[*FP}– Una experiencia ESP personal … hace 37 años

29-06-2006

Carlos M. Padrón

El domingo 25/06/1969, a primera hora de la mañana, me despertó en mi domicilio en Caracas la llamada telefónica hecha por mi hermana mayor desde El Paso —algo bastante complicado para la época— para informarme de que a nuestro padre le había dado un ACV (en realidad dijo que se había «congestionado”, que era la expresión que entonces se usaba allá) en la tarde del sábado 24.

Cuando desde mis 15 años mi padre me presionaba para que yo viniera a Venezuela —donde ya estaban desde hacía mucho tiempo mis dos hermanos mayores— me negaba una y otra vez argumentando que siendo ya él un hombre de 70 años no quería yo, el único hijo varón que le quedaba en la casa, dejarlo solo en un medio agropecuario, duro por definición.

Ante esto, y tal vez emotivamente movidos por algo que yo hice en la Navidad de 1960 (y que tal vez relate más adelante), mis hermanos decidieron traernos a todos —mis padres, mis dos hermanas y yo— a Venezuela, con lo cual mi argumento quedaría sin base. Y así ocurrió; en julio de 1961 llegamos todos a Venezuela.

Pero en marzo de 1963 esos “todos” regresaron a Canarias,… excepto yo, que me quedé en Venezuela con el para mí firme y único propósito de reunir 100.000 pesetas (unos 10.000 bolívares, ó 3.500 dólares, para la época) y regresar enseguida a Canarias a casarme con la novia que allá había dejado, pues 40.000 pesetas era el precio que entonces tenía, puesta en Canarias, una casa prefabricada en madera, y eso, una vivienda —que no sé dónde diablos la iba yo a montar— era, en mi opinión, toda la infraestructura que necesitaba para casarme; las menos de 60.000 pesetas restantes alcanzarían para todo lo demás,… creía yo. Tal nivel de locura puede dar una idea del por qué de mi aversión al drogamoramiento.

Sin embargo, al quedarme lejos de mi padre me hice la promesa de que si algo malo le pasara a él, yo regresaría a El Paso de inmediato para estar a su lado cuanto antes. Y, en forma por demás obsesiva, me di a la tarea de reunir los 10.000 bolívares.

Para cuando logré reunirlos ya había caído yo en cuenta de que mi plan anterior era una locura, así que seguí reuniendo, y a comienzos de 1964 volví a Canarias, me casé, y con mi mujer regresé a Venezuela. Sin embargo, mantuve intacto y en vigencia el plan para la eventualidad de que a mi padre le ocurriera algo malo, y eso era lo que había ocurrido el fatídico 24/05/1969.

Mi plan incluía, por supuesto, tener al día —y al día lo tenía— mi pasaporte, y a mano algún dinero. Así que, aunque ese 25 de mayo, día en que recibí la llamada de mi hermana, era domingo, salté de la cama, me alisté en un santiamén, y echando mano de mi pasaporte salí disparado a casa de Don Domingo Almenara (q.e.p.d.), paisano y dueño de una agencia de viajes. Con toda la angustia que me embargaba, le conté lo ocurrido y le pedí que, por favor, me pusiera YA a bordo de un avión hacia España.

Algo vio Don Domingo en mi petición que lo motivó a tomar acción inmediata, y, gracias a sus diligencias —por las que le estaré siempre agradecido— esa tarde volé de Maiquetía a Madrid, y en la mañana del 26/05/1969, de Madrid a Tenerife y enseguida de Tenerife a La Palma. En el aeropuerto de La Palma, entonces en Breña Alta, me esperaban unos parientes que en su vehículo me llevaron hasta mi casa natal, en El Paso, en la que, ante la incredulidad de todos, entré sobre la 1 de la tarde del lunes 26/05/1969, apenas unas 26 horas después de haber recibido en Caracas la llamada telefónica de mi hermana.

Postrado en su cama yacía mi padre casi inconsciente. Y digo casi porque, aunque no articulaba palabra y su mirada carecía de foco y estaba apagada, cuando hablé en su proximidad pero antes siquiera de darle un beso, dos lágrimas rodaron por sus mejillas.

Los días que siguieron estuvieron cargados de angustia para todos en la familia y en la vecindad. Los tratamientos renovados, los medicamentos y los cuidados, de poco sirvieron, pues llegó un momento en que el estado de mi padre se estabilizó de forma tal que el médico tratante nos dijo que igual podría durar una semana como seis meses o más, y que lo lógico era que yo regresara a Venezuela. Ante esto, mi madre, aunque con visible dolor, me pidió que sí, que regresara a Venezuela a atender a mi familia, pues cuando salí para Canarias había dejado a mi hija mayor, para entonces de 20 meses de edad, convaleciente de una misteriosa afección que por poco se la lleva.

