el tiempo la computadora ha ido obteniendo mayor velocidad, más memoria, menos peso, menos precio, …. pero sigue siendo lo mismo de tonta.