Más que angustiado por abandonar así a mi padre, me fui a Tenerife con el plan de volar a Las Palmas y desde allí a Venezuela. En Tenerife me esperaba un amigo, un jefe italiano que yo había tenido en Olivetti y que había volado desde Milano para reunirse conmigo.

El viernes 20/06/1969 —hace hoy 37 años— este amigo me pidió que lo acompañara a una dependencia oficial en Santa Cruz de Tenerife para un trámite que debía hacer. Como no me dejaron entrar al despacho del funcionario con quien mi amigo había hecho cita, me quedé solo en la antesala viendo con sorna, a través de un tabique de vidrio, como mi amigo, con su mal español, hacía esfuerzos para entenderse con el funcionario.

De pronto, y sin justificación alguna, sentí en el pecho una enorme opresión que casi me impedía respirar. Instintivamente me llevé al pecho la mano derecha y con movimientos circulares me lo froté con fuerza en un desesperado intento por conseguir, como fuera, algo más de aire. No habían pasado 10 segundos cuando algo me hizo entender la causa de este extraño y repentino fenómeno, que desapareció en ese preciso momento. Mi reloj marcaba las 10:15.

Sin más preámbulos ni despedidas, golpeé con fuerza el vidrio del tabique, con un gesto de mano me despedí de mi amigo, y partí en carrera hacia la Plaza Candelaria, donde yo sabía que había teléfonos públicos.

Desde uno de ellos llamé a mi suegra, que para entonces vivía en La Laguna y que contestó al primer repique.

“¡¡Qué pasa!!”, fue el grito con que correspondí a su habitual “Diga”.

Su sorprendida respuesta fue:

—Carlos, ¿por qué me preguntas eso?

—¡¡¡Quiero saber qué pasa!!!”, contesté desesperado.

—Que llamaron de tu casa de El Paso. Quieren que regreses porque tu padre está agonizando.

Corrí hasta las oficinas de Iberia —para entonces en la Av. Anaga, cerca de la Plaza Candelaria— compré un pasaje, abordé un taxi, pasé por La Laguna, recogí mi equipaje, continué en el mismo taxi hasta el aeropuerto de Los Rodeos, y desde allí en avión al aeropuerto de La Breña, en La Palma, donde, al igual que la vez anterior, unos parientes me recogieron y me llevaron a mi casa tan rápidamente como pudieron.

Cuando entré a la habitación donde en una cama tipo hospital yacía inerme mi padre, en la cama de al lado estaba sentada mi madre, recostada contra la cabecera, lanzando sollozos entrecortados y abriendo mucho su boca en evidente busca de aire, mientras con movimientos circulares de su mano derecha no paraba de frotarse el pecho tratando de conseguir el aire que le faltaba.

Mis hermanas me dijeron que cuando mi padre acusó un claro coma, mi madre se sentó en su cama, donde la encontré, y llorando comenzó a gritar:

—“Dios mío, ¡¡que tenga yo que pasar sola por esto mientras mi hijo está tan cerca!!

Y sus gritos eran acompañados por un constante jadeo entrecortado y un frotarse el pecho con su mano derecha como si tuviera dificultad para respirar.

Pregunté a mis hermanas a qué hora había ocurrido eso. “Como a las 10 y cuarto”, fue la respuesta.

Mi padre expiró en la madrugada del martes 24/06/1969 a las 04:17, y Dios me permitió ser la persona que más cerca de él estuvo, acariciando en sus últimos momentos su lívido y macilento rostro.

En junio de 2001 me hice una pregunta. ¿Fue mi madre el “vehículo transmisor” de la señal que recibí aquel 20/06/1969 a las 10:15? Siempre creí que sí, pero a pesar de que a comienzos de los 90 tuve mientras dormía otra experiencia de este tipo y desperté de golpe sabiendo la respuesta a una pregunta que me atormentaba, cuando mi madre murió, víctima también de un ACV, sobre las 02:00 de la madrugada del jueves 31/05/2001, yo dormía en mi casa y nada de ESP me ocurrió.

ESP = Extra Sensorial Perception (Percepción extra sensorial)

[*ElPaso}– La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús 2006

28-06-2006

Carlos M. Padrón

Desde que tengo memoria, cada mes de junio se celebra en El Paso, el segundo domingo después del jueves de Corpus, la fiesta en honor del Sagrado Corazón de Jesús, más conocida como “Fiesta del Sagrado”.

Por motivos para los que nunca he sabido que haya explicación, El Paso tiene una vena artística por encima de lo normal, y que no existe en igual proporción en otros pueblos de La Palma —excepto tal vez Mazo—, ni de las otras islas.

Sin haber recibido educación formal al respecto, han surgido en El Paso músicos —en composición y ejecución—, poetas, pintores, cantores, etc., y, con el tiempo y el advenimiento del turismo, principalmente europeo, la Fiesta del Sagrado ha devenido en una especie de museo en el que, sólo por pocas horas, se exhiben al asombrado público verdaderas obras de arte realizadas en su totalidad con productos naturales —propios del pueblo en su mayoría— y por manos y talento locales.

En La Plaza (el centro de El Paso), cada barrio tiene reservada una zona específica para la colocación de lo que haya decidido construir para esa fiesta, y las obras de los barrios se unen entre sí por una alfombra, o franja estrecha sobre el piso, hecha igualmente de productos naturales, que también tiene su cuota de valor artístico.

Desde la tarde-noche del sábado anterior al día de la fiesta, se reúnen en La Plaza los vecinos (director artístico, realizadores, ayudantes, etc.) de cada barrio y pasan toda la noche montando y realizando en el área que les corresponde la obra que desde poco después de la anterior Fiesta del Sagrado comenzaron a idear, a diseñar y a buscar los productos para realizarla.

Todo debe estar listo en la mañana del domingo, cuando el pueblo se llena de turistas que armados de cámaras de TV, fotos, etc., llegan expresamente para admirar y guardar en imáganes lo que esos vecinos crearon con sólo su ingenio, su increíble habilidad manual y su gran sentido artístico.

La procesión del Sagrado Corazón sale en la tarde del domingo, y avanzando por sobre las alfombras va destruyendo a su paso gran parte de esas obras de arte (por eso han dado en llamarlas de «arte efímero»). Algunas, sin embargo, quedan intactas y pasan a ser colección de lugares públicos.

De entre las muchas fotos que por cortesía de Mari Carmen Taño Padrón recibí de la fiesta de este año, celebrada el pasado domingo 25, seleccioné algunas que considero buenos exponentes de lo ya descrito.

Botafumeiro.
Barrio Paso de Abajo. Hecho con cáscara de huevo molida, maíz, semillas de girasol, piña de eucalipto y flores naturales.

Carreta.
Barrio Tajuya. Hecha con badana, macarrones y corcho de pino.

carreta1

Gallina.
Barrio La Rosa. Hecha con plumas y cáscara de huevo molida.

gallina

Mantel.
Barrio Tenerra. Hecho con cáscara de huevo molida y cernida sobre un papel engomado. Los adornos son de trigo, paja de trigo, capullos de seda y cáscaras de maní.

Lámparas.
Barrio La Rosa. Hechas con cáscara de huevo molida, flores naturales (como la allá llamada ‘pensamientos’), musgo, pasta de estrellitas, flores silvestres y semillas teñidas.

Tapete de rosas.
Barrio La Rosa. Hecho con semillas naturales, como las de calabaza. Arroz para perros. Pasta en forma de estrellitas (que suele usarse para sopa). Badana, u hoja de plátano (cambur) seca.

Imagen del Sagrado y de las iglesias y ermitas del pueblo.

santiago general

Obra personal de Santiago González, por el barrio de Fátima. Santiago es, además de un gran artista en estos menesteres, director de un grupo de música folclórica, compositor, arreglista y excelente cantante de música popular canaria. Todo lo suyo está hecho con cáscara de huevo molida y teñida, y con semillas. Vistos desde lejos, los cuadros así realizados por él parecen óleos. Aquí, una muestra:

Hace algunos años estuve en El Paso unos meses antes de la Fiesta del Sagrado y pasé por el taller de Santiago a ver cómo hacía los trabajos que pensaba exponer en esta fiesta. Yo sabía que él trabajaba principalmente con cáscara de huevo molida y teñida (cáscara que los vecinos van guardando por todo un año, desde que termina una fiesta hasta la próxima), pero no sabía cómo la usaba. Me quedé de una pieza cuando comprobé que, a mano alzada, la iba espolvoreando cuidadosamente sobre un panel engomado, y así, y sólo así, y por increíble que parezca, consigue los contrastes entre luz y sombra, los relieves, etc.

[*FP}– A la memoria de mi padre, en el 37 aniversario de su muerte

Lo que sigue lo envié por email —en junio/2004, con motivo del Día del Padre— al para entonces reducido grupo de mi lista de correos. Hoy, en honor a la memoria de mi padre, quien murió hace exactamente 37 años, quiero darle mayor difusión y para ello lo publico en mi blog.

Por la repetición, pido disculpas a los parientes que lo han recibido como parte del árbol genealógico de los Padrón de El Paso, y también a quienes lo recibieron en junio/2004, y espero que todos los que en esa oportunidad me dijeron que no habían podido bajar la canción desde padronel.net, puedan bajarla ahora desde el nuevo sitio en que la he puesto.

Carlos M. Padrón

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Mi padre fue un hombre de trabajo que, como la mayoría de los “isleños” (canarios) de la época —en especial los palmeros—, emigró a Cuba siendo casi un niño. Volvió a Canarias, se casó, y llevando consigo a mi madre regresó a Cuba donde con sus dos hermanos, menores que él, había montado una empresa artesanal en la que, a cargo de las ventas, amasó una pequeña fortuna que perdió durante la Gran Depresión.

Con su esposa y tres hijos regresó a El Paso, su pueblo natal en La Palma (Canarias), a tratar de ganarse el sustento de la familia arañando la tierra que había heredado de sus padres.

Su vida fue entonces muy dura. Tuvo dos hijos más (yo soy el cuarto) y a todos nos educó en los principios que consideró útiles para que pudiéramos salir adelante en la vida y crecer como personas, respetando a los demás. Y no lo hizo por medio de la imposición sino con el ejemplo y la manifestación indirecta de sus deseos, de lo que a él le gustaría que sus hijos hicieran y fueran, y por qué.

Hoy, 24 de junio, se cumplen 37 años de que, a los 77 de edad, murió en El Paso, víctima de un ACV que le atacó un mes antes y que fue reduciéndolo a la condición de vegetal.

Su muerte ha sido el mayor de los golpes que hasta ahora he recibido, y aunque el paso del tiempo ha hecho que el dolor que me produjo haya disminuido, queda aún un resto que me acompañará hasta que también muera yo, y un vacío que nada ha podido llenar.

Desde Venezuela llegué a tiempo para que él me reconociera. Pude estar a su lado en sus últimos días, y acariciar su rostro en el momento crucial de su muerte, cuando sólo tuve fuerzas para pedirle a Dios que mis hijos me amaran como yo había amado a mi padre.

Con motivo del 37 aniversario de su muerte, quiero compartir con ustedes este homenaje a su memoria. Lo hago por medio de la canción “Padre”, que en su honor compuse (sólo la letra) y grabé en 1984.

Ésta, al igual que una media docena de canciones más, nació, como ya expliqué en un escrito anterior, cuando después de escuchar una y otra vez algunos de los casetes de música instrumental que yo había grabado, comenzaba a destacar de entre todas alguna melodía evocadora de un sentimiento que con el tiempo iba tomando más y más cuerpo cada vez que, estando yo solo en mi salón de música, escuchaba de nuevo esa melodía. La versión de Paul Mauriat de la melodía que lleva por título “La Aventura” evocaba en mí fuertes y vívidos recuerdos de mi padre. La usé como fondo musical, y así, el 13-07-1984, grabé en memoria suya la canción «Padre» que, como dije, quiero compartir con ustedes.

Para escucharla, clicar en Play

 

[*Drog}– Diccionario subyacente: Amor (En realidad, drogamor)

– Enfermedad temporaria que se cura con el matrimonio.

– Es la locura de amor locura que cura un cura con la locura mayor.

– Palabra de dos sílabas, dos vocales, dos consonantes y dos idiotas.

– Esfuerzo que hace un hombre para ser satisfecho por una sola mujer.

– Sentimiento que nos inspira los más grandes proyectos y nos impide realizarlos.

– Supuesta razón por la que una mujer aceptaría lavar, planchar, barrer y cocinar, sin sueldo ni prestaciones.

– Lo que comienza con un príncipe besando a un ángel, y termina con un calvo mirando a una mujer gorda.

[*MiIT}– Computación Personal, herramienta indispensable. 3: Almacenamiento

Carlos M. Padrón

La MARK I ya incluía en su diseño, como las modernas computadoras, el concepto de “hecha a imagen del hombre”, pues tenía un CPU (Central Processing Unit o Unidad Central de Procesamiento); unidades de input (entrada): la lectora de tarjetas/cinta perforada; y unidad de output (salida), que era una máquina de escribir eléctrica.

Con el tiempo, no sólo evolucionaron las tecnologías para construir la memoria principal de la computadora —la residente en el CPU— desde el relé hasta el chip, pasando por el tubo o válvula de vacío y el transistor (que, en comparación con el tubo, era 10 veces más rápido, 200 veces más confiable, 200 veces menos costoso, y requería 100 veces menos energía), sino también las unidades de I/O (Input/Output) llamadas, en conjunto, unidades periféricas, que están fuera del CPU.

Y así, al aplicarse la tecnología de “columna de vacío” (1950) se popularizaron.
— la cinta magnética, que puede fungir como unidad de input y también de output.
— el tambor magnético, precursor del disco magnético.
— el RAMAC (Random Access Method of Accounting and Control), primera unidad de disco magnético (1956) que constaba de un paquete fijo compuesto por 50 discos o platos que entre todos podían almacenar la para hoy más que ridícula cantidad de 50.000 caracteres, aunque era un mamotreto como puede verse en esta foto:

ramac-storage-unit

— la impresora de cadena (1959), capaz de imprimir 600 LPM (Líneas Por Minuto); y,
— la unidad de disco de paquetes removibles (1962), compuesto cada paquete por 6 discos o platos, útiles por ambas caras (ilustración 2) y con capacidad para almacenar 6 millones de caracteres por paquete.

Luego, ya en fecha reciente, apareció el disco flexible (floppy disk), el disquete, las tecnologías de impresión láser y de inyección de tinta, la pantalla, el teclado (en sustitución de la antigua consola), el escáner, el ratón, etc., y los discos duros (típicos de las PCs) cuya capacidad de almacenamiento, al igual que la de los discos usados por computadoras medianas y mainframes, se mide —a diferencia de la de sus predecesores, que se medían primero en miles de bytes (KB) y luego en millones de bytes (MB)— en GIGABYTRES (GB), o miles de millones de bytes.

[*ElPaso}- Epílogo a «La creación de El Paso»

Carlos M. Padrón

Los medios de escapismo en que por años me refugié para mitigar los efectos de tiempos de crisis fueron el trabajo, la fotografía, la cría de patos y la música.

Para esta última tuve un salón debidamente equipado en el que me encerraba a seleccionar, grabar, y escuchar luego lo grabado. Así armé una colección de varias decenas de casetes que tienen para mí la ventaja de que me gusta todo lo que contienen.

Después de escuchar una y otra vez algunos de los casetes de música instrumental así grabados, a veces comenzaba a destacar de entre todas alguna melodía evocadora de un sentimiento que con el tiempo iba tomando más y más cuerpo cada vez que, estando yo solo en mi salón de música, escuchaba de nuevo esa melodía.

Una en particular me hizo recordar a mi padre, otra a mi pueblo como lugar geográfico, otra a mi pueblo como conjunto de costumbres y nostalgias, etc., y como esos instrumentales estaban ejecutados en un tono al que, jugando con las octavas, podía yo llegar, un día decidí escribir letras alusivas a los sentimientos que esas melodías evocaban en mí, y, poco a poco, fui grabando todas esas letras en forma de canción usando como fondo el instrumental con la correspondiente melodía evocadora, y lidiando, también yo solo en el salón de música, con los controles del tocadiscos, ecualización, volumen, audífonos, letra, etc., mientras trataba de cantar lo mejor que podía.

Al enésimo intento obtenía un resultado menos malo que los anteriores, y con ése me quedaba.

Ahora que en los tres artículos “La creación de El Paso” —en la sección ‘El Paso, mi pueblo’, tomados del escrito “Manuel Taño, un patriota y gran alcalde” de Don Braulio Martín— conté ya cómo El Paso consiguió su independencia y cómo fueron sus primeros años como municipio —o sea, cómo se creó mi pueblo—, adjunto el enlace a la primera de las canciones que grabé según el proceso arriba explicado; una canción que lleva por título “A El Paso, mi pueblo” y que, por supuesto, está dedicada a El Paso, a un El Paso que, casi en su totalidad, sólo existe hoy en mis recuerdos, pues salí de él —“dejé el nido”— a finales de 1957, y volví una o dos veces cada año hasta 1960. Luego, a partir de 1961, cuando emigré a Venezuela, pasé por El Paso cada vez que tuve oportunidad de hacerlo, y no sin tristeza veía cómo lo más característico de los pasenses, las costumbres de mis tiempos y todo lo demás que moldeó mi sentir y me dio guías de vida, que alimentó mis recuerdos y mis nostalgias, iba desapareciendo, aunque eso no ha hecho mella en el amor que siento por mi pueblo.

La ficha técnica de esta canción:

— Título de la melodía instrumental: “Adiós, Acrópolis”. Arreglo de Paul Mauriat.
— Grabada el 17-04-1982.

Para bajarla o escucharla, clicar AQUÍ